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  • Salomón
    «pacífico». Hijo de David con Betsabé (2 S. 12:24; 1 Cr. 3:5; Ant. 7:14, 2); nacido en Jerusalén. 

    2 Samuel 12:24 

    24 Y consoló David a Betsabé su mujer, y llegándose a ella durmió con ella; y ella le dio a luz un hijo, y llamó su nombre Salomón, al cual amó Jehová,

    1 Crónicas 3:5

    5 Estos cuatro le nacieron en Jerusalén: Simea, Sobab, Natán, y Salomón hijo de Bet-súa hija de Amiel.

    David, advertido que bajo su sucesor habría un reinado de paz, le dio el nombre de Salomón, «pacífico» (1 Cr. 22:9). 

    1 Crónicas 22:9

    9 He aquí te nacerá un hijo, el cual será varón de paz, porque yo le daré paz de todos sus enemigos en derredor; por tanto, su nombre será Salomón, y yo daré paz y reposo sobre Israel en sus días.

    El profeta Natán le dio el nombre de Jedidías, «amado de Jehová» (2 S. 12:25). 

    2 Samuel 12:25

    25 y envió un mensaje por medio de Natán profeta; así llamó su nombre Jedidías, a causa de Jehová.

    Cuando David envejeció y se debilitó, Adonías, uno de sus hijos nacidos en Hebrón, y probablemente el mayor después de la muerte de Amón y de Absalón, intentó usurpar el trono. 

    El profeta Natán, ayudado por el sumo sacerdote Sadoc y por Benaía, el jefe de la guardia, y con el apoyo de la guardia personal de David, desarticularon esta conspiración, y Salomón fue proclamado rey (1 R. 1:5-40), poco después de lo cual murió David. 

    1 Reyes 1:5-40

    Adonías usurpa el trono

    5 Entonces Adonías hijo de Haguit se rebeló, diciendo: Yo reinaré. Y se hizo de carros y de gente de a caballo, y de cincuenta hombres que corriesen delante de él.

    6 Y su padre nunca le había entristecido en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Además, éste era de muy hermoso parecer; y había nacido después de Absalón.

    7 Y se había puesto de acuerdo con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, los cuales ayudaban a Adonías.

    8 Pero el sacerdote Sadoc, y Benaía hijo de Joiada, el profeta Natán, Simei, Rei y todos los grandes de David, no seguían a Adonías.

    9 Y matando Adonías ovejas y vacas y animales gordos junto a la peña de Zohelet, la cual está cerca de la fuente de Rogel, convidó a todos sus hermanos los hijos del rey, y a todos los varones de Judá, siervos del rey;

    10 pero no convidó al profeta Natán, ni a Benaía, ni a los grandes, ni a Salomón su hermano.

    11 Entonces habló Natán a Betsabé madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que reina Adonías hijo de Haguit, sin saberlo David nuestro señor?

    12 Ven pues, ahora, y toma mi consejo, para que conserves tu vida, y la de tu hijo Salomón.

    13 Ve y entra al rey David, y dile: Rey señor mío, ¿no juraste a tu sierva, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono? ¿Por qué, pues, reina Adonías?

    14 Y estando tú aún hablando con el rey, yo entraré tras ti y reafirmaré tus razones.

    15 Entonces Betsabé entró a la cámara del rey; y el rey era muy viejo, y Abisag sunamita le servía.

    16 Y Betsabé se inclinó, e hizo reverencia al rey. Y el rey dijo: ¿Qué tienes?

    17 Y ella le respondió: Señor mío, tú juraste a tu sierva por Jehová tu Dios, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono.

    18 Y he aquí ahora Adonías reina, y tú, mi señor rey, hasta ahora no lo sabes.

    19 Ha matado bueyes, y animales gordos, y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar, y a Joab general del ejército; mas a Salomón tu siervo no ha convidado.

    20 Entre tanto, rey señor mío, los ojos de todo Israel están puestos en ti, para que les declares quién se ha de sentar en el trono de mi señor el rey después de él.

    21 De otra manera sucederá que cuando mi señor el rey duerma con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos tenidos por culpables.

    22 Mientras aún hablaba ella con el rey, he aquí vino el profeta Natán.

    23 Y dieron aviso al rey, diciendo: He aquí el profeta Natán; el cual, cuando entró al rey, se postró delante del rey inclinando su rostro a tierra.

    24 Y dijo Natán: Rey señor mío, ¿has dicho tú: Adonías reinará después de mí, y él se sentará en mi trono?

    25 Porque hoy ha descendido, y ha matado bueyes y animales gordos y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, y a los capitanes del ejército, y también al sacerdote Abiatar; y he aquí, están comiendo y bebiendo delante de él, y han dicho: ¡Viva el rey Adonías!

    26 Pero ni a mí tu siervo, ni al sacerdote Sadoc, ni a Benaía hijo de Joiada, ni a Salomón tu siervo, ha convidado.

    27 ¿Es este negocio ordenado por mi señor el rey, sin haber declarado a tus siervos quién se había de sentar en el trono de mi señor el rey después de él?

    David proclama rey a Salomón

    28 Entonces el rey David respondió y dijo: Llamadme a Betsabé. Y ella entró a la presencia del rey, y se puso delante del rey.

    29 Y el rey juró diciendo: Vive Jehová, que ha redimido mi alma de toda angustia,

    30 que como yo te he jurado por Jehová Dios de Israel, diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono en lugar mío; que así lo haré hoy.

    31 Entonces Betsabé se inclinó ante el rey, con su rostro a tierra, y haciendo reverencia al rey, dijo: Viva mi señor el rey David para siempre.

    32 Y el rey David dijo: Llamadme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, y a Benaía hijo de Joiada. Y ellos entraron a la presencia del rey.

    33 Y el rey les dijo: Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, y montad a Salomón mi hijo en mi mula, y llevadlo a Gihón;

    34 y allí lo ungirán el sacerdote Sadoc y el profeta Natán como rey sobre Israel, y tocaréis trompeta, diciendo: ¡Viva el rey Salomón!

    35 Después iréis vosotros detrás de él, y vendrá y se sentará en mi trono, y él reinará por mí; porque a él he escogido para que sea príncipe sobre Israel y sobre Judá.

    36 Entonces Benaía hijo de Joiada respondió al rey y dijo: Amén. Así lo diga Jehová, Dios de mi señor el rey.

    37 De la manera que Jehová ha estado con mi señor el rey, así esté con Salomón, y haga mayor su trono que el trono de mi señor el rey David.

    38 Y descendieron el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaía hijo de Joiada, y los cereteos y los peleteos, y montaron a Salomón en la mula del rey David, y lo llevaron a Gihón.

    39 Y tomando el sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del tabernáculo, ungió a Salomón; y tocaron trompeta, y dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón!

    40 Después subió todo el pueblo en pos de él, y cantaba la gente con flautas, y hacían grandes alegrías, que parecía que la tierra se hundía con el clamor de ellos.

    Salomón inició su reinado alrededor del año 970 a. C. Tendría entonces unos 20 años. 

    Obedeciendo las últimas recomendaciones de su padre, depuso a Abiatar del sumo sacerdocio, e hizo ejecutar a Simei por desobedecer la orden de permanecer en Jerusalén. 

    Ante una nueva pretensión de Adonías, Salomón lo hizo ejecutar, lo mismo que a Joab, también implicado en este asunto (1 R. 2:1-46). 

    1 Reyes 2:1-46

    Mandato de David a Salomón

    1 Llegaron los días en que David había de morir, y ordenó a Salomón su hijo, diciendo:

    2 Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre.

    3 Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas;

    4 para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel.

    5 Ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa hijo de Jeter, a los cuales él mató, derramando en tiempo de paz la sangre de guerra, y poniendo sangre de guerra en el talabarte que tenía sobre sus lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies.

    6 Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás descender sus canas al Seol en paz.

    7 Mas a los hijos de Barzilai galaadita harás misericordia, que sean de los convidados a tu mesa; porque ellos vinieron de esta manera a mí, cuando iba huyendo de Absalón tu hermano.

    8 También tienes contigo a Simei hijo de Gera, hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Mas él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová diciendo: Yo no te mataré a espada.

    9 Pero ahora no lo absolverás; pues hombre sabio eres, y sabes cómo debes hacer con él; y harás descender sus canas con sangre al Seol.

    Muerte de David

    10 Y durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad.

    11 Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años; siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalén.

    12 Y se sentó Salomón en el trono de David su padre, y su reino fue firme en gran manera.

    Salomón afirma su reino

    13 Entonces Adonías hijo de Haguit vino a Betsabé madre de Salomón; y ella le dijo: ¿Es tu venida de paz? El respondió: Sí, de paz.

    14 En seguida dijo: Una palabra tengo que decirte. Y ella dijo: Di.

    15 El dijo: Tú sabes que el reino era mío, y que todo Israel había puesto en mí su rostro para que yo reinara; mas el reino fue traspasado, y vino a ser de mi hermano, porque por Jehová era suyo.

    16 Ahora yo te hago una petición; no me la niegues. Y ella le dijo: Habla.

    17 El entonces dijo: Yo te ruego que hables al rey Salomón (porque él no te lo negará), para que me dé Abisag sunamita por mujer.

    18 Y Betsabé dijo: Bien; yo hablaré por ti al rey.

    19 Vino Betsabé al rey Salomón para hablarle por Adonías. Y el rey se levantó a recibirla, y se inclinó ante ella, y volvió a sentarse en su trono, e hizo traer una silla para su madre, la cual se sentó a su diestra.

    20 Y ella dijo: Una pequeña petición pretendo de ti; no me la niegues. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te la negaré.

    21 Y ella dijo: Dese Abisag sunamita por mujer a tu hermano Adonías.

    22 El rey Salomón respondió y dijo a su madre: ¿Por qué pides a Abisag sunamita para Adonías? Demanda también para él el reino; porque él es mi hermano mayor, y ya tiene también al sacerdote Abiatar, y a Joab hijo de Sarvia.

    23 Y el rey Salomón juró por Jehová, diciendo: Así me haga Dios y aun me añada, que contra su vida ha hablado Adonías estas palabras.

    24 Ahora, pues, vive Jehová, quien me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David mi padre, y quien me ha hecho casa, como me había dicho, que Adonías morirá hoy.

    25 Entonces el rey Salomón envió por mano de Benaía hijo de Joiada, el cual arremetió contra él, y murió.

    26 Y el rey dijo al sacerdote Abiatar: Vete a Anatot, a tus heredades, pues eres digno de muerte; pero no te mataré hoy, por cuanto has llevado el arca de Jehová el Señor delante de David mi padre, y además has sido afligido en todas las cosas en que fue afligido mi padre.

    27 Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho sobre la casa de Elí en Silo.

    28 Y vino la noticia a Joab; porque también Joab se había adherido a Adonías, si bien no se había adherido a Absalón. Y huyó Joab al tabernáculo de Jehová, y se asió de los cuernos del altar.

    29 Y se le hizo saber a Salomón que Joab había huido al tabernáculo de Jehová, y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, diciendo: Ve, y arremete contra él.

    30 Y entró Benaía al tabernáculo de Jehová, y le dijo: El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No, sino que aquí moriré. Y Benaía volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así dijo Joab, y así me respondió.

    31 Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; mátale y entiérrale, y quita de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente.

    32 Y Jehová hará volver su sangre sobre su cabeza; porque él ha dado muerte a dos varones más justos y mejores que él, a los cuales mató a espada sin que mi padre David supiese nada: a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército de Judá.

    33 La sangre, pues, de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab, y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; mas sobre David y sobre su descendencia, y sobre su casa y sobre su trono, habrá perpetuamente paz de parte de Jehová.

    34 Entonces Benaía hijo de Joiada subió y arremetió contra él, y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto.

    35 Y el rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada sobre el ejército, y a Sadoc puso el rey por sacerdote en lugar de Abiatar.

    36 Después envió el rey e hizo venir a Simei, y le dijo: Edifícate una casa en Jerusalén y mora ahí, y no salgas de allí a una parte ni a otra;

    37 porque sabe de cierto que el día que salieres y pasares el torrente de Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre será sobre tu cabeza.

    38 Y Simei dijo al rey: La palabra es buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo. Y habitó Simei en Jerusalén muchos días.

    39 Pero pasados tres años, aconteció que dos siervos de Simei huyeron a Aquis hijo de Maaca, rey de Gat. Y dieron aviso a Simei, diciendo: He aquí que tus siervos están en Gat.

    40 Entonces Simei se levantó y ensilló su asno y fue a Aquis en Gat, para buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei, y trajo sus siervos de Gat.

    41 Luego fue dicho a Salomón que Simei había ido de Jerusalén hasta Gat, y que había vuelto.

    42 Entonces el rey envió e hizo venir a Simei, y le dijo: ¿No te hice jurar yo por Jehová, y te protesté diciendo: El día que salieres y fueres acá o allá, sabe de cierto que morirás? Y tú me dijiste: La palabra es buena, yo la obedezco.

    43 ¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de Jehová, y el mandamiento que yo te impuse?

    44 Dijo además el rey a Simei: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha hecho volver el mal sobre tu cabeza.

    45 Y el rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme perpetuamente delante de Jehová.

    46 Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, el cual salió y lo hirió, y murió. Y el reino fue confirmado en la mano de Salomón.

    Salomón contrajo matrimonio con la hija del rey de Egipto, y la llevó a Jerusalén (1 R. 3:1). 

    1 Reyes 3:1

    Salomón se casa con la hija de Faraón

    1 Salomón hizo parentesco con Faraón rey de Egipto, pues tomó la hija de Faraón, y la trajo a la ciudad de David, entre tanto que acababa de edificar su casa, y la casa de Jehová, y los muros de Jerusalén alrededor.

    Después que el Señor hubiera abandonado Silo, el culto no había sido restaurado. 

    El Tabernáculo se hallaba en Gabaón, y el arca del pacto en Jerusalén. Menospreciando la orden de la Ley, el pueblo había erigido altares en los lugares altos. 

    Salomón acudió a Gabaón para ofrecer sacrificios. Aquella noche, el Señor se le apareció en sueños y le preguntó qué era lo que él deseaba. Salomón imploró la gracia de la sabiduría y de la inteligencia, a fin de poder administrar justicia. 

    En aquella época la administración de la justicia incumbía al rey. Dios dio respuesta a esta oración. Poco después, Salomón emitió un juicio que se ha hecho célebre porque con ello descubrió quién era la verdadera madre de un recién nacido reclamado vehementemente por dos mujeres como propio (1 R. 3:2-28; 2 Cr. 1:3-12). 

    1 Reyes 3:2-28 

    2 Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los lugares altos; porque no había casa edificada al nombre de Jehová hasta aquellos tiempos.

    Salomón pide sabiduría

    3 Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.

    4 E iba el rey a Gabaón, porque aquél era el lugar alto principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar.

    5 Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé.

    6 Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has reservado esta tu gran misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día.

    7 Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir.

    8 Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.

    9 Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?

    10 Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.

    11 Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oir juicio,

    12 he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.

    13 Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días.

    14 Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.

    15 Cuando Salomón despertó, vio que era sueño; y vino a Jerusalén, y se presentó delante del arca del pacto de Jehová, y sacrificó holocaustos y ofreció sacrificios de paz, e hizo también banquete a todos sus siervos.

    Sabiduría y prosperidad de Salomón

    16 En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres rameras, y se presentaron delante de él.

    17 Y dijo una de ellas: ¡Ah, señor mío! Yo y esta mujer morábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa.

    18 Aconteció al tercer día después de dar yo a luz, que ésta dio a luz también, y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa.

    19 Y una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él.

    20 Y se levantó a medianoche y tomó a mi hijo de junto a mí, estando yo tu sierva durmiendo, y lo puso a su lado, y puso al lado mío su hijo muerto.

    21 Y cuando yo me levanté de madrugada para dar el pecho a mi hijo, he aquí que estaba muerto; pero lo observé por la mañana, y vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz.

    22 Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey.

    23 El rey entonces dijo: Esta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto; y la otra dice: No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive.

    24 Y dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada.

    25 En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.

    26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo.

    27 Entonces el rey respondió y dijo: Dad a aquélla el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre.

    28 Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.

    2 Crónicas 1:3-12

    3 Y fue Salomón, y con él toda esta asamblea al lugar alto que había en Gabaón; porque allí estaba el tabernáculo de reunión de Dios, que Moisés siervo de Jehová había hecho en el desierto.

    4 Pero David había traído el arca de Dios desde Quiriat-jearim al lugar que él le había preparado; porque él le había levantado una tienda en Jerusalén.

    5 Asimismo el altar de bronce que había hecho Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, estaba allí delante del tabernáculo de Jehová, al cual fue a consultar Salomón con aquella asamblea.

    6 Subió, pues, Salomón allá ante Jehová, al altar de bronce que estaba en el tabernáculo de reunión, y ofreció sobre él mil holocaustos.

    7 Y aquella noche apareció Dios a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras que yo te dé.

    8 Y Salomón dijo a Dios: Tú has tenido con David mi padre gran misericordia, y a mí me has puesto por rey en lugar suyo.

    9 Confírmese pues, ahora, oh Jehová Dios, tu palabra dada a David mi padre, porque tú me has puesto por rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra.

    10 Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque, quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?

    11 Y dijo Dios a Salomón: por cuanto hubo esto en tu corazón, y no pediste riquezas, bienes o gloria, ni la vida de los que te quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para ti sabiduría y ciencia para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey,

    12 sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti.

    Unos veinte años después, durante una nueva aparición, Dios prometió a Salomón, de forma condicional, conservar el trono para su dinastía, y le hizo solemnes advertencias (1 R. 9:1-10; 2 Cr. 7:12-22). 

    1 Reyes 9:1-10 

    Pacto de Dios con Salomón

    1 Cuando Salomón hubo acabado la obra de la casa de Jehová, y la casa real, y todo lo que Salomón quiso hacer,

    2 Jehová apareció a Salomón la segunda vez, como le había aparecido en Gabaón.

    3 Y le dijo Jehová: Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días.

    4 Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis decretos,

    5 yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, como hablé a David tu padre, diciendo: No faltará varón de tu descendencia en el trono de Israel.

    6 Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y vuestros hijos, y no guardareis mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis;

    7 yo cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra que les he entregado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la echaré de delante de mí, e Israel será por proverbio y refrán a todos los pueblos;

    8 y esta casa, que estaba en estima, cualquiera que pase por ella se asombrará, y se burlará, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa?

    9 Y dirán: Por cuanto dejaron a Jehová su Dios, que había sacado a sus padres de tierra de Egipto, y echaron mano a dioses ajenos, y los adoraron y los sirvieron; por eso ha traído Jehová sobre ellos todo este mal.

    Otras actividades de Salomón

    10 Aconteció al cabo de veinte años, cuando Salomón ya había edificado las dos casas, la casa de Jehová y la casa real,

    2 Crónicas 7:12-22

    12 Y apareció Jehová a Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio.

    13 Si yo cerrare los cielos, para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo;

    14 Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

    15 Ahora estarán abiertos mis ojos, y atentos mis oídos, a la oración en este lugar:

    16 Porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre.

    17 Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, e hicieres todas las cosas que yo te he mandado, y guardares mis estatutos y mis decretos,

    18 yo confirmaré el trono de tu reino, como pacté con David tu padre, diciendo: No te faltará varón que gobierne en Israel.

    19 Mas si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis,

    20 Yo os arrancaré de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos.

    21 Y esta casa que es tan excelsa, será espanto a todo el que pasare, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa?

    22 Y se responderá: Por cuanto dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y han abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron: por eso él ha traído todo este mal sobre ellos.

    David había sometido a las naciones vecinas. Según los textos, Salomón sólo emprendió una campaña bélica, contra Hamat. 

    La posesión de esta ciudad le permitió mantener la paz en el noreste de sus estados. Hadad, príncipe edomita, y Rezón, de Damasco, se opusieron a Salomón. 

    Éste fortificó la ciudad de Hazor, sobre el alto Jordán, y edificó una fortaleza en el Líbano para pacificar a Damasco; también logró mantener seguro el camino que llevaba a Ezión-geber atravesando Edom. 

    El rey Salomón mantuvo relaciones amistosas con numerosos soberanos; organizó su reino, y protegió las artes. David había amasado una gran cantidad de materiales con vistas a la construcción del Templo. Salomón construyó el edificio en siete años. Hiram, rey de Tiro, le consiguió materiales y artesanos (1 R. 5:6). 

    1 Reyes 5:6

    6 Manda, pues, ahora, que me corten cedros del Líbano; y mis siervos estarán con los tuyos, y yo te daré por tus siervos el salario que tú dijeres; porque tú sabes bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar madera como los sidonios.

    Salomón llevó a cabo una solemne dedicación del Templo (1 R. 7:13-8:66; 2 Cr. 2-7). 

    1 Reyes 7:13-51

    Salomón emplea a Hiram, de Tiro

    13 Y envió el rey Salomón, e hizo venir de Tiro a Hiram,

    14 hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, que trabajaba en bronce, era de Tiro; e Hiram era lleno de sabiduría, inteligencia y ciencia en toda obra de bronce. Este, pues, vino al rey Salomón, e hizo toda su obra.

    15 Y vació dos columnas de bronce; la altura de cada una era de dieciocho codos, y rodeaba a una y otra un hilo de doce codos.

    16 Hizo también dos capiteles de fundición de bronce, para que fuesen puestos sobre las cabezas de las columnas; la altura de un capitel era de cinco codos, y la del otro capitel también de cinco codos.

    17 Había trenzas a manera de red, y unos cordones a manera de cadenas, para los capiteles que se habían de poner sobre las cabezas de las columnas; siete para cada capitel.

    18 Hizo también dos hileras de granadas alrededor de la red, para cubrir los capiteles que estaban en las cabezas de las columnas con las granadas; y de la misma forma hizo en el otro capitel.

    19 Los capiteles que estaban sobre las columnas en el pórtico, tenían forma de lirios, y eran de cuatro codos.

    20 Tenían también los capiteles de las dos columnas, doscientas granadas en dos hileras alrededor en cada capitel, encima de su globo, el cual estaba rodeado por la red.

    21 Estas columnas erigió en el pórtico del templo; y cuando hubo alzado la columna del lado derecho, le puso por nombre Jaquín, y alzando la columna del lado izquierdo, llamó su nombre Boaz.

    22 Y puso en las cabezas de las columnas tallado en forma de lirios, y así se acabó la obra de las columnas.

    Mobiliario del templo

    23 Hizo fundir asimismo un mar de diez codos de un lado al otro, perfectamente redondo; su altura era de cinco codos, y lo ceñía alrededor un cordón de treinta codos.

    24 Y rodeaban aquel mar por debajo de su borde alrededor unas bolas como calabazas, diez en cada codo, que ceñían el mar alrededor en dos filas, las cuales habían sido fundidas cuando el mar fue fundido.

    25 Y descansaba sobre doce bueyes; tres miraban al norte, tres miraban al occidente, tres miraban al sur, y tres miraban al oriente; sobre estos se apoyaba el mar, y las ancas de ellos estaban hacia la parte de adentro.

    26 El grueso del mar era de un palmo menor, y el borde era labrado como el borde de un cáliz o de flor de lis; y cabían en él dos mil batos.

    27 Hizo también diez basas de bronce, siendo la longitud de cada basa de cuatro codos, y la anchura de cuatro codos, y de tres codos la altura.

    28 La obra de las basas era esta: tenían unos tableros, los cuales estaban entre molduras;

    29 y sobre aquellos tableros que estaban entre las molduras, había figuras de leones, de bueyes y de querubines; y sobre las molduras de la basa, así encima como debajo de los leones y de los bueyes, había unas añadiduras de bajo relieve.

    30 Cada basa tenía cuatro ruedas de bronce, con ejes de bronce, y en sus cuatro esquinas había repisas de fundición que sobresalían de los festones, para venir a quedar debajo de la fuente.

    31 Y la boca de la fuente entraba un codo en el remate que salía para arriba de la basa; y la boca era redonda, de la misma hechura del remate, y éste de codo y medio. Había también sobre la boca entalladuras con sus tableros, los cuales eran cuadrados, no redondos.

    32 Las cuatro ruedas estaban debajo de los tableros, y los ejes de las ruedas nacían en la misma basa. La altura de cada rueda era de un codo y medio.

    33 Y la forma de las ruedas era como la de las ruedas de un carro; sus ejes, sus rayos, sus cubos y sus cinchos, todo era de fundición.

    34 Asimismo las cuatro repisas de las cuatro esquinas de cada basa; y las repisas eran parte de la misma basa.

    35 Y en lo alto de la basa había una pieza redonda de medio codo de altura, y encima de la basa sus molduras y tableros, los cuales salían de ella misma.

    36 E hizo en las tablas de las molduras, y en los tableros, entalladuras de querubines, de leones y de palmeras, con proporción en el espacio de cada una, y alrededor otros adornos.

    37 De esta forma hizo diez basas, fundidas de una misma manera, de una misma medida y de una misma entalladura.

    38 Hizo también diez fuentes de bronce; cada fuente contenía cuarenta batos, y cada una era de cuatro codos; y colocó una fuente sobre cada una de las diez basas.

    39 Y puso cinco basas a la mano derecha de la casa, y las otras cinco a la mano izquierda; y colocó el mar al lado derecho de la casa, al oriente, hacia el sur.

    40 Asimismo hizo Hiram fuentes, y tenazas, y cuencos. Así terminó toda la obra que hizo a Salomón para la casa de Jehová:

    41 dos columnas, y los capiteles redondos que estaban en lo alto de las dos columnas; y dos redes que cubrían los dos capiteles redondos que estaban sobre la cabeza de las columnas;

    42 cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas en cada red, para cubrir los dos capiteles redondos que estaban sobre las cabezas de las columnas;

    43 las diez basas, y las diez fuentes sobre las basas;

    44 un mar, con doce bueyes debajo del mar;

    45 y calderos, paletas, cuencos, y todos los utensilios que Hiram hizo al rey Salomón, para la casa de Jehová, de bronce bruñido.

    46 Todo lo hizo fundir el rey en la llanura del Jordán, en tierra arcillosa, entre Sucot y Saretán.

    47 Y no inquirió Salomón el peso del bronce de todos los utensilios, por la gran cantidad de ellos.

    48 Entonces hizo Salomón todos los enseres que pertenecían a la casa de Jehová: un altar de oro, y una mesa también de oro, sobre la cual estaban los panes de la proposición;

    49 cinco candeleros de oro purísimo a la mano derecha, y otros cinco a la izquierda, frente al lugar santísimo; con las flores, las lámparas y tenazas de oro.

    50 Asimismo los cántaros, despabiladeras, tazas, cucharillas e incensarios, de oro purísimo; también de oro los quiciales de las puertas de la casa de adentro, del lugar santísimo, y los de las puertas del templo.

    51 Así se terminó toda la obra que dispuso hacer el rey Salomón para la casa de Jehová. Y metió Salomón lo que David su padre había dedicado, plata, oro y utensilios; y depositó todo en las tesorerías de la casa de Jehová.

    1 Reyes 8:1-66 

    Salomón traslada el arca al templo

    1 Entonces Salomón reunió ante sí en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus, y a los principales de las familias de los hijos de Israel, para traer el arca del pacto de Jehová de la ciudad de David, la cual es Sion.

    2 Y se reunieron con el rey Salomón todos los varones de Israel en el mes de Etanim, que es el mes séptimo, en el día de la fiesta solemne.

    3 Y vinieron todos los ancianos de Israel, y los sacerdotes tomaron el arca.

    4 Y llevaron el arca de Jehová, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios sagrados que estaban en el tabernáculo, los cuales llevaban los sacerdotes y levitas.

    5 Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había reunido con él, estaban con él delante del arca, sacrificando ovejas y bueyes, que por la multitud no se podían contar ni numerar.

    6 Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines.

    7 Porque los querubines tenían extendidas las alas sobre el lugar del arca, y así cubrían los querubines el arca y sus varas por encima.

    8 Y sacaron las varas, de manera que sus extremos se dejaban ver desde el lugar santo, que está delante del lugar santísimo, pero no se dejaban ver desde más afuera; y así quedaron hasta hoy.

    9 En el arca ninguna cosa había sino las dos tablas de piedra que allí había puesto Moisés en Horeb, donde Jehová hizo pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de la tierra de Egipto.

    10 Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová.

    11 Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.

    Dedicación del templo

    12 Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad.

    13 Yo he edificado casa por morada para ti, sitio en que tú habites para siempre.

    14 Y volviendo el rey su rostro, bendijo a toda la congregación de Israel; y toda la congregación de Israel estaba de pie.

    15 Y dijo: Bendito sea Jehová, Dios de Israel, que habló a David mi padre lo que con su mano ha cumplido, diciendo:

    16 Desde el día que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no he escogido ciudad de todas las tribus de Israel para edificar casa en la cual estuviese mi nombre, aunque escogí a David para que presidiese en mi pueblo Israel.

    17 Y David mi padre tuvo en su corazón edificar casa al nombre de Jehová Dios de Israel.

    18 Pero Jehová dijo a David mi padre: Cuanto a haber tenido en tu corazón edificar casa a mi nombre, bien has hecho en tener tal deseo.

    19 Pero tú no edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará casa a mi nombre.

    20 Y Jehová ha cumplido su palabra que había dicho; porque yo me he levantado en lugar de David mi padre, y me he sentado en el trono de Israel, como Jehová había dicho, y he edificado la casa al nombre de Jehová Dios de Israel.

    21 Y he puesto en ella lugar para el arca, en la cual está el pacto de Jehová que él hizo con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto.

    22 Luego se puso Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo,

    23 dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su corazón;

    24 que has cumplido a tu siervo David mi padre lo que le prometiste; lo dijiste con tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como sucede en este día.

    25 Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le prometiste, diciendo: No te faltará varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden mi camino y anden delante de mí como tú has andado delante de mí.

    26 Ahora, pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase la palabra que dijiste a tu siervo David mi padre.

    27 Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?

    28 Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti;

    29 que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar.

    30 Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona.

    31 Si alguno pecare contra su prójimo, y le tomaren juramento haciéndole jurar, y viniere el juramento delante de tu altar en esta casa;

    32 tú oirás desde el cielo y actuarás, y juzgarás a tus siervos, condenando al impío y haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo para darle conforme a su justicia.

    33 Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante de sus enemigos por haber pecado contra ti, y se volvieren a ti y confesaren tu nombre, y oraren y te rogaren y suplicaren en esta casa,

    34 tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y los volverás a la tierra que diste a sus padres.

    35 Si el cielo se cerrare y no lloviere, por haber ellos pecado contra ti, y te rogaren en este lugar y confesaren tu nombre, y se volvieren del pecado, cuando los afligieres,

    36 tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que anden; y darás lluvias sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad.

    37 Si en la tierra hubiere hambre, pestilencia, tizoncillo, añublo, langosta o pulgón; si sus enemigos los sitiaren en la tierra en donde habiten; cualquier plaga o enfermedad que sea;

    38 toda oración y toda súplica que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cuando cualquiera sintiere la plaga en su corazón, y extendiere sus manos a esta casa,

    39 tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, y perdonarás, y actuarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, cuyo corazón tú conoces (porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres);

    40 para que te teman todos los días que vivan sobre la faz de la tierra que tú diste a nuestros padres.

    41 Asimismo el extranjero, que no es de tu pueblo Israel, que viniere de lejanas tierras a causa de tu nombre

    42 (pues oirán de tu gran nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo extendido), y viniere a orar a esta casa,

    43 tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, y harás conforme a todo aquello por lo cual el extranjero hubiere clamado a ti, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre y te teman, como tu pueblo Israel, y entiendan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo edifiqué.

    44 Si tu pueblo saliere en batalla contra sus enemigos por el camino que tú les mandes, y oraren a Jehová con el rostro hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia la casa que yo edifiqué a tu nombre,

    45 tú oirás en los cielos su oración y su súplica, y les harás justicia.

    46 Si pecaren contra ti (porque no hay hombre que no peque), y estuvieres airado contra ellos, y los entregares delante del enemigo, para que los cautive y lleve a tierra enemiga, sea lejos o cerca,

    47 y ellos volvieren en sí en la tierra donde fueren cautivos; si se convirtieren, y oraren a ti en la tierra de los que los cautivaron, y dijeren: Pecamos, hemos hecho lo malo, hemos cometido impiedad;

    48 y si se convirtieren a ti de todo su corazón y de toda su alma, en la tierra de sus enemigos que los hubieren llevado cautivos, y oraren a ti con el rostro hacia su tierra que tú diste a sus padres, y hacia la ciudad que tú elegiste y la casa que yo he edificado a tu nombre,

    49 tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, su oración y su súplica, y les harás justicia.

    50 Y perdonarás a tu pueblo que había pecado contra ti, y todas sus infracciones con que se hayan rebelado contra ti, y harás que tengan de ellos misericordia los que los hubieren llevado cautivos;

    51 porque ellos son tu pueblo y tu heredad, el cual tú sacaste de Egipto, de en medio del horno de hierro.

    52 Estén, pues, atentos tus ojos a la oración de tu siervo y a la plegaria de tu pueblo Israel, para oírlos en todo aquello por lo cual te invocaren;

    53 porque tú los apartaste para ti como heredad tuya de entre todos los pueblos de la tierra, como lo dijiste por medio de Moisés tu siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, oh Señor Jehová.

    54 Cuando acabó Salomón de hacer a Jehová toda esta oración y súplica, se levantó de estar de rodillas delante del altar de Jehová con sus manos extendidas al cielo;

    55 y puesto en pie, bendijo a toda la congregación de Israel, diciendo en voz alta:

    56 Bendito sea Jehová, que ha dado paz a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado.

    57 Esté con nosotros Jehová nuestro Dios, como estuvo con nuestros padres, y no nos desampare ni nos deje.

    58 Incline nuestro corazón hacia él, para que andemos en todos sus caminos, y guardemos sus mandamientos y sus estatutos y sus decretos, los cuales mandó a nuestros padres.

    59 Y estas mis palabras con que he orado delante de Jehová, estén cerca de Jehová nuestro Dios de día y de noche, para que él proteja la causa de su siervo y de su pueblo Israel, cada cosa en su tiempo;

    60 a fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que Jehová es Dios, y que no hay otro.

    61 Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios, andando en sus estatutos y guardando sus mandamientos, como en el día de hoy.

    62 Entonces el rey, y todo Israel con él, sacrificaron víctimas delante de Jehová.

    63 Y ofreció Salomón sacrificios de paz, los cuales ofreció a Jehová: veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así dedicaron el rey y todos los hijos de Israel la casa de Jehová.

    64 Aquel mismo día santificó el rey el medio del atrio, el cual estaba delante de la casa de Jehová; porque ofreció allí los holocaustos, las ofrendas y la grosura de los sacrificios de paz, por cuanto el altar de bronce que estaba delante de Jehová era pequeño, y no cabían en él los holocaustos, las ofrendas y la grosura de los sacrificios de paz.

    65 En aquel tiempo Salomón hizo fiesta, y con él todo Israel, una gran congregación, desde donde entran en Hamat hasta el río de Egipto, delante de Jehová nuestro Dios, por siete días y aun por otros siete días, esto es, por catorce días.

    66 Y al octavo día despidió al pueblo; y ellos, bendiciendo al rey, se fueron a sus moradas alegres y gozosos de corazón, por todos los beneficios que Jehová había hecho a David su siervo y a su pueblo Israel.

    Después se hizo edificar un palacio, cuya construcción duró trece años (1 R. 7:1-12). 

    1 Reyes 7:1-12

    Otros edificios de Salomón

    1 Después edificó Salomón su propia casa en trece años, y la terminó toda.

    2 Asimismo edificó la casa del bosque del Líbano, la cual tenía cien codos de longitud, cincuenta codos de anchura y treinta codos de altura, sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con vigas de cedro sobre las columnas.

    3 Y estaba cubierta de tablas de cedro arriba sobre las vigas, que se apoyaban en cuarenta y cinco columnas; cada hilera tenía quince columnas.

    4 Y había tres hileras de ventanas, una ventana contra la otra en tres hileras.

    5 Todas las puertas y los postes eran cuadrados; y unas ventanas estaban frente a las otras en tres hileras.

    6 También hizo un pórtico de columnas, que tenía cincuenta codos de largo y treinta codos de ancho; y este pórtico estaba delante de las primeras, con sus columnas y maderos correspondientes.

    7 Hizo asimismo el pórtico del trono en que había de juzgar, el pórtico del juicio, y lo cubrió de cedro del suelo al techo.

    8 Y la casa en que él moraba, en otro atrio dentro del pórtico, era de obra semejante a ésta. Edificó también Salomón para la hija de Faraón, que había tomado por mujer, una casa de hechura semejante a la del pórtico.

    9 Todas aquellas obras fueron de piedras costosas, cortadas y ajustadas con sierras según las medidas, así por dentro como por fuera, desde el cimiento hasta los remates, y asimismo por fuera hasta el gran atrio.

    10 El cimiento era de piedras costosas, piedras grandes, piedras de diez codos y piedras de ocho codos.

    11 De allí hacia arriba eran también piedras costosas, labradas conforme a sus medidas, y madera de cedro.

    12 Y en el gran atrio alrededor había tres hileras de piedras labradas, y una hilera de vigas de cedro; y así también el atrio interior de la casa de Jehová, y el atrio de la casa.

    Fortificó numerosas ciudades y construyó otras en diversos puntos del país (1 R. 9:17-19; 2 Cr. 8:4-6). 

    1 Reyes 9:17-19 

    17 Restauró, pues, Salomón a Gezer y a la baja Bet-horón,

    18 a Baalat, y a Tadmor en tierra del desierto;

    2 Crónicas 8:4-6

    4 Y edificó a Tadmor en el desierto, y todas las ciudades de aprovisionamiento que edificó en Hamat.

    5 Asimismo reedificó a Bet-orón la de arriba, y a Bet-orón la de abajo, ciudades fortificadas, con muros, puertas, y barras;

    6 Y a Baalat, y a todas las ciudades de provisiones que Salomón tenía; también todas las ciudades de los carros y las de la gente de a caballo; y todo lo que Salomón quiso edificar en Jerusalén , y en el Líbano, y en toda la tierra de su dominio.

    Salomón administró sus estados con mucha sabiduría. Se rodeó de funcionarios competentes, con el nieto del sumo sacerdote como jefe de ellos (1 R. 4:2-6). 

    1 Reyes 4:2-6

    2 Y estos fueron los jefes que tuvo: Azarías hijo del sacerdote Sadoc;

    3 Elihoref y Ahías, hijos de Sisa, secretarios; Josafat hijo de Ahilud, canciller;

    4 Benaía hijo de Joiada sobre el ejército; Sadoc y Abiatar, los sacerdotes;

    5 Azarías hijo de Natán, sobre los gobernadores; Zabud hijo de Natán, ministro principal y amigo del rey;

    6 Ahisar, mayordomo; y Adoniram hijo de Abda, sobre el tributo.

    Mantuvo un ejército poderoso; dividió el reino en doce distritos. Independientemente de los antiguos límites de las tribus, lo que facilitó su administración (1 R. 4:7-19). 

    1 Reyes 4:7-19

    7 Tenía Salomón doce gobernadores sobre todo Israel, los cuales mantenían al rey y a su casa. Cada uno de ellos estaba obligado a abastecerlo por un mes en el año.

    8 Y estos son los nombres de ellos: el hijo de Hur en el monte de Efraín;

    9 el hijo de Decar en Macaz, en Saalbim, en Bet-semes, en Elón y en Bet-hanán;

    10 el hijo de Hesed en Arubot; éste tenía también a Soco y toda la tierra de Hefer;

    11 el hijo de Abinadab en todos los territorios de Dor; éste tenía por mujer a Tafat hija de Salomón;

    12 Baana hijo de Ahilud en Taanac y Meguido, en toda Bet-seán, que está cerca de Saretán, más abajo de Jezreel, desde Bet-seán hasta Abel-mehola, y hasta el otro lado de Jocmeam;

    13 el hijo de Geber en Ramot de Galaad; éste tenía también las ciudades de Jair hijo de Manasés, las cuales estaban en Galaad; tenía también la provincia de Argob que estaba en Basán, sesenta grandes ciudades con muro y cerraduras de bronce;

    14 Ahinadab hijo de Iddo en Mahanaim;

    15 Ahimaas en Neftalí; éste tomó también por mujer a Basemat hija de Salomón.

    16 Baana hijo de Husai, en Aser y en Alot;

    17 Josafat hijo de Parúa, en Isacar;

    18 Simei hijo de Ela, en Benjamín;

    19 Geber hijo de Uri, en la tierra de Galaad, la tierra de Sehón rey de los amorreos y de Og rey de Basán; éste era el único gobernador en aquella tierra.

    El soberano se cuidó asimismo del mantenimiento del culto a Jehová, pronunciando la oración de dedicación del Templo e invocando la bendición divina sobre el pueblo. 

    La expansión comercial enriqueció al reino (1 R. 10:14-29; 2 Cr. 9:13-27). 

    1 Reyes 10:14-29 

    Riquezas y fama de Salomón

    14 El peso del oro que Salomón tenía de renta cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro;

    15 sin lo de los mercaderes, y lo de la contratación de especias, y lo de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra.

    16 Hizo también el rey Salomón doscientos escudos grandes de oro batido; seiscientos siclos de oro gastó en cada escudo.

    17 Asimismo hizo trescientos escudos de oro batido, en cada uno de los cuales gastó tres libras de oro; y el rey los puso en la casa del bosque del Líbano.

    18 Hizo también el rey un gran trono de marfil, el cual cubrió de oro purísimo.

    19 Seis gradas tenía el trono, y la parte alta era redonda por el respaldo; y a uno y otro lado tenía brazos cerca del asiento, junto a los cuales estaban colocados dos leones.

    20 Estaban también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de un lado y de otro; en ningún otro reino se había hecho trono semejante.

    21 Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada.

    22 Porque el rey tenía en el mar una flota de naves de Tarsis, con la flota de Hiram. Una vez cada tres años venía la flota de Tarsis, y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

    23 Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.

    24 Toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.

    25 Y todos le llevaban cada año sus presentes: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y mulos.

    Salomón comercia en caballos y en carros

    26 Y juntó Salomón carros y gente de a caballo; y tenía mil cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén.

    27 E hizo el rey que en Jerusalén la plata llegara a ser como piedras, y los cedros como cabrahigos de la Sefela en abundancia.

    28 Y traían de Egipto caballos y lienzos a Salomón; porque la compañía de los mercaderes del rey compraba caballos y lienzos.

    29 Y venía y salía de Egipto, el carro por seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento cincuenta; y así los adquirían por mano de ellos todos los reyes de los heteos, y de Siria.

    2 Crónicas 9:13-27

    Riquezas y fama de Salomón

    13 El peso de oro que venía a Salomón cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro,

    14 Sin lo que traían los mercaderes y negociantes; también todos los reyes de Arabia y los gobernadores de la tierra traían oro y plata a Salomón.

    15 Hizo también el rey Salomón doscientos paveses de oro batido, cada uno de los cuales tenía seiscientos siclos de oro labrado:

    16 asimismo trescientos escudos de oro batido, teniendo cada escudo trescientos siclos de oro: y los puso el rey en la casa del bosque del Líbano.

    17 Hizo además el rey un gran trono de marfil, y lo cubrió de oro puro.

    18 El trono tenía seis gradas, y un estrado de oro fijado al trono, y brazos del asiento, y dos leones que estaban junto a los brazos.

    19 Había también allí doce leones sobre las seis gradas a uno y otro lado. Jamás fue hecho trono semejante en reino alguno.

    20 Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano, de oro puro. En los días de Salomón la plata no era apreciada.

    21 Porque la flota del rey iba a Tarsis con los siervos de Hiram, y cada tres años solían venir las naves de Tarsis, y traían oro, plata, marfil, monos, y pavos reales.

    22 Y excedió el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría.

    23 Y todos los reyes de la tierra procuraban ver el rostro de Salomón, para oir la sabiduría, que Dios le había dado:

    24 Cada uno de éstos traía su presente, alhajas de plata, alhajas de oro, vestidos, armas, perfumes , caballos y mulos, todos los años.

    25 Tuvo también Salomón cuatro mil caballerizas para sus caballos y carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén.

    26 Y tuvo dominio sobre todos los reyes desde el Eufrates hasta la tierra de los Filisteos, y hasta la frontera de Egipto.

    27 Y acumuló el rey plata en Jerusalén como piedras, y cedros como los cabrahigos de la Sefela en abundancia.

    Venían mercancías de Ofir y de la India, de donde las traían los siervos de Salomón (1 R. 10:22, 23; 2 Cr. 9:10-22). 

    1 Reyes 10:22, 23 

    22 Porque el rey tenía en el mar una flota de naves de Tarsis, con la flota de Hiram. Una vez cada tres años venía la flota de Tarsis, y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

    23 Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.

    2 Crónicas 9:10-22

    10 También los siervos de Hiram y los siervos de Salomón, que habían traído el oro de Ofir, trajeron madera de sándalo, y piedras preciosas.

    11 Y de la madera de sándalo el rey hizo gradas en la casa de Jehová, y en las casas reales, y arpas y salterios para los cantores: nunca en tierra de Judá se había visto madera semejante.

    12 Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso y le pidió, más de lo que ella había traído al rey. Después ella se volvió y se fue a su tierra con sus siervos.

    Riquezas y fama de Salomón

    13 El peso de oro que venía a Salomón cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro,

    14 Sin lo que traían los mercaderes y negociantes; también todos los reyes de Arabia y los gobernadores de la tierra traían oro y plata a Salomón.

    15 Hizo también el rey Salomón doscientos paveses de oro batido, cada uno de los cuales tenía seiscientos siclos de oro labrado:

    16 asimismo trescientos escudos de oro batido, teniendo cada escudo trescientos siclos de oro: y los puso el rey en la casa del bosque del Líbano.

    17 Hizo además el rey un gran trono de marfil, y lo cubrió de oro puro.

    18 El trono tenía seis gradas, y un estrado de oro fijado al trono, y brazos del asiento, y dos leones que estaban junto a los brazos.

    19 Había también allí doce leones sobre las seis gradas a uno y otro lado. Jamás fue hecho trono semejante en reino alguno.

    20 Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano, de oro puro. En los días de Salomón la plata no era apreciada.

    21 Porque la flota del rey iba a Tarsis con los siervos de Hiram, y cada tres años solían venir las naves de Tarsis, y traían oro, plata, marfil, monos, y pavos reales.

    22 Y excedió el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría.

    El rey hizo construir ciudades de almacenamiento, entre otras Palmira, en el desierto, a mitad de camino entre Damasco y el Éufrates. 

    Salomón se interesó por las letras y por las ciencias, y «disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces» (1 R. 4:33). 

    1 Reyes 4:33

    33 También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces.

    Además, recogió y compuso numerosos proverbios (véase PROVERBIOS). 

    Los Sal. 72 y 127 le son atribuidos en el encabezamiento (véanse también ECLESIASTÉS y CANTAR DE LOS CANTARES). 

    Salmos 72

    El reino de un rey justo

    1 Oh Dios, da tus juicios al rey, Y tu justicia al hijo del rey.

    2 El juzgará a tu pueblo con justicia, Y a tus afligidos con juicio.

    3 Los montes llevarán paz al pueblo, Y los collados justicia.

    4 Juzgará a los afligidos del pueblo, Salvará a los hijos del menesteroso, Y aplastará al opresor.

    5 Te temerán mientras duren el sol Y la luna, de generación en generación.

    6 Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada; Como el rocío que destila sobre la tierra.

    7 Florecerá en sus días justicia, Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna.

    8 Dominará de mar a mar, Y desde el río hasta los confines de la tierra.

    9 Ante él se postrarán los moradores del desierto, Y sus enemigos lamerán el polvo.

    10 Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.

    11 Todos los reyes se postrarán delante de él; Todas las naciones le servirán.

    12 Porque él librará al menesteroso que clamare, Y al afligido que no tuviere quien le socorra.

    13 Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso, Y salvará la vida de los pobres.

    14 De engaño y de violencia redimirá sus almas, Y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.

    15 Vivirá, y se le dará del oro de Sabá, Y se orará por él continuamente; Todo el día se le bendecirá.

    16 Será echado un puñado de grano en la tierra, en las cumbres de los montes; Su fruto hará ruido como el Líbano, Y los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra.

    17 Será su nombre para siempre, Se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas las naciones; Lo llamarán bienaventurado.

    18 Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel, El único que hace maravillas.

    19 Bendito su nombre glorioso para siempre, Y toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y Amén.

    20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.

    Salmos 127

    La prosperidad viene de Jehová

    1 Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.

    2 Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño.

    3 He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.

    4 Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud.

    5 Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; No será avergonzado Cuando hablare con los enemigos en la puerta.

    La magnificencia de su corte, de su mesa, del lujo del que se rodeaba en sus desplazamientos, se correspondía con sus ingresos e importancia política (1 R. 10:4, 5, 21). 

    1 Reyes 10:4, 5, 21

    4 Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,

    5 asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó asombrada.

    21 Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada.

    Acudían muchos de lejos para oír sus dichos llenos de sabiduría (1 R. 4:34; 10:23-25). 

    1 Reyes 4:34 

    34 Y para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría.

    1 Reyes 10:23-25

    23 Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.

    24 Toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.

    25 Y todos le llevaban cada año sus presentes: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y mulos.

    La misma reina de Sabá acudió a Jerusalén para plantear al rey difíciles cuestiones (1 R. 10:1-13). 

    1 Reyes 10:1-13

    La reina de Sabá visita a Salomón

    1 Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles.

    2 Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía.

    3 Y Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase.

    4 Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,

    5 asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó asombrada.

    6 Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría;

    7 pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído.

    8 Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría.

    9 Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia.

    10 Y dio ella al rey ciento veinte talentos de oro, y mucha especiería, y piedras preciosas; nunca vino tan gran cantidad de especias, como la reina de Sabá dio al rey Salomón.

    11 La flota de Hiram que había traído el oro de Ofir, traía también de Ofir mucha madera de sándalo, y piedras preciosas.

    12 Y de la madera de sándalo hizo el rey balaustres para la casa de Jehová y para las casas reales, arpas también y salterios para los cantores; nunca vino semejante madera de sándalo, ni se ha visto hasta hoy.

    13 Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso, y todo lo que pidió, además de lo que Salomón le dio. Y ella se volvió, y se fue a su tierra con sus criados.

    Pero Salomón no fue obediente a las instrucciones divinas. Tuvo un harén de algo más de mil mujeres. 

    Muchas de ellas eran princesas, entregadas al rey de Israel como prendas de pactos políticos. Salomón se dejó persuadir por estas extranjeras idólatras para erigir santuarios a sus dioses (1 R. 11:1-8). 

    1 Reyes 11:1-8

    Apostasía y dificultades de Salomón

    1 Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas;

    2 gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor.

    3 Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón.

    4 Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David.

    5 Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas.

    6 E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre.

    7 Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón.

    8 Así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses.

    El Señor castigó la apostasía del soberano no dejando a su dinastía más que una pequeña fracción del reino (1 R. 11:9-13). 

    1 Reyes 11:9-13

    9 Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces,

    10 y le había mandado acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; mas él no guardó lo que le mandó Jehová.

    11 Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo.

    12 Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo.

    13 Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido.

    El profeta Ahías, de Silo, anunció a Jeroboam, funcionario de Salomón, que Dios le daría diez tribus (1 R. 11:28-29), pero no las obtendría antes de la accesión de Roboam. 

    1 Reyes 11:28-29

    28 Y este varón Jeroboam era valiente y esforzado; y viendo Salomón al joven que era hombre activo, le encomendó todo el cargo de la casa de José.

    29 Aconteció, pues, en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró en el camino el profeta Ahías silonita, y éste estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo.

    Salomón pecó también por su lujo y ostentación, que costeó imponiendo pesadas cargas fiscales sobre sus súbditos. 

    Estas exacciones quebrantaron la confianza de los israelitas en su rey y vinieron a ser posteriormente causa de rebeliones (véase ROBOAM). 

    Salomón reinó 40 años, muriendo alrededor del año 931 a.C. Los acontecimientos de este periodo fueron consignados en las siguientes obras: Libro de los hechos de Salomón, Libro del profeta Natán, Profecía de Ahías silonita y Profecía del vidente Iddo (1 R. 11:41-43; 2 Cr. 9:29-31

    1 Reyes 11:41-43 

    Muerte de Salomón

    41 Los demás hechos de Salomón, y todo lo que hizo, y su sabiduría, ¿no está escrito en el libro de los hechos de Salomón?

    42 Los días que Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel fueron cuarenta años.

    43 Y durmió Salomón con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de su padre David; y reinó en su lugar Roboam su hijo.

    2 Crónicas 9:29-31

    Muerte de Salomón

    29 Los demás hechos de Salomón, primeros y postreros, ¿no están todos escritos en los libros del profeta Natán, en la profecía de Ahías silonita, y en las profecías del vidente Iddo contra Jeroboam hijo de Nabat?

    30 Reinó Salomón en Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años.

    31 Y durmió Salomón con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David su padre: y reinó en su lugar Roboam su hijo.

    Arqueología Los descubrimientos arqueológicos muestran una estrecha concordancia y arrojan buena luz sobre una multitud de detalles referentes a los textos bíblicos acerca de Salomón, en tanto que las teorías meramente especulativas del pasado, sin ninguna base en evidencias independientes, sino basadas en una serie de «a prioris» de «evolución histórica», tenían una fuerte tendencia a restar crédito a la descripción del poder y de la gloria de este rey que aparecen en 1 R. 3 a 11 (cfr. además Mt. 6:29; 12:42; Lc. 11:31). 

    Mateo 6:29 

    29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.

    Mateo 12:42 

    42 La reina del Sur se levantaráen el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.

    Lucas 11:31

    31 La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón,y he aquí más que Salomón en este lugar.

    Entre otros aspectos tocados por los descubrimientos arqueológicos se pueden considerar: 

    (a) El reino de Salomón. Frente a las posturas que afirmaban que los reinos de David y Salomón se limitaban estrictamente a Palestina, debido a que no hubiera podido existir un reino con las extensas fronteras que se le afirman ante los poderes mundiales de Egipto, Asiria y Babilonia, se puede constatar que estos imperios no ejercían poder en aquella época. 

    (A) Egipto se había sacudido hacía poco del dominio de los hicsos, y se estaba recuperando (véanse EGIPTO, a, Historia, HICSOS y, para más detalle, las correspondientes Bibliografías). 

    Asiria estuvo carente de un caudillaje capaz entre Tiglat-pileser I (muerto alrededor del año 1076 a.C.) y la accesión de Assurbanipal II (alrededor del año 880 a.C.). 

    Babilonia vegetaba entonces, y el imperio hitita había sido aplastado por Asiria en el año 1110 a.C., habiendo quedado sólo algunas ciudades libres. (Véanse ASIRIA, BABILONIA, HITITAS.) 

    (b) La gran prosperidad de Salomón había sido también puesta en tela de juicio. Sin embargo, se reconoce en la actualidad que en la época de Salomón se daban todas las condiciones comerciales y políticas necesarias para ello. 

    Se ha podido constatar por medios arqueológicos que en la época de Salomón había un intenso tráfico de caravanas entre el sur de Arabia y Mesopotamia. 

    De esta manera, Salomón, que dominaba el estratégico enlace palestinense, y sin ningún poder que le pudiera disputar el dominio, pudo ejercer un monopolio sobre las caravanas que circulaban por esta vía de comunicación. 

    Con el control de las rutas que canalizaban el comercio entre los diversos puntos del mundo antiguo, el soberano israelita no podía dejar de tener abundantes ingresos en base a los impuestos sobre «los mercaderes, y lo de la contratación de las especias, y lo de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra», con la gran cantidad de productos que atravesaban sus territorios (1 R. 10:15). 

    1 Reyes 10:15

    15 sin lo de los mercaderes, y lo de la contratación de especias, y lo de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra.

    (c) Las minas de cobre descubrieron el puerto de Ezión-geber y una gran fundición de cobre. Nelson Glueck afirma de ello que Salomón fue «el primero en hacer de la industria minera del Wadi Arabah una empresa verdaderamente nacional» («The Other Side of the Jordan», 1951, p. 98). 

    (d) Las fortificaciones, los caballos y los carros. Además de mantener un activo intercambio comercial con las naciones vecinas (1 R. 10:28-29), 

    1 Reyes 10:28-29

    28 Y traían de Egipto caballos y lienzos a Salomón; porque la compañía de los mercaderes del rey compraba caballos y lienzos.

    29 Y venía y salía de Egipto, el carro por seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento cincuenta; y así los adquirían por mano de ellos todos los reyes de los heteos, y de Siria.

    Salomón invirtió grandes recursos en el mantenimiento de un ejército poderoso (1 R. 4:26). 

    1 Reyes 4:26

    26 Además de esto, Salomón tenía cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes.

    Ciudades militares importantes fueron Hazor, Meguido y Gezer, que estaban provistas de las necesarias instalaciones logísticas para resistir y detener potentes ataques, así como para almacenar provisiones y acantonar tropas de caballería (cfr. «The Sad Case of Tell Gezer», en Biblical Archaeological Review, jul./ago. 1983, PP, 30-42; también «How Water Tunnels Worked», Bib. Arch. Rev., mar./abr., PP. 9-29, y «Five Ways to defend an Ancient City», Bib. Arch. Rev., mar./abr. 1983, PP. 73-76). 

    (e) La visita de la reina de Sabá (1 R. 10:1-13) ha sido considerada por algunos críticos como una mera ficción. 

    1 Reyes 10:1-13

    La reina de Sabá visita a Salomón

    1 Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles.

    2 Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía.

    3 Y Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase.

    4 Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,

    5 asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó asombrada.

    6 Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría;

    7 pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído.

    8 Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría.

    9 Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia.

    10 Y dio ella al rey ciento veinte talentos de oro, y mucha especiería, y piedras preciosas; nunca vino tan gran cantidad de especias, como la reina de Sabá dio al rey Salomón.

    11 La flota de Hiram que había traído el oro de Ofir, traía también de Ofir mucha madera de sándalo, y piedras preciosas.

    12 Y de la madera de sándalo hizo el rey balaustres para la casa de Jehová y para las casas reales, arpas también y salterios para los cantores; nunca vino semejante madera de sándalo, ni se ha visto hasta hoy.

    13 Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso, y todo lo que pidió, además de lo que Salomón le dio. Y ella se volvió, y se fue a su tierra con sus criados.

    Se mantiene que no existe ninguna prueba de la existencia personal de la reina. No obstante, Velikovsky («Ages in Chaos», Doubleday, 1952) demuestra, sin dejar lugar a ninguna duda: 

    (A) que la ausencia de identificación se debe a un desfase en la cronología convencional de Egipto de 600 años, debido a unas identificaciones erróneas en el inicio de la egiptología; 

    (B) señala Velikovsky que Josefo (Ant. 8:6, 5) afirma que esta mujer era «reina de Egipto y Etiopía»; 

    (C) en base a la cronología revisada, llevando a una estrecha correspondencia los relatos de los monumentos y la Biblia, la reina Hatsepsut fue contemporánea de Salomón; 

    (D) Hatsepsut afirma en sus crónicas que visitó la tierra «de Punt»; 

    (E) Punt se hallaba, según las inscripciones egipcias, al este de Egipto, y allí había un río que corría hacia el sur (evidentemente el Jordán); además, «Punt» recibe también el nombre de «tierra de Dios». 

    Éstas y muchas otras razones, basadas en el estudio de los hallazgos arqueológicos de Egipto referentes a la reina Hatsepsut y a su viaje a la tierra de Punt, y una cuidada consideración de la estructura cronológica de la historia de Egipto, llevan a la identificación de «la reina de Sabá» con «la reina de Egipto y Etiopía» mencionada por Josefo, no otra que la célebre Hatsepsut. 

    En la ya citada obra de Velikovsky se da una copiosa documentación y un tratamiento exhaustivo de todo este tema.

    VÉASE: Proverbios (Libro) , Eclesiastés (Libro) , Cantar de los cantares , Roboam , Egipto , Hicsos , Asiria , Babilonia , Hititas , Pórtico
  • DICCIONARIO
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  • Salomón
    «pacífico». Hijo de David con Betsabé (2 S. 12:24; 1 Cr. 3:5; Ant. 7:14, 2); nacido en Jerusalén. 

    2 Samuel 12:24 

    24 Y consoló David a Betsabé su mujer, y llegándose a ella durmió con ella; y ella le dio a luz un hijo, y llamó su nombre Salomón, al cual amó Jehová,

    1 Crónicas 3:5

    5 Estos cuatro le nacieron en Jerusalén: Simea, Sobab, Natán, y Salomón hijo de Bet-súa hija de Amiel.

    David, advertido que bajo su sucesor habría un reinado de paz, le dio el nombre de Salomón, «pacífico» (1 Cr. 22:9). 

    1 Crónicas 22:9

    9 He aquí te nacerá un hijo, el cual será varón de paz, porque yo le daré paz de todos sus enemigos en derredor; por tanto, su nombre será Salomón, y yo daré paz y reposo sobre Israel en sus días.

    El profeta Natán le dio el nombre de Jedidías, «amado de Jehová» (2 S. 12:25). 

    2 Samuel 12:25

    25 y envió un mensaje por medio de Natán profeta; así llamó su nombre Jedidías, a causa de Jehová.

    Cuando David envejeció y se debilitó, Adonías, uno de sus hijos nacidos en Hebrón, y probablemente el mayor después de la muerte de Amón y de Absalón, intentó usurpar el trono. 

    El profeta Natán, ayudado por el sumo sacerdote Sadoc y por Benaía, el jefe de la guardia, y con el apoyo de la guardia personal de David, desarticularon esta conspiración, y Salomón fue proclamado rey (1 R. 1:5-40), poco después de lo cual murió David. 

    1 Reyes 1:5-40

    Adonías usurpa el trono

    5 Entonces Adonías hijo de Haguit se rebeló, diciendo: Yo reinaré. Y se hizo de carros y de gente de a caballo, y de cincuenta hombres que corriesen delante de él.

    6 Y su padre nunca le había entristecido en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Además, éste era de muy hermoso parecer; y había nacido después de Absalón.

    7 Y se había puesto de acuerdo con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, los cuales ayudaban a Adonías.

    8 Pero el sacerdote Sadoc, y Benaía hijo de Joiada, el profeta Natán, Simei, Rei y todos los grandes de David, no seguían a Adonías.

    9 Y matando Adonías ovejas y vacas y animales gordos junto a la peña de Zohelet, la cual está cerca de la fuente de Rogel, convidó a todos sus hermanos los hijos del rey, y a todos los varones de Judá, siervos del rey;

    10 pero no convidó al profeta Natán, ni a Benaía, ni a los grandes, ni a Salomón su hermano.

    11 Entonces habló Natán a Betsabé madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que reina Adonías hijo de Haguit, sin saberlo David nuestro señor?

    12 Ven pues, ahora, y toma mi consejo, para que conserves tu vida, y la de tu hijo Salomón.

    13 Ve y entra al rey David, y dile: Rey señor mío, ¿no juraste a tu sierva, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono? ¿Por qué, pues, reina Adonías?

    14 Y estando tú aún hablando con el rey, yo entraré tras ti y reafirmaré tus razones.

    15 Entonces Betsabé entró a la cámara del rey; y el rey era muy viejo, y Abisag sunamita le servía.

    16 Y Betsabé se inclinó, e hizo reverencia al rey. Y el rey dijo: ¿Qué tienes?

    17 Y ella le respondió: Señor mío, tú juraste a tu sierva por Jehová tu Dios, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono.

    18 Y he aquí ahora Adonías reina, y tú, mi señor rey, hasta ahora no lo sabes.

    19 Ha matado bueyes, y animales gordos, y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar, y a Joab general del ejército; mas a Salomón tu siervo no ha convidado.

    20 Entre tanto, rey señor mío, los ojos de todo Israel están puestos en ti, para que les declares quién se ha de sentar en el trono de mi señor el rey después de él.

    21 De otra manera sucederá que cuando mi señor el rey duerma con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos tenidos por culpables.

    22 Mientras aún hablaba ella con el rey, he aquí vino el profeta Natán.

    23 Y dieron aviso al rey, diciendo: He aquí el profeta Natán; el cual, cuando entró al rey, se postró delante del rey inclinando su rostro a tierra.

    24 Y dijo Natán: Rey señor mío, ¿has dicho tú: Adonías reinará después de mí, y él se sentará en mi trono?

    25 Porque hoy ha descendido, y ha matado bueyes y animales gordos y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, y a los capitanes del ejército, y también al sacerdote Abiatar; y he aquí, están comiendo y bebiendo delante de él, y han dicho: ¡Viva el rey Adonías!

    26 Pero ni a mí tu siervo, ni al sacerdote Sadoc, ni a Benaía hijo de Joiada, ni a Salomón tu siervo, ha convidado.

    27 ¿Es este negocio ordenado por mi señor el rey, sin haber declarado a tus siervos quién se había de sentar en el trono de mi señor el rey después de él?

    David proclama rey a Salomón

    28 Entonces el rey David respondió y dijo: Llamadme a Betsabé. Y ella entró a la presencia del rey, y se puso delante del rey.

    29 Y el rey juró diciendo: Vive Jehová, que ha redimido mi alma de toda angustia,

    30 que como yo te he jurado por Jehová Dios de Israel, diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono en lugar mío; que así lo haré hoy.

    31 Entonces Betsabé se inclinó ante el rey, con su rostro a tierra, y haciendo reverencia al rey, dijo: Viva mi señor el rey David para siempre.

    32 Y el rey David dijo: Llamadme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, y a Benaía hijo de Joiada. Y ellos entraron a la presencia del rey.

    33 Y el rey les dijo: Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, y montad a Salomón mi hijo en mi mula, y llevadlo a Gihón;

    34 y allí lo ungirán el sacerdote Sadoc y el profeta Natán como rey sobre Israel, y tocaréis trompeta, diciendo: ¡Viva el rey Salomón!

    35 Después iréis vosotros detrás de él, y vendrá y se sentará en mi trono, y él reinará por mí; porque a él he escogido para que sea príncipe sobre Israel y sobre Judá.

    36 Entonces Benaía hijo de Joiada respondió al rey y dijo: Amén. Así lo diga Jehová, Dios de mi señor el rey.

    37 De la manera que Jehová ha estado con mi señor el rey, así esté con Salomón, y haga mayor su trono que el trono de mi señor el rey David.

    38 Y descendieron el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaía hijo de Joiada, y los cereteos y los peleteos, y montaron a Salomón en la mula del rey David, y lo llevaron a Gihón.

    39 Y tomando el sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del tabernáculo, ungió a Salomón; y tocaron trompeta, y dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón!

    40 Después subió todo el pueblo en pos de él, y cantaba la gente con flautas, y hacían grandes alegrías, que parecía que la tierra se hundía con el clamor de ellos.

    Salomón inició su reinado alrededor del año 970 a. C. Tendría entonces unos 20 años. 

    Obedeciendo las últimas recomendaciones de su padre, depuso a Abiatar del sumo sacerdocio, e hizo ejecutar a Simei por desobedecer la orden de permanecer en Jerusalén. 

    Ante una nueva pretensión de Adonías, Salomón lo hizo ejecutar, lo mismo que a Joab, también implicado en este asunto (1 R. 2:1-46). 

    1 Reyes 2:1-46

    Mandato de David a Salomón

    1 Llegaron los días en que David había de morir, y ordenó a Salomón su hijo, diciendo:

    2 Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre.

    3 Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas;

    4 para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel.

    5 Ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa hijo de Jeter, a los cuales él mató, derramando en tiempo de paz la sangre de guerra, y poniendo sangre de guerra en el talabarte que tenía sobre sus lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies.

    6 Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás descender sus canas al Seol en paz.

    7 Mas a los hijos de Barzilai galaadita harás misericordia, que sean de los convidados a tu mesa; porque ellos vinieron de esta manera a mí, cuando iba huyendo de Absalón tu hermano.

    8 También tienes contigo a Simei hijo de Gera, hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Mas él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová diciendo: Yo no te mataré a espada.

    9 Pero ahora no lo absolverás; pues hombre sabio eres, y sabes cómo debes hacer con él; y harás descender sus canas con sangre al Seol.

    Muerte de David

    10 Y durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad.

    11 Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años; siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalén.

    12 Y se sentó Salomón en el trono de David su padre, y su reino fue firme en gran manera.

    Salomón afirma su reino

    13 Entonces Adonías hijo de Haguit vino a Betsabé madre de Salomón; y ella le dijo: ¿Es tu venida de paz? El respondió: Sí, de paz.

    14 En seguida dijo: Una palabra tengo que decirte. Y ella dijo: Di.

    15 El dijo: Tú sabes que el reino era mío, y que todo Israel había puesto en mí su rostro para que yo reinara; mas el reino fue traspasado, y vino a ser de mi hermano, porque por Jehová era suyo.

    16 Ahora yo te hago una petición; no me la niegues. Y ella le dijo: Habla.

    17 El entonces dijo: Yo te ruego que hables al rey Salomón (porque él no te lo negará), para que me dé Abisag sunamita por mujer.

    18 Y Betsabé dijo: Bien; yo hablaré por ti al rey.

    19 Vino Betsabé al rey Salomón para hablarle por Adonías. Y el rey se levantó a recibirla, y se inclinó ante ella, y volvió a sentarse en su trono, e hizo traer una silla para su madre, la cual se sentó a su diestra.

    20 Y ella dijo: Una pequeña petición pretendo de ti; no me la niegues. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te la negaré.

    21 Y ella dijo: Dese Abisag sunamita por mujer a tu hermano Adonías.

    22 El rey Salomón respondió y dijo a su madre: ¿Por qué pides a Abisag sunamita para Adonías? Demanda también para él el reino; porque él es mi hermano mayor, y ya tiene también al sacerdote Abiatar, y a Joab hijo de Sarvia.

    23 Y el rey Salomón juró por Jehová, diciendo: Así me haga Dios y aun me añada, que contra su vida ha hablado Adonías estas palabras.

    24 Ahora, pues, vive Jehová, quien me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David mi padre, y quien me ha hecho casa, como me había dicho, que Adonías morirá hoy.

    25 Entonces el rey Salomón envió por mano de Benaía hijo de Joiada, el cual arremetió contra él, y murió.

    26 Y el rey dijo al sacerdote Abiatar: Vete a Anatot, a tus heredades, pues eres digno de muerte; pero no te mataré hoy, por cuanto has llevado el arca de Jehová el Señor delante de David mi padre, y además has sido afligido en todas las cosas en que fue afligido mi padre.

    27 Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho sobre la casa de Elí en Silo.

    28 Y vino la noticia a Joab; porque también Joab se había adherido a Adonías, si bien no se había adherido a Absalón. Y huyó Joab al tabernáculo de Jehová, y se asió de los cuernos del altar.

    29 Y se le hizo saber a Salomón que Joab había huido al tabernáculo de Jehová, y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, diciendo: Ve, y arremete contra él.

    30 Y entró Benaía al tabernáculo de Jehová, y le dijo: El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No, sino que aquí moriré. Y Benaía volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así dijo Joab, y así me respondió.

    31 Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; mátale y entiérrale, y quita de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente.

    32 Y Jehová hará volver su sangre sobre su cabeza; porque él ha dado muerte a dos varones más justos y mejores que él, a los cuales mató a espada sin que mi padre David supiese nada: a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército de Judá.

    33 La sangre, pues, de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab, y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; mas sobre David y sobre su descendencia, y sobre su casa y sobre su trono, habrá perpetuamente paz de parte de Jehová.

    34 Entonces Benaía hijo de Joiada subió y arremetió contra él, y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto.

    35 Y el rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada sobre el ejército, y a Sadoc puso el rey por sacerdote en lugar de Abiatar.

    36 Después envió el rey e hizo venir a Simei, y le dijo: Edifícate una casa en Jerusalén y mora ahí, y no salgas de allí a una parte ni a otra;

    37 porque sabe de cierto que el día que salieres y pasares el torrente de Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre será sobre tu cabeza.

    38 Y Simei dijo al rey: La palabra es buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo. Y habitó Simei en Jerusalén muchos días.

    39 Pero pasados tres años, aconteció que dos siervos de Simei huyeron a Aquis hijo de Maaca, rey de Gat. Y dieron aviso a Simei, diciendo: He aquí que tus siervos están en Gat.

    40 Entonces Simei se levantó y ensilló su asno y fue a Aquis en Gat, para buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei, y trajo sus siervos de Gat.

    41 Luego fue dicho a Salomón que Simei había ido de Jerusalén hasta Gat, y que había vuelto.

    42 Entonces el rey envió e hizo venir a Simei, y le dijo: ¿No te hice jurar yo por Jehová, y te protesté diciendo: El día que salieres y fueres acá o allá, sabe de cierto que morirás? Y tú me dijiste: La palabra es buena, yo la obedezco.

    43 ¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de Jehová, y el mandamiento que yo te impuse?

    44 Dijo además el rey a Simei: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha hecho volver el mal sobre tu cabeza.

    45 Y el rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme perpetuamente delante de Jehová.

    46 Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, el cual salió y lo hirió, y murió. Y el reino fue confirmado en la mano de Salomón.

    Salomón contrajo matrimonio con la hija del rey de Egipto, y la llevó a Jerusalén (1 R. 3:1). 

    1 Reyes 3:1

    Salomón se casa con la hija de Faraón

    1 Salomón hizo parentesco con Faraón rey de Egipto, pues tomó la hija de Faraón, y la trajo a la ciudad de David, entre tanto que acababa de edificar su casa, y la casa de Jehová, y los muros de Jerusalén alrededor.

    Después que el Señor hubiera abandonado Silo, el culto no había sido restaurado. 

    El Tabernáculo se hallaba en Gabaón, y el arca del pacto en Jerusalén. Menospreciando la orden de la Ley, el pueblo había erigido altares en los lugares altos. 

    Salomón acudió a Gabaón para ofrecer sacrificios. Aquella noche, el Señor se le apareció en sueños y le preguntó qué era lo que él deseaba. Salomón imploró la gracia de la sabiduría y de la inteligencia, a fin de poder administrar justicia. 

    En aquella época la administración de la justicia incumbía al rey. Dios dio respuesta a esta oración. Poco después, Salomón emitió un juicio que se ha hecho célebre porque con ello descubrió quién era la verdadera madre de un recién nacido reclamado vehementemente por dos mujeres como propio (1 R. 3:2-28; 2 Cr. 1:3-12). 

    1 Reyes 3:2-28 

    2 Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los lugares altos; porque no había casa edificada al nombre de Jehová hasta aquellos tiempos.

    Salomón pide sabiduría

    3 Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.

    4 E iba el rey a Gabaón, porque aquél era el lugar alto principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar.

    5 Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé.

    6 Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has reservado esta tu gran misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día.

    7 Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir.

    8 Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.

    9 Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?

    10 Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.

    11 Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oir juicio,

    12 he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.

    13 Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días.

    14 Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.

    15 Cuando Salomón despertó, vio que era sueño; y vino a Jerusalén, y se presentó delante del arca del pacto de Jehová, y sacrificó holocaustos y ofreció sacrificios de paz, e hizo también banquete a todos sus siervos.

    Sabiduría y prosperidad de Salomón

    16 En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres rameras, y se presentaron delante de él.

    17 Y dijo una de ellas: ¡Ah, señor mío! Yo y esta mujer morábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa.

    18 Aconteció al tercer día después de dar yo a luz, que ésta dio a luz también, y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa.

    19 Y una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él.

    20 Y se levantó a medianoche y tomó a mi hijo de junto a mí, estando yo tu sierva durmiendo, y lo puso a su lado, y puso al lado mío su hijo muerto.

    21 Y cuando yo me levanté de madrugada para dar el pecho a mi hijo, he aquí que estaba muerto; pero lo observé por la mañana, y vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz.

    22 Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey.

    23 El rey entonces dijo: Esta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto; y la otra dice: No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive.

    24 Y dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada.

    25 En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.

    26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo.

    27 Entonces el rey respondió y dijo: Dad a aquélla el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre.

    28 Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.

    2 Crónicas 1:3-12

    3 Y fue Salomón, y con él toda esta asamblea al lugar alto que había en Gabaón; porque allí estaba el tabernáculo de reunión de Dios, que Moisés siervo de Jehová había hecho en el desierto.

    4 Pero David había traído el arca de Dios desde Quiriat-jearim al lugar que él le había preparado; porque él le había levantado una tienda en Jerusalén.

    5 Asimismo el altar de bronce que había hecho Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, estaba allí delante del tabernáculo de Jehová, al cual fue a consultar Salomón con aquella asamblea.

    6 Subió, pues, Salomón allá ante Jehová, al altar de bronce que estaba en el tabernáculo de reunión, y ofreció sobre él mil holocaustos.

    7 Y aquella noche apareció Dios a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras que yo te dé.

    8 Y Salomón dijo a Dios: Tú has tenido con David mi padre gran misericordia, y a mí me has puesto por rey en lugar suyo.

    9 Confírmese pues, ahora, oh Jehová Dios, tu palabra dada a David mi padre, porque tú me has puesto por rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra.

    10 Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque, quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?

    11 Y dijo Dios a Salomón: por cuanto hubo esto en tu corazón, y no pediste riquezas, bienes o gloria, ni la vida de los que te quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para ti sabiduría y ciencia para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey,

    12 sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti.

    Unos veinte años después, durante una nueva aparición, Dios prometió a Salomón, de forma condicional, conservar el trono para su dinastía, y le hizo solemnes advertencias (1 R. 9:1-10; 2 Cr. 7:12-22). 

    1 Reyes 9:1-10 

    Pacto de Dios con Salomón

    1 Cuando Salomón hubo acabado la obra de la casa de Jehová, y la casa real, y todo lo que Salomón quiso hacer,

    2 Jehová apareció a Salomón la segunda vez, como le había aparecido en Gabaón.

    3 Y le dijo Jehová: Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días.

    4 Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis decretos,

    5 yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, como hablé a David tu padre, diciendo: No faltará varón de tu descendencia en el trono de Israel.

    6 Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y vuestros hijos, y no guardareis mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis;

    7 yo cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra que les he entregado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la echaré de delante de mí, e Israel será por proverbio y refrán a todos los pueblos;

    8 y esta casa, que estaba en estima, cualquiera que pase por ella se asombrará, y se burlará, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa?

    9 Y dirán: Por cuanto dejaron a Jehová su Dios, que había sacado a sus padres de tierra de Egipto, y echaron mano a dioses ajenos, y los adoraron y los sirvieron; por eso ha traído Jehová sobre ellos todo este mal.

    Otras actividades de Salomón

    10 Aconteció al cabo de veinte años, cuando Salomón ya había edificado las dos casas, la casa de Jehová y la casa real,

    2 Crónicas 7:12-22

    12 Y apareció Jehová a Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio.

    13 Si yo cerrare los cielos, para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo;

    14 Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

    15 Ahora estarán abiertos mis ojos, y atentos mis oídos, a la oración en este lugar:

    16 Porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre.

    17 Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, e hicieres todas las cosas que yo te he mandado, y guardares mis estatutos y mis decretos,

    18 yo confirmaré el trono de tu reino, como pacté con David tu padre, diciendo: No te faltará varón que gobierne en Israel.

    19 Mas si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis,

    20 Yo os arrancaré de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos.

    21 Y esta casa que es tan excelsa, será espanto a todo el que pasare, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa?

    22 Y se responderá: Por cuanto dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y han abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron: por eso él ha traído todo este mal sobre ellos.

    David había sometido a las naciones vecinas. Según los textos, Salomón sólo emprendió una campaña bélica, contra Hamat. 

    La posesión de esta ciudad le permitió mantener la paz en el noreste de sus estados. Hadad, príncipe edomita, y Rezón, de Damasco, se opusieron a Salomón. 

    Éste fortificó la ciudad de Hazor, sobre el alto Jordán, y edificó una fortaleza en el Líbano para pacificar a Damasco; también logró mantener seguro el camino que llevaba a Ezión-geber atravesando Edom. 

    El rey Salomón mantuvo relaciones amistosas con numerosos soberanos; organizó su reino, y protegió las artes. David había amasado una gran cantidad de materiales con vistas a la construcción del Templo. Salomón construyó el edificio en siete años. Hiram, rey de Tiro, le consiguió materiales y artesanos (1 R. 5:6). 

    1 Reyes 5:6

    6 Manda, pues, ahora, que me corten cedros del Líbano; y mis siervos estarán con los tuyos, y yo te daré por tus siervos el salario que tú dijeres; porque tú sabes bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar madera como los sidonios.

    Salomón llevó a cabo una solemne dedicación del Templo (1 R. 7:13-8:66; 2 Cr. 2-7). 

    1 Reyes 7:13-51

    Salomón emplea a Hiram, de Tiro

    13 Y envió el rey Salomón, e hizo venir de Tiro a Hiram,

    14 hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, que trabajaba en bronce, era de Tiro; e Hiram era lleno de sabiduría, inteligencia y ciencia en toda obra de bronce. Este, pues, vino al rey Salomón, e hizo toda su obra.

    15 Y vació dos columnas de bronce; la altura de cada una era de dieciocho codos, y rodeaba a una y otra un hilo de doce codos.

    16 Hizo también dos capiteles de fundición de bronce, para que fuesen puestos sobre las cabezas de las columnas; la altura de un capitel era de cinco codos, y la del otro capitel también de cinco codos.

    17 Había trenzas a manera de red, y unos cordones a manera de cadenas, para los capiteles que se habían de poner sobre las cabezas de las columnas; siete para cada capitel.

    18 Hizo también dos hileras de granadas alrededor de la red, para cubrir los capiteles que estaban en las cabezas de las columnas con las granadas; y de la misma forma hizo en el otro capitel.

    19 Los capiteles que estaban sobre las columnas en el pórtico, tenían forma de lirios, y eran de cuatro codos.

    20 Tenían también los capiteles de las dos columnas, doscientas granadas en dos hileras alrededor en cada capitel, encima de su globo, el cual estaba rodeado por la red.

    21 Estas columnas erigió en el pórtico del templo; y cuando hubo alzado la columna del lado derecho, le puso por nombre Jaquín, y alzando la columna del lado izquierdo, llamó su nombre Boaz.

    22 Y puso en las cabezas de las columnas tallado en forma de lirios, y así se acabó la obra de las columnas.

    Mobiliario del templo

    23 Hizo fundir asimismo un mar de diez codos de un lado al otro, perfectamente redondo; su altura era de cinco codos, y lo ceñía alrededor un cordón de treinta codos.

    24 Y rodeaban aquel mar por debajo de su borde alrededor unas bolas como calabazas, diez en cada codo, que ceñían el mar alrededor en dos filas, las cuales habían sido fundidas cuando el mar fue fundido.

    25 Y descansaba sobre doce bueyes; tres miraban al norte, tres miraban al occidente, tres miraban al sur, y tres miraban al oriente; sobre estos se apoyaba el mar, y las ancas de ellos estaban hacia la parte de adentro.

    26 El grueso del mar era de un palmo menor, y el borde era labrado como el borde de un cáliz o de flor de lis; y cabían en él dos mil batos.

    27 Hizo también diez basas de bronce, siendo la longitud de cada basa de cuatro codos, y la anchura de cuatro codos, y de tres codos la altura.

    28 La obra de las basas era esta: tenían unos tableros, los cuales estaban entre molduras;

    29 y sobre aquellos tableros que estaban entre las molduras, había figuras de leones, de bueyes y de querubines; y sobre las molduras de la basa, así encima como debajo de los leones y de los bueyes, había unas añadiduras de bajo relieve.

    30 Cada basa tenía cuatro ruedas de bronce, con ejes de bronce, y en sus cuatro esquinas había repisas de fundición que sobresalían de los festones, para venir a quedar debajo de la fuente.

    31 Y la boca de la fuente entraba un codo en el remate que salía para arriba de la basa; y la boca era redonda, de la misma hechura del remate, y éste de codo y medio. Había también sobre la boca entalladuras con sus tableros, los cuales eran cuadrados, no redondos.

    32 Las cuatro ruedas estaban debajo de los tableros, y los ejes de las ruedas nacían en la misma basa. La altura de cada rueda era de un codo y medio.

    33 Y la forma de las ruedas era como la de las ruedas de un carro; sus ejes, sus rayos, sus cubos y sus cinchos, todo era de fundición.

    34 Asimismo las cuatro repisas de las cuatro esquinas de cada basa; y las repisas eran parte de la misma basa.

    35 Y en lo alto de la basa había una pieza redonda de medio codo de altura, y encima de la basa sus molduras y tableros, los cuales salían de ella misma.

    36 E hizo en las tablas de las molduras, y en los tableros, entalladuras de querubines, de leones y de palmeras, con proporción en el espacio de cada una, y alrededor otros adornos.

    37 De esta forma hizo diez basas, fundidas de una misma manera, de una misma medida y de una misma entalladura.

    38 Hizo también diez fuentes de bronce; cada fuente contenía cuarenta batos, y cada una era de cuatro codos; y colocó una fuente sobre cada una de las diez basas.

    39 Y puso cinco basas a la mano derecha de la casa, y las otras cinco a la mano izquierda; y colocó el mar al lado derecho de la casa, al oriente, hacia el sur.

    40 Asimismo hizo Hiram fuentes, y tenazas, y cuencos. Así terminó toda la obra que hizo a Salomón para la casa de Jehová:

    41 dos columnas, y los capiteles redondos que estaban en lo alto de las dos columnas; y dos redes que cubrían los dos capiteles redondos que estaban sobre la cabeza de las columnas;

    42 cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas en cada red, para cubrir los dos capiteles redondos que estaban sobre las cabezas de las columnas;

    43 las diez basas, y las diez fuentes sobre las basas;

    44 un mar, con doce bueyes debajo del mar;

    45 y calderos, paletas, cuencos, y todos los utensilios que Hiram hizo al rey Salomón, para la casa de Jehová, de bronce bruñido.

    46 Todo lo hizo fundir el rey en la llanura del Jordán, en tierra arcillosa, entre Sucot y Saretán.

    47 Y no inquirió Salomón el peso del bronce de todos los utensilios, por la gran cantidad de ellos.

    48 Entonces hizo Salomón todos los enseres que pertenecían a la casa de Jehová: un altar de oro, y una mesa también de oro, sobre la cual estaban los panes de la proposición;

    49 cinco candeleros de oro purísimo a la mano derecha, y otros cinco a la izquierda, frente al lugar santísimo; con las flores, las lámparas y tenazas de oro.

    50 Asimismo los cántaros, despabiladeras, tazas, cucharillas e incensarios, de oro purísimo; también de oro los quiciales de las puertas de la casa de adentro, del lugar santísimo, y los de las puertas del templo.

    51 Así se terminó toda la obra que dispuso hacer el rey Salomón para la casa de Jehová. Y metió Salomón lo que David su padre había dedicado, plata, oro y utensilios; y depositó todo en las tesorerías de la casa de Jehová.

    1 Reyes 8:1-66 

    Salomón traslada el arca al templo

    1 Entonces Salomón reunió ante sí en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus, y a los principales de las familias de los hijos de Israel, para traer el arca del pacto de Jehová de la ciudad de David, la cual es Sion.

    2 Y se reunieron con el rey Salomón todos los varones de Israel en el mes de Etanim, que es el mes séptimo, en el día de la fiesta solemne.

    3 Y vinieron todos los ancianos de Israel, y los sacerdotes tomaron el arca.

    4 Y llevaron el arca de Jehová, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios sagrados que estaban en el tabernáculo, los cuales llevaban los sacerdotes y levitas.

    5 Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había reunido con él, estaban con él delante del arca, sacrificando ovejas y bueyes, que por la multitud no se podían contar ni numerar.

    6 Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines.

    7 Porque los querubines tenían extendidas las alas sobre el lugar del arca, y así cubrían los querubines el arca y sus varas por encima.

    8 Y sacaron las varas, de manera que sus extremos se dejaban ver desde el lugar santo, que está delante del lugar santísimo, pero no se dejaban ver desde más afuera; y así quedaron hasta hoy.

    9 En el arca ninguna cosa había sino las dos tablas de piedra que allí había puesto Moisés en Horeb, donde Jehová hizo pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de la tierra de Egipto.

    10 Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová.

    11 Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.

    Dedicación del templo

    12 Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad.

    13 Yo he edificado casa por morada para ti, sitio en que tú habites para siempre.

    14 Y volviendo el rey su rostro, bendijo a toda la congregación de Israel; y toda la congregación de Israel estaba de pie.

    15 Y dijo: Bendito sea Jehová, Dios de Israel, que habló a David mi padre lo que con su mano ha cumplido, diciendo:

    16 Desde el día que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no he escogido ciudad de todas las tribus de Israel para edificar casa en la cual estuviese mi nombre, aunque escogí a David para que presidiese en mi pueblo Israel.

    17 Y David mi padre tuvo en su corazón edificar casa al nombre de Jehová Dios de Israel.

    18 Pero Jehová dijo a David mi padre: Cuanto a haber tenido en tu corazón edificar casa a mi nombre, bien has hecho en tener tal deseo.

    19 Pero tú no edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará casa a mi nombre.

    20 Y Jehová ha cumplido su palabra que había dicho; porque yo me he levantado en lugar de David mi padre, y me he sentado en el trono de Israel, como Jehová había dicho, y he edificado la casa al nombre de Jehová Dios de Israel.

    21 Y he puesto en ella lugar para el arca, en la cual está el pacto de Jehová que él hizo con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto.

    22 Luego se puso Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo,

    23 dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su corazón;

    24 que has cumplido a tu siervo David mi padre lo que le prometiste; lo dijiste con tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como sucede en este día.

    25 Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le prometiste, diciendo: No te faltará varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden mi camino y anden delante de mí como tú has andado delante de mí.

    26 Ahora, pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase la palabra que dijiste a tu siervo David mi padre.

    27 Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?

    28 Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti;

    29 que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar.

    30 Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona.

    31 Si alguno pecare contra su prójimo, y le tomaren juramento haciéndole jurar, y viniere el juramento delante de tu altar en esta casa;

    32 tú oirás desde el cielo y actuarás, y juzgarás a tus siervos, condenando al impío y haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo para darle conforme a su justicia.

    33 Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante de sus enemigos por haber pecado contra ti, y se volvieren a ti y confesaren tu nombre, y oraren y te rogaren y suplicaren en esta casa,

    34 tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y los volverás a la tierra que diste a sus padres.

    35 Si el cielo se cerrare y no lloviere, por haber ellos pecado contra ti, y te rogaren en este lugar y confesaren tu nombre, y se volvieren del pecado, cuando los afligieres,

    36 tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que anden; y darás lluvias sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad.

    37 Si en la tierra hubiere hambre, pestilencia, tizoncillo, añublo, langosta o pulgón; si sus enemigos los sitiaren en la tierra en donde habiten; cualquier plaga o enfermedad que sea;

    38 toda oración y toda súplica que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cuando cualquiera sintiere la plaga en su corazón, y extendiere sus manos a esta casa,

    39 tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, y perdonarás, y actuarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, cuyo corazón tú conoces (porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres);

    40 para que te teman todos los días que vivan sobre la faz de la tierra que tú diste a nuestros padres.

    41 Asimismo el extranjero, que no es de tu pueblo Israel, que viniere de lejanas tierras a causa de tu nombre

    42 (pues oirán de tu gran nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo extendido), y viniere a orar a esta casa,

    43 tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, y harás conforme a todo aquello por lo cual el extranjero hubiere clamado a ti, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre y te teman, como tu pueblo Israel, y entiendan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo edifiqué.

    44 Si tu pueblo saliere en batalla contra sus enemigos por el camino que tú les mandes, y oraren a Jehová con el rostro hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia la casa que yo edifiqué a tu nombre,

    45 tú oirás en los cielos su oración y su súplica, y les harás justicia.

    46 Si pecaren contra ti (porque no hay hombre que no peque), y estuvieres airado contra ellos, y los entregares delante del enemigo, para que los cautive y lleve a tierra enemiga, sea lejos o cerca,

    47 y ellos volvieren en sí en la tierra donde fueren cautivos; si se convirtieren, y oraren a ti en la tierra de los que los cautivaron, y dijeren: Pecamos, hemos hecho lo malo, hemos cometido impiedad;

    48 y si se convirtieren a ti de todo su corazón y de toda su alma, en la tierra de sus enemigos que los hubieren llevado cautivos, y oraren a ti con el rostro hacia su tierra que tú diste a sus padres, y hacia la ciudad que tú elegiste y la casa que yo he edificado a tu nombre,

    49 tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, su oración y su súplica, y les harás justicia.

    50 Y perdonarás a tu pueblo que había pecado contra ti, y todas sus infracciones con que se hayan rebelado contra ti, y harás que tengan de ellos misericordia los que los hubieren llevado cautivos;

    51 porque ellos son tu pueblo y tu heredad, el cual tú sacaste de Egipto, de en medio del horno de hierro.

    52 Estén, pues, atentos tus ojos a la oración de tu siervo y a la plegaria de tu pueblo Israel, para oírlos en todo aquello por lo cual te invocaren;

    53 porque tú los apartaste para ti como heredad tuya de entre todos los pueblos de la tierra, como lo dijiste por medio de Moisés tu siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, oh Señor Jehová.

    54 Cuando acabó Salomón de hacer a Jehová toda esta oración y súplica, se levantó de estar de rodillas delante del altar de Jehová con sus manos extendidas al cielo;

    55 y puesto en pie, bendijo a toda la congregación de Israel, diciendo en voz alta:

    56 Bendito sea Jehová, que ha dado paz a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado.

    57 Esté con nosotros Jehová nuestro Dios, como estuvo con nuestros padres, y no nos desampare ni nos deje.

    58 Incline nuestro corazón hacia él, para que andemos en todos sus caminos, y guardemos sus mandamientos y sus estatutos y sus decretos, los cuales mandó a nuestros padres.

    59 Y estas mis palabras con que he orado delante de Jehová, estén cerca de Jehová nuestro Dios de día y de noche, para que él proteja la causa de su siervo y de su pueblo Israel, cada cosa en su tiempo;

    60 a fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que Jehová es Dios, y que no hay otro.

    61 Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios, andando en sus estatutos y guardando sus mandamientos, como en el día de hoy.

    62 Entonces el rey, y todo Israel con él, sacrificaron víctimas delante de Jehová.

    63 Y ofreció Salomón sacrificios de paz, los cuales ofreció a Jehová: veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así dedicaron el rey y todos los hijos de Israel la casa de Jehová.

    64 Aquel mismo día santificó el rey el medio del atrio, el cual estaba delante de la casa de Jehová; porque ofreció allí los holocaustos, las ofrendas y la grosura de los sacrificios de paz, por cuanto el altar de bronce que estaba delante de Jehová era pequeño, y no cabían en él los holocaustos, las ofrendas y la grosura de los sacrificios de paz.

    65 En aquel tiempo Salomón hizo fiesta, y con él todo Israel, una gran congregación, desde donde entran en Hamat hasta el río de Egipto, delante de Jehová nuestro Dios, por siete días y aun por otros siete días, esto es, por catorce días.

    66 Y al octavo día despidió al pueblo; y ellos, bendiciendo al rey, se fueron a sus moradas alegres y gozosos de corazón, por todos los beneficios que Jehová había hecho a David su siervo y a su pueblo Israel.

    Después se hizo edificar un palacio, cuya construcción duró trece años (1 R. 7:1-12). 

    1 Reyes 7:1-12

    Otros edificios de Salomón

    1 Después edificó Salomón su propia casa en trece años, y la terminó toda.

    2 Asimismo edificó la casa del bosque del Líbano, la cual tenía cien codos de longitud, cincuenta codos de anchura y treinta codos de altura, sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con vigas de cedro sobre las columnas.

    3 Y estaba cubierta de tablas de cedro arriba sobre las vigas, que se apoyaban en cuarenta y cinco columnas; cada hilera tenía quince columnas.

    4 Y había tres hileras de ventanas, una ventana contra la otra en tres hileras.

    5 Todas las puertas y los postes eran cuadrados; y unas ventanas estaban frente a las otras en tres hileras.

    6 También hizo un pórtico de columnas, que tenía cincuenta codos de largo y treinta codos de ancho; y este pórtico estaba delante de las primeras, con sus columnas y maderos correspondientes.

    7 Hizo asimismo el pórtico del trono en que había de juzgar, el pórtico del juicio, y lo cubrió de cedro del suelo al techo.

    8 Y la casa en que él moraba, en otro atrio dentro del pórtico, era de obra semejante a ésta. Edificó también Salomón para la hija de Faraón, que había tomado por mujer, una casa de hechura semejante a la del pórtico.

    9 Todas aquellas obras fueron de piedras costosas, cortadas y ajustadas con sierras según las medidas, así por dentro como por fuera, desde el cimiento hasta los remates, y asimismo por fuera hasta el gran atrio.

    10 El cimiento era de piedras costosas, piedras grandes, piedras de diez codos y piedras de ocho codos.

    11 De allí hacia arriba eran también piedras costosas, labradas conforme a sus medidas, y madera de cedro.

    12 Y en el gran atrio alrededor había tres hileras de piedras labradas, y una hilera de vigas de cedro; y así también el atrio interior de la casa de Jehová, y el atrio de la casa.

    Fortificó numerosas ciudades y construyó otras en diversos puntos del país (1 R. 9:17-19; 2 Cr. 8:4-6). 

    1 Reyes 9:17-19 

    17 Restauró, pues, Salomón a Gezer y a la baja Bet-horón,

    18 a Baalat, y a Tadmor en tierra del desierto;

    2 Crónicas 8:4-6

    4 Y edificó a Tadmor en el desierto, y todas las ciudades de aprovisionamiento que edificó en Hamat.

    5 Asimismo reedificó a Bet-orón la de arriba, y a Bet-orón la de abajo, ciudades fortificadas, con muros, puertas, y barras;

    6 Y a Baalat, y a todas las ciudades de provisiones que Salomón tenía; también todas las ciudades de los carros y las de la gente de a caballo; y todo lo que Salomón quiso edificar en Jerusalén , y en el Líbano, y en toda la tierra de su dominio.

    Salomón administró sus estados con mucha sabiduría. Se rodeó de funcionarios competentes, con el nieto del sumo sacerdote como jefe de ellos (1 R. 4:2-6). 

    1 Reyes 4:2-6

    2 Y estos fueron los jefes que tuvo: Azarías hijo del sacerdote Sadoc;

    3 Elihoref y Ahías, hijos de Sisa, secretarios; Josafat hijo de Ahilud, canciller;

    4 Benaía hijo de Joiada sobre el ejército; Sadoc y Abiatar, los sacerdotes;

    5 Azarías hijo de Natán, sobre los gobernadores; Zabud hijo de Natán, ministro principal y amigo del rey;

    6 Ahisar, mayordomo; y Adoniram hijo de Abda, sobre el tributo.

    Mantuvo un ejército poderoso; dividió el reino en doce distritos. Independientemente de los antiguos límites de las tribus, lo que facilitó su administración (1 R. 4:7-19). 

    1 Reyes 4:7-19

    7 Tenía Salomón doce gobernadores sobre todo Israel, los cuales mantenían al rey y a su casa. Cada uno de ellos estaba obligado a abastecerlo por un mes en el año.

    8 Y estos son los nombres de ellos: el hijo de Hur en el monte de Efraín;

    9 el hijo de Decar en Macaz, en Saalbim, en Bet-semes, en Elón y en Bet-hanán;

    10 el hijo de Hesed en Arubot; éste tenía también a Soco y toda la tierra de Hefer;

    11 el hijo de Abinadab en todos los territorios de Dor; éste tenía por mujer a Tafat hija de Salomón;

    12 Baana hijo de Ahilud en Taanac y Meguido, en toda Bet-seán, que está cerca de Saretán, más abajo de Jezreel, desde Bet-seán hasta Abel-mehola, y hasta el otro lado de Jocmeam;

    13 el hijo de Geber en Ramot de Galaad; éste tenía también las ciudades de Jair hijo de Manasés, las cuales estaban en Galaad; tenía también la provincia de Argob que estaba en Basán, sesenta grandes ciudades con muro y cerraduras de bronce;

    14 Ahinadab hijo de Iddo en Mahanaim;

    15 Ahimaas en Neftalí; éste tomó también por mujer a Basemat hija de Salomón.

    16 Baana hijo de Husai, en Aser y en Alot;

    17 Josafat hijo de Parúa, en Isacar;

    18 Simei hijo de Ela, en Benjamín;

    19 Geber hijo de Uri, en la tierra de Galaad, la tierra de Sehón rey de los amorreos y de Og rey de Basán; éste era el único gobernador en aquella tierra.

    El soberano se cuidó asimismo del mantenimiento del culto a Jehová, pronunciando la oración de dedicación del Templo e invocando la bendición divina sobre el pueblo. 

    La expansión comercial enriqueció al reino (1 R. 10:14-29; 2 Cr. 9:13-27). 

    1 Reyes 10:14-29 

    Riquezas y fama de Salomón

    14 El peso del oro que Salomón tenía de renta cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro;

    15 sin lo de los mercaderes, y lo de la contratación de especias, y lo de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra.

    16 Hizo también el rey Salomón doscientos escudos grandes de oro batido; seiscientos siclos de oro gastó en cada escudo.

    17 Asimismo hizo trescientos escudos de oro batido, en cada uno de los cuales gastó tres libras de oro; y el rey los puso en la casa del bosque del Líbano.

    18 Hizo también el rey un gran trono de marfil, el cual cubrió de oro purísimo.

    19 Seis gradas tenía el trono, y la parte alta era redonda por el respaldo; y a uno y otro lado tenía brazos cerca del asiento, junto a los cuales estaban colocados dos leones.

    20 Estaban también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de un lado y de otro; en ningún otro reino se había hecho trono semejante.

    21 Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada.

    22 Porque el rey tenía en el mar una flota de naves de Tarsis, con la flota de Hiram. Una vez cada tres años venía la flota de Tarsis, y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

    23 Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.

    24 Toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.

    25 Y todos le llevaban cada año sus presentes: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y mulos.

    Salomón comercia en caballos y en carros

    26 Y juntó Salomón carros y gente de a caballo; y tenía mil cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén.

    27 E hizo el rey que en Jerusalén la plata llegara a ser como piedras, y los cedros como cabrahigos de la Sefela en abundancia.

    28 Y traían de Egipto caballos y lienzos a Salomón; porque la compañía de los mercaderes del rey compraba caballos y lienzos.

    29 Y venía y salía de Egipto, el carro por seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento cincuenta; y así los adquirían por mano de ellos todos los reyes de los heteos, y de Siria.

    2 Crónicas 9:13-27

    Riquezas y fama de Salomón

    13 El peso de oro que venía a Salomón cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro,

    14 Sin lo que traían los mercaderes y negociantes; también todos los reyes de Arabia y los gobernadores de la tierra traían oro y plata a Salomón.

    15 Hizo también el rey Salomón doscientos paveses de oro batido, cada uno de los cuales tenía seiscientos siclos de oro labrado:

    16 asimismo trescientos escudos de oro batido, teniendo cada escudo trescientos siclos de oro: y los puso el rey en la casa del bosque del Líbano.

    17 Hizo además el rey un gran trono de marfil, y lo cubrió de oro puro.

    18 El trono tenía seis gradas, y un estrado de oro fijado al trono, y brazos del asiento, y dos leones que estaban junto a los brazos.

    19 Había también allí doce leones sobre las seis gradas a uno y otro lado. Jamás fue hecho trono semejante en reino alguno.

    20 Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano, de oro puro. En los días de Salomón la plata no era apreciada.

    21 Porque la flota del rey iba a Tarsis con los siervos de Hiram, y cada tres años solían venir las naves de Tarsis, y traían oro, plata, marfil, monos, y pavos reales.

    22 Y excedió el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría.

    23 Y todos los reyes de la tierra procuraban ver el rostro de Salomón, para oir la sabiduría, que Dios le había dado:

    24 Cada uno de éstos traía su presente, alhajas de plata, alhajas de oro, vestidos, armas, perfumes , caballos y mulos, todos los años.

    25 Tuvo también Salomón cuatro mil caballerizas para sus caballos y carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén.

    26 Y tuvo dominio sobre todos los reyes desde el Eufrates hasta la tierra de los Filisteos, y hasta la frontera de Egipto.

    27 Y acumuló el rey plata en Jerusalén como piedras, y cedros como los cabrahigos de la Sefela en abundancia.

    Venían mercancías de Ofir y de la India, de donde las traían los siervos de Salomón (1 R. 10:22, 23; 2 Cr. 9:10-22). 

    1 Reyes 10:22, 23 

    22 Porque el rey tenía en el mar una flota de naves de Tarsis, con la flota de Hiram. Una vez cada tres años venía la flota de Tarsis, y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

    23 Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.

    2 Crónicas 9:10-22

    10 También los siervos de Hiram y los siervos de Salomón, que habían traído el oro de Ofir, trajeron madera de sándalo, y piedras preciosas.

    11 Y de la madera de sándalo el rey hizo gradas en la casa de Jehová, y en las casas reales, y arpas y salterios para los cantores: nunca en tierra de Judá se había visto madera semejante.

    12 Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso y le pidió, más de lo que ella había traído al rey. Después ella se volvió y se fue a su tierra con sus siervos.

    Riquezas y fama de Salomón

    13 El peso de oro que venía a Salomón cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro,

    14 Sin lo que traían los mercaderes y negociantes; también todos los reyes de Arabia y los gobernadores de la tierra traían oro y plata a Salomón.

    15 Hizo también el rey Salomón doscientos paveses de oro batido, cada uno de los cuales tenía seiscientos siclos de oro labrado:

    16 asimismo trescientos escudos de oro batido, teniendo cada escudo trescientos siclos de oro: y los puso el rey en la casa del bosque del Líbano.

    17 Hizo además el rey un gran trono de marfil, y lo cubrió de oro puro.

    18 El trono tenía seis gradas, y un estrado de oro fijado al trono, y brazos del asiento, y dos leones que estaban junto a los brazos.

    19 Había también allí doce leones sobre las seis gradas a uno y otro lado. Jamás fue hecho trono semejante en reino alguno.

    20 Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano, de oro puro. En los días de Salomón la plata no era apreciada.

    21 Porque la flota del rey iba a Tarsis con los siervos de Hiram, y cada tres años solían venir las naves de Tarsis, y traían oro, plata, marfil, monos, y pavos reales.

    22 Y excedió el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría.

    El rey hizo construir ciudades de almacenamiento, entre otras Palmira, en el desierto, a mitad de camino entre Damasco y el Éufrates. 

    Salomón se interesó por las letras y por las ciencias, y «disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces» (1 R. 4:33). 

    1 Reyes 4:33

    33 También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces.

    Además, recogió y compuso numerosos proverbios (véase PROVERBIOS). 

    Los Sal. 72 y 127 le son atribuidos en el encabezamiento (véanse también ECLESIASTÉS y CANTAR DE LOS CANTARES). 

    Salmos 72

    El reino de un rey justo

    1 Oh Dios, da tus juicios al rey, Y tu justicia al hijo del rey.

    2 El juzgará a tu pueblo con justicia, Y a tus afligidos con juicio.

    3 Los montes llevarán paz al pueblo, Y los collados justicia.

    4 Juzgará a los afligidos del pueblo, Salvará a los hijos del menesteroso, Y aplastará al opresor.

    5 Te temerán mientras duren el sol Y la luna, de generación en generación.

    6 Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada; Como el rocío que destila sobre la tierra.

    7 Florecerá en sus días justicia, Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna.

    8 Dominará de mar a mar, Y desde el río hasta los confines de la tierra.

    9 Ante él se postrarán los moradores del desierto, Y sus enemigos lamerán el polvo.

    10 Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.

    11 Todos los reyes se postrarán delante de él; Todas las naciones le servirán.

    12 Porque él librará al menesteroso que clamare, Y al afligido que no tuviere quien le socorra.

    13 Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso, Y salvará la vida de los pobres.

    14 De engaño y de violencia redimirá sus almas, Y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.

    15 Vivirá, y se le dará del oro de Sabá, Y se orará por él continuamente; Todo el día se le bendecirá.

    16 Será echado un puñado de grano en la tierra, en las cumbres de los montes; Su fruto hará ruido como el Líbano, Y los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra.

    17 Será su nombre para siempre, Se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas las naciones; Lo llamarán bienaventurado.

    18 Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel, El único que hace maravillas.

    19 Bendito su nombre glorioso para siempre, Y toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y Amén.

    20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.

    Salmos 127

    La prosperidad viene de Jehová

    1 Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.

    2 Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño.

    3 He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.

    4 Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud.

    5 Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; No será avergonzado Cuando hablare con los enemigos en la puerta.

    La magnificencia de su corte, de su mesa, del lujo del que se rodeaba en sus desplazamientos, se correspondía con sus ingresos e importancia política (1 R. 10:4, 5, 21). 

    1 Reyes 10:4, 5, 21

    4 Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,

    5 asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó asombrada.

    21 Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada.

    Acudían muchos de lejos para oír sus dichos llenos de sabiduría (1 R. 4:34; 10:23-25). 

    1 Reyes 4:34 

    34 Y para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría.

    1 Reyes 10:23-25

    23 Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.

    24 Toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.

    25 Y todos le llevaban cada año sus presentes: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y mulos.

    La misma reina de Sabá acudió a Jerusalén para plantear al rey difíciles cuestiones (1 R. 10:1-13). 

    1 Reyes 10:1-13

    La reina de Sabá visita a Salomón

    1 Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles.

    2 Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía.

    3 Y Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase.

    4 Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,

    5 asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó asombrada.

    6 Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría;

    7 pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído.

    8 Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría.

    9 Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia.

    10 Y dio ella al rey ciento veinte talentos de oro, y mucha especiería, y piedras preciosas; nunca vino tan gran cantidad de especias, como la reina de Sabá dio al rey Salomón.

    11 La flota de Hiram que había traído el oro de Ofir, traía también de Ofir mucha madera de sándalo, y piedras preciosas.

    12 Y de la madera de sándalo hizo el rey balaustres para la casa de Jehová y para las casas reales, arpas también y salterios para los cantores; nunca vino semejante madera de sándalo, ni se ha visto hasta hoy.

    13 Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso, y todo lo que pidió, además de lo que Salomón le dio. Y ella se volvió, y se fue a su tierra con sus criados.

    Pero Salomón no fue obediente a las instrucciones divinas. Tuvo un harén de algo más de mil mujeres. 

    Muchas de ellas eran princesas, entregadas al rey de Israel como prendas de pactos políticos. Salomón se dejó persuadir por estas extranjeras idólatras para erigir santuarios a sus dioses (1 R. 11:1-8). 

    1 Reyes 11:1-8

    Apostasía y dificultades de Salomón

    1 Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas;

    2 gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor.

    3 Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón.

    4 Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David.

    5 Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas.

    6 E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre.

    7 Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón.

    8 Así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses.

    El Señor castigó la apostasía del soberano no dejando a su dinastía más que una pequeña fracción del reino (1 R. 11:9-13). 

    1 Reyes 11:9-13

    9 Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces,

    10 y le había mandado acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; mas él no guardó lo que le mandó Jehová.

    11 Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo.

    12 Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo.

    13 Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido.

    El profeta Ahías, de Silo, anunció a Jeroboam, funcionario de Salomón, que Dios le daría diez tribus (1 R. 11:28-29), pero no las obtendría antes de la accesión de Roboam. 

    1 Reyes 11:28-29

    28 Y este varón Jeroboam era valiente y esforzado; y viendo Salomón al joven que era hombre activo, le encomendó todo el cargo de la casa de José.

    29 Aconteció, pues, en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró en el camino el profeta Ahías silonita, y éste estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo.

    Salomón pecó también por su lujo y ostentación, que costeó imponiendo pesadas cargas fiscales sobre sus súbditos. 

    Estas exacciones quebrantaron la confianza de los israelitas en su rey y vinieron a ser posteriormente causa de rebeliones (véase ROBOAM). 

    Salomón reinó 40 años, muriendo alrededor del año 931 a.C. Los acontecimientos de este periodo fueron consignados en las siguientes obras: Libro de los hechos de Salomón, Libro del profeta Natán, Profecía de Ahías silonita y Profecía del vidente Iddo (1 R. 11:41-43; 2 Cr. 9:29-31

    1 Reyes 11:41-43 

    Muerte de Salomón

    41 Los demás hechos de Salomón, y todo lo que hizo, y su sabiduría, ¿no está escrito en el libro de los hechos de Salomón?

    42 Los días que Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel fueron cuarenta años.

    43 Y durmió Salomón con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de su padre David; y reinó en su lugar Roboam su hijo.

    2 Crónicas 9:29-31

    Muerte de Salomón

    29 Los demás hechos de Salomón, primeros y postreros, ¿no están todos escritos en los libros del profeta Natán, en la profecía de Ahías silonita, y en las profecías del vidente Iddo contra Jeroboam hijo de Nabat?

    30 Reinó Salomón en Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años.

    31 Y durmió Salomón con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David su padre: y reinó en su lugar Roboam su hijo.

    Arqueología Los descubrimientos arqueológicos muestran una estrecha concordancia y arrojan buena luz sobre una multitud de detalles referentes a los textos bíblicos acerca de Salomón, en tanto que las teorías meramente especulativas del pasado, sin ninguna base en evidencias independientes, sino basadas en una serie de «a prioris» de «evolución histórica», tenían una fuerte tendencia a restar crédito a la descripción del poder y de la gloria de este rey que aparecen en 1 R. 3 a 11 (cfr. además Mt. 6:29; 12:42; Lc. 11:31). 

    Mateo 6:29 

    29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.

    Mateo 12:42 

    42 La reina del Sur se levantaráen el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.

    Lucas 11:31

    31 La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón,y he aquí más que Salomón en este lugar.

    Entre otros aspectos tocados por los descubrimientos arqueológicos se pueden considerar: 

    (a) El reino de Salomón. Frente a las posturas que afirmaban que los reinos de David y Salomón se limitaban estrictamente a Palestina, debido a que no hubiera podido existir un reino con las extensas fronteras que se le afirman ante los poderes mundiales de Egipto, Asiria y Babilonia, se puede constatar que estos imperios no ejercían poder en aquella época. 

    (A) Egipto se había sacudido hacía poco del dominio de los hicsos, y se estaba recuperando (véanse EGIPTO, a, Historia, HICSOS y, para más detalle, las correspondientes Bibliografías). 

    Asiria estuvo carente de un caudillaje capaz entre Tiglat-pileser I (muerto alrededor del año 1076 a.C.) y la accesión de Assurbanipal II (alrededor del año 880 a.C.). 

    Babilonia vegetaba entonces, y el imperio hitita había sido aplastado por Asiria en el año 1110 a.C., habiendo quedado sólo algunas ciudades libres. (Véanse ASIRIA, BABILONIA, HITITAS.) 

    (b) La gran prosperidad de Salomón había sido también puesta en tela de juicio. Sin embargo, se reconoce en la actualidad que en la época de Salomón se daban todas las condiciones comerciales y políticas necesarias para ello. 

    Se ha podido constatar por medios arqueológicos que en la época de Salomón había un intenso tráfico de caravanas entre el sur de Arabia y Mesopotamia. 

    De esta manera, Salomón, que dominaba el estratégico enlace palestinense, y sin ningún poder que le pudiera disputar el dominio, pudo ejercer un monopolio sobre las caravanas que circulaban por esta vía de comunicación. 

    Con el control de las rutas que canalizaban el comercio entre los diversos puntos del mundo antiguo, el soberano israelita no podía dejar de tener abundantes ingresos en base a los impuestos sobre «los mercaderes, y lo de la contratación de las especias, y lo de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra», con la gran cantidad de productos que atravesaban sus territorios (1 R. 10:15). 

    1 Reyes 10:15

    15 sin lo de los mercaderes, y lo de la contratación de especias, y lo de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra.

    (c) Las minas de cobre descubrieron el puerto de Ezión-geber y una gran fundición de cobre. Nelson Glueck afirma de ello que Salomón fue «el primero en hacer de la industria minera del Wadi Arabah una empresa verdaderamente nacional» («The Other Side of the Jordan», 1951, p. 98). 

    (d) Las fortificaciones, los caballos y los carros. Además de mantener un activo intercambio comercial con las naciones vecinas (1 R. 10:28-29), 

    1 Reyes 10:28-29

    28 Y traían de Egipto caballos y lienzos a Salomón; porque la compañía de los mercaderes del rey compraba caballos y lienzos.

    29 Y venía y salía de Egipto, el carro por seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento cincuenta; y así los adquirían por mano de ellos todos los reyes de los heteos, y de Siria.

    Salomón invirtió grandes recursos en el mantenimiento de un ejército poderoso (1 R. 4:26). 

    1 Reyes 4:26

    26 Además de esto, Salomón tenía cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes.

    Ciudades militares importantes fueron Hazor, Meguido y Gezer, que estaban provistas de las necesarias instalaciones logísticas para resistir y detener potentes ataques, así como para almacenar provisiones y acantonar tropas de caballería (cfr. «The Sad Case of Tell Gezer», en Biblical Archaeological Review, jul./ago. 1983, PP, 30-42; también «How Water Tunnels Worked», Bib. Arch. Rev., mar./abr., PP. 9-29, y «Five Ways to defend an Ancient City», Bib. Arch. Rev., mar./abr. 1983, PP. 73-76). 

    (e) La visita de la reina de Sabá (1 R. 10:1-13) ha sido considerada por algunos críticos como una mera ficción. 

    1 Reyes 10:1-13

    La reina de Sabá visita a Salomón

    1 Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles.

    2 Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía.

    3 Y Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase.

    4 Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,

    5 asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó asombrada.

    6 Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría;

    7 pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído.

    8 Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría.

    9 Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia.

    10 Y dio ella al rey ciento veinte talentos de oro, y mucha especiería, y piedras preciosas; nunca vino tan gran cantidad de especias, como la reina de Sabá dio al rey Salomón.

    11 La flota de Hiram que había traído el oro de Ofir, traía también de Ofir mucha madera de sándalo, y piedras preciosas.

    12 Y de la madera de sándalo hizo el rey balaustres para la casa de Jehová y para las casas reales, arpas también y salterios para los cantores; nunca vino semejante madera de sándalo, ni se ha visto hasta hoy.

    13 Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso, y todo lo que pidió, además de lo que Salomón le dio. Y ella se volvió, y se fue a su tierra con sus criados.

    Se mantiene que no existe ninguna prueba de la existencia personal de la reina. No obstante, Velikovsky («Ages in Chaos», Doubleday, 1952) demuestra, sin dejar lugar a ninguna duda: 

    (A) que la ausencia de identificación se debe a un desfase en la cronología convencional de Egipto de 600 años, debido a unas identificaciones erróneas en el inicio de la egiptología; 

    (B) señala Velikovsky que Josefo (Ant. 8:6, 5) afirma que esta mujer era «reina de Egipto y Etiopía»; 

    (C) en base a la cronología revisada, llevando a una estrecha correspondencia los relatos de los monumentos y la Biblia, la reina Hatsepsut fue contemporánea de Salomón; 

    (D) Hatsepsut afirma en sus crónicas que visitó la tierra «de Punt»; 

    (E) Punt se hallaba, según las inscripciones egipcias, al este de Egipto, y allí había un río que corría hacia el sur (evidentemente el Jordán); además, «Punt» recibe también el nombre de «tierra de Dios». 

    Éstas y muchas otras razones, basadas en el estudio de los hallazgos arqueológicos de Egipto referentes a la reina Hatsepsut y a su viaje a la tierra de Punt, y una cuidada consideración de la estructura cronológica de la historia de Egipto, llevan a la identificación de «la reina de Sabá» con «la reina de Egipto y Etiopía» mencionada por Josefo, no otra que la célebre Hatsepsut. 

    En la ya citada obra de Velikovsky se da una copiosa documentación y un tratamiento exhaustivo de todo este tema.

    VÉASE:
    Proverbios (Libro) , Eclesiastés (Libro) , Cantar de los cantares , Roboam , Egipto , Hicsos , Asiria , Babilonia , Hititas , Pórtico
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