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  • Señales
    Actos de potencia, prodigios y señales. El NT designa los milagros con los términos de: 

    (A) «dunameis», «poderes», 

    (B) «terata», «prodigios, hechos asombrosos», 

    (C) «semeia», «señales» (Hch. 2:22). En efecto, el milagro es: 

    Hechos 2:22

    22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis;

    (A) Una obra de poder. Los milagros en Egipto tuvieron como objeto mostrar a Faraón el poder de Dios (Éx. 9:16), lo mismo que los ejecutados en la conquista de Canaán continuaron manifestándolo ante los israelitas (Sal. 111:6). 

    Éxodo 9:16

    16 Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.

    Salmos 111:6

    6 El poder de sus obras manifestó a su pueblo, Dándole la heredad de las naciones.

    De la misma manera, la curación de Hch. 3:6, 12, 16 demostró el poder infinito del nombre de Jesús. 

    Hechos 3:6, 12, 16

    6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.

    12 Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?

    16 Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.

    (B) Un prodigio que suscita el asombro. Toda la naturaleza está repleta de manifestaciones inexplicables del poder y de la sabiduría de Dios (Ro. 1:19- 20), y nuestro propio cuerpo es un verdadero «milagro ambulante» (pensemos sólo en el funcionamiento de nuestro cerebro). 

    Romanos 1:19-20

    19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.

    20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.

    Pero estamos tan habituados a ello que ya no nos causa asombro. Dios suscita en ocasiones prodigios inusitados para forzar al hombre a detenerse y a decir, junto con los magos de Egipto: «Dedo de Dios es éste» (Éx. 8:15; Mr. 2:12; 5:42; 6:51; 7:37; Hch. 3:10). 

    Éxodo 8:15 

    15 Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

    Marcos 2:12 

    12 Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.

    Marcos 5:42 

    42 Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente.

    Marcos 6:51 

    51 Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban.

    Marcos 7:37 

    37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.

    Hechos 3:10

    10 Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.

    (C) Una señal. El milagro no es un fin en sí mismo; dirige nuestra mirada hacia más lejos, para revelamos la presencia inmediata de Dios. 

    Demuestra que el instrumento milagroso está en relación directa con el mundo espiritual, y viene a ser el sello de su autoridad como mensajero de Dios (Jn. 2:18; 3:2; 5:36; Hch. 14:3; 2 Co. 12:12). 

    Juan 2:18 

    18 Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?

    Juan 3:2 

    2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.

    Juan 5:36 

    36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.

    Hechos 14:3 

    3 Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios.

    2 Corintios 12:12

    12 Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros.

    Por tanto, los milagros forman parte de la revelación. Los milagros de Cristo han sido el Acto, en tanto que el Evangelio ha sido la Palabra. 

    El Salvador no se limitó a enseñar, sino que actuó sobre el medio, y libró a los hombres de sus dolencias, físicas o morales. Hay una estrecha relación entre las declaraciones de Jesús y sus acciones. Inmediatamente después de haber dicho «Yo soy la luz del mundo» dio la vista al ciego de nacimiento (Jn. 8:12; 9:5-7). 

    Juan 8:12 

    Jesús, la luz del mundo

    12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

    Juan 9:5-7

    5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.

    6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego,

    7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.

    Habiendo declarado: «Yo soy la resurrección y la vida», hizo salir a Lázaro de la tumba (Jn. 11:25, 43). 

    Juan 11:25, 43

    25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

    43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!

    Todo su discurso sobre el pan de vida es un comentario a la multiplicación de los panes (Jn. 6:11, 26- 58). 

    Juan 6:11, 26-58

    11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.

    26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.

    27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.

    28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?

    29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.

    30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?

    31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.

    32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.

    33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.

    34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.

    35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

    36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.

    37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.

    38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

    39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

    40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

    41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.

    42 Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?

    43 Jesús respondió y les dijo:No murmuréis entre vosotros.

    44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.

    45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.

    46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre.

    47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.

    48 Yo soy el pan de vida.

    49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.

    50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.

    51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

    52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

    53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

    54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

    55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

    56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.

    57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.

    58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.

    Es después de haber sanado a un hombre que había estado enfermo durante treinta y ocho años que Jesús dijo: «Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo» (Jn. 5:5-19). 

    Juan 5:5-19

    5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.

    6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?

    7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.

    8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.

    9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.

    10 Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho.

    11 El les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda.

    12 Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda?

    13 Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar.

    14 Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.

    15 El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado.

    16 Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo.

    17 Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.

    18 Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.

    La autoridad del Hijo

    19 Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.

    Los milagros efectuados por Moisés son asimismo señales de la soberanía de Dios, que tiene tanta autoridad sobre Faraón como sobre Israel (Éx. 4:5, 8-9). 

    Éxodo 4:5, 8-9

    5 Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.

    8 Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.

    9 Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.

    Cada una de las diez plagas debía producir este efecto: «Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová» (Éx. 7:5). 

    Éxodo 7:5

    5 Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos.

    La muerte de los primogénitos en particular es un juicio sobre todos los impotentes ídolos del país (Éx. 12:12). 

    Éxodo 12:12

    12 Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová.

    El milagro de las codornices demostró a Israel que el suyo era un Dios capaz de proveer a sus necesidades (Éx. 16:12). 

    Éxodo 16:12

    12 Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel; háblales, diciendo: Al caer la tarde comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan, y sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios.

    Así, se puede decir que los milagros tienen siempre un objeto espiritual; por ejemplo, Cristo rehusó deliberadamente llevar a cabo prodigios si no cumplían esta condición (Mt. 4:3-7; 12:38-40; 16:1, 4). Véase MILAGRO.

    Mateo 4:3-7 

    3 Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

    4 Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

    5 Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo,

    6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra.

    7 Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.

    Mateo 12:38-40 

    La generación perversa demanda señal

    38 Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal.

    39 El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.

    40 Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.

    Mateo 16:1, 4

    La demanda de una señal

    1 Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo.

    4 La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.

    VÉASE: Milagro
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  • Señales
    Actos de potencia, prodigios y señales. El NT designa los milagros con los términos de: 

    (A) «dunameis», «poderes», 

    (B) «terata», «prodigios, hechos asombrosos», 

    (C) «semeia», «señales» (Hch. 2:22). En efecto, el milagro es: 

    Hechos 2:22

    22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis;

    (A) Una obra de poder. Los milagros en Egipto tuvieron como objeto mostrar a Faraón el poder de Dios (Éx. 9:16), lo mismo que los ejecutados en la conquista de Canaán continuaron manifestándolo ante los israelitas (Sal. 111:6). 

    Éxodo 9:16

    16 Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.

    Salmos 111:6

    6 El poder de sus obras manifestó a su pueblo, Dándole la heredad de las naciones.

    De la misma manera, la curación de Hch. 3:6, 12, 16 demostró el poder infinito del nombre de Jesús. 

    Hechos 3:6, 12, 16

    6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.

    12 Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?

    16 Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.

    (B) Un prodigio que suscita el asombro. Toda la naturaleza está repleta de manifestaciones inexplicables del poder y de la sabiduría de Dios (Ro. 1:19- 20), y nuestro propio cuerpo es un verdadero «milagro ambulante» (pensemos sólo en el funcionamiento de nuestro cerebro). 

    Romanos 1:19-20

    19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.

    20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.

    Pero estamos tan habituados a ello que ya no nos causa asombro. Dios suscita en ocasiones prodigios inusitados para forzar al hombre a detenerse y a decir, junto con los magos de Egipto: «Dedo de Dios es éste» (Éx. 8:15; Mr. 2:12; 5:42; 6:51; 7:37; Hch. 3:10). 

    Éxodo 8:15 

    15 Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

    Marcos 2:12 

    12 Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.

    Marcos 5:42 

    42 Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente.

    Marcos 6:51 

    51 Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban.

    Marcos 7:37 

    37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.

    Hechos 3:10

    10 Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.

    (C) Una señal. El milagro no es un fin en sí mismo; dirige nuestra mirada hacia más lejos, para revelamos la presencia inmediata de Dios. 

    Demuestra que el instrumento milagroso está en relación directa con el mundo espiritual, y viene a ser el sello de su autoridad como mensajero de Dios (Jn. 2:18; 3:2; 5:36; Hch. 14:3; 2 Co. 12:12). 

    Juan 2:18 

    18 Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?

    Juan 3:2 

    2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.

    Juan 5:36 

    36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.

    Hechos 14:3 

    3 Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios.

    2 Corintios 12:12

    12 Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros.

    Por tanto, los milagros forman parte de la revelación. Los milagros de Cristo han sido el Acto, en tanto que el Evangelio ha sido la Palabra. 

    El Salvador no se limitó a enseñar, sino que actuó sobre el medio, y libró a los hombres de sus dolencias, físicas o morales. Hay una estrecha relación entre las declaraciones de Jesús y sus acciones. Inmediatamente después de haber dicho «Yo soy la luz del mundo» dio la vista al ciego de nacimiento (Jn. 8:12; 9:5-7). 

    Juan 8:12 

    Jesús, la luz del mundo

    12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

    Juan 9:5-7

    5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.

    6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego,

    7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.

    Habiendo declarado: «Yo soy la resurrección y la vida», hizo salir a Lázaro de la tumba (Jn. 11:25, 43). 

    Juan 11:25, 43

    25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

    43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!

    Todo su discurso sobre el pan de vida es un comentario a la multiplicación de los panes (Jn. 6:11, 26- 58). 

    Juan 6:11, 26-58

    11 Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.

    26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.

    27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.

    28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?

    29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.

    30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?

    31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.

    32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.

    33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.

    34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.

    35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

    36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.

    37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.

    38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

    39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

    40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

    41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.

    42 Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?

    43 Jesús respondió y les dijo:No murmuréis entre vosotros.

    44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.

    45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.

    46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre.

    47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.

    48 Yo soy el pan de vida.

    49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.

    50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.

    51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

    52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

    53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

    54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

    55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

    56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.

    57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.

    58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.

    Es después de haber sanado a un hombre que había estado enfermo durante treinta y ocho años que Jesús dijo: «Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo» (Jn. 5:5-19). 

    Juan 5:5-19

    5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.

    6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?

    7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.

    8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.

    9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.

    10 Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho.

    11 El les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda.

    12 Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda?

    13 Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar.

    14 Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.

    15 El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado.

    16 Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo.

    17 Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.

    18 Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.

    La autoridad del Hijo

    19 Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.

    Los milagros efectuados por Moisés son asimismo señales de la soberanía de Dios, que tiene tanta autoridad sobre Faraón como sobre Israel (Éx. 4:5, 8-9). 

    Éxodo 4:5, 8-9

    5 Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.

    8 Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.

    9 Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.

    Cada una de las diez plagas debía producir este efecto: «Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová» (Éx. 7:5). 

    Éxodo 7:5

    5 Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos.

    La muerte de los primogénitos en particular es un juicio sobre todos los impotentes ídolos del país (Éx. 12:12). 

    Éxodo 12:12

    12 Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová.

    El milagro de las codornices demostró a Israel que el suyo era un Dios capaz de proveer a sus necesidades (Éx. 16:12). 

    Éxodo 16:12

    12 Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel; háblales, diciendo: Al caer la tarde comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan, y sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios.

    Así, se puede decir que los milagros tienen siempre un objeto espiritual; por ejemplo, Cristo rehusó deliberadamente llevar a cabo prodigios si no cumplían esta condición (Mt. 4:3-7; 12:38-40; 16:1, 4). Véase MILAGRO.

    Mateo 4:3-7 

    3 Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

    4 Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

    5 Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo,

    6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra.

    7 Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.

    Mateo 12:38-40 

    La generación perversa demanda señal

    38 Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal.

    39 El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.

    40 Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.

    Mateo 16:1, 4

    La demanda de una señal

    1 Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo.

    4 La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.

    VÉASE:
    Milagro
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