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  • Santificar
    (a) Hacer santo, purificar, poner aparte para Dios, consagrarle personas, objetos, días, etc., ritual y sobre todo moral y espiritualmente. Los sacerdotes eran santificados para su servido con una unción de aceite santo, siendo revestidos de hábitos consagrados, y mediante sacrificios y la sangre de la expiación (Éx. 29:1, 5-7 y 20; 30:30; 1 Cr. 23:13).

    Éxodo 29:1, 5-7 y 20

    1 Esto es lo que les harás para consagrarlos, para que sean mis sacerdotes: Toma un becerro de la vacada, y dos carneros sin defecto;

    5 Y tomarás las vestiduras, y vestirás a Aarón la túnica, el manto del efod, el efod y el pectoral, y le ceñirás con el cinto del efod;

    6 y pondrás la mitra sobre su cabeza, y sobre la mitra pondrás la diadema santa.

    7 Luego tomarás el aceite de la unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y le ungirás.

    20 Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el lóbulo de la oreja de sus hijos, sobre el dedo pulgar de las manos derechas de ellos, y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos, y rociarás la sangre sobre el altar alrededor.

    Éxodo 30:30

    30 Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean mis sacerdotes.

    1 Crónicas 23:13

    13 Los hijos de Amram: Aarón y Moisés. Y Aarón fue apartado para ser dedicado a las cosas más santas, él y sus hijos para siempre, para que quemasen incienso delante de Jehová, y le ministrasen y bendijesen en su nombre, para siempre.

    El Tabernáculo, sus utensilios y el altar eran santificados de una manera análoga (Éx. 29:36-37; 30:26-29).

    Éxodo 29:36-37

    36 Cada día ofrecerás el becerro del sacrificio por el pecado, para las expiaciones; y purificarás el altar cuando hagas expiación por él, y lo ungirás para santificarlo.

    37 Por siete días harás expiación por el altar, y lo santificarás, y será un altar santísimo: cualquiera cosa que tocare el altar, será santificada.

    Éxodo 30:26-29

    26 Con él ungirás el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio,

    27 la mesa con todos sus utensilios, el candelero con todos sus utensilios, el altar del incienso,

    28 el altar del holocausto con todos sus utensilios, y la fuente y su base.

    29 Así los consagrarás, y serán cosas santísimas; todo lo que tocare en ellos, será santificado.

    El Señor participaba en esta santificación manifestando Su gloria y viniendo a morar en el santuario (Éx. 29:42-45).

    Éxodo 29:42-45

    42 Esto será el holocausto continuo por vuestras generaciones, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí.

    43 Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria.

    44 Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes.

    45 Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios.

    El Señor mismo santificó el sábado, ordenando a Su pueblo que lo pusiera aparte y lo santificara (Gn. 2:3; Éx. 20:8; véase SÁBADO).

    Génesis 2:3

    3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.

    Éxodo 20:8

    8 Acuérdate del día de reposo para santificarlo.

    Se afirma en varias ocasiones que el sábado es una señal de que Dios quiere santificar a Su pueblo (Éx. 31:13; Ez. 20:12; cfr. Ez. 37:28).

    Éxodo 31:13

    13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.

    Ezequiel 20:12

    12 Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico.

    Ezequiel 37:28

    28 Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre.

    En cuanto a nosotros, los cristianos, somos exhortados a santificarnos separándonos moralmente del mundo y de sus contaminadores (2 Co. 6:14-7:1).

    2 Corintios 6:14-7:1

    Somos templo del Dios viviente

    14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?

    15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?

    16 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo.

    17 Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré,

    18 Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.

    2 Corintios 7:1

    1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

    Ritualmente, el contacto con cosas o personas santas puede santificar (Éx. 29:37; 30:29; 1 Co. 7:14; pero cfr. Hag. 2:12).

    Éxodo 29:37

    37 Por siete días harás expiación por el altar, y lo santificarás, y será un altar santísimo: cualquiera cosa que tocare el altar, será santificada.

    Éxodo 30:29

    29 Así los consagrarás, y serán cosas santísimas; todo lo que tocare en ellos, será santificado.

    1 Corintios 7:14

    14 Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.

    Hageo 2:12

    12 Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No.

    (b) Honrar y glorificar a Dios, Su nombre, o a Cristo (Lv. 10:3; Is. 8:13; 29:23; 58:13). «Santificado sea tu nombre» (Mt. 6:9).

    Levítico 10:3

    3 Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló.

    Isaías 8:13

    13 A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.

    Isaías 29:23

    23 porque verá a sus hijos, obra de mis manos en medio de ellos, que santificarán mi nombre; y santificarán al Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel.

    Isaías 58:13

    13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras,

    Mateo 6:9

    9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

    En Mara, Moisés y Aarón no creyeron, para santificar a Jehová a los ojos del pueblo; entonces Jehová se santificó en ellos, castigándolos (Nm. 20:12-13).

    Números 20:12-13

    12 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado.

    13 Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con Jehová, y él se santificó en ellos.

    Jehová será «exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia» (Is. 5:16).

    Isaías 5:16

    16 Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia.

    Un día, la reunión de Israel y su arrepentimiento santificará a Jehová a los ojos de las naciones (Ez. 20:41-43).

    Ezequiel 20:41-43

    41 Como incienso agradable os aceptaré, cuando os haya sacado de entre los pueblos, y os haya congregado de entre las tierras en que estáis esparcidos; y seré santificado en vosotros a los ojos de las naciones.

    42 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando os haya traído a la tierra de Israel, la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a vuestros padres.

    43 Y allí os acordaréis de vuestros caminos, y de todos vuestros hechos en que os contaminasteis; y os aborreceréis a vosotros mismos a causa de todos vuestros pecados que cometisteis.

    El Padre ha santificado a su Hijo, y nosotros debemos santificar a Cristo en nuestros corazones (Jn. 10:36; 1 P. 3:15).

    Juan 10:36

    36 ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?

    1 Pedro 3:15

    15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;

    (c) Santificarse significa purificarse, separarse de toda contaminación, de todo mal. En especial, este significado lo tiene el sustantivo «santificación». Es un mandato: «Seréis santos, porque yo soy santo» (Lv. 11:44-45; 19:2; 20:7). «Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación...

    Levítico 11:44-45

    44 Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra.

    45 Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo.

    Levítico 19:2

    2 Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.

    Levítico 20:7

    7 Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.

    Nos ha llamado Dios... a santificación» (1 Ts. 4:3, 7; cfr. Ro. 1:7). «Nos escogió... para que fuésemos santos y sin mancha delante de él» (Ef. 1:4). «Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir» (1 P. 1:15, 16).

    1 Tesalonicenses 4:3, 7

    3 pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación;

    7 Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.

    Romanos 1:7

    7 a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

    Efesios 1:4

    4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,

    1 Pedro 1:15, 16

    15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;

    16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

    Es preciso santificarse, purificarse, antes de presentarse a Dios para ciertos actos religiosos (Éx. 19:22; Jos. 3:5; 7:13; 1 S. 16:5; 2 Cr. 29:5; etc.).

    Éxodo 19:22

    22 Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga en ellos estrago.

    Josué 3:5

    5 Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros.

    Josué 7:13

    13 Levántate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para mañana; porque Jehová el Dios de Israel dice así: Anatema hay en medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros.

    1 Samuel 16:5

    5 El respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio.

    2 Crónicas 29:5

    5 Y les dijo: ¡Oidme, levitas! Santificaos ahora, y santificad la casa de Jehová el Dios de vuestros padres, y sacad del santuario la inmundicia.

    La santificación es la obra del Espíritu Santo en nosotros, para purificarnos, separarnos del mal y hacemos conforme a la imagen de Cristo y aceptos a Dios. De la misma manera que no podemos merecer nuestra salvación, tampoco podemos santificarnos mediante nuestros propios esfuerzos. Es Dios quien purifica nuestros corazones por la fe (Hch. 15:9), en respuesta a nuestra fe.

    Hechos 15:9

    9 y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones.

    Es Él que nos santifica (Éx. 31:13; Lv. 20:7-8). «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo... el cual también lo hará» (1 Ts. 5:23-24).

    Éxodo 31:13

    13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.

    Levítico 20:7-8

    7 Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.

    8 Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico.

    1 Tesalonicenses 5:23-24

    23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

    24 Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.

    Los gentiles deben serle «ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo» (Ro. 15:16). «Ya habéis sido santificados... por el Espíritu de nuestro Dios» (1 Co. 6:11; 1 P. 1:2; 2 Ts. 2:13).

    Romanos 15:16

    16 para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo.

    1 Corintios 6:11

    11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

    1 Pedro 1:2

    2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

    2 Tesalonicenses 2:13

    13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,

    Para santificarnos, el Espíritu Santo se sirve sobre todo de la Palabra de verdad, que Él inspiró, y de la oración, que Él también nos inspira (Jn. 17:17; 15:3; Ef. 5:26; 1 Ti. 4:5; cfr. 1 P. 1:2).

    Juan 17:17

    17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.

    Juan 15:3

    3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.

    Efesios 5:26

    26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,

    1 Timoteo 4:5

    5 porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado.

    1 Pedro 1:2

    2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

    El Espíritu Santo glorifica a Cristo, que nos ha sido hecho santificación (1 Co. 1:30).

    1 Corintios 1:30

    30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;

    Hemos sido santificados en Él, y Él se ha santificado por nosotros (1 Co. 1:2; Jn. 17:19).

    1 Corintios 1:2

    2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:

    Juan 17:19

    19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

    El Espíritu nos revela sobre todo la verdad capital de que «somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre» (He. 10:10).

    Hebreos 10:10

    10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

    Es Su sangre la que purifica de todo pecado, después de habernos procurado el perdón (1 Jn. 1:7, 9). Ro. 6:3-4 nos muestra que después de haber muerto, en Cristo, al pecado, podemos resucitar con Él y andar en novedad de vida, teniendo «por fruto la santidad» (Ro. 6:22).

    1 Juan 1:7, 9

    7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

    9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

    Romanos 6:3-4

    3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?

    4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

    Romanos 6:22

    22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

    Todo el cap. 8 de Romanos, sin emplear el término «santificación», nos revela su secreto: «La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús» (Ro. 8:2) debe actuar en nosotros y transformar nuestra vida.

    Romanos 8:2

    2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

    Entonces no viviremos ya más bajo el dominio de la carne, sino bajo la disciplina del Espíritu, que hará morir en nosotros las acciones del cuerpo (Ro. 8:13).

    Romanos 8:13

    13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.

    Pablo habla del gran misterio de la morada del Señor en nosotros, que quiere así volvernos «perfectos en Cristo» (Col. 1:26-28).

    Colosenses 1:26-28

    26 el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,

    28 a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre;

    Se han formulado muchas teorías contradictorias acerca de la santificación. Siguiendo a Wesley, ciertos intérpretes ven en ella una «segunda bendición» que debe seguir a la conversión y que debemos recibir instantáneamente por la fe. Afirman ellos que Dios purifica entonces de inmediato nuestro corazón de su pecado original, «de todo aquello que nos impulsaba al mal». Esta doctrina se acerca peligrosamente al perfeccionismo.

    En el opuesto extremo se hallan aquellos cristianos que enseñan que nunca nos desembarazaremos aquí abajo del hombre viejo, y que nos encontraremos siempre en el lastimoso estado de Ro. 7. Estos autores no han comprendido la gloriosa solución expuesta en el cap. 8, como ya se ha descrito brevemente en los párrafos anteriores. El salvo queda liberado al entrar en la consciencia y en el disfrute de la provisión del Espíritu en él. Esta presencia es el privilegio de todo hijo de Dios, que debe vivir entonces según el Espíritu (Ro. 8:9; 1 Co. 6:19).

    Romanos 8:9

    9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

    1 Corintios 6:19

    19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

    Así, aunque verdaderamente la erradicación del «hombre viejo» sólo tendrá lugar para el cristiano bien por la muerte, bien por la transformación en el arrebatamiento (cfr. 1 Co. 15:51-54; 1 Ts. 4:14-17), el creyente tiene el privilegio de andar en el poder de la nueva vida en resurrección en Cristo, y por tanto de considerarse en la práctica tal como está ya posicionalmente: muerto al pecado (cfr. Ro. 6: Col. 3).

    1 Corintios 15:51-54

    51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,

    52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

    53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

    54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.

    1 Tesalonicenses 4:14-17

    14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.

    17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

    Romanos 6

    Muertos al pecado

    1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?

    2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?

    3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?

    4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

    5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;

    6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

    7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.

    8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;

    9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.

    10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.

    11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

    12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;

    13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

    14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

    Siervos de la justicia

    15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.

    16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?

    17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;

    18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.

    19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.

    20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.

    21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.

    22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

    23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

    Colosenses 3

    1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

    2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

    3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

    4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

    La vida antigua y la nueva

    5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;

    6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,

    7 en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.

    8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.

    9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,

    10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,

    11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.

    12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;

    13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

    14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.

    15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

    16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.

    17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

    Deberes sociales de la nueva vida

    18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.

    19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

    20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.

    21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.

    22 Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios.

    23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;

    24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.

    25 Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas.

    De esta manera, el creyente puede vivir una vida victoriosa; no obstante, se debe tener en cuenta en todo caso que el andar del cristiano está continuamente sostenido por el oficio intercesor de Cristo en el Cielo (véase INTERCESIÓN) Hay también provisión «si alguno pecare», en Cristo como Abogado (1 Jn. 1:9-2:2).

    1 Juan 1:9-2:2

    9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

    10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

    1 Juan 2:1-2

    Cristo, nuestro abogado

    1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

    2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

    Guardados por el poder de Dios para salvación (1 P. 1:5), y con el Espíritu Santo, que puede santificarnos por completo, y guardar nuestro espíritu, alma y cuerpo irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo, el cristiano puede así vivir una vida grata a Dios. Y tiene un poderoso motivo para ello, porque el Señor Jesucristo vendrá «para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron» (2 Ts. 1:10).

    1 Pedro 1:5

    5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.

    2 Tesalonicenses 1:10

    10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).

    Bibliografía:

    Campbell-Morgan G.: «El discipulado cristiano» (Clíe, Terrassa, 1984) Chafer, L. S.: «El hombre espiritual» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona 1973) Darby, J. N.: «Santification» en The Bible Treasury sept /oct 1909 (H. L. Heijkoop Winschoten, Holanda, reimpr. 1969) Kelly, W.: «Santification» en The Bible Treasury jun./sept 1917, Maxwell, L. E.: «Born Crucified» (Moody Press, Chicago, 1945/1973) Nee, T. S.: «La cruz en la vida cristiana normal» (Hebrón, San Ignacio, Argentina, 1963) Nee, T. S.: «La vida cristiana normal» (Hebrón, 1965), Nee, T. S.: «¿Que haré, Señor?» (Hebrón 1965) Stanford, M. J.: «El principio de la posición» (Clíe, Terrassa, 1979) Simpson, A. B.: «Andando en el Espíritu» (Clíe, Terrassa, 1984).

    VÉASE: Sábado , Intercesión
  • DICCIONARIO
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  • Santificar
    (a) Hacer santo, purificar, poner aparte para Dios, consagrarle personas, objetos, días, etc., ritual y sobre todo moral y espiritualmente. Los sacerdotes eran santificados para su servido con una unción de aceite santo, siendo revestidos de hábitos consagrados, y mediante sacrificios y la sangre de la expiación (Éx. 29:1, 5-7 y 20; 30:30; 1 Cr. 23:13).

    Éxodo 29:1, 5-7 y 20

    1 Esto es lo que les harás para consagrarlos, para que sean mis sacerdotes: Toma un becerro de la vacada, y dos carneros sin defecto;

    5 Y tomarás las vestiduras, y vestirás a Aarón la túnica, el manto del efod, el efod y el pectoral, y le ceñirás con el cinto del efod;

    6 y pondrás la mitra sobre su cabeza, y sobre la mitra pondrás la diadema santa.

    7 Luego tomarás el aceite de la unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y le ungirás.

    20 Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el lóbulo de la oreja de sus hijos, sobre el dedo pulgar de las manos derechas de ellos, y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos, y rociarás la sangre sobre el altar alrededor.

    Éxodo 30:30

    30 Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean mis sacerdotes.

    1 Crónicas 23:13

    13 Los hijos de Amram: Aarón y Moisés. Y Aarón fue apartado para ser dedicado a las cosas más santas, él y sus hijos para siempre, para que quemasen incienso delante de Jehová, y le ministrasen y bendijesen en su nombre, para siempre.

    El Tabernáculo, sus utensilios y el altar eran santificados de una manera análoga (Éx. 29:36-37; 30:26-29).

    Éxodo 29:36-37

    36 Cada día ofrecerás el becerro del sacrificio por el pecado, para las expiaciones; y purificarás el altar cuando hagas expiación por él, y lo ungirás para santificarlo.

    37 Por siete días harás expiación por el altar, y lo santificarás, y será un altar santísimo: cualquiera cosa que tocare el altar, será santificada.

    Éxodo 30:26-29

    26 Con él ungirás el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio,

    27 la mesa con todos sus utensilios, el candelero con todos sus utensilios, el altar del incienso,

    28 el altar del holocausto con todos sus utensilios, y la fuente y su base.

    29 Así los consagrarás, y serán cosas santísimas; todo lo que tocare en ellos, será santificado.

    El Señor participaba en esta santificación manifestando Su gloria y viniendo a morar en el santuario (Éx. 29:42-45).

    Éxodo 29:42-45

    42 Esto será el holocausto continuo por vuestras generaciones, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí.

    43 Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria.

    44 Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes.

    45 Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios.

    El Señor mismo santificó el sábado, ordenando a Su pueblo que lo pusiera aparte y lo santificara (Gn. 2:3; Éx. 20:8; véase SÁBADO).

    Génesis 2:3

    3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.

    Éxodo 20:8

    8 Acuérdate del día de reposo para santificarlo.

    Se afirma en varias ocasiones que el sábado es una señal de que Dios quiere santificar a Su pueblo (Éx. 31:13; Ez. 20:12; cfr. Ez. 37:28).

    Éxodo 31:13

    13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.

    Ezequiel 20:12

    12 Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico.

    Ezequiel 37:28

    28 Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre.

    En cuanto a nosotros, los cristianos, somos exhortados a santificarnos separándonos moralmente del mundo y de sus contaminadores (2 Co. 6:14-7:1).

    2 Corintios 6:14-7:1

    Somos templo del Dios viviente

    14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?

    15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?

    16 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo.

    17 Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré,

    18 Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.

    2 Corintios 7:1

    1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

    Ritualmente, el contacto con cosas o personas santas puede santificar (Éx. 29:37; 30:29; 1 Co. 7:14; pero cfr. Hag. 2:12).

    Éxodo 29:37

    37 Por siete días harás expiación por el altar, y lo santificarás, y será un altar santísimo: cualquiera cosa que tocare el altar, será santificada.

    Éxodo 30:29

    29 Así los consagrarás, y serán cosas santísimas; todo lo que tocare en ellos, será santificado.

    1 Corintios 7:14

    14 Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.

    Hageo 2:12

    12 Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No.

    (b) Honrar y glorificar a Dios, Su nombre, o a Cristo (Lv. 10:3; Is. 8:13; 29:23; 58:13). «Santificado sea tu nombre» (Mt. 6:9).

    Levítico 10:3

    3 Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló.

    Isaías 8:13

    13 A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.

    Isaías 29:23

    23 porque verá a sus hijos, obra de mis manos en medio de ellos, que santificarán mi nombre; y santificarán al Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel.

    Isaías 58:13

    13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras,

    Mateo 6:9

    9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

    En Mara, Moisés y Aarón no creyeron, para santificar a Jehová a los ojos del pueblo; entonces Jehová se santificó en ellos, castigándolos (Nm. 20:12-13).

    Números 20:12-13

    12 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado.

    13 Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con Jehová, y él se santificó en ellos.

    Jehová será «exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia» (Is. 5:16).

    Isaías 5:16

    16 Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia.

    Un día, la reunión de Israel y su arrepentimiento santificará a Jehová a los ojos de las naciones (Ez. 20:41-43).

    Ezequiel 20:41-43

    41 Como incienso agradable os aceptaré, cuando os haya sacado de entre los pueblos, y os haya congregado de entre las tierras en que estáis esparcidos; y seré santificado en vosotros a los ojos de las naciones.

    42 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando os haya traído a la tierra de Israel, la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a vuestros padres.

    43 Y allí os acordaréis de vuestros caminos, y de todos vuestros hechos en que os contaminasteis; y os aborreceréis a vosotros mismos a causa de todos vuestros pecados que cometisteis.

    El Padre ha santificado a su Hijo, y nosotros debemos santificar a Cristo en nuestros corazones (Jn. 10:36; 1 P. 3:15).

    Juan 10:36

    36 ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?

    1 Pedro 3:15

    15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;

    (c) Santificarse significa purificarse, separarse de toda contaminación, de todo mal. En especial, este significado lo tiene el sustantivo «santificación». Es un mandato: «Seréis santos, porque yo soy santo» (Lv. 11:44-45; 19:2; 20:7). «Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación...

    Levítico 11:44-45

    44 Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra.

    45 Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo.

    Levítico 19:2

    2 Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.

    Levítico 20:7

    7 Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.

    Nos ha llamado Dios... a santificación» (1 Ts. 4:3, 7; cfr. Ro. 1:7). «Nos escogió... para que fuésemos santos y sin mancha delante de él» (Ef. 1:4). «Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir» (1 P. 1:15, 16).

    1 Tesalonicenses 4:3, 7

    3 pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación;

    7 Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.

    Romanos 1:7

    7 a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

    Efesios 1:4

    4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,

    1 Pedro 1:15, 16

    15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;

    16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

    Es preciso santificarse, purificarse, antes de presentarse a Dios para ciertos actos religiosos (Éx. 19:22; Jos. 3:5; 7:13; 1 S. 16:5; 2 Cr. 29:5; etc.).

    Éxodo 19:22

    22 Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga en ellos estrago.

    Josué 3:5

    5 Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros.

    Josué 7:13

    13 Levántate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para mañana; porque Jehová el Dios de Israel dice así: Anatema hay en medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros.

    1 Samuel 16:5

    5 El respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio.

    2 Crónicas 29:5

    5 Y les dijo: ¡Oidme, levitas! Santificaos ahora, y santificad la casa de Jehová el Dios de vuestros padres, y sacad del santuario la inmundicia.

    La santificación es la obra del Espíritu Santo en nosotros, para purificarnos, separarnos del mal y hacemos conforme a la imagen de Cristo y aceptos a Dios. De la misma manera que no podemos merecer nuestra salvación, tampoco podemos santificarnos mediante nuestros propios esfuerzos. Es Dios quien purifica nuestros corazones por la fe (Hch. 15:9), en respuesta a nuestra fe.

    Hechos 15:9

    9 y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones.

    Es Él que nos santifica (Éx. 31:13; Lv. 20:7-8). «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo... el cual también lo hará» (1 Ts. 5:23-24).

    Éxodo 31:13

    13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.

    Levítico 20:7-8

    7 Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.

    8 Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico.

    1 Tesalonicenses 5:23-24

    23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

    24 Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.

    Los gentiles deben serle «ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo» (Ro. 15:16). «Ya habéis sido santificados... por el Espíritu de nuestro Dios» (1 Co. 6:11; 1 P. 1:2; 2 Ts. 2:13).

    Romanos 15:16

    16 para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo.

    1 Corintios 6:11

    11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

    1 Pedro 1:2

    2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

    2 Tesalonicenses 2:13

    13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,

    Para santificarnos, el Espíritu Santo se sirve sobre todo de la Palabra de verdad, que Él inspiró, y de la oración, que Él también nos inspira (Jn. 17:17; 15:3; Ef. 5:26; 1 Ti. 4:5; cfr. 1 P. 1:2).

    Juan 17:17

    17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.

    Juan 15:3

    3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.

    Efesios 5:26

    26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,

    1 Timoteo 4:5

    5 porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado.

    1 Pedro 1:2

    2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

    El Espíritu Santo glorifica a Cristo, que nos ha sido hecho santificación (1 Co. 1:30).

    1 Corintios 1:30

    30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;

    Hemos sido santificados en Él, y Él se ha santificado por nosotros (1 Co. 1:2; Jn. 17:19).

    1 Corintios 1:2

    2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:

    Juan 17:19

    19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

    El Espíritu nos revela sobre todo la verdad capital de que «somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre» (He. 10:10).

    Hebreos 10:10

    10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

    Es Su sangre la que purifica de todo pecado, después de habernos procurado el perdón (1 Jn. 1:7, 9). Ro. 6:3-4 nos muestra que después de haber muerto, en Cristo, al pecado, podemos resucitar con Él y andar en novedad de vida, teniendo «por fruto la santidad» (Ro. 6:22).

    1 Juan 1:7, 9

    7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

    9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

    Romanos 6:3-4

    3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?

    4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

    Romanos 6:22

    22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

    Todo el cap. 8 de Romanos, sin emplear el término «santificación», nos revela su secreto: «La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús» (Ro. 8:2) debe actuar en nosotros y transformar nuestra vida.

    Romanos 8:2

    2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

    Entonces no viviremos ya más bajo el dominio de la carne, sino bajo la disciplina del Espíritu, que hará morir en nosotros las acciones del cuerpo (Ro. 8:13).

    Romanos 8:13

    13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.

    Pablo habla del gran misterio de la morada del Señor en nosotros, que quiere así volvernos «perfectos en Cristo» (Col. 1:26-28).

    Colosenses 1:26-28

    26 el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,

    28 a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre;

    Se han formulado muchas teorías contradictorias acerca de la santificación. Siguiendo a Wesley, ciertos intérpretes ven en ella una «segunda bendición» que debe seguir a la conversión y que debemos recibir instantáneamente por la fe. Afirman ellos que Dios purifica entonces de inmediato nuestro corazón de su pecado original, «de todo aquello que nos impulsaba al mal». Esta doctrina se acerca peligrosamente al perfeccionismo.

    En el opuesto extremo se hallan aquellos cristianos que enseñan que nunca nos desembarazaremos aquí abajo del hombre viejo, y que nos encontraremos siempre en el lastimoso estado de Ro. 7. Estos autores no han comprendido la gloriosa solución expuesta en el cap. 8, como ya se ha descrito brevemente en los párrafos anteriores. El salvo queda liberado al entrar en la consciencia y en el disfrute de la provisión del Espíritu en él. Esta presencia es el privilegio de todo hijo de Dios, que debe vivir entonces según el Espíritu (Ro. 8:9; 1 Co. 6:19).

    Romanos 8:9

    9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

    1 Corintios 6:19

    19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

    Así, aunque verdaderamente la erradicación del «hombre viejo» sólo tendrá lugar para el cristiano bien por la muerte, bien por la transformación en el arrebatamiento (cfr. 1 Co. 15:51-54; 1 Ts. 4:14-17), el creyente tiene el privilegio de andar en el poder de la nueva vida en resurrección en Cristo, y por tanto de considerarse en la práctica tal como está ya posicionalmente: muerto al pecado (cfr. Ro. 6: Col. 3).

    1 Corintios 15:51-54

    51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,

    52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

    53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

    54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.

    1 Tesalonicenses 4:14-17

    14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.

    17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

    Romanos 6

    Muertos al pecado

    1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?

    2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?

    3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?

    4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

    5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;

    6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

    7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.

    8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;

    9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.

    10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.

    11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

    12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;

    13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

    14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

    Siervos de la justicia

    15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.

    16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?

    17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;

    18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.

    19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.

    20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.

    21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.

    22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

    23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

    Colosenses 3

    1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

    2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

    3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

    4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

    La vida antigua y la nueva

    5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;

    6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,

    7 en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.

    8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.

    9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,

    10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,

    11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.

    12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;

    13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

    14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.

    15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

    16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.

    17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

    Deberes sociales de la nueva vida

    18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.

    19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

    20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.

    21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.

    22 Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios.

    23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;

    24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.

    25 Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas.

    De esta manera, el creyente puede vivir una vida victoriosa; no obstante, se debe tener en cuenta en todo caso que el andar del cristiano está continuamente sostenido por el oficio intercesor de Cristo en el Cielo (véase INTERCESIÓN) Hay también provisión «si alguno pecare», en Cristo como Abogado (1 Jn. 1:9-2:2).

    1 Juan 1:9-2:2

    9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

    10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

    1 Juan 2:1-2

    Cristo, nuestro abogado

    1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

    2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

    Guardados por el poder de Dios para salvación (1 P. 1:5), y con el Espíritu Santo, que puede santificarnos por completo, y guardar nuestro espíritu, alma y cuerpo irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo, el cristiano puede así vivir una vida grata a Dios. Y tiene un poderoso motivo para ello, porque el Señor Jesucristo vendrá «para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron» (2 Ts. 1:10).

    1 Pedro 1:5

    5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.

    2 Tesalonicenses 1:10

    10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).

    Bibliografía:

    Campbell-Morgan G.: «El discipulado cristiano» (Clíe, Terrassa, 1984) Chafer, L. S.: «El hombre espiritual» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona 1973) Darby, J. N.: «Santification» en The Bible Treasury sept /oct 1909 (H. L. Heijkoop Winschoten, Holanda, reimpr. 1969) Kelly, W.: «Santification» en The Bible Treasury jun./sept 1917, Maxwell, L. E.: «Born Crucified» (Moody Press, Chicago, 1945/1973) Nee, T. S.: «La cruz en la vida cristiana normal» (Hebrón, San Ignacio, Argentina, 1963) Nee, T. S.: «La vida cristiana normal» (Hebrón, 1965), Nee, T. S.: «¿Que haré, Señor?» (Hebrón 1965) Stanford, M. J.: «El principio de la posición» (Clíe, Terrassa, 1979) Simpson, A. B.: «Andando en el Espíritu» (Clíe, Terrassa, 1984).

    VÉASE:
    Sábado , Intercesión
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