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  • Poesía

    vet, La poesía, una de las formas más antiguas de la literatura, acompañaba frecuentemente a la danza, dándole el ritmo (Éx. 15:20, 21). 

    Éxodo 15:20, 21

    20 Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas.

    21 Y María les respondía: Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; Ha echado en el mar al caballo y al jinete.

    Un pueblo joven expresa sus emociones mediante imágenes contrastadas, que su viva imaginación saca de la naturaleza. 

    La poesía de los antiguos hebreos presenta estas circunstancias. Las palabras de Sara acerca de su recién nacido tienen una forma poética (Gn. 21:6, 7). 

    Génesis 21:6, 7

    6 Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reir, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo.

    7 Y añadió: ¿Quién dijera a Abraham que Sara habría de dar de mamar a hijos? Pues le he dado un hijo en su vejez.

    Jacob, antes de morir, reúne a sus doce hijos, y pronuncia sobre cada uno de ellos una bendición, a la vez profética y poética (Gn. 49). 

    Génesis 49

    Profecía de Jacob acerca de sus hijos

    1 Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los días venideros.

    2 Juntaos y oíd, hijos de Jacob, Y escuchad a vuestro padre Israel.

    3 Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; Principal en dignidad, principal en poder.

    4 Impetuoso como las aguas, no serás el principal, Por cuanto subiste al lecho de tu padre; Entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.

    5 Simeón y Leví son hermanos; Armas de iniquidad sus armas.

    6 En su consejo no entre mi alma, Ni mi espíritu se junte en su compañía. Porque en su furor mataron hombres, Y en su temeridad desjarretaron toros.

    7 Maldito su furor, que fue fiero; Y su ira, que fue dura. Yo los apartaré en Jacob, Y los esparciré en Israel.

    8 Judá, te alabarán tus hermanos; Tu mano en la cerviz de tus enemigos; Los hijos de tu padre se inclinarán a ti.

    9 Cachorro de león, Judá; De la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león, Así como león viejo: ¿quién lo despertará?

    10 No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos.

    11 Atando a la vid su pollino, Y a la cepa el hijo de su asna, Lavó en el vino su vestido, Y en la sangre de uvas su manto.

    12 Sus ojos, rojos del vino, Y sus dientes blancos de la leche.

    13 Zabulón en puertos de mar habitará; Será para puerto de naves, Y su límite hasta Sidón.

    14 Isacar, asno fuerte Que se recuesta entre los apriscos;

    15 Y vio que el descanso era bueno, y que la tierra era deleitosa; Y bajó su hombro para llevar, Y sirvió en tributo.

    16 Dan juzgará a su pueblo, Como una de las tribus de Israel.

    17 Será Dan serpiente junto al camino, Víbora junto a la senda, Que muerde los talones del caballo, Y hace caer hacia atrás al jinete.

    18 Tu salvación esperé, oh Jehová.

    19 Gad, ejército lo acometerá; Mas él acometerá al fin.

    20 El pan de Aser será substancioso, Y él dará deleites al rey.

    21 Neftalí, cierva suelta, Que pronunciará dichos hermosos.

    22 Rama fructífera es José, Rama fructífera junto a una fuente, Cuyos vástagos se extienden sobre el muro.

    23 Le causaron amargura, Le asaetearon, Y le aborrecieron los arqueros;

    24 Mas su arco se mantuvo poderoso, Y los brazos de sus manos se fortalecieron Por las manos del Fuerte de Jacob (Por el nombre del Pastor, la Roca de Israel),

    25 Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, Por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá Con bendiciones de los cielos de arriba, Con bendiciones del abismo que está abajo, Con bendiciones de los pechos y del vientre.

    26 Las bendiciones de tu padre Fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; Hasta el término de los collados eternos Serán sobre la cabeza de José, Y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos.

    27 Benjamín es lobo arrebatador; A la mañana comerá la presa, Y a la tarde repartirá los despojos.

    Muerte y sepelio de Jacob

    28 Todos éstos fueron las doce tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo, al bendecirlos; a cada uno por su bendición los bendijo.

    29 Les mandó luego, y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo,

    30 en la cueva que está en el campo de Macpela, al oriente de Mamre en la tierra de Canaán, la cual compró Abraham con el mismo campo de Efrón el heteo, para heredad de sepultura.

    31 Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer; allí también sepulté yo a Lea.

    32 La compra del campo y de la cueva que está en él, fue de los hijos de Het.

    33 Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró, y fue reunido con sus padres.

    Lleno de gratitud hacia el Señor, que había arrojado al mar a todo el ejército de Faraón, y dándose cuenta de que los cananeos se llenarían de terror, Moisés expresó sus sentimientos y los de los israelitas en un sencillo y admirable cántico (Éx. 15:1-19), al que María, su hermana, añadió el suyo (Éx. 15:20, 21). 

    Éxodo 15:1-19

    Cántico de Moisés y de María

    1 Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová, y dijeron: Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; Ha echado en el mar al caballo y al jinete.

    2 Jehová es mi fortaleza y mi cántico, Y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré.

    3 Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre.

    4 Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército; Y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo.

    5 Los abismos los cubrieron; Descendieron a las profundidades como piedra.

    6 Tu diestra, oh Jehová, ha sido magnificada en poder; Tu diestra, oh Jehová, ha quebrantado al enemigo.

    7 Y con la grandeza de tu poder has derribado a los que se levantaron contra ti. Enviaste tu ira; los consumió como a hojarasca.

    8 Al soplo de tu aliento se amontonaron las aguas; Se juntaron las corrientes como en un montón; Los abismos se cuajaron en medio del mar.

    9 El enemigo dijo: Perseguiré, apresaré, repartiré despojos; Mi alma se saciará de ellos; Sacaré mi espada, los destruirá mi mano.

    10 Soplaste con tu viento; los cubrió el mar; Se hundieron como plomo en las impetuosas aguas.

    11 ¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?

    12 Extendiste tu diestra; La tierra los tragó.

    13 Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste; Lo llevaste con tu poder a tu santa morada.

    14 Lo oirán los pueblos, y temblarán; Se apoderará dolor de la tierra de los filisteos.

    15 Entonces los caudillos de Edom se turbarán; A los valientes de Moab les sobrecogerá temblor; Se acobardarán todos los moradores de Canaán.

    16 Caiga sobre ellos temblor y espanto; A la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra; Hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehová, Hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste.

    17 Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, En el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, En el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado.

    18 Jehová reinará eternamente y para siempre.

    19 Porque Faraón entró cabalgando con sus carros y su gente de a caballo en el mar, y Jehová hizo volver las aguas del mar sobre ellos; mas los hijos de Israel pasaron en seco por en medio del mar.

    Éxodo 15:20, 21

    20 Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas.

    21 Y María les respondía: Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; Ha echado en el mar al caballo y al jinete.

    La antigua poesía hebrea no se apoya en la rima. Se hallan algunos poemas que presentan ciertas cesuras, pero ello es la excepción. 

    La asonancia, la aliteración y la rima, aunque son frecuentes en la poesía oriental, se hallan raramente entre los hebreos. 

    No utilizan tampoco una sucesión regular de sílabas acentuadas y átonas. Pero un intenso sentido del ritmo hizo que los poetas produjeran versos conteniendo la misma cantidad de palabras, o al menos de acentos tónicos. 

    Los versos y el sentido terminan simultáneamente (salvo en casos excepcionales, como en el Sal. 92, donde el versículo 14 prosigue al versículo 15). 

    Salmos 92

    Alabanza por la bondad de Dios

    1 Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;

    2 Anunciar por la mañana tu misericordia, Y tu fidelidad cada noche,

    3 En el decacordio y en el salterio, En tono suave con el arpa.

    4 Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras; En las obras de tus manos me gozo.

    5 ¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos.

    6 El hombre necio no sabe, Y el insensato no entiende esto.

    7 Cuando brotan los impíos como la hierba, Y florecen todos los que hacen iniquidad, Es para ser destruidos eternamente.

    8 Mas tú, Jehová, para siempre eres Altísimo.

    9 Porque he aquí tus enemigos, oh Jehová, Porque he aquí, perecerán tus enemigos; Serán esparcidos todos los que hacen maldad.

    10 Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco.

    11 Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos; Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos.

    12 El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano.

    13 Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán.

    14 Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes,

    15 Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, Y que en él no hay injusticia.

    El carácter esencial de la poesía hebrea es el paralelismo, de manera que el segundo verso es de una u otra manera un eco del precedente. 

    Esta particularidad tiene la inmensa ventaja de que persiste tras la traducción, lo que no sucede con la rima. Robert Lowth fue el primero en atraer la atención hacia esta particularidad, en 1753, y destacó tres tipos de paralelismo: el sinónimo, el sintético y el antitético. 

    Hay además otras variedades. 

    (a) Paralelismo sinónimo. El pensamiento del primer verso se repite en otras palabras en el segundo verso (p. ej.: Gn. 4:23): Ada y Zila, oíd mi voz; Mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: La estrofa: Que un varón mataré por mi herida, Y un joven por mi golpe, ofrece el mismo paralelismo sinónimo que la primera. 

    Génesis 4:23

    23 Y dijo Lamec a sus mujeres: Ada y Zila, oíd mi voz; Mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: Que un varón mataré por mi herida, Y un joven por mi golpe.

    Lamec no había dado muerte a dos personas (en el original está en pretérito) sino a una sola. 

    El conocimiento de este paralelismo sinónimo permite aclarar ciertos pasajes ambiguos a primera vista. 

    Por ejemplo, el Sal. 22:20: Libra de la espada mi alma, Del poder del perro mi única. La única es, en efecto, el alma del salmista, su vida (de hecho, las revisiones modernas de Reina-Valera dicen «mi vida»). 

    Salmos 22:20

    20 Libra de la espada mi alma, Del poder del perro mi vida.

    (b) Paralelismo por gradación ascendente. La segunda línea emite una idea nueva, más o menos estrechamente relacionada con la primera, p. ej., Jb. 3:17: Allí los impíos dejan de perturbar. Y allí descansan los de agotadas fuerzas. 

    Job 3:17

    17 Allí los impíos dejan de perturbar, Y allí descansan los de agotadas fuerzas.

    (c) Paralelismo sintético. La primera parte sirve de base a la idea introducida por la segunda, p. ej., Sal. 25:12: ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger. Pr. 26:4: Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, Para que no seas tú también como él Sal. 24:9: Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria. 

    Salmos 25:12

    12 ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger.

    Proverbios 26:4

    4 Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, Para que no seas tú también como él.

    Salmos 24:9

    9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.

    (d) Paralelismo enfático. Los términos característicos se repiten, para redondear el pensamiento, p. ej., Sal. 29:5: Voz de Jehová que quebranta los cedros; Quebrantó Jehová los cedros del Líbano. Sal. 121:3, 4: No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. 

    Salmos 29:5

    5 Voz de Jehová que quebranta los cedros; Quebrantó Jehová los cedros del Líbano.

    Salmos 121:3, 4

    3 No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda.

    4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel.

    (e) Paralelismo antitético. El segundo pensamiento hace resurgir el primero, por antítesis; p. ej., Pr. 10:1: El hijo sabio alegra al padre, Mas el necio es tristeza de su madre. Mt. 8:20: Las zorras tienen guaridas, Y las aves del cielo nidos; Mas el Hijo del hombre no tiene dónde recostar su cabeza. 

    Proverbios 10:1

    Contraste entre el justo y el malvado

    1 Los proverbios de Salomón. El hijo sabio alegra al padre, Pero el hijo necio es tristeza de su madre.

    Mateo 8:20

    20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.

    (f) Paralelismo comparativo. Una similitud, tomada de un dominio familiar, aclara el pensamiento; p. ej., Sal. 42:1: Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. 

    Salmos 42:1

    Mi alma tiene sed de Dios

    1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

    El paralelismo se sirve por lo general de dísticos (dos versos que dan conjuntamente un sentido cabal), pero en ocasiones se usan trísticos (véanse los ejemplos anteriores). 

    Se encuentran también paralelismos extendidos a las estrofas del cuarto o quinto verso (Sal. 1:3; 27:4, 9; 37:7, 14, 20, 25, 28, 34, 40). 

    Salmos 1:3 

    3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.

    Salmos 27:4, 9 

    4 Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.

    9 No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; Mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.

    Salmos 37:7, 14, 20, 25, 28, 34, 40

    7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades.

    14 Los impíos desenvainan espada y entesan su arco, Para derribar al pobre y al menesteroso, Para matar a los de recto proceder.

    20 Mas los impíos perecerán, Y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros Serán consumidos; se disiparán como el humo.

    25 Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan.

    28 Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida.

    34 Espera en Jehová, y guarda su camino, Y él te exaltará para heredar la tierra; Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.

    40 Jehová los ayudará y los librará; Los libertará de los impíos, y los salvará, Por cuanto en él esperaron.

    La estrofa no constituye un elemento esencial de la poesía heb., encontrándose sin embargo en los Sal. 42 y 43, que formaban originalmente un solo poema, dividido en partes iguales por un refrán. 

    Salmos 42

    Mi alma tiene sed de Dios

    1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

    2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

    3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?

    4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

    5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.

    6 Dios mío, mi alma está abatida en mí; Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.

    7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.

    8 Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida.

    9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?

    10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?

    11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.

    Salmos 43

    Plegaria pidiendo vindicación y liberación

    1 Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa; Líbrame de gente impía, y del hombre engañoso e inicuo.

    2 Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado? ¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo?

    3 Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; Me conducirán a tu santo monte, Y a tus moradas.

    4 Entraré al altar de Dios, Al Dios de mi alegría y de mi gozo; Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.

    5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.

    El Sal. 46 está compuesto de tres grupos de tres versos cada uno; cada uno de ellos va seguido de una pausa (Selah), y cada uno de los dos grupos va seguido de un refrán. 

    Salmos 46

    Dios es nuestro amparo y fortaleza

    1 Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

    2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar;

    3 Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah

    4 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, El santuario de las moradas del Altísimo.

    5 Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana.

    6 Bramaron las naciones, titubearon los reinos; Dio él su voz, se derritió la tierra.

    7 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah

    8 Venid, ved las obras de Jehová, Que ha puesto asolamientos en la tierra.

    9 Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, Y quema los carros en el fuego.

    10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.

    11 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah

    Hay asimismo los salmos alfabéticos, en los que cada verso comienza, en heb., con una letra del alfabeto, y en los que el salmista observa, con mayor o menor rigor el orden alfabético (Sal. 25; 34; 37). 

    Salmos 25 

    David implora dirección, perdón y protección

    1 A ti, oh Jehová, levantaré mi alma.

    2 Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado, No se alegren de mí mis enemigos.

    3 Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.

    4 Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas.

    5 Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día.

    6 Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, Que son perpetuas.

    7 De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; Conforme a tu misericordia acuérdate de mí, Por tu bondad, oh Jehová.

    8 Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.

    9 Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera.

    10 Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios.

    11 Por amor de tu nombre, oh Jehová, Perdonarás también mi pecado, que es grande.

    12 ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger.

    13 Gozará él de bienestar, Y su descendencia heredará la tierra.

    14 La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto.

    15 Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies de la red.

    16 Mírame, y ten misericordia de mí, Porque estoy solo y afligido.

    17 Las angustias de mi corazón se han aumentado; Sácame de mis congojas.

    18 Mira mi aflicción y mi trabajo, Y perdona todos mis pecados.

    19 Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado, Y con odio violento me aborrecen.

    20 Guarda mi alma, y líbrame; No sea yo avergonzado, porque en ti confié.

    21 Integridad y rectitud me guarden, Porque en ti he esperado.

    22 Redime, oh Dios, a Israel De todas sus angustias.

    Salmos 34 

    La protección divina

    1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.

    2 En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán.

    3 Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre.

    4 Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores.

    5 Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados.

    6 Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias.

    7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende.

    8 Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él.

    9 Temed a Jehová, vosotros sus santos, Pues nada falta a los que le temen.

    10 Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.

    11 Venid, hijos, oídme; El temor de Jehová os enseñaré.

    12 ¿Quién es el hombre que desea vida, Que desea muchos días para ver el bien?

    13 Guarda tu lengua del mal, Y tus labios de hablar engaño.

    14 Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.

    15 Los ojos de Jehová están sobre los justos, Y atentos sus oídos al clamor de ellos.

    16 La ira de Jehová contra los que hacen mal, Para cortar de la tierra la memoria de ellos.

    17 Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias.

    18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu.

    19 Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová.

    20 El guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será quebrantado.

    21 Matará al malo la maldad, Y los que aborrecen al justo serán condenados.

    22 Jehová redime el alma de sus siervos, Y no serán condenados cuantos en él confían.

    Salmos 37

    El camino de los malos

    1 No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.

    2 Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán.

    3 Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.

    4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón.

    5 Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.

    6 Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía.

    7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades.

    8 Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo.

    9 Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.

    10 Pues de aquí a poco no existirá el malo; Observarás su lugar, y no estará allí.

    11 Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz.

    12 Maquina el impío contra el justo, Y cruje contra él sus dientes;

    13 El Señor se reirá de él; Porque ve que viene su día.

    14 Los impíos desenvainan espada y entesan su arco, Para derribar al pobre y al menesteroso, Para matar a los de recto proceder.

    15 Su espada entrará en su mismo corazón, Y su arco será quebrado.

    16 Mejor es lo poco del justo, Que las riquezas de muchos pecadores.

    17 Porque los brazos de los impíos serán quebrados; Mas el que sostiene a los justos es Jehová.

    18 Conoce Jehová los días de los perfectos, Y la heredad de ellos será para siempre.

    19 No serán avergonzados en el mal tiempo, Y en los días de hambre serán saciados.

    20 Mas los impíos perecerán, Y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros Serán consumidos; se disiparán como el humo.

    21 El impío toma prestado, y no paga; Mas el justo tiene misericordia, y da.

    22 Porque los benditos de él heredarán la tierra; Y los malditos de él serán destruidos.

    23 Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, Y él aprueba su camino.

    24 Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, Porque Jehová sostiene su mano.

    25 Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan.

    26 En todo tiempo tiene misericordia, y presta; Y su descendencia es para bendición.

    27 Apártate del mal, y haz el bien, Y vivirás para siempre.

    28 Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida.

    29 Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella.

    30 La boca del justo habla sabiduría, Y su lengua habla justicia.

    31 La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto, sus pies no resbalarán.

    32 Acecha el impío al justo, Y procura matarlo.

    33 Jehová no lo dejará en sus manos, Ni lo condenará cuando le juzgaren.

    34 Espera en Jehová, y guarda su camino, Y él te exaltará para heredar la tierra; Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.

    35 Vi yo al impío sumamente enaltecido, Y que se extendía como laurel verde.

    36 Pero él pasó, y he aquí ya no estaba; Lo busqué, y no fue hallado.

    37 Considera al íntegro, y mira al justo; Porque hay un final dichoso para el hombre de paz.

    38 Mas los transgresores serán todos a una destruidos; La posteridad de los impíos será extinguida.

    39 Pero la salvación de los justos es de Jehová, Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia.

    40 Jehová los ayudará y los librará; Los libertará de los impíos, y los salvará, Por cuanto en él esperaron.

    Las veintidós letras sucesivas del alfabeto se hallan en las veintidós estrofas del Sal. 119; cada estrofa tiene ocho versículos y cada uno de ellos comienza por la letra atribuida a la estrofa. 

    Salmos 119

    Excelencias de la ley de Dios

    1 Bienaventurados los perfectos de camino, Los que andan en la ley de Jehová.

    2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios, Y con todo el corazón le buscan;

    3 Pues no hacen iniquidad Los que andan en sus caminos.

    4 Tú encargaste Que sean muy guardados tus mandamientos.

    5 ¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos Para guardar tus estatutos!

    6 Entonces no sería yo avergonzado, Cuando atendiese a todos tus mandamientos.

    7 Te alabaré con rectitud de corazón Cuando aprendiere tus justos juicios.

    8 Tus estatutos guardaré; No me dejes enteramente. Bet

    9 ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.

    10 Con todo mi corazón te he buscado; No me dejes desviarme de tus mandamientos.

    11 En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.

    12 Bendito tú, oh Jehová; Enséñame tus estatutos.

    13 Con mis labios he contado Todos los juicios de tu boca.

    14 Me he gozado en el camino de tus testimonios Más que de toda riqueza.

    15 En tus mandamientos meditaré; Consideraré tus caminos.

    16 Me regocijaré en tus estatutos; No me olvidaré de tus palabras. Guímel

    17 Haz bien a tu siervo; que viva, Y guarde tu palabra.

    18 Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley.

    19 Forastero soy yo en la tierra; No encubras de mí tus mandamientos.

    20 Quebrantada está mi alma de desear Tus juicios en todo tiempo.

    21 Reprendiste a los soberbios, los malditos, Que se desvían de tus mandamientos.

    22 Aparta de mí el oprobio y el menosprecio, Porque tus testimonios he guardado.

    23 Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; Mas tu siervo meditaba en tus estatutos,

    24 Pues tus testimonios son mis delicias Y mis consejeros. Dálet

    25 Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra.

    26 Te he manifestado mis caminos, y me has respondido; Enséñame tus estatutos.

    27 Hazme entender el camino de tus mandamientos, Para que medite en tus maravillas.

    28 Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra.

    29 Aparta de mí el camino de la mentira, Y en tu misericordia concédeme tu ley.

    30 Escogí el camino de la verdad; He puesto tus juicios delante de mí.

    31 Me he apegado a tus testimonios; Oh Jehová, no me avergüences.

    32 Por el camino de tus mandamientos correré, Cuando ensanches mi corazón. He

    33 Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, Y lo guardaré hasta el fin.

    34 Dame entendimiento, y guardaré tu ley, Y la cumpliré de todo corazón.

    35 Guíame por la senda de tus mandamientos, Porque en ella tengo mi voluntad.

    36 Inclina mi corazón a tus testimonios, Y no a la avaricia.

    37 Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; Avívame en tu camino.

    38 Confirma tu palabra a tu siervo, Que te teme.

    39 Quita de mí el oprobio que he temido, Porque buenos son tus juicios.

    40 He aquí yo he anhelado tus mandamientos; Vivifícame en tu justicia. Vau

    41 Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho.

    42 Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado.

    43 No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, Porque en tus juicios espero.

    44 Guardaré tu ley siempre, Para siempre y eternamente.

    45 Y andaré en libertad, Porque busqué tus mandamientos.

    46 Hablaré de tus testimonios delante de los reyes, Y no me avergonzaré;

    47 Y me regocijaré en tus mandamientos, Los cuales he amado.

    48 Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, Y meditaré en tus estatutos. Zain

    49 Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar.

    50 Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.

    51 Los soberbios se burlaron mucho de mí, Mas no me he apartado de tu ley.

    52 Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos, Y me consolé.

    53 Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos Que dejan tu ley.

    54 Cánticos fueron para mí tus estatutos En la casa en donde fui extranjero.

    55 Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová, Y guardé tu ley.

    56 Estas bendiciones tuve Porque guardé tus mandamientos. Chet

    57 Mi porción es Jehová; He dicho que guardaré tus palabras.

    58 Tu presencia supliqué de todo corazón; Ten misericordia de mí según tu palabra.

    59 Consideré mis caminos, Y volví mis pies a tus testimonios.

    60 Me apresuré y no me retardé En guardar tus mandamientos.

    61 Compañías de impíos me han rodeado, Mas no me he olvidado de tu ley.

    62 A medianoche me levanto para alabarte Por tus justos juicios.

    63 Compañero soy yo de todos los que te temen Y guardan tus mandamientos.

    64 De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra; Enséñame tus estatutos. Tet

    65 Bien has hecho con tu siervo, Oh Jehová, conforme a tu palabra.

    66 Enséñame buen sentido y sabiduría, Porque tus mandamientos he creído.

    67 Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra.

    68 Bueno eres tú, y bienhechor; Enséñame tus estatutos.

    69 Contra mí forjaron mentira los soberbios, Mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos.

    70 Se engrosó el corazón de ellos como sebo, Mas yo en tu ley me he regocijado.

    71 Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos.

    72 Mejor me es la ley de tu boca Que millares de oro y plata. Yod

    73 Tus manos me hicieron y me formaron; Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.

    74 Los que te temen me verán, y se alegrarán, Porque en tu palabra he esperado.

    75 Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.

    76 Sea ahora tu misericordia para consolarme, Conforme a lo que has dicho a tu siervo.

    77 Vengan a mí tus misericordias, para que viva, Porque tu ley es mi delicia.

    78 Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado; Pero yo meditaré en tus mandamientos.

    79 Vuélvanse a mí los que te temen Y conocen tus testimonios.

    80 Sea mi corazón íntegro en tus estatutos, Para que no sea yo avergonzado. Caf

    81 Desfallece mi alma por tu salvación, Mas espero en tu palabra.

    82 Desfallecieron mis ojos por tu palabra, Diciendo: ¿Cuándo me consolarás?

    83 Porque estoy como el odre al humo; Pero no he olvidado tus estatutos.

    84 ¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás juicio contra los que me persiguen?

    85 Los soberbios me han cavado hoyos; Mas no proceden según tu ley.

    86 Todos tus mandamientos son verdad; Sin causa me persiguen; ayúdame.

    87 Casi me han echado por tierra, Pero no he dejado tus mandamientos.

    88 Vivifícame conforme a tu misericordia, Y guardaré los testimonios de tu boca. Lámed

    89 Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos.

    90 De generación en generación es tu fidelidad; Tú afirmaste la tierra, y subsiste.

    91 Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, Pues todas ellas te sirven.

    92 Si tu ley no hubiese sido mi delicia, Ya en mi aflicción hubiera perecido.

    93 Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, Porque con ellos me has vivificado.

    94 Tuyo soy yo, sálvame, Porque he buscado tus mandamientos.

    95 Los impíos me han aguardado para destruirme; Mas yo consideraré tus testimonios.

    96 A toda perfección he visto fin; Amplio sobremanera es tu mandamiento. Mem

    97 ¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.

    98 Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, Porque siempre están conmigo.

    99 Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación.

    100 Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos;

    101 De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra.

    102 No me aparté de tus juicios, Porque tú me enseñaste.

    103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.

    104 De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira. Nun

    105 Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.

    106 Juré y ratifiqué Que guardaré tus justos juicios.

    107 Afligido estoy en gran manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra.

    108 Te ruego, oh Jehová, que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca, Y me enseñes tus juicios.

    109 Mi vida está de continuo en peligro, Mas no me he olvidado de tu ley.

    110 Me pusieron lazo los impíos, Pero yo no me desvié de tus mandamientos.

    111 Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, Porque son el gozo de mi corazón.

    112 Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos De continuo, hasta el fin. Sámec

    113 Aborrezco a los hombres hipócritas; Mas amo tu ley.

    114 Mi escondedero y mi escudo eres tú; En tu palabra he esperado.

    115 Apartaos de mí, malignos, Pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.

    116 Susténtame conforme a tu palabra, y viviré; Y no quede yo avergonzado de mi esperanza.

    117 Sosténme, y seré salvo, Y me regocijaré siempre en tus estatutos.

    118 Hollaste a todos los que se desvían de tus estatutos, Porque su astucia es falsedad.

    119 Como escorias hiciste consumir a todos los impíos de la tierra; Por tanto, yo he amado tus testimonios.

    120 Mi carne se ha estremecido por temor de ti, Y de tus juicios tengo miedo. Ayin

    121 Juicio y justicia he hecho; No me abandones a mis opresores.

    122 Afianza a tu siervo para bien; No permitas que los soberbios me opriman.

    123 Mis ojos desfallecieron por tu salvación, Y por la palabra de tu justicia.

    124 Haz con tu siervo según tu misericordia, Y enséñame tus estatutos.

    125 Tu siervo soy yo, dame entendimiento Para conocer tus testimonios.

    126 Tiempo es de actuar, oh Jehová, Porque han invalidado tu ley.

    127 Por eso he amado tus mandamientos Más que el oro, y más que oro muy puro.

    128 Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas, Y aborrecí todo camino de mentira. Pe

    129 Maravillosos son tus testimonios; Por tanto, los ha guardado mi alma.

    130 La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples.

    131 Mi boca abrí y suspiré, Porque deseaba tus mandamientos.

    132 Mírame, y ten misericordia de mí, Como acostumbras con los que aman tu nombre.

    133 Ordena mis pasos con tu palabra, Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.

    134 Líbrame de la violencia de los hombres, Y guardaré tus mandamientos.

    135 Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, Y enséñame tus estatutos.

    136 Ríos de agua descendieron de mis ojos, Porque no guardaban tu ley.

    137 Justo eres tú, oh Jehová, Y rectos tus juicios.

    138 Tus testimonios, que has recomendado, Son rectos y muy fieles.

    139 Mi celo me ha consumido, Porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras.

    140 Sumamente pura es tu palabra, Y la ama tu siervo.

    141 Pequeño soy yo, y desechado, Mas no me he olvidado de tus mandamientos.

    142 Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la verdad.

    143 Aflicción y angustia se han apoderado de mí, Mas tus mandamientos fueron mi delicia.

    144 Justicia eterna son tus testimonios; Dame entendimiento, y viviré. Cof

    145 Clamé con todo mi corazón; respóndeme, Jehová, Y guardaré tus estatutos.

    146 A ti clamé; sálvame, Y guardaré tus testimonios.

    147 Me anticipé al alba, y clamé; Esperé en tu palabra.

    148 Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, Para meditar en tus mandatos.

    149 Oye mi voz conforme a tu misericordia; Oh Jehová, vivifícame conforme a tu juicio.

    150 Se acercaron a la maldad los que me persiguen; Se alejaron de tu ley.

    151 Cercano estás tú, oh Jehová, Y todos tus mandamientos son verdad.

    152 Hace ya mucho que he entendido tus testimonios, Que para siempre los has establecido. Resh

    153 Mira mi aflicción, y líbrame, Porque de tu ley no me he olvidado.

    154 Defiende mi causa, y redímeme; Vivifícame con tu palabra.

    155 Lejos está de los impíos la salvación, Porque no buscan tus estatutos.

    156 Muchas son tus misericordias, oh Jehová; Vivifícame conforme a tus juicios.

    157 Muchos son mis perseguidores y mis enemigos, Mas de tus testimonios no me he apartado.

    158 Veía a los prevaricadores, y me disgustaba, Porque no guardaban tus palabras.

    159 Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos; Vivifícame conforme a tu misericordia.

    160 La suma de tu palabra es verdad, Y eterno es todo juicio de tu justicia. Sin

    161 Príncipes me han perseguido sin causa, Pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.

    162 Me regocijo en tu palabra Como el que halla muchos despojos.

    163 La mentira aborrezco y abomino; Tu ley amo.

    164 Siete veces al día te alabo A causa de tus justos juicios.

    165 Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no hay para ellos tropiezo.

    166 Tu salvación he esperado, oh Jehová, Y tus mandamientos he puesto por obra.

    167 Mi alma ha guardado tus testimonios, Y los he amado en gran manera.

    168 He guardado tus mandamientos y tus testimonios, Porque todos mis caminos están delante de ti. Tau

    169 Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová; Dame entendimiento conforme a tu palabra.

    170 LLegue mi oración delante de ti; Líbrame conforme a tu dicho.

    171 Mis labios rebosarán alabanza Cuando me enseñes tus estatutos.

    172 Hablará mi lengua tus dichos, Porque todos tus mandamientos son justicia.

    173 Esté tu mano pronta para socorrerme, Porque tus mandamientos he escogido.

    174 He deseado tu salvación, oh Jehová, Y tu ley es mi delicia.

    175 Viva mi alma y te alabe, Y tus juicios me ayuden.

    176 Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, Porque no me he olvidado de tus mandamientos.

    El libro de las Lamentaciones de Jeremías está compuesto de una manera semejante (Véase LAMENTACIONES) El arte poético es generalmente épico, dramático, lírico o didáctico, pero en la Biblia no se hallan ni epopeyas ni dramas en verso, el Libro de Job es, sin embargo, semidramático, la acción aparece solo en el prólogo y en el epílogo. 

    El resto del libro está constituido por los discursos alternados de Job y de sus amigos. Véase asimismo CANTAR DE LOS CANTARES. 

    La mayor parte de los poemas bíblicos son líricos. Después del éxodo, aparece el lirismo en cada período de la historia literaria de Israel. 

    La liberación dada por Dios se celebró con odas triunfales: el cántico de Moisés, cantando el paso del mar Rojo; el cántico de Débora; salmos del arrepentido implorando misericordia o expresando el gozo del perdón (Sal. 32; 51), clamores de angustia, afirmaciones serenas de la fe, acciones de gracias por el socorro conseguido (Sal. 38: 3; 23; Hab. 3; 1 S. 2:1-10; Is. 38:10-20; Lc. 1:46-55), salmos que anuncian la venida del Redentor y de Su reino (Sal. 2; 45; 72), elegías como la de David por Saúl y Jonatán (2 S. 1:17-27), de los hijos de Coré sobre Judá (Sal. 44); lamentaciones (Sal. 60; 74). 

    Salmos 32 

    La dicha del perdón

    1 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.

    2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño.

    3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día.

    4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah

    5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.

    6 Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.

    7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás. Selah

    8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.

    9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti.

    10 Muchos dolores habrá para el impío; Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.

    11 Alegraos en Jehová y gozaos, justos; Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.

    Salmos 51

    Arrepentimiento, y plegaria pidiendo purificación

    1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.

    2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.

    3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí.

    4 Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.

    5 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.

    6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

    7 Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.

    8 Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido.

    9 Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.

    10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.

    11 No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu.

    12 Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.

    13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti.

    14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia.

    15 Señor, abre mis labios, Y publicará mi boca tu alabanza.

    16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto.

    17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

    18 Haz bien con tu benevolencia a Sion; Edifica los muros de Jerusalén.

    19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada; Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.

    Salmos 38: 3 

    3 Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira; Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.

    Salmos 23 

    Jehová es mi pastor

    1 Jehová es mi pastor; nada me faltará.

    2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará.

    3 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

    4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

    5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

    6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

    Habacuc 3 

    Oración de Habacuc

    1 Oración del profeta Habacuc, sobre Sigionot.

    2 Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia.

    3 Dios vendrá de Temán, Y el Santo desde el monte de Parán. Selah Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza.

    4 Y el resplandor fue como la luz; Rayos brillantes salían de su mano, Y allí estaba escondido su poder.

    5 Delante de su rostro iba mortandad, Y a sus pies salían carbones encendidos.

    6 Se levantó, y midió la tierra; Miró, e hizo temblar las gentes; Los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron. Sus caminos son eternos.

    7 He visto las tiendas de Cusán en aflicción; Las tiendas de la tierra de Madián temblaron.

    8 ¿Te airaste, oh Jehová, contra los ríos? ¿Contra los ríos te airaste? ¿Fue tu ira contra el mar Cuando montaste en tus caballos, Y en tus carros de victoria?

    9 Se descubrió enteramente tu arco; Los juramentos a las tribus fueron palabra segura. Selah Hendiste la tierra con ríos.

    10 Te vieron y tuvieron temor los montes; Pasó la inundación de las aguas; El abismo dio su voz, A lo alto alzó sus manos.

    11 El sol y la luna se pararon en su lugar; A la luz de tus saetas anduvieron, Y al resplandor de tu fulgente lanza.

    12 Con ira hollaste la tierra, Con furor trillaste las naciones.

    13 Saliste para socorrer a tu pueblo, Para socorrer a tu ungido. Traspasaste la cabeza de la casa del impío, Descubriendo el cimiento hasta la roca. Selah

    14 Horadaste con sus propios dardos las cabezas de sus guerreros, Que como tempestad acometieron para dispersarme, Cuyo regocijo era como para devorar al pobre encubiertamente.

    15 Caminaste en el mar con tus caballos, Sobre la mole de las grandes aguas.

    16 Oí, y se conmovieron mis entrañas; A la voz temblaron mis labios; Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; Si bien estaré quieto en el día de la angustia, Cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas.

    17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales;

    18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

    19 Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar. Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas.

    1 Samuel 2:1-10 

    Cántico de Ana

    1 Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación.

    2 No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro.

    3 No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones.

    4 Los arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los débiles se ciñeron de poder.

    5 Los saciados se alquilaron por pan, Y los hambrientos dejaron de tener hambre; Hasta la estéril ha dado a luz siete, Y la que tenía muchos hijos languidece.

    6 Jehová mata, y él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir.

    7 Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece.

    8 El levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo.

    9 El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su propia fuerza.

    10 Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, Dará poder a su Rey, Y exaltará el poderío de su Ungido.

    Isaías 38:10-20 

    10 Yo dije: A la mitad de mis días iré a las puertas del Seol; privado soy del resto de mis años.

    11 Dije: No veré a JAH, a JAH en la tierra de los vivientes; ya no veré más hombre con los moradores del mundo.

    12 Mi morada ha sido movida y traspasada de mí, como tienda de pastor. Como tejedor corté mi vida; me cortará con la enfermedad; me consumirás entre el día y la noche.

    13 Contaba yo hasta la mañana. Como un león molió todos mis huesos; de la mañana a la noche me acabarás.

    14 Como la grulla y como la golondrina me quejaba; gemía como la paloma; alzaba en alto mis ojos. Jehová, violencia padezco; fortaléceme.

    15 ¿Qué diré? El que me lo dijo, él mismo lo ha hecho. Andaré humildemente todos mis años, a causa de aquella amargura de mi alma.

    16 Oh Señor, por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida de mi espíritu; pues tú me restablecerás, y harás que viva.

    17 He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados.

    18 Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad.

    19 El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos.

    20 Jehová me salvará; por tanto cantaremos nuestros cánticos en la casa de Jehová todos los días de nuestra vida.

    Lucas 1:46-55

    46 Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor;

    47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.

    48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.

    49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre,

    50 Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen.

    51 Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.

    52 Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes.

    53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos.

    54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia

    55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.

    Salmos 2 

    El reino del ungido de Jehová

    1 ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas?

    2 Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:

    3 Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas.

    4 El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos.

    5 Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira.

    6 Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte.

    7 Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.

    8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra.

    9 Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás.

    10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra.

    11 Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor.

    12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.

    Salmos 45 

    Cántico de las bodas del rey

    1 Rebosa mi corazón palabra buena; Dirijo al rey mi canto; Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero.

    2 Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; La gracia se derramó en tus labios; Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre.

    3 Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente, Con tu gloria y con tu majestad.

    4 En tu gloria sé prosperado; Cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia, Y tu diestra te enseñará cosas terribles.

    5 Tus saetas agudas, Con que caerán pueblos debajo de ti, Penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.

    6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de tu reino.

    7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.

    8 Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos; Desde palacios de marfil te recrean.

    9 Hijas de reyes están entre tus ilustres; Está la reina a tu diestra con oro de Ofir.

    10 Oye, hija, y mira, e inclina tu oído; Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre;

    11 Y deseará el rey tu hermosura; E inclínate a él, porque él es tu señor.

    12 Y las hijas de Tiro vendrán con presentes; Implorarán tu favor los ricos del pueblo.

    13 Toda gloriosa es la hija del rey en su morada; De brocado de oro es su vestido.

    14 Con vestidos bordados será llevada al rey; Vírgenes irán en pos de ella, Compañeras suyas serán traídas a ti.

    15 Serán traídas con alegría y gozo; Entrarán en el palacio del rey.

    16 En lugar de tus padres serán tus hijos, A quienes harás príncipes en toda la tierra.

    17 Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones, Por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre.

    Salmos 72

    El reino de un rey justo

    1 Oh Dios, da tus juicios al rey, Y tu justicia al hijo del rey.

    2 El juzgará a tu pueblo con justicia, Y a tus afligidos con juicio.

    3 Los montes llevarán paz al pueblo, Y los collados justicia.

    4 Juzgará a los afligidos del pueblo, Salvará a los hijos del menesteroso, Y aplastará al opresor.

    5 Te temerán mientras duren el sol Y la luna, de generación en generación.

    6 Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada; Como el rocío que destila sobre la tierra.

    7 Florecerá en sus días justicia, Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna.

    8 Dominará de mar a mar, Y desde el río hasta los confines de la tierra.

    9 Ante él se postrarán los moradores del desierto, Y sus enemigos lamerán el polvo.

    10 Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.

    11 Todos los reyes se postrarán delante de él; Todas las naciones le servirán.

    12 Porque él librará al menesteroso que clamare, Y al afligido que no tuviere quien le socorra.

    13 Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso, Y salvará la vida de los pobres.

    14 De engaño y de violencia redimirá sus almas, Y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.

    15 Vivirá, y se le dará del oro de Sabá, Y se orará por él continuamente; Todo el día se le bendecirá.

    16 Será echado un puñado de grano en la tierra, en las cumbres de los montes; Su fruto hará ruido como el Líbano, Y los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra.

    17 Será su nombre para siempre, Se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas las naciones; Lo llamarán bienaventurado.

    18 Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel, El único que hace maravillas.

    19 Bendito su nombre glorioso para siempre, Y toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y Amén.

    20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.

    2 Samuel 1:17-27

    David endecha a Saúl y a Jonatán

    17 Y endechó David a Saúl y a Jonatán su hijo con esta endecha,

    18 y dijo que debía enseñarse a los hijos de Judá. He aquí que está escrito en el libro de Jaser.

    19 ¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus alturas! ¡Cómo han caído los valientes!

    20 No lo anunciéis en Gat, Ni deis las nuevas en las plazas de Ascalón; Para que no se alegren las hijas de los filisteos, Para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos.

    21 Montes de Gilboa, Ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis tierras de ofrendas; Porque allí fue desechado el escudo de los valientes, El escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite.

    22 Sin sangre de los muertos, sin grosura de los valientes, El arco de Jonatán no volvía atrás, Ni la espada de Saúl volvió vacía.

    23 Saúl y Jonatán, amados y queridos; Inseparables en su vida, tampoco en su muerte fueron separados; Más ligeros eran que águilas, Más fuertes que leones.

    24 Hijas de Israel, llorad por Saúl, Quien os vestía de escarlata con deleites, Quien adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro.

    25 ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla! ¡Jonatán, muerto en tus alturas!

    26 Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán, Que me fuiste muy dulce. Más maravilloso me fue tu amor Que el amor de las mujeres.

    27 ¡Cómo han caído los valientes, Han perecido las armas de guerra!

    Salmos 44

    Liberaciones pasadas y pruebas presentes

    1 Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado, La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.

    2 Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos; Afligiste a los pueblos, y los arrojaste.

    3 Porque no se apoderaron de la tierra por su espada, Ni su brazo los libró; Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro, Porque te complaciste en ellos.

    4 Tú, oh Dios, eres mi rey; Manda salvación a Jacob.

    5 Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos; En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios.

    6 Porque no confiaré en mi arco, Ni mi espada me salvará;

    7 Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos, Y has avergonzado a los que nos aborrecían.

    8 En Dios nos gloriaremos todo el tiempo, Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah

    9 Pero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar; Y no sales con nuestros ejércitos.

    10 Nos hiciste retroceder delante del enemigo, Y nos saquean para sí los que nos aborrecen.

    11 Nos entregas como ovejas al matadero, Y nos has esparcido entre las naciones.

    12 Has vendido a tu pueblo de balde; No exigiste ningún precio.

    13 Nos pones por afrenta de nuestros vecinos, Por escarnio y por burla de los que nos rodean.

    14 Nos pusiste por proverbio entre las naciones; Todos al vernos menean la cabeza.

    15 Cada día mi vergüenza está delante de mí, Y la confusión de mi rostro me cubre,

    16 Por la voz del que me vitupera y deshonra, Por razón del enemigo y del vengativo.

    17 Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti, Y no hemos faltado a tu pacto.

    18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón, Ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos,

    19 Para que nos quebrantases en el lugar de chacales, Y nos cubrieses con sombra de muerte.

    20 Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios, O alzado nuestras manos a dios ajeno,

    21 ¿No demandaría Dios esto? Porque él conoce los secretos del corazón.

    22 Pero por causa de ti nos matan cada día; Somos contados como ovejas para el matadero.

    23 Despierta; ¿por qué duermes, Señor? Despierta, no te alejes para siempre.

    24 ¿Por qué escondes tu rostro, Y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión nuestra?

    25 Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo, Y nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra.

    26 Levántate para ayudarnos, Y redímenos por causa de tu misericordia.

    Salmos 60 

    Plegaria pidiendo ayuda contra el enemigo

    1 Oh Dios, tú nos has desechado, nos quebrantaste; Te has airado; ¡vuélvete a nosotros!

    2 Hiciste temblar la tierra, la has hendido; Sana sus roturas, porque titubea.

    3 Has hecho ver a tu pueblo cosas duras; Nos hiciste beber vino de aturdimiento.

    4 Has dado a los que te temen bandera Que alcen por causa de la verdad. Selah

    5 Para que se libren tus amados, Salva con tu diestra, y óyeme.

    6 Dios ha dicho en su santuario: Yo me alegraré; Repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.

    7 Mío es Galaad, y mío es Manasés; Y Efraín es la fortaleza de mi cabeza; Judá es mi legislador.

    8 Moab, vasija para lavarme; Sobre Edom echaré mi calzado; Me regocijaré sobre Filistea.

    9 ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada? ¿Quién me llevará hasta Edom?

    10 ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado, Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos?

    11 Danos socorro contra el enemigo, Porque vana es la ayuda de los hombres.

    12 En Dios haremos proezas, Y él hollará a nuestros enemigos.

    Salmos 74

    Apelación a Dios en contra del enemigo

    1 ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado?

    2 Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos, La que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia; Este monte de Sion, donde has habitado.

    3 Dirige tus pasos a los asolamientos eternos, A todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario.

    4 Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas; Han puesto sus divisas por señales.

    5 Se parecen a los que levantan El hacha en medio de tupido bosque.

    6 Y ahora con hachas y martillos Han quebrado todas sus entalladuras.

    7 Han puesto a fuego tu santuario, Han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra.

    8 Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; Han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra.

    9 No vemos ya nuestras señales; No hay más profeta, Ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo.

    10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?

    11 ¿Por qué retraes tu mano? ¿Por qué escondes tu diestra en tu seno?

    12 Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo; El que obra salvación en medio de la tierra.

    13 Dividiste el mar con tu poder; Quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas.

    14 Magullaste las cabezas del leviatán, Y lo diste por comida a los moradores del desierto.

    15 Abriste la fuente y el río; Secaste ríos impetuosos.

    16 Tuyo es el día, tuya también es la noche; Tú estableciste la luna y el sol.

    17 Tú fijaste todos los términos de la tierra; El verano y el invierno tú los formaste.

    18 Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová, Y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre.

    19 No entregues a las fieras el alma de tu tórtola, Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.

    20 Mira al pacto, Porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia.

    21 No vuelva avergonzado el abatido; El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre.

    22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa; Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día.

    23 No olvides las voces de tus enemigos; El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

    En el libro del profeta Habacuc (Hab. 3:17-19) se halla un sublime pasaje en el que se hace patente la fe que contempla a Dios más allá de las circunstancias de esta vida, y que expresa la confianza del creyente en el Dios soberano y Salvador, que conduce a los suyos a través de las dificultades de su peregrinación: Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar.

    Habacuc 3:17-19

    17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales;

    18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

    19 Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar. Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas.

    VÉASE: Lamentaciones (Libro de) , Cantar de los cantares
  • DICCIONARIO
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  • Poesía

    vet, La poesía, una de las formas más antiguas de la literatura, acompañaba frecuentemente a la danza, dándole el ritmo (Éx. 15:20, 21). 

    Éxodo 15:20, 21

    20 Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas.

    21 Y María les respondía: Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; Ha echado en el mar al caballo y al jinete.

    Un pueblo joven expresa sus emociones mediante imágenes contrastadas, que su viva imaginación saca de la naturaleza. 

    La poesía de los antiguos hebreos presenta estas circunstancias. Las palabras de Sara acerca de su recién nacido tienen una forma poética (Gn. 21:6, 7). 

    Génesis 21:6, 7

    6 Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reir, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo.

    7 Y añadió: ¿Quién dijera a Abraham que Sara habría de dar de mamar a hijos? Pues le he dado un hijo en su vejez.

    Jacob, antes de morir, reúne a sus doce hijos, y pronuncia sobre cada uno de ellos una bendición, a la vez profética y poética (Gn. 49). 

    Génesis 49

    Profecía de Jacob acerca de sus hijos

    1 Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los días venideros.

    2 Juntaos y oíd, hijos de Jacob, Y escuchad a vuestro padre Israel.

    3 Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; Principal en dignidad, principal en poder.

    4 Impetuoso como las aguas, no serás el principal, Por cuanto subiste al lecho de tu padre; Entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.

    5 Simeón y Leví son hermanos; Armas de iniquidad sus armas.

    6 En su consejo no entre mi alma, Ni mi espíritu se junte en su compañía. Porque en su furor mataron hombres, Y en su temeridad desjarretaron toros.

    7 Maldito su furor, que fue fiero; Y su ira, que fue dura. Yo los apartaré en Jacob, Y los esparciré en Israel.

    8 Judá, te alabarán tus hermanos; Tu mano en la cerviz de tus enemigos; Los hijos de tu padre se inclinarán a ti.

    9 Cachorro de león, Judá; De la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león, Así como león viejo: ¿quién lo despertará?

    10 No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos.

    11 Atando a la vid su pollino, Y a la cepa el hijo de su asna, Lavó en el vino su vestido, Y en la sangre de uvas su manto.

    12 Sus ojos, rojos del vino, Y sus dientes blancos de la leche.

    13 Zabulón en puertos de mar habitará; Será para puerto de naves, Y su límite hasta Sidón.

    14 Isacar, asno fuerte Que se recuesta entre los apriscos;

    15 Y vio que el descanso era bueno, y que la tierra era deleitosa; Y bajó su hombro para llevar, Y sirvió en tributo.

    16 Dan juzgará a su pueblo, Como una de las tribus de Israel.

    17 Será Dan serpiente junto al camino, Víbora junto a la senda, Que muerde los talones del caballo, Y hace caer hacia atrás al jinete.

    18 Tu salvación esperé, oh Jehová.

    19 Gad, ejército lo acometerá; Mas él acometerá al fin.

    20 El pan de Aser será substancioso, Y él dará deleites al rey.

    21 Neftalí, cierva suelta, Que pronunciará dichos hermosos.

    22 Rama fructífera es José, Rama fructífera junto a una fuente, Cuyos vástagos se extienden sobre el muro.

    23 Le causaron amargura, Le asaetearon, Y le aborrecieron los arqueros;

    24 Mas su arco se mantuvo poderoso, Y los brazos de sus manos se fortalecieron Por las manos del Fuerte de Jacob (Por el nombre del Pastor, la Roca de Israel),

    25 Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, Por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá Con bendiciones de los cielos de arriba, Con bendiciones del abismo que está abajo, Con bendiciones de los pechos y del vientre.

    26 Las bendiciones de tu padre Fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; Hasta el término de los collados eternos Serán sobre la cabeza de José, Y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos.

    27 Benjamín es lobo arrebatador; A la mañana comerá la presa, Y a la tarde repartirá los despojos.

    Muerte y sepelio de Jacob

    28 Todos éstos fueron las doce tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo, al bendecirlos; a cada uno por su bendición los bendijo.

    29 Les mandó luego, y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo. Sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo,

    30 en la cueva que está en el campo de Macpela, al oriente de Mamre en la tierra de Canaán, la cual compró Abraham con el mismo campo de Efrón el heteo, para heredad de sepultura.

    31 Allí sepultaron a Abraham y a Sara su mujer; allí sepultaron a Isaac y a Rebeca su mujer; allí también sepulté yo a Lea.

    32 La compra del campo y de la cueva que está en él, fue de los hijos de Het.

    33 Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró, y fue reunido con sus padres.

    Lleno de gratitud hacia el Señor, que había arrojado al mar a todo el ejército de Faraón, y dándose cuenta de que los cananeos se llenarían de terror, Moisés expresó sus sentimientos y los de los israelitas en un sencillo y admirable cántico (Éx. 15:1-19), al que María, su hermana, añadió el suyo (Éx. 15:20, 21). 

    Éxodo 15:1-19

    Cántico de Moisés y de María

    1 Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová, y dijeron: Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; Ha echado en el mar al caballo y al jinete.

    2 Jehová es mi fortaleza y mi cántico, Y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré.

    3 Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre.

    4 Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército; Y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo.

    5 Los abismos los cubrieron; Descendieron a las profundidades como piedra.

    6 Tu diestra, oh Jehová, ha sido magnificada en poder; Tu diestra, oh Jehová, ha quebrantado al enemigo.

    7 Y con la grandeza de tu poder has derribado a los que se levantaron contra ti. Enviaste tu ira; los consumió como a hojarasca.

    8 Al soplo de tu aliento se amontonaron las aguas; Se juntaron las corrientes como en un montón; Los abismos se cuajaron en medio del mar.

    9 El enemigo dijo: Perseguiré, apresaré, repartiré despojos; Mi alma se saciará de ellos; Sacaré mi espada, los destruirá mi mano.

    10 Soplaste con tu viento; los cubrió el mar; Se hundieron como plomo en las impetuosas aguas.

    11 ¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?

    12 Extendiste tu diestra; La tierra los tragó.

    13 Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste; Lo llevaste con tu poder a tu santa morada.

    14 Lo oirán los pueblos, y temblarán; Se apoderará dolor de la tierra de los filisteos.

    15 Entonces los caudillos de Edom se turbarán; A los valientes de Moab les sobrecogerá temblor; Se acobardarán todos los moradores de Canaán.

    16 Caiga sobre ellos temblor y espanto; A la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra; Hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehová, Hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste.

    17 Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, En el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, En el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado.

    18 Jehová reinará eternamente y para siempre.

    19 Porque Faraón entró cabalgando con sus carros y su gente de a caballo en el mar, y Jehová hizo volver las aguas del mar sobre ellos; mas los hijos de Israel pasaron en seco por en medio del mar.

    Éxodo 15:20, 21

    20 Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas.

    21 Y María les respondía: Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; Ha echado en el mar al caballo y al jinete.

    La antigua poesía hebrea no se apoya en la rima. Se hallan algunos poemas que presentan ciertas cesuras, pero ello es la excepción. 

    La asonancia, la aliteración y la rima, aunque son frecuentes en la poesía oriental, se hallan raramente entre los hebreos. 

    No utilizan tampoco una sucesión regular de sílabas acentuadas y átonas. Pero un intenso sentido del ritmo hizo que los poetas produjeran versos conteniendo la misma cantidad de palabras, o al menos de acentos tónicos. 

    Los versos y el sentido terminan simultáneamente (salvo en casos excepcionales, como en el Sal. 92, donde el versículo 14 prosigue al versículo 15). 

    Salmos 92

    Alabanza por la bondad de Dios

    1 Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;

    2 Anunciar por la mañana tu misericordia, Y tu fidelidad cada noche,

    3 En el decacordio y en el salterio, En tono suave con el arpa.

    4 Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras; En las obras de tus manos me gozo.

    5 ¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos.

    6 El hombre necio no sabe, Y el insensato no entiende esto.

    7 Cuando brotan los impíos como la hierba, Y florecen todos los que hacen iniquidad, Es para ser destruidos eternamente.

    8 Mas tú, Jehová, para siempre eres Altísimo.

    9 Porque he aquí tus enemigos, oh Jehová, Porque he aquí, perecerán tus enemigos; Serán esparcidos todos los que hacen maldad.

    10 Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco.

    11 Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos; Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos.

    12 El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano.

    13 Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán.

    14 Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes,

    15 Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, Y que en él no hay injusticia.

    El carácter esencial de la poesía hebrea es el paralelismo, de manera que el segundo verso es de una u otra manera un eco del precedente. 

    Esta particularidad tiene la inmensa ventaja de que persiste tras la traducción, lo que no sucede con la rima. Robert Lowth fue el primero en atraer la atención hacia esta particularidad, en 1753, y destacó tres tipos de paralelismo: el sinónimo, el sintético y el antitético. 

    Hay además otras variedades. 

    (a) Paralelismo sinónimo. El pensamiento del primer verso se repite en otras palabras en el segundo verso (p. ej.: Gn. 4:23): Ada y Zila, oíd mi voz; Mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: La estrofa: Que un varón mataré por mi herida, Y un joven por mi golpe, ofrece el mismo paralelismo sinónimo que la primera. 

    Génesis 4:23

    23 Y dijo Lamec a sus mujeres: Ada y Zila, oíd mi voz; Mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: Que un varón mataré por mi herida, Y un joven por mi golpe.

    Lamec no había dado muerte a dos personas (en el original está en pretérito) sino a una sola. 

    El conocimiento de este paralelismo sinónimo permite aclarar ciertos pasajes ambiguos a primera vista. 

    Por ejemplo, el Sal. 22:20: Libra de la espada mi alma, Del poder del perro mi única. La única es, en efecto, el alma del salmista, su vida (de hecho, las revisiones modernas de Reina-Valera dicen «mi vida»). 

    Salmos 22:20

    20 Libra de la espada mi alma, Del poder del perro mi vida.

    (b) Paralelismo por gradación ascendente. La segunda línea emite una idea nueva, más o menos estrechamente relacionada con la primera, p. ej., Jb. 3:17: Allí los impíos dejan de perturbar. Y allí descansan los de agotadas fuerzas. 

    Job 3:17

    17 Allí los impíos dejan de perturbar, Y allí descansan los de agotadas fuerzas.

    (c) Paralelismo sintético. La primera parte sirve de base a la idea introducida por la segunda, p. ej., Sal. 25:12: ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger. Pr. 26:4: Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, Para que no seas tú también como él Sal. 24:9: Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria. 

    Salmos 25:12

    12 ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger.

    Proverbios 26:4

    4 Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, Para que no seas tú también como él.

    Salmos 24:9

    9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.

    (d) Paralelismo enfático. Los términos característicos se repiten, para redondear el pensamiento, p. ej., Sal. 29:5: Voz de Jehová que quebranta los cedros; Quebrantó Jehová los cedros del Líbano. Sal. 121:3, 4: No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. 

    Salmos 29:5

    5 Voz de Jehová que quebranta los cedros; Quebrantó Jehová los cedros del Líbano.

    Salmos 121:3, 4

    3 No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda.

    4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel.

    (e) Paralelismo antitético. El segundo pensamiento hace resurgir el primero, por antítesis; p. ej., Pr. 10:1: El hijo sabio alegra al padre, Mas el necio es tristeza de su madre. Mt. 8:20: Las zorras tienen guaridas, Y las aves del cielo nidos; Mas el Hijo del hombre no tiene dónde recostar su cabeza. 

    Proverbios 10:1

    Contraste entre el justo y el malvado

    1 Los proverbios de Salomón. El hijo sabio alegra al padre, Pero el hijo necio es tristeza de su madre.

    Mateo 8:20

    20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.

    (f) Paralelismo comparativo. Una similitud, tomada de un dominio familiar, aclara el pensamiento; p. ej., Sal. 42:1: Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. 

    Salmos 42:1

    Mi alma tiene sed de Dios

    1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

    El paralelismo se sirve por lo general de dísticos (dos versos que dan conjuntamente un sentido cabal), pero en ocasiones se usan trísticos (véanse los ejemplos anteriores). 

    Se encuentran también paralelismos extendidos a las estrofas del cuarto o quinto verso (Sal. 1:3; 27:4, 9; 37:7, 14, 20, 25, 28, 34, 40). 

    Salmos 1:3 

    3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.

    Salmos 27:4, 9 

    4 Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.

    9 No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; Mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.

    Salmos 37:7, 14, 20, 25, 28, 34, 40

    7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades.

    14 Los impíos desenvainan espada y entesan su arco, Para derribar al pobre y al menesteroso, Para matar a los de recto proceder.

    20 Mas los impíos perecerán, Y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros Serán consumidos; se disiparán como el humo.

    25 Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan.

    28 Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida.

    34 Espera en Jehová, y guarda su camino, Y él te exaltará para heredar la tierra; Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.

    40 Jehová los ayudará y los librará; Los libertará de los impíos, y los salvará, Por cuanto en él esperaron.

    La estrofa no constituye un elemento esencial de la poesía heb., encontrándose sin embargo en los Sal. 42 y 43, que formaban originalmente un solo poema, dividido en partes iguales por un refrán. 

    Salmos 42

    Mi alma tiene sed de Dios

    1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

    2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

    3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?

    4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

    5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.

    6 Dios mío, mi alma está abatida en mí; Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.

    7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.

    8 Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida.

    9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?

    10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?

    11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.

    Salmos 43

    Plegaria pidiendo vindicación y liberación

    1 Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa; Líbrame de gente impía, y del hombre engañoso e inicuo.

    2 Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado? ¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo?

    3 Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; Me conducirán a tu santo monte, Y a tus moradas.

    4 Entraré al altar de Dios, Al Dios de mi alegría y de mi gozo; Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.

    5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.

    El Sal. 46 está compuesto de tres grupos de tres versos cada uno; cada uno de ellos va seguido de una pausa (Selah), y cada uno de los dos grupos va seguido de un refrán. 

    Salmos 46

    Dios es nuestro amparo y fortaleza

    1 Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

    2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar;

    3 Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah

    4 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, El santuario de las moradas del Altísimo.

    5 Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana.

    6 Bramaron las naciones, titubearon los reinos; Dio él su voz, se derritió la tierra.

    7 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah

    8 Venid, ved las obras de Jehová, Que ha puesto asolamientos en la tierra.

    9 Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, Y quema los carros en el fuego.

    10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.

    11 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah

    Hay asimismo los salmos alfabéticos, en los que cada verso comienza, en heb., con una letra del alfabeto, y en los que el salmista observa, con mayor o menor rigor el orden alfabético (Sal. 25; 34; 37). 

    Salmos 25 

    David implora dirección, perdón y protección

    1 A ti, oh Jehová, levantaré mi alma.

    2 Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado, No se alegren de mí mis enemigos.

    3 Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.

    4 Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas.

    5 Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día.

    6 Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, Que son perpetuas.

    7 De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; Conforme a tu misericordia acuérdate de mí, Por tu bondad, oh Jehová.

    8 Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.

    9 Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera.

    10 Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios.

    11 Por amor de tu nombre, oh Jehová, Perdonarás también mi pecado, que es grande.

    12 ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger.

    13 Gozará él de bienestar, Y su descendencia heredará la tierra.

    14 La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto.

    15 Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies de la red.

    16 Mírame, y ten misericordia de mí, Porque estoy solo y afligido.

    17 Las angustias de mi corazón se han aumentado; Sácame de mis congojas.

    18 Mira mi aflicción y mi trabajo, Y perdona todos mis pecados.

    19 Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado, Y con odio violento me aborrecen.

    20 Guarda mi alma, y líbrame; No sea yo avergonzado, porque en ti confié.

    21 Integridad y rectitud me guarden, Porque en ti he esperado.

    22 Redime, oh Dios, a Israel De todas sus angustias.

    Salmos 34 

    La protección divina

    1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.

    2 En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán.

    3 Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre.

    4 Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores.

    5 Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados.

    6 Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias.

    7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende.

    8 Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él.

    9 Temed a Jehová, vosotros sus santos, Pues nada falta a los que le temen.

    10 Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.

    11 Venid, hijos, oídme; El temor de Jehová os enseñaré.

    12 ¿Quién es el hombre que desea vida, Que desea muchos días para ver el bien?

    13 Guarda tu lengua del mal, Y tus labios de hablar engaño.

    14 Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.

    15 Los ojos de Jehová están sobre los justos, Y atentos sus oídos al clamor de ellos.

    16 La ira de Jehová contra los que hacen mal, Para cortar de la tierra la memoria de ellos.

    17 Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias.

    18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu.

    19 Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová.

    20 El guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será quebrantado.

    21 Matará al malo la maldad, Y los que aborrecen al justo serán condenados.

    22 Jehová redime el alma de sus siervos, Y no serán condenados cuantos en él confían.

    Salmos 37

    El camino de los malos

    1 No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.

    2 Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán.

    3 Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.

    4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón.

    5 Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.

    6 Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía.

    7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades.

    8 Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo.

    9 Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.

    10 Pues de aquí a poco no existirá el malo; Observarás su lugar, y no estará allí.

    11 Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz.

    12 Maquina el impío contra el justo, Y cruje contra él sus dientes;

    13 El Señor se reirá de él; Porque ve que viene su día.

    14 Los impíos desenvainan espada y entesan su arco, Para derribar al pobre y al menesteroso, Para matar a los de recto proceder.

    15 Su espada entrará en su mismo corazón, Y su arco será quebrado.

    16 Mejor es lo poco del justo, Que las riquezas de muchos pecadores.

    17 Porque los brazos de los impíos serán quebrados; Mas el que sostiene a los justos es Jehová.

    18 Conoce Jehová los días de los perfectos, Y la heredad de ellos será para siempre.

    19 No serán avergonzados en el mal tiempo, Y en los días de hambre serán saciados.

    20 Mas los impíos perecerán, Y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros Serán consumidos; se disiparán como el humo.

    21 El impío toma prestado, y no paga; Mas el justo tiene misericordia, y da.

    22 Porque los benditos de él heredarán la tierra; Y los malditos de él serán destruidos.

    23 Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, Y él aprueba su camino.

    24 Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, Porque Jehová sostiene su mano.

    25 Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan.

    26 En todo tiempo tiene misericordia, y presta; Y su descendencia es para bendición.

    27 Apártate del mal, y haz el bien, Y vivirás para siempre.

    28 Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida.

    29 Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella.

    30 La boca del justo habla sabiduría, Y su lengua habla justicia.

    31 La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto, sus pies no resbalarán.

    32 Acecha el impío al justo, Y procura matarlo.

    33 Jehová no lo dejará en sus manos, Ni lo condenará cuando le juzgaren.

    34 Espera en Jehová, y guarda su camino, Y él te exaltará para heredar la tierra; Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.

    35 Vi yo al impío sumamente enaltecido, Y que se extendía como laurel verde.

    36 Pero él pasó, y he aquí ya no estaba; Lo busqué, y no fue hallado.

    37 Considera al íntegro, y mira al justo; Porque hay un final dichoso para el hombre de paz.

    38 Mas los transgresores serán todos a una destruidos; La posteridad de los impíos será extinguida.

    39 Pero la salvación de los justos es de Jehová, Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia.

    40 Jehová los ayudará y los librará; Los libertará de los impíos, y los salvará, Por cuanto en él esperaron.

    Las veintidós letras sucesivas del alfabeto se hallan en las veintidós estrofas del Sal. 119; cada estrofa tiene ocho versículos y cada uno de ellos comienza por la letra atribuida a la estrofa. 

    Salmos 119

    Excelencias de la ley de Dios

    1 Bienaventurados los perfectos de camino, Los que andan en la ley de Jehová.

    2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios, Y con todo el corazón le buscan;

    3 Pues no hacen iniquidad Los que andan en sus caminos.

    4 Tú encargaste Que sean muy guardados tus mandamientos.

    5 ¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos Para guardar tus estatutos!

    6 Entonces no sería yo avergonzado, Cuando atendiese a todos tus mandamientos.

    7 Te alabaré con rectitud de corazón Cuando aprendiere tus justos juicios.

    8 Tus estatutos guardaré; No me dejes enteramente. Bet

    9 ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.

    10 Con todo mi corazón te he buscado; No me dejes desviarme de tus mandamientos.

    11 En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.

    12 Bendito tú, oh Jehová; Enséñame tus estatutos.

    13 Con mis labios he contado Todos los juicios de tu boca.

    14 Me he gozado en el camino de tus testimonios Más que de toda riqueza.

    15 En tus mandamientos meditaré; Consideraré tus caminos.

    16 Me regocijaré en tus estatutos; No me olvidaré de tus palabras. Guímel

    17 Haz bien a tu siervo; que viva, Y guarde tu palabra.

    18 Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley.

    19 Forastero soy yo en la tierra; No encubras de mí tus mandamientos.

    20 Quebrantada está mi alma de desear Tus juicios en todo tiempo.

    21 Reprendiste a los soberbios, los malditos, Que se desvían de tus mandamientos.

    22 Aparta de mí el oprobio y el menosprecio, Porque tus testimonios he guardado.

    23 Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; Mas tu siervo meditaba en tus estatutos,

    24 Pues tus testimonios son mis delicias Y mis consejeros. Dálet

    25 Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra.

    26 Te he manifestado mis caminos, y me has respondido; Enséñame tus estatutos.

    27 Hazme entender el camino de tus mandamientos, Para que medite en tus maravillas.

    28 Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra.

    29 Aparta de mí el camino de la mentira, Y en tu misericordia concédeme tu ley.

    30 Escogí el camino de la verdad; He puesto tus juicios delante de mí.

    31 Me he apegado a tus testimonios; Oh Jehová, no me avergüences.

    32 Por el camino de tus mandamientos correré, Cuando ensanches mi corazón. He

    33 Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, Y lo guardaré hasta el fin.

    34 Dame entendimiento, y guardaré tu ley, Y la cumpliré de todo corazón.

    35 Guíame por la senda de tus mandamientos, Porque en ella tengo mi voluntad.

    36 Inclina mi corazón a tus testimonios, Y no a la avaricia.

    37 Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; Avívame en tu camino.

    38 Confirma tu palabra a tu siervo, Que te teme.

    39 Quita de mí el oprobio que he temido, Porque buenos son tus juicios.

    40 He aquí yo he anhelado tus mandamientos; Vivifícame en tu justicia. Vau

    41 Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho.

    42 Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado.

    43 No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, Porque en tus juicios espero.

    44 Guardaré tu ley siempre, Para siempre y eternamente.

    45 Y andaré en libertad, Porque busqué tus mandamientos.

    46 Hablaré de tus testimonios delante de los reyes, Y no me avergonzaré;

    47 Y me regocijaré en tus mandamientos, Los cuales he amado.

    48 Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, Y meditaré en tus estatutos. Zain

    49 Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar.

    50 Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.

    51 Los soberbios se burlaron mucho de mí, Mas no me he apartado de tu ley.

    52 Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos, Y me consolé.

    53 Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos Que dejan tu ley.

    54 Cánticos fueron para mí tus estatutos En la casa en donde fui extranjero.

    55 Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová, Y guardé tu ley.

    56 Estas bendiciones tuve Porque guardé tus mandamientos. Chet

    57 Mi porción es Jehová; He dicho que guardaré tus palabras.

    58 Tu presencia supliqué de todo corazón; Ten misericordia de mí según tu palabra.

    59 Consideré mis caminos, Y volví mis pies a tus testimonios.

    60 Me apresuré y no me retardé En guardar tus mandamientos.

    61 Compañías de impíos me han rodeado, Mas no me he olvidado de tu ley.

    62 A medianoche me levanto para alabarte Por tus justos juicios.

    63 Compañero soy yo de todos los que te temen Y guardan tus mandamientos.

    64 De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra; Enséñame tus estatutos. Tet

    65 Bien has hecho con tu siervo, Oh Jehová, conforme a tu palabra.

    66 Enséñame buen sentido y sabiduría, Porque tus mandamientos he creído.

    67 Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra.

    68 Bueno eres tú, y bienhechor; Enséñame tus estatutos.

    69 Contra mí forjaron mentira los soberbios, Mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos.

    70 Se engrosó el corazón de ellos como sebo, Mas yo en tu ley me he regocijado.

    71 Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos.

    72 Mejor me es la ley de tu boca Que millares de oro y plata. Yod

    73 Tus manos me hicieron y me formaron; Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.

    74 Los que te temen me verán, y se alegrarán, Porque en tu palabra he esperado.

    75 Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.

    76 Sea ahora tu misericordia para consolarme, Conforme a lo que has dicho a tu siervo.

    77 Vengan a mí tus misericordias, para que viva, Porque tu ley es mi delicia.

    78 Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado; Pero yo meditaré en tus mandamientos.

    79 Vuélvanse a mí los que te temen Y conocen tus testimonios.

    80 Sea mi corazón íntegro en tus estatutos, Para que no sea yo avergonzado. Caf

    81 Desfallece mi alma por tu salvación, Mas espero en tu palabra.

    82 Desfallecieron mis ojos por tu palabra, Diciendo: ¿Cuándo me consolarás?

    83 Porque estoy como el odre al humo; Pero no he olvidado tus estatutos.

    84 ¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás juicio contra los que me persiguen?

    85 Los soberbios me han cavado hoyos; Mas no proceden según tu ley.

    86 Todos tus mandamientos son verdad; Sin causa me persiguen; ayúdame.

    87 Casi me han echado por tierra, Pero no he dejado tus mandamientos.

    88 Vivifícame conforme a tu misericordia, Y guardaré los testimonios de tu boca. Lámed

    89 Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos.

    90 De generación en generación es tu fidelidad; Tú afirmaste la tierra, y subsiste.

    91 Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, Pues todas ellas te sirven.

    92 Si tu ley no hubiese sido mi delicia, Ya en mi aflicción hubiera perecido.

    93 Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, Porque con ellos me has vivificado.

    94 Tuyo soy yo, sálvame, Porque he buscado tus mandamientos.

    95 Los impíos me han aguardado para destruirme; Mas yo consideraré tus testimonios.

    96 A toda perfección he visto fin; Amplio sobremanera es tu mandamiento. Mem

    97 ¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.

    98 Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, Porque siempre están conmigo.

    99 Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación.

    100 Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos;

    101 De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra.

    102 No me aparté de tus juicios, Porque tú me enseñaste.

    103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.

    104 De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira. Nun

    105 Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.

    106 Juré y ratifiqué Que guardaré tus justos juicios.

    107 Afligido estoy en gran manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra.

    108 Te ruego, oh Jehová, que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca, Y me enseñes tus juicios.

    109 Mi vida está de continuo en peligro, Mas no me he olvidado de tu ley.

    110 Me pusieron lazo los impíos, Pero yo no me desvié de tus mandamientos.

    111 Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, Porque son el gozo de mi corazón.

    112 Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos De continuo, hasta el fin. Sámec

    113 Aborrezco a los hombres hipócritas; Mas amo tu ley.

    114 Mi escondedero y mi escudo eres tú; En tu palabra he esperado.

    115 Apartaos de mí, malignos, Pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.

    116 Susténtame conforme a tu palabra, y viviré; Y no quede yo avergonzado de mi esperanza.

    117 Sosténme, y seré salvo, Y me regocijaré siempre en tus estatutos.

    118 Hollaste a todos los que se desvían de tus estatutos, Porque su astucia es falsedad.

    119 Como escorias hiciste consumir a todos los impíos de la tierra; Por tanto, yo he amado tus testimonios.

    120 Mi carne se ha estremecido por temor de ti, Y de tus juicios tengo miedo. Ayin

    121 Juicio y justicia he hecho; No me abandones a mis opresores.

    122 Afianza a tu siervo para bien; No permitas que los soberbios me opriman.

    123 Mis ojos desfallecieron por tu salvación, Y por la palabra de tu justicia.

    124 Haz con tu siervo según tu misericordia, Y enséñame tus estatutos.

    125 Tu siervo soy yo, dame entendimiento Para conocer tus testimonios.

    126 Tiempo es de actuar, oh Jehová, Porque han invalidado tu ley.

    127 Por eso he amado tus mandamientos Más que el oro, y más que oro muy puro.

    128 Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas, Y aborrecí todo camino de mentira. Pe

    129 Maravillosos son tus testimonios; Por tanto, los ha guardado mi alma.

    130 La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples.

    131 Mi boca abrí y suspiré, Porque deseaba tus mandamientos.

    132 Mírame, y ten misericordia de mí, Como acostumbras con los que aman tu nombre.

    133 Ordena mis pasos con tu palabra, Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.

    134 Líbrame de la violencia de los hombres, Y guardaré tus mandamientos.

    135 Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, Y enséñame tus estatutos.

    136 Ríos de agua descendieron de mis ojos, Porque no guardaban tu ley.

    137 Justo eres tú, oh Jehová, Y rectos tus juicios.

    138 Tus testimonios, que has recomendado, Son rectos y muy fieles.

    139 Mi celo me ha consumido, Porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras.

    140 Sumamente pura es tu palabra, Y la ama tu siervo.

    141 Pequeño soy yo, y desechado, Mas no me he olvidado de tus mandamientos.

    142 Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la verdad.

    143 Aflicción y angustia se han apoderado de mí, Mas tus mandamientos fueron mi delicia.

    144 Justicia eterna son tus testimonios; Dame entendimiento, y viviré. Cof

    145 Clamé con todo mi corazón; respóndeme, Jehová, Y guardaré tus estatutos.

    146 A ti clamé; sálvame, Y guardaré tus testimonios.

    147 Me anticipé al alba, y clamé; Esperé en tu palabra.

    148 Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, Para meditar en tus mandatos.

    149 Oye mi voz conforme a tu misericordia; Oh Jehová, vivifícame conforme a tu juicio.

    150 Se acercaron a la maldad los que me persiguen; Se alejaron de tu ley.

    151 Cercano estás tú, oh Jehová, Y todos tus mandamientos son verdad.

    152 Hace ya mucho que he entendido tus testimonios, Que para siempre los has establecido. Resh

    153 Mira mi aflicción, y líbrame, Porque de tu ley no me he olvidado.

    154 Defiende mi causa, y redímeme; Vivifícame con tu palabra.

    155 Lejos está de los impíos la salvación, Porque no buscan tus estatutos.

    156 Muchas son tus misericordias, oh Jehová; Vivifícame conforme a tus juicios.

    157 Muchos son mis perseguidores y mis enemigos, Mas de tus testimonios no me he apartado.

    158 Veía a los prevaricadores, y me disgustaba, Porque no guardaban tus palabras.

    159 Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos; Vivifícame conforme a tu misericordia.

    160 La suma de tu palabra es verdad, Y eterno es todo juicio de tu justicia. Sin

    161 Príncipes me han perseguido sin causa, Pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.

    162 Me regocijo en tu palabra Como el que halla muchos despojos.

    163 La mentira aborrezco y abomino; Tu ley amo.

    164 Siete veces al día te alabo A causa de tus justos juicios.

    165 Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no hay para ellos tropiezo.

    166 Tu salvación he esperado, oh Jehová, Y tus mandamientos he puesto por obra.

    167 Mi alma ha guardado tus testimonios, Y los he amado en gran manera.

    168 He guardado tus mandamientos y tus testimonios, Porque todos mis caminos están delante de ti. Tau

    169 Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová; Dame entendimiento conforme a tu palabra.

    170 LLegue mi oración delante de ti; Líbrame conforme a tu dicho.

    171 Mis labios rebosarán alabanza Cuando me enseñes tus estatutos.

    172 Hablará mi lengua tus dichos, Porque todos tus mandamientos son justicia.

    173 Esté tu mano pronta para socorrerme, Porque tus mandamientos he escogido.

    174 He deseado tu salvación, oh Jehová, Y tu ley es mi delicia.

    175 Viva mi alma y te alabe, Y tus juicios me ayuden.

    176 Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, Porque no me he olvidado de tus mandamientos.

    El libro de las Lamentaciones de Jeremías está compuesto de una manera semejante (Véase LAMENTACIONES) El arte poético es generalmente épico, dramático, lírico o didáctico, pero en la Biblia no se hallan ni epopeyas ni dramas en verso, el Libro de Job es, sin embargo, semidramático, la acción aparece solo en el prólogo y en el epílogo. 

    El resto del libro está constituido por los discursos alternados de Job y de sus amigos. Véase asimismo CANTAR DE LOS CANTARES. 

    La mayor parte de los poemas bíblicos son líricos. Después del éxodo, aparece el lirismo en cada período de la historia literaria de Israel. 

    La liberación dada por Dios se celebró con odas triunfales: el cántico de Moisés, cantando el paso del mar Rojo; el cántico de Débora; salmos del arrepentido implorando misericordia o expresando el gozo del perdón (Sal. 32; 51), clamores de angustia, afirmaciones serenas de la fe, acciones de gracias por el socorro conseguido (Sal. 38: 3; 23; Hab. 3; 1 S. 2:1-10; Is. 38:10-20; Lc. 1:46-55), salmos que anuncian la venida del Redentor y de Su reino (Sal. 2; 45; 72), elegías como la de David por Saúl y Jonatán (2 S. 1:17-27), de los hijos de Coré sobre Judá (Sal. 44); lamentaciones (Sal. 60; 74). 

    Salmos 32 

    La dicha del perdón

    1 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.

    2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño.

    3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día.

    4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah

    5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.

    6 Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.

    7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás. Selah

    8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.

    9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti.

    10 Muchos dolores habrá para el impío; Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.

    11 Alegraos en Jehová y gozaos, justos; Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.

    Salmos 51

    Arrepentimiento, y plegaria pidiendo purificación

    1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.

    2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.

    3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí.

    4 Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.

    5 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.

    6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

    7 Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.

    8 Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido.

    9 Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.

    10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.

    11 No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu.

    12 Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.

    13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti.

    14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia.

    15 Señor, abre mis labios, Y publicará mi boca tu alabanza.

    16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto.

    17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

    18 Haz bien con tu benevolencia a Sion; Edifica los muros de Jerusalén.

    19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada; Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.

    Salmos 38: 3 

    3 Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira; Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.

    Salmos 23 

    Jehová es mi pastor

    1 Jehová es mi pastor; nada me faltará.

    2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará.

    3 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

    4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

    5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

    6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

    Habacuc 3 

    Oración de Habacuc

    1 Oración del profeta Habacuc, sobre Sigionot.

    2 Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia.

    3 Dios vendrá de Temán, Y el Santo desde el monte de Parán. Selah Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza.

    4 Y el resplandor fue como la luz; Rayos brillantes salían de su mano, Y allí estaba escondido su poder.

    5 Delante de su rostro iba mortandad, Y a sus pies salían carbones encendidos.

    6 Se levantó, y midió la tierra; Miró, e hizo temblar las gentes; Los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron. Sus caminos son eternos.

    7 He visto las tiendas de Cusán en aflicción; Las tiendas de la tierra de Madián temblaron.

    8 ¿Te airaste, oh Jehová, contra los ríos? ¿Contra los ríos te airaste? ¿Fue tu ira contra el mar Cuando montaste en tus caballos, Y en tus carros de victoria?

    9 Se descubrió enteramente tu arco; Los juramentos a las tribus fueron palabra segura. Selah Hendiste la tierra con ríos.

    10 Te vieron y tuvieron temor los montes; Pasó la inundación de las aguas; El abismo dio su voz, A lo alto alzó sus manos.

    11 El sol y la luna se pararon en su lugar; A la luz de tus saetas anduvieron, Y al resplandor de tu fulgente lanza.

    12 Con ira hollaste la tierra, Con furor trillaste las naciones.

    13 Saliste para socorrer a tu pueblo, Para socorrer a tu ungido. Traspasaste la cabeza de la casa del impío, Descubriendo el cimiento hasta la roca. Selah

    14 Horadaste con sus propios dardos las cabezas de sus guerreros, Que como tempestad acometieron para dispersarme, Cuyo regocijo era como para devorar al pobre encubiertamente.

    15 Caminaste en el mar con tus caballos, Sobre la mole de las grandes aguas.

    16 Oí, y se conmovieron mis entrañas; A la voz temblaron mis labios; Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; Si bien estaré quieto en el día de la angustia, Cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas.

    17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales;

    18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

    19 Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar. Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas.

    1 Samuel 2:1-10 

    Cántico de Ana

    1 Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación.

    2 No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro.

    3 No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones.

    4 Los arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los débiles se ciñeron de poder.

    5 Los saciados se alquilaron por pan, Y los hambrientos dejaron de tener hambre; Hasta la estéril ha dado a luz siete, Y la que tenía muchos hijos languidece.

    6 Jehová mata, y él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir.

    7 Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece.

    8 El levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo.

    9 El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su propia fuerza.

    10 Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, Dará poder a su Rey, Y exaltará el poderío de su Ungido.

    Isaías 38:10-20 

    10 Yo dije: A la mitad de mis días iré a las puertas del Seol; privado soy del resto de mis años.

    11 Dije: No veré a JAH, a JAH en la tierra de los vivientes; ya no veré más hombre con los moradores del mundo.

    12 Mi morada ha sido movida y traspasada de mí, como tienda de pastor. Como tejedor corté mi vida; me cortará con la enfermedad; me consumirás entre el día y la noche.

    13 Contaba yo hasta la mañana. Como un león molió todos mis huesos; de la mañana a la noche me acabarás.

    14 Como la grulla y como la golondrina me quejaba; gemía como la paloma; alzaba en alto mis ojos. Jehová, violencia padezco; fortaléceme.

    15 ¿Qué diré? El que me lo dijo, él mismo lo ha hecho. Andaré humildemente todos mis años, a causa de aquella amargura de mi alma.

    16 Oh Señor, por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida de mi espíritu; pues tú me restablecerás, y harás que viva.

    17 He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados.

    18 Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad.

    19 El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos.

    20 Jehová me salvará; por tanto cantaremos nuestros cánticos en la casa de Jehová todos los días de nuestra vida.

    Lucas 1:46-55

    46 Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor;

    47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.

    48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.

    49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre,

    50 Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen.

    51 Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.

    52 Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes.

    53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos.

    54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia

    55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.

    Salmos 2 

    El reino del ungido de Jehová

    1 ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas?

    2 Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:

    3 Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas.

    4 El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos.

    5 Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira.

    6 Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte.

    7 Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.

    8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra.

    9 Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás.

    10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra.

    11 Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor.

    12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.

    Salmos 45 

    Cántico de las bodas del rey

    1 Rebosa mi corazón palabra buena; Dirijo al rey mi canto; Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero.

    2 Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; La gracia se derramó en tus labios; Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre.

    3 Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente, Con tu gloria y con tu majestad.

    4 En tu gloria sé prosperado; Cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia, Y tu diestra te enseñará cosas terribles.

    5 Tus saetas agudas, Con que caerán pueblos debajo de ti, Penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.

    6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de tu reino.

    7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.

    8 Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos; Desde palacios de marfil te recrean.

    9 Hijas de reyes están entre tus ilustres; Está la reina a tu diestra con oro de Ofir.

    10 Oye, hija, y mira, e inclina tu oído; Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre;

    11 Y deseará el rey tu hermosura; E inclínate a él, porque él es tu señor.

    12 Y las hijas de Tiro vendrán con presentes; Implorarán tu favor los ricos del pueblo.

    13 Toda gloriosa es la hija del rey en su morada; De brocado de oro es su vestido.

    14 Con vestidos bordados será llevada al rey; Vírgenes irán en pos de ella, Compañeras suyas serán traídas a ti.

    15 Serán traídas con alegría y gozo; Entrarán en el palacio del rey.

    16 En lugar de tus padres serán tus hijos, A quienes harás príncipes en toda la tierra.

    17 Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones, Por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre.

    Salmos 72

    El reino de un rey justo

    1 Oh Dios, da tus juicios al rey, Y tu justicia al hijo del rey.

    2 El juzgará a tu pueblo con justicia, Y a tus afligidos con juicio.

    3 Los montes llevarán paz al pueblo, Y los collados justicia.

    4 Juzgará a los afligidos del pueblo, Salvará a los hijos del menesteroso, Y aplastará al opresor.

    5 Te temerán mientras duren el sol Y la luna, de generación en generación.

    6 Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada; Como el rocío que destila sobre la tierra.

    7 Florecerá en sus días justicia, Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna.

    8 Dominará de mar a mar, Y desde el río hasta los confines de la tierra.

    9 Ante él se postrarán los moradores del desierto, Y sus enemigos lamerán el polvo.

    10 Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.

    11 Todos los reyes se postrarán delante de él; Todas las naciones le servirán.

    12 Porque él librará al menesteroso que clamare, Y al afligido que no tuviere quien le socorra.

    13 Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso, Y salvará la vida de los pobres.

    14 De engaño y de violencia redimirá sus almas, Y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.

    15 Vivirá, y se le dará del oro de Sabá, Y se orará por él continuamente; Todo el día se le bendecirá.

    16 Será echado un puñado de grano en la tierra, en las cumbres de los montes; Su fruto hará ruido como el Líbano, Y los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra.

    17 Será su nombre para siempre, Se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas las naciones; Lo llamarán bienaventurado.

    18 Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel, El único que hace maravillas.

    19 Bendito su nombre glorioso para siempre, Y toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y Amén.

    20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.

    2 Samuel 1:17-27

    David endecha a Saúl y a Jonatán

    17 Y endechó David a Saúl y a Jonatán su hijo con esta endecha,

    18 y dijo que debía enseñarse a los hijos de Judá. He aquí que está escrito en el libro de Jaser.

    19 ¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus alturas! ¡Cómo han caído los valientes!

    20 No lo anunciéis en Gat, Ni deis las nuevas en las plazas de Ascalón; Para que no se alegren las hijas de los filisteos, Para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos.

    21 Montes de Gilboa, Ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis tierras de ofrendas; Porque allí fue desechado el escudo de los valientes, El escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite.

    22 Sin sangre de los muertos, sin grosura de los valientes, El arco de Jonatán no volvía atrás, Ni la espada de Saúl volvió vacía.

    23 Saúl y Jonatán, amados y queridos; Inseparables en su vida, tampoco en su muerte fueron separados; Más ligeros eran que águilas, Más fuertes que leones.

    24 Hijas de Israel, llorad por Saúl, Quien os vestía de escarlata con deleites, Quien adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro.

    25 ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla! ¡Jonatán, muerto en tus alturas!

    26 Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán, Que me fuiste muy dulce. Más maravilloso me fue tu amor Que el amor de las mujeres.

    27 ¡Cómo han caído los valientes, Han perecido las armas de guerra!

    Salmos 44

    Liberaciones pasadas y pruebas presentes

    1 Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado, La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.

    2 Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos; Afligiste a los pueblos, y los arrojaste.

    3 Porque no se apoderaron de la tierra por su espada, Ni su brazo los libró; Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro, Porque te complaciste en ellos.

    4 Tú, oh Dios, eres mi rey; Manda salvación a Jacob.

    5 Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos; En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios.

    6 Porque no confiaré en mi arco, Ni mi espada me salvará;

    7 Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos, Y has avergonzado a los que nos aborrecían.

    8 En Dios nos gloriaremos todo el tiempo, Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah

    9 Pero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar; Y no sales con nuestros ejércitos.

    10 Nos hiciste retroceder delante del enemigo, Y nos saquean para sí los que nos aborrecen.

    11 Nos entregas como ovejas al matadero, Y nos has esparcido entre las naciones.

    12 Has vendido a tu pueblo de balde; No exigiste ningún precio.

    13 Nos pones por afrenta de nuestros vecinos, Por escarnio y por burla de los que nos rodean.

    14 Nos pusiste por proverbio entre las naciones; Todos al vernos menean la cabeza.

    15 Cada día mi vergüenza está delante de mí, Y la confusión de mi rostro me cubre,

    16 Por la voz del que me vitupera y deshonra, Por razón del enemigo y del vengativo.

    17 Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti, Y no hemos faltado a tu pacto.

    18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón, Ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos,

    19 Para que nos quebrantases en el lugar de chacales, Y nos cubrieses con sombra de muerte.

    20 Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios, O alzado nuestras manos a dios ajeno,

    21 ¿No demandaría Dios esto? Porque él conoce los secretos del corazón.

    22 Pero por causa de ti nos matan cada día; Somos contados como ovejas para el matadero.

    23 Despierta; ¿por qué duermes, Señor? Despierta, no te alejes para siempre.

    24 ¿Por qué escondes tu rostro, Y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión nuestra?

    25 Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo, Y nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra.

    26 Levántate para ayudarnos, Y redímenos por causa de tu misericordia.

    Salmos 60 

    Plegaria pidiendo ayuda contra el enemigo

    1 Oh Dios, tú nos has desechado, nos quebrantaste; Te has airado; ¡vuélvete a nosotros!

    2 Hiciste temblar la tierra, la has hendido; Sana sus roturas, porque titubea.

    3 Has hecho ver a tu pueblo cosas duras; Nos hiciste beber vino de aturdimiento.

    4 Has dado a los que te temen bandera Que alcen por causa de la verdad. Selah

    5 Para que se libren tus amados, Salva con tu diestra, y óyeme.

    6 Dios ha dicho en su santuario: Yo me alegraré; Repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.

    7 Mío es Galaad, y mío es Manasés; Y Efraín es la fortaleza de mi cabeza; Judá es mi legislador.

    8 Moab, vasija para lavarme; Sobre Edom echaré mi calzado; Me regocijaré sobre Filistea.

    9 ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada? ¿Quién me llevará hasta Edom?

    10 ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado, Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos?

    11 Danos socorro contra el enemigo, Porque vana es la ayuda de los hombres.

    12 En Dios haremos proezas, Y él hollará a nuestros enemigos.

    Salmos 74

    Apelación a Dios en contra del enemigo

    1 ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado?

    2 Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos, La que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia; Este monte de Sion, donde has habitado.

    3 Dirige tus pasos a los asolamientos eternos, A todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario.

    4 Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas; Han puesto sus divisas por señales.

    5 Se parecen a los que levantan El hacha en medio de tupido bosque.

    6 Y ahora con hachas y martillos Han quebrado todas sus entalladuras.

    7 Han puesto a fuego tu santuario, Han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra.

    8 Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; Han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra.

    9 No vemos ya nuestras señales; No hay más profeta, Ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo.

    10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?

    11 ¿Por qué retraes tu mano? ¿Por qué escondes tu diestra en tu seno?

    12 Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo; El que obra salvación en medio de la tierra.

    13 Dividiste el mar con tu poder; Quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas.

    14 Magullaste las cabezas del leviatán, Y lo diste por comida a los moradores del desierto.

    15 Abriste la fuente y el río; Secaste ríos impetuosos.

    16 Tuyo es el día, tuya también es la noche; Tú estableciste la luna y el sol.

    17 Tú fijaste todos los términos de la tierra; El verano y el invierno tú los formaste.

    18 Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová, Y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre.

    19 No entregues a las fieras el alma de tu tórtola, Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.

    20 Mira al pacto, Porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia.

    21 No vuelva avergonzado el abatido; El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre.

    22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa; Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día.

    23 No olvides las voces de tus enemigos; El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

    En el libro del profeta Habacuc (Hab. 3:17-19) se halla un sublime pasaje en el que se hace patente la fe que contempla a Dios más allá de las circunstancias de esta vida, y que expresa la confianza del creyente en el Dios soberano y Salvador, que conduce a los suyos a través de las dificultades de su peregrinación: Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar.

    Habacuc 3:17-19

    17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales;

    18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.

    19 Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar. Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas.

    VÉASE:
    Lamentaciones (Libro de) , Cantar de los cantares
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