Diccionario
Diccionario
  • Apocalipsis (Libro)
    Título del único libro profético del Nuevo Testamento, y que se toma de la primera palabra griega, que significa «revelación». 

    En este libro, se desvela el futuro en una serie de visiones panorámicas contempladas por el Vidente apocalíptico. La luz y las tinieblas, el bien y el mal, son las fuerzas morales en oposición. Dios, Cristo y Satanás; hombres, salvos y perdidos, y ángeles, santos e impíos, son los actores en este maravilloso libro acerca de los planes y propósitos de Dios. 

    Las escenas varían y cambian; ahora el tiempo, después la eternidad. El cielo, la tierra, el abismo y el lago de fuego constituyen su escenario. El cántico de los redimidos y el llanto de los vencidos regocijan y apenan. 

    El resultado es el triunfo de Dios, y las glorias mileniales y eternas de Cristo resplandecen de una manera brillante e imperecedera. «Entonces» se cumplirá lo dicho por el antiguo profeta hebreo; «Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho» (Is. 53:11). 

    Isaías 53:11

    11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

    Los cielos y la tierra creados (Ap. 22:1) vienen a ser las moradas eternas de todo lo que es santo y bueno, en tanto que el lago de ruego (Ap. 21:8) recogerá todo aquello que es inicuo y contrario a Dios. 

    Apocalipsis 22:1

    1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

    Apocalipsis 21:8

    8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

    Así como la «gracia» es el tema central de las Epístolas, el tema característico de este libro es el «gobierno» público de Dios en sus tratos frente al mal y en la exaltación del bien. 

    1. División: 

    (a) Dos partes. Este libro se divide en dos partes principales: 

    (A) Desde el capítulo 1 al 11:18, donde se delinean proféticamente el estado de cosas y los acontecimientos desde el final del primer siglo del cristianismo hasta la introducción del estado eterno. 

    (B) Desde el capítulo 11:19 hasta el 22:21, en el que se dan detalles relacionados con Israel y la Cristiandad en la terrible futura crisis de su historia. 

    (b) Tres divisiones. La clave de las tres divisiones del libro nos es dada en Ap. 1:19

    Apocalipsis 1:19

    19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.

    Aquí tenemos la clave a la comprensión de este libro. Contiene un pasado, un presente y un futuro: 

    (A) «Escribe las cosas que has visto.» Se trata de la visión de los versículos 10-18, en la que Cristo, en medio de los siete candeleros de oro es el objeto central. «Pasado». 

    (B) «Escribe las cosas... que son.» Éstas quedan expuestas en los capítulos 2 y 3, donde se traza el camino de la iglesia profesante a través de etapas contemporáneas y sucesivas de su historia, desde su decadencia (Ap. 2:4) hasta su rechazamiento (Ap. 3:16). «Presente». 

    Apocalipsis 2:4

    4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.

    Apocalipsis 3:16

    16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

    (C) «Escribe las cosas... que han de ser después de éstas.» Esta división comienza con el capítulo 4 y sigue hasta 22:5. 

    Ésta es esencialmente la parte profética del libro. «Futuro». Los sellos, las trompetas y las copas; Babilonia, las bodas, el reinado, etc., son todas cosas que esperan su cumplimiento. 

    (c) Doce secciones. Todo el contenido del Apocalipsis se distribuye en doce secciones, y si se consideran cuidadosamente, serán de gran ayuda para el estudio del libro. 

    (A) Introducción general (Ap. 1:1-9). 

    Apocalipsis 1:1-9

    La revelación de Jesucristo

    1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,

    2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.

    3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.

    Salutaciones a las siete iglesias

    4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;

    5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

    6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

    7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.

    8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

    Una visión del Hijo del Hombre

    9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.

    (B) Cristo en gloria judicial en medio de las siete iglesias de Asia (Ap. 1:10-18). 

    Apocalipsis 1:10-18

    10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

    11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

    12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

    13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

    14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

    15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

    16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

    17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

    18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

    (C) La iglesia en su profesión de testimonio de Dios sobre la tierra. Su creciente apartamiento del amor y de la verdad (Ap. 2, 3). 

    (D) Los santos celestiales entronizados y glorificados, incluyendo a todos los mencionados en 1 Tesalonicenses (1 Ts. 4:5-17), (Ap. 4, 5). 

    1 Tesalonicenses 4:5-17

    5 no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios;

    6 que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado.

    7 Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.

    8 Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.

    9 Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros;

    10 y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia. Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más;

    11 y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado,

    12 a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada.

    La venida del Señor

    13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.

    14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.

    15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

    16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

    17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

    (E) Los siete sellos sucesivamente abiertos por el Cordero (Ap. 6-8:1). 

    Apocalipsis 6:1-17

    Los sellos

    1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.

    2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer.

    3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira.

    4 Y salió otro caballo, bermejo;y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.

    5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano.

    6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.

    7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.

    8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.

    9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.

    10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?

    11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.

    12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;

    13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.

    14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.

    15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;

    16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;

    17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?

    Apocalipsis 7:1-17

    Los 144 mil sellados

    1 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.

    2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,

    3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

    4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.

    5 De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.

    6 De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados.

    7 De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados.

    8 De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados.

    La multitud vestida de ropas blancas

    9 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;

    10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.

    11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,

    12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.

    13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?

    14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

    15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.

    16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;

    17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.

    Apocalipsis 8:1

    El séptimo sello

    1 Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.

    El capítulo 7 es un pasaje parentético de sumo interés. 

    (F) Las siete trompetas, tocadas sucesivamente por los ángeles (Ap. 8:2-11:18). 

    Apocalipsis 8:2-13

    2 Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.

    3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.

    4 Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.

    5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.

    Las trompetas

    6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.

    7 El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde.

    8 El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre.

    9 Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida.

    10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas.

    11 Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas.

    12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.

    13 Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!

    Apocalipsis 9:1-21

    1 El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo.

    2 Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo.

    3 Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra.

    4 Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes.

    5 Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre.

    6 Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos.

    7 El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro; sus caras eran como caras humanas;

    8 tenían cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como de leones;

    9 tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla;

    10 tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses.

    11 Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión.

    12 El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto.

    13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios,

    14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates.

    15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres.

    16 Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número.

    17 Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre.

    18 Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca.

    19 Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas, y con ellas dañaban.

    20 Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar;

    21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.

    Apocalipsis 10:1-11

    El ángel con el librito

    1 Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.

    2 Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

    3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.

    4 Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.

    5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

    6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,

    7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.

    8 La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

    9 Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

    10 Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

    11 Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.

    Apocalipsis 11:1-18

    Los dos testigos

    1 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.

    2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.

    3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

    4 Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.

    5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera.

    6 Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.

    7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará.

    8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.

    9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados.

    10 Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.

    11 Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron.

    12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.

    13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.

    14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.

    La séptima trompeta

    15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.

    16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,

    17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.

    18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.

    Aquí tenemos al imperio romano reavivado como protagonista de estas profecías de juicio. 

    (G) Tres fuentes (Ap. 12), dos actores (Ap. 13) y siete resultados (Ap. 14). 

    (H) Las siete copas de la ira de Dios sucesivamente derramadas (Ap. 15-16). 

    Los últimos actos de Dios en sus juicios sobre el imperio, Israel, y la tierra. 

    (I) La Babilonia mística en sus asociaciones políticas y eclesiásticas y su total destrucción (Ap. 17, 18). 

    (J) Secuencia cronológica desde la caída de Babilonia hasta el estado eterno, que se abre con regocijo en el cielo, y cerrándose con una imagen del eterno infortunio en el lago de fuego (Ap. 19-21:8). 

    Apocalipsis 19:1-21

    Alabanzas en el cielo

    1 Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro;

    2 porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella.

    3 Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos.

    4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!

    5 Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.

    6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!

    7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.

    8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

    La cena de las bodas del Cordero

    9 Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.

    10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

    El jinete del caballo blanco

    11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

    12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

    13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.

    14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

    15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

    16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.

    17 Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios,

    18 para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes.

    19 Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.

    20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.

    21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.

    Apocalipsis 20:1-15

    Los mil años

    1 Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.

    2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;

    3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

    4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.

    5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.

    6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.

    7 Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,

    8 y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.

    9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.

    10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

    El juicio ante el gran trono blanco

    11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.

    12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.

    13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.

    14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.

    15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.

    Apocalipsis 21:1-8

    Cielo nuevo y tierra nueva

    1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.

    2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.

    3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.

    4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.

    5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

    6 Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.

    7 El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

    8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

    (K) La esposa del Cordero en esplendor gubernamental y milenial. Amor, vida y hermosura para siempre (Ap. 21:9-22:5). 

    Apocalipsis 21:9-27

    La nueva Jerusalén

    9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.

    10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,

    11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.

    12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel;

    13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas.

    14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.

    15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.

    16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.

    17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.

    18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio;

    19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;

    20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.

    21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.

    22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.

    23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

    24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.

    25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.

    26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.

    27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

    Apocalipsis 22:1-5

    1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

    2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

    3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,

    4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.

    5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

    (L) Advertencias, amenazas y alientos (Ap. 22:6-21). 

    Apocalipsis 22:6-21

    La venida de Cristo está cerca

    6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.

    7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

    8 Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.

    9 Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.

    10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.

    11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.

    12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.

    13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.

    14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida,y para entrar por las puertas en la ciudad.

    15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.

    16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.

    17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

    18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.

    19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

    20 El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.

    21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

    2. Propósito. 

    El propósito del libro de Apocalipsis es mantener vivos el amor y la esperanza al centrar la atención de sus lectores en la promesa de la venida del Señor y al preanunciar la victoria final del Rey de reyes y Señor de señores, del Verbo de Dios, sobre un mundo que le rechazó en Su primera venida y que doblará ante Él la rodilla en Su segunda venida. 

    El efecto de todo ello en los creyentes debe ser el de mantenerlos en una verdadera apreciación de la gracia de Dios y de Sus consejos, para que «vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tit. 2:12, 13). 

    Tito 2:12, 13

    12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,

    13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,

    3. Apostolicidad del libro. 

    Ya desde el principio, en pleno segundo siglo hallamos que hay unanimidad en asignar la paternidad de Apocalipsis a Juan el apóstol, el autor del cuarto Evangelio. 

    Esta paternidad es afirmada, entre otros, por Justino Mártir (140 d.C.); Melito (170 d.C.); Teófilo (180 d.C.); Ireneo (180 d.C.), que recibió esta información del mismo Policarpo, discípulo del apóstol Juan. 

    En el siglo III, Tertuliano (200 d.C.), Clemente de Alejandría (200 d.C.), Orígenes (233 d.C.) e Hipólito (240 d.C.), mantienen el testimonio de lo mismo. Sin embargo, su apostolicidad fue atacada posteriormente, alegándose principalmente una gran diferencia de estilo entre el cuarto Evangelio y Apocalipsis. 

    Sin embargo, un examen atento de los textos y el testimonio constante de la Iglesia permiten rechazar tal ataque. La comparación entre el libro de Apocalipsis con el Evangelio y con la primera Epístola de Juan revela que ciertas ideas doctrinales, y sobre todo ciertas peculiaridades lingüísticas, son comunes a los tres escritos. 

    Que el estilo de Apocalipsis sea menos fluido que el del Evangelio y que la Epístola se puede explicar con facilidad por dos razones básicas: 

    (1) El tema mismo obliga al escritor a usar expresiones poco corrientes. 

    (2) El autor, debido a que está tratando ya no de la gracia en acción, como en el Evangelio, sino de la introducción de los días del Mesías, con un giro radical de concepción en los tratos de Dios en el que se pasa de considerar a Israel como «lo-ammi» («no mi pueblo») a «ammi» («pueblo mío») a través de una serie de juicios que cerrarán esta era de gracia, se ve forzado necesariamente a tratar con temas no peculiarmente neotestamentarios. 

    El apóstol, sin embargo, no introduce ninguna idea nueva en el Nuevo Testamento, sino que desarrolla las profecías del Antiguo, centradas en el triunfo final de Dios y del Señor Jesucristo, y ya indicadas en otros pasajes del Nuevo Testamento (cp. Mt. 24-25; y paralelos; Hch. 1:1-7; 15:14-18; Ro. 9-11; Stg. 5:1-8; 1 Jn. 2:18-22, etc.). 

    Mateo 24

    Jesús predice la destrucción del templo

    1 Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.

    2 Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.

    Señales antes del fin

    3 Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?

    4 Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.

    5 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.

    6 Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin.

    7 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.

    8 Y todo esto será principio de dolores.

    9 Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.

    10 Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.

    11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos;

    12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.

    13 Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

    14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

    15 Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda),

    16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes.

    17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa;

    18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.

    19 Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!

    20 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo;

    21 porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.

    22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.

    23 Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis.

    24 Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.

    25 Ya os lo he dicho antes.

    26 Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis.

    27 Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.

    28 Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.

    La venida del Hijo del Hombre

    29 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.

    30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

    31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

    32 De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.

    33 Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.

    34 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.

    35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

    36 Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.

    37 Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.

    38 Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,

    39 y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.

    40 Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.

    41 Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.

    42 Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.

    43 Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.

    44 Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.

    45 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?

    46 Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.

    47 De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.

    48 Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir;

    49 y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos,

    50 vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe,

    51 y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.

    Mateo 25

    Parábola de las diez vírgenes

    1 Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo.

    2 Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.

    3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;

    4 mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.

    5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron.

    6 Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!

    7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.

    8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan.

    9 Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.

    10 Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

    11 Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!

    12 Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.

    13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

    Parábola de los talentos

    14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.

    15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.

    16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos

    17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.

    18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

    19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.

    20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.

    21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

    22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.

    23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

    24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;

    25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.

    26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.

    27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.

    28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.

    29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

    30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

    El juicio de las naciones

    31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,

    32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartarálos unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.

    33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.

    34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.

    35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;

    36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.

    37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?

    38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?

    39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?

    40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

    41 Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

    42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;

    43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.

    44 Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?

    45 Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.

    46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

    Hechos 1:1-7 

    La promesa del Espíritu Santo

    1 En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,

    2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido;

    3 a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.

    4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

    5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

    La ascensión

    6 Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?

    7 Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;

    Hechos 15:14-18 

    14 Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre.

    15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:

    16 Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar,

    17 Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,

    18 Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos.

    Romanos 9 

    La elección de Israel

    1 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo,

    2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.

    3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;

    4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas;

    5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.

    6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,

    7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.

    8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.

    9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.

    10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre

    11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama),

    12 se le dijo: El mayor servirá al menor.

    13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.

    14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera.

    15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.

    16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

    17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.

    18 De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.

    19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?

    20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?

    21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?

    22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,

    23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,

    24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?

    25 Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada.

    26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.

    27 También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo;

    28 porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud.

    29 Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, Como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.

    La justicia que es por fe

    30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe;

    31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.

    32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo,

    33 como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado.

    Romanos 10 

    1 Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.

    2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia.

    3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;

    4 porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.

    5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.

    6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);

    7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).

    8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:

    9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

    10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

    11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

    12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;

    13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

    14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?

    15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!

    16 Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?

    17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

    18 Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras.

    19 También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; Con pueblo insensato os provocaré a ira.

    20 E Isaías dice resueltamente: Fui hallado de los que no me buscaban; Me manifesté a los que no preguntaban por mí.

    21 Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.

    Romanos 11 

    El remanente de Israel

    1 Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín.

    2 No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo:

    3 Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme?

    4 Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.

    5 Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.

    6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.

    7 ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos;

    8 como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy.

    9 Y David dice: Sea vuelto su convite en trampa y en red, En tropezadero y en retribución;

    10 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, Y agóbiales la espalda para siempre.

    La salvación de los gentiles

    11 Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.

    12 Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?

    13 Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio,

    14 por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos.

    15 Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?

    16 Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.

    17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo,

    18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.

    19 Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.

    20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme.

    21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.

    22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.

    23 Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar.

    24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?

    La restauración de Israel

    25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;

    26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad.

    27 Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados.

    28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.

    29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.

    30 Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,

    31 así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia.

    32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

    33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

    34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

    35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

    36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.

    Santiago 5:1-8 

    Contra los ricos opresores

    1 ¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán.

    2 Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla.

    3 Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros.

    4 He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.

    5 Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza.

    6 Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.

    Sed pacientes y orad

    7 Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.

    8 Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.

    1 Juan 2:18-22

    El anticristo

    18 Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.

    19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.

    20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.

    21 No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad.

    22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.

    Apocalipsis es un libro repleto de simbología e imaginería antiguotestamentaria precisamente porque, a la luz de la revelación de Cristo en el Nuevo Testamento se lleva a su plenitud el desarrollo del plan de Dios para las edades, y de sus propósitos, ciertamente, para con la Iglesia, pero también la consumación y cumplimiento de las promesas de restauración a través de juicios dados a Israel por los profetas del Antiguo Testamento, y refrendadas en el Nuevo Testamento, de la salvación nacional de Israel a través del remanente arrepentido. 

    Por ésta y otras características no se puede negar la paternidad juanina de Apocalipsis; más bien afirmarla; toda la diversidad de estilo y contenido, equilibrada por otra parte por la intensa semejanza ya enunciada anteriormente en cuestiones lingüísticas cruciales, se debe a la diferencia temática existente dentro de los multiformes propósitos del Dios que inspiró este libro. 

    No hay, pues, razón alguna para rechazar las evidencias internas y el testimonio externo uniforme inmediato a la redacción de Apocalipsis de que fue escrito por el apóstol Juan en Patmos, al cierre del primer siglo, al final del reino de Domiciano, hacia el año 96 d.C. 

    4. Las diferentes interpretaciones. 

    Son innumerables, y entre ellas se pueden distinguir cuatro sistemas principales. 

    (a) La «interpretación preterista». Considera el Apocalipsis como la descripción de lo que sucedió en la época de su redacción. Esta interpretación está bien lejos de ser suficiente y elimina el carácter profético del libro. 

    (b) La «interpretación histórico-profética». Sus partidarios defienden que este libro presenta un bosquejo completo de la historia humana y de la iglesia, y la historia de la lucha entre el bien y el mal hasta el fin del tiempo. 

    (c) La «interpretación futurista» considera que la totalidad de los sucesos descritos después del cap. 3 quedan en un futuro por cumplir. 

    (d) La «interpretación puramente simbólica» considera las visiones como la representación en imágenes de las verdades que han de cumplirse en la historia de la Iglesia. Aunque la interpretación más coherente es la número 

    (c), por cuanto armoniza con todas las esperanzas proféticas de Israel en el AT de una restauración final al arrepentimiento y a la dicha en los días del Mesías, en un sentido nacional, refrendado además en diversos pasajes del NT, debe también aceptarse el hecho de que las profecías de Apocalipsis tienen un cumplimiento parcial y preliminar en la historia pasada y presente, en un movimiento de ciclos históricos ascendentes y cada vez más amplios, siguiendo las líneas y principios morales del gobierno divino vistos en Apocalipsis y los profetas, que hallarán su culminación en su futuro y total cumplimiento. 

    Es sólo en base a una clara comprensión de los símbolos e imágenes del Apocalipsis en concordancia con toda la visión profética de las Escrituras, el reconocimiento de su estrecha relación con las profecías del Antiguo Testamento, en todo lo que tienen que ver con la instauración cataclísmica del Reino Mesiánico sobre la tierra y su relación con el remanente de Israel, convertido a su Mesías en los tiempos de «la angustia de Jacob», que podremos ver las grandes líneas de los planes de Dios. 

    Ello permitirá su aplicación para iluminar el caminar del pueblo de Dios en medio de las persecuciones y seducciones de este sistema mundial que ha rechazado a Cristo, y que espera aquel día en que el Padre pondrá a los enemigos del Señor Jesús por estrado de Sus pies, y en que los cristianos nos gozaremos en el triunfo universal y reconocimiento total del Señor Jesús, Rey de reyes, Señor de señores, cuando las puertas de Jerusalén se alzarán para dar paso al Rey de la gloria (cp. Sal. 24). 

    Salmos 24

    El rey de gloria

    1 De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.

    2 Porque él la fundó sobre los mares, Y la afirmó sobre los ríos.

    3 ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?

    4 El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño.

    5 El recibirá bendición de Jehová, Y justicia del Dios de salvación.

    6 Tal es la generación de los que le buscan, De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. Selah

    7 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.

    8 ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla.

    9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.

    10 ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, El es el Rey de la gloria. Selah

    Bibliografía: 

    Clouse, R. C., editor: «The Meaning of the Millenium: Four Views» (Intervarsity Press, Downers Grove, III., 1977); 

    Dana, H. E.: «El Nuevo Testamento ante la crítica» (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1953, 1965); 

    Darby, J. N.: «Estudio sobre el libro de Apocalipsis» (Clíe, Terrassa, 1976); 

    Feinberg, C. L.: «Millenialism, the Two Major Views» (Moody Press, Chicago, 1980); Hamilton, Gavin: «El Discurso del Monte Olivete» (Clíe, Terrassa, 1974); 

    Ironside, H. A.: «Notas sobre el Apocalipsis» (Librería Centroamericana, Guatemala, s/f); 

    Lacueva, F.: «Escatología II», vol. IX del Curso de Formación Teológica Evangélica (Clíe, Terrassa, 1983); 

    Morris, L.: «El Apocalipsis» (Certeza, Buenos Aires, 1977); 

    Payne, J. B.: «Encyclopedia of Biblical Prophecy» (Harper and Row, New York, 1973); 

    Pentecost, J. D.: «Eventos del porvenir» (Libertador, Maracaibo, 1977); 

    Ryrie, C. C.: «Apocalipsis» (Portavoz Evangélico, Barcelona, 1981), Ryrie, C. C.: «Las bases de la fe premilenial» (Portavoz Evangélico, Barcelona, 1984); 

    Smith, W.: «Apocalipsis», en El comentario bíblico Moody (Moody, Chicago, 1971); 

    Scott, W.: «Exposition of the Revelation of Jesus Christ» (Pickering and Inglis, Londres, s/f); 

    Tatford, F. A.: «Prophecy’s Last Word» (Prophetic Witness Pub. House, Eastbourne, 1947, 1971); 

    Walvoord, J. F.: «The Millenial Kingdom» (Zondervan, Grand Rapids, 1959, 1976); 

    West, N.: «The Thousand Years in Both Testaments» (Kregel Publications, Gran Rapids, s/f).

  • DICCIONARIO
Comparte este sitio
  • Apocalipsis (Libro)
    Título del único libro profético del Nuevo Testamento, y que se toma de la primera palabra griega, que significa «revelación». 

    En este libro, se desvela el futuro en una serie de visiones panorámicas contempladas por el Vidente apocalíptico. La luz y las tinieblas, el bien y el mal, son las fuerzas morales en oposición. Dios, Cristo y Satanás; hombres, salvos y perdidos, y ángeles, santos e impíos, son los actores en este maravilloso libro acerca de los planes y propósitos de Dios. 

    Las escenas varían y cambian; ahora el tiempo, después la eternidad. El cielo, la tierra, el abismo y el lago de fuego constituyen su escenario. El cántico de los redimidos y el llanto de los vencidos regocijan y apenan. 

    El resultado es el triunfo de Dios, y las glorias mileniales y eternas de Cristo resplandecen de una manera brillante e imperecedera. «Entonces» se cumplirá lo dicho por el antiguo profeta hebreo; «Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho» (Is. 53:11). 

    Isaías 53:11

    11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

    Los cielos y la tierra creados (Ap. 22:1) vienen a ser las moradas eternas de todo lo que es santo y bueno, en tanto que el lago de ruego (Ap. 21:8) recogerá todo aquello que es inicuo y contrario a Dios. 

    Apocalipsis 22:1

    1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

    Apocalipsis 21:8

    8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

    Así como la «gracia» es el tema central de las Epístolas, el tema característico de este libro es el «gobierno» público de Dios en sus tratos frente al mal y en la exaltación del bien. 

    1. División: 

    (a) Dos partes. Este libro se divide en dos partes principales: 

    (A) Desde el capítulo 1 al 11:18, donde se delinean proféticamente el estado de cosas y los acontecimientos desde el final del primer siglo del cristianismo hasta la introducción del estado eterno. 

    (B) Desde el capítulo 11:19 hasta el 22:21, en el que se dan detalles relacionados con Israel y la Cristiandad en la terrible futura crisis de su historia. 

    (b) Tres divisiones. La clave de las tres divisiones del libro nos es dada en Ap. 1:19

    Apocalipsis 1:19

    19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.

    Aquí tenemos la clave a la comprensión de este libro. Contiene un pasado, un presente y un futuro: 

    (A) «Escribe las cosas que has visto.» Se trata de la visión de los versículos 10-18, en la que Cristo, en medio de los siete candeleros de oro es el objeto central. «Pasado». 

    (B) «Escribe las cosas... que son.» Éstas quedan expuestas en los capítulos 2 y 3, donde se traza el camino de la iglesia profesante a través de etapas contemporáneas y sucesivas de su historia, desde su decadencia (Ap. 2:4) hasta su rechazamiento (Ap. 3:16). «Presente». 

    Apocalipsis 2:4

    4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.

    Apocalipsis 3:16

    16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

    (C) «Escribe las cosas... que han de ser después de éstas.» Esta división comienza con el capítulo 4 y sigue hasta 22:5. 

    Ésta es esencialmente la parte profética del libro. «Futuro». Los sellos, las trompetas y las copas; Babilonia, las bodas, el reinado, etc., son todas cosas que esperan su cumplimiento. 

    (c) Doce secciones. Todo el contenido del Apocalipsis se distribuye en doce secciones, y si se consideran cuidadosamente, serán de gran ayuda para el estudio del libro. 

    (A) Introducción general (Ap. 1:1-9). 

    Apocalipsis 1:1-9

    La revelación de Jesucristo

    1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,

    2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.

    3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.

    Salutaciones a las siete iglesias

    4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;

    5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

    6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

    7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.

    8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

    Una visión del Hijo del Hombre

    9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.

    (B) Cristo en gloria judicial en medio de las siete iglesias de Asia (Ap. 1:10-18). 

    Apocalipsis 1:10-18

    10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

    11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

    12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

    13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

    14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

    15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

    16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

    17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

    18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

    (C) La iglesia en su profesión de testimonio de Dios sobre la tierra. Su creciente apartamiento del amor y de la verdad (Ap. 2, 3). 

    (D) Los santos celestiales entronizados y glorificados, incluyendo a todos los mencionados en 1 Tesalonicenses (1 Ts. 4:5-17), (Ap. 4, 5). 

    1 Tesalonicenses 4:5-17

    5 no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios;

    6 que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado.

    7 Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.

    8 Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.

    9 Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros;

    10 y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia. Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más;

    11 y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado,

    12 a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada.

    La venida del Señor

    13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.

    14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.

    15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

    16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

    17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

    (E) Los siete sellos sucesivamente abiertos por el Cordero (Ap. 6-8:1). 

    Apocalipsis 6:1-17

    Los sellos

    1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.

    2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer.

    3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira.

    4 Y salió otro caballo, bermejo;y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.

    5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano.

    6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.

    7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.

    8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.

    9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.

    10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?

    11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.

    12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;

    13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.

    14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.

    15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;

    16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;

    17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?

    Apocalipsis 7:1-17

    Los 144 mil sellados

    1 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.

    2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,

    3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

    4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.

    5 De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.

    6 De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados.

    7 De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados.

    8 De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados.

    La multitud vestida de ropas blancas

    9 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;

    10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.

    11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,

    12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.

    13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?

    14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

    15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.

    16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;

    17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.

    Apocalipsis 8:1

    El séptimo sello

    1 Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.

    El capítulo 7 es un pasaje parentético de sumo interés. 

    (F) Las siete trompetas, tocadas sucesivamente por los ángeles (Ap. 8:2-11:18). 

    Apocalipsis 8:2-13

    2 Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.

    3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.

    4 Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.

    5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.

    Las trompetas

    6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.

    7 El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde.

    8 El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre.

    9 Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida.

    10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas.

    11 Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas.

    12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.

    13 Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!

    Apocalipsis 9:1-21

    1 El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo.

    2 Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo.

    3 Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra.

    4 Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes.

    5 Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre.

    6 Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos.

    7 El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro; sus caras eran como caras humanas;

    8 tenían cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como de leones;

    9 tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla;

    10 tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses.

    11 Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión.

    12 El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto.

    13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios,

    14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates.

    15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres.

    16 Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número.

    17 Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre.

    18 Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca.

    19 Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas, y con ellas dañaban.

    20 Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar;

    21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.

    Apocalipsis 10:1-11

    El ángel con el librito

    1 Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.

    2 Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

    3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.

    4 Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.

    5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

    6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,

    7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.

    8 La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

    9 Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

    10 Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

    11 Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.

    Apocalipsis 11:1-18

    Los dos testigos

    1 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.

    2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.

    3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

    4 Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.

    5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera.

    6 Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.

    7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará.

    8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.

    9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados.

    10 Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.

    11 Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron.

    12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.

    13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.

    14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.

    La séptima trompeta

    15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.

    16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,

    17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.

    18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.

    Aquí tenemos al imperio romano reavivado como protagonista de estas profecías de juicio. 

    (G) Tres fuentes (Ap. 12), dos actores (Ap. 13) y siete resultados (Ap. 14). 

    (H) Las siete copas de la ira de Dios sucesivamente derramadas (Ap. 15-16). 

    Los últimos actos de Dios en sus juicios sobre el imperio, Israel, y la tierra. 

    (I) La Babilonia mística en sus asociaciones políticas y eclesiásticas y su total destrucción (Ap. 17, 18). 

    (J) Secuencia cronológica desde la caída de Babilonia hasta el estado eterno, que se abre con regocijo en el cielo, y cerrándose con una imagen del eterno infortunio en el lago de fuego (Ap. 19-21:8). 

    Apocalipsis 19:1-21

    Alabanzas en el cielo

    1 Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro;

    2 porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella.

    3 Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos.

    4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!

    5 Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.

    6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!

    7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.

    8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

    La cena de las bodas del Cordero

    9 Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.

    10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

    El jinete del caballo blanco

    11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

    12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

    13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.

    14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

    15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

    16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.

    17 Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios,

    18 para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes.

    19 Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.

    20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.

    21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.

    Apocalipsis 20:1-15

    Los mil años

    1 Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.

    2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;

    3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

    4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.

    5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.

    6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.

    7 Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,

    8 y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.

    9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.

    10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

    El juicio ante el gran trono blanco

    11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.

    12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.

    13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.

    14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.

    15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.

    Apocalipsis 21:1-8

    Cielo nuevo y tierra nueva

    1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.

    2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.

    3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.

    4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.

    5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

    6 Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.

    7 El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

    8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

    (K) La esposa del Cordero en esplendor gubernamental y milenial. Amor, vida y hermosura para siempre (Ap. 21:9-22:5). 

    Apocalipsis 21:9-27

    La nueva Jerusalén

    9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.

    10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,

    11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.

    12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel;

    13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas.

    14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.

    15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.

    16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.

    17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.

    18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio;

    19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;

    20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.

    21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.

    22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.

    23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

    24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.

    25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.

    26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.

    27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

    Apocalipsis 22:1-5

    1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

    2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

    3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,

    4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.

    5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

    (L) Advertencias, amenazas y alientos (Ap. 22:6-21). 

    Apocalipsis 22:6-21

    La venida de Cristo está cerca

    6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.

    7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

    8 Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.

    9 Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.

    10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.

    11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.

    12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.

    13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.

    14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida,y para entrar por las puertas en la ciudad.

    15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.

    16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.

    17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

    18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.

    19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

    20 El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.

    21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

    2. Propósito. 

    El propósito del libro de Apocalipsis es mantener vivos el amor y la esperanza al centrar la atención de sus lectores en la promesa de la venida del Señor y al preanunciar la victoria final del Rey de reyes y Señor de señores, del Verbo de Dios, sobre un mundo que le rechazó en Su primera venida y que doblará ante Él la rodilla en Su segunda venida. 

    El efecto de todo ello en los creyentes debe ser el de mantenerlos en una verdadera apreciación de la gracia de Dios y de Sus consejos, para que «vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tit. 2:12, 13). 

    Tito 2:12, 13

    12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,

    13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,

    3. Apostolicidad del libro. 

    Ya desde el principio, en pleno segundo siglo hallamos que hay unanimidad en asignar la paternidad de Apocalipsis a Juan el apóstol, el autor del cuarto Evangelio. 

    Esta paternidad es afirmada, entre otros, por Justino Mártir (140 d.C.); Melito (170 d.C.); Teófilo (180 d.C.); Ireneo (180 d.C.), que recibió esta información del mismo Policarpo, discípulo del apóstol Juan. 

    En el siglo III, Tertuliano (200 d.C.), Clemente de Alejandría (200 d.C.), Orígenes (233 d.C.) e Hipólito (240 d.C.), mantienen el testimonio de lo mismo. Sin embargo, su apostolicidad fue atacada posteriormente, alegándose principalmente una gran diferencia de estilo entre el cuarto Evangelio y Apocalipsis. 

    Sin embargo, un examen atento de los textos y el testimonio constante de la Iglesia permiten rechazar tal ataque. La comparación entre el libro de Apocalipsis con el Evangelio y con la primera Epístola de Juan revela que ciertas ideas doctrinales, y sobre todo ciertas peculiaridades lingüísticas, son comunes a los tres escritos. 

    Que el estilo de Apocalipsis sea menos fluido que el del Evangelio y que la Epístola se puede explicar con facilidad por dos razones básicas: 

    (1) El tema mismo obliga al escritor a usar expresiones poco corrientes. 

    (2) El autor, debido a que está tratando ya no de la gracia en acción, como en el Evangelio, sino de la introducción de los días del Mesías, con un giro radical de concepción en los tratos de Dios en el que se pasa de considerar a Israel como «lo-ammi» («no mi pueblo») a «ammi» («pueblo mío») a través de una serie de juicios que cerrarán esta era de gracia, se ve forzado necesariamente a tratar con temas no peculiarmente neotestamentarios. 

    El apóstol, sin embargo, no introduce ninguna idea nueva en el Nuevo Testamento, sino que desarrolla las profecías del Antiguo, centradas en el triunfo final de Dios y del Señor Jesucristo, y ya indicadas en otros pasajes del Nuevo Testamento (cp. Mt. 24-25; y paralelos; Hch. 1:1-7; 15:14-18; Ro. 9-11; Stg. 5:1-8; 1 Jn. 2:18-22, etc.). 

    Mateo 24

    Jesús predice la destrucción del templo

    1 Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.

    2 Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.

    Señales antes del fin

    3 Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?

    4 Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.

    5 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.

    6 Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin.

    7 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.

    8 Y todo esto será principio de dolores.

    9 Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.

    10 Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.

    11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos;

    12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.

    13 Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

    14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

    15 Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda),

    16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes.

    17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa;

    18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.

    19 Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!

    20 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo;

    21 porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.

    22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.

    23 Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis.

    24 Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.

    25 Ya os lo he dicho antes.

    26 Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis.

    27 Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.

    28 Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.

    La venida del Hijo del Hombre

    29 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.

    30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

    31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

    32 De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.

    33 Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.

    34 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.

    35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

    36 Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.

    37 Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.

    38 Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,

    39 y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.

    40 Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.

    41 Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada.

    42 Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.

    43 Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.

    44 Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.

    45 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?

    46 Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.

    47 De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.

    48 Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir;

    49 y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos,

    50 vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe,

    51 y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.

    Mateo 25

    Parábola de las diez vírgenes

    1 Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo.

    2 Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.

    3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;

    4 mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.

    5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron.

    6 Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!

    7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.

    8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan.

    9 Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.

    10 Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

    11 Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!

    12 Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.

    13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.

    Parábola de los talentos

    14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.

    15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.

    16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos

    17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.

    18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

    19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.

    20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.

    21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

    22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.

    23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

    24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;

    25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.

    26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.

    27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.

    28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.

    29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

    30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

    El juicio de las naciones

    31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,

    32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartarálos unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.

    33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.

    34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.

    35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;

    36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.

    37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?

    38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?

    39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?

    40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

    41 Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

    42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;

    43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.

    44 Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?

    45 Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.

    46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

    Hechos 1:1-7 

    La promesa del Espíritu Santo

    1 En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,

    2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido;

    3 a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.

    4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

    5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

    La ascensión

    6 Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?

    7 Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;

    Hechos 15:14-18 

    14 Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre.

    15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:

    16 Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar,

    17 Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,

    18 Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos.

    Romanos 9 

    La elección de Israel

    1 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo,

    2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.

    3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;

    4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas;

    5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.

    6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,

    7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.

    8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.

    9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.

    10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre

    11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama),

    12 se le dijo: El mayor servirá al menor.

    13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.

    14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera.

    15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.

    16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

    17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.

    18 De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.

    19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?

    20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?

    21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?

    22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,

    23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,

    24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?

    25 Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada.

    26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.

    27 También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo;

    28 porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud.

    29 Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, Como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.

    La justicia que es por fe

    30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe;

    31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.

    32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo,

    33 como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado.

    Romanos 10 

    1 Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.

    2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia.

    3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;

    4 porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.

    5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.

    6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);

    7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).

    8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:

    9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

    10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

    11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

    12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;

    13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

    14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?

    15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!

    16 Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?

    17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

    18 Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras.

    19 También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; Con pueblo insensato os provocaré a ira.

    20 E Isaías dice resueltamente: Fui hallado de los que no me buscaban; Me manifesté a los que no preguntaban por mí.

    21 Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.

    Romanos 11 

    El remanente de Israel

    1 Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín.

    2 No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo:

    3 Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme?

    4 Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.

    5 Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.

    6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.

    7 ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos;

    8 como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy.

    9 Y David dice: Sea vuelto su convite en trampa y en red, En tropezadero y en retribución;

    10 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, Y agóbiales la espalda para siempre.

    La salvación de los gentiles

    11 Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.

    12 Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?

    13 Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio,

    14 por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos.

    15 Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?

    16 Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.

    17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo,

    18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.

    19 Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.

    20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme.

    21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.

    22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.

    23 Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar.

    24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?

    La restauración de Israel

    25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;

    26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad.

    27 Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados.

    28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.

    29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.

    30 Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,

    31 así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia.

    32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

    33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

    34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

    35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

    36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.

    Santiago 5:1-8 

    Contra los ricos opresores

    1 ¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán.

    2 Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla.

    3 Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros.

    4 He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.

    5 Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza.

    6 Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.

    Sed pacientes y orad

    7 Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.

    8 Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.

    1 Juan 2:18-22

    El anticristo

    18 Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.

    19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.

    20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.

    21 No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad.

    22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.

    Apocalipsis es un libro repleto de simbología e imaginería antiguotestamentaria precisamente porque, a la luz de la revelación de Cristo en el Nuevo Testamento se lleva a su plenitud el desarrollo del plan de Dios para las edades, y de sus propósitos, ciertamente, para con la Iglesia, pero también la consumación y cumplimiento de las promesas de restauración a través de juicios dados a Israel por los profetas del Antiguo Testamento, y refrendadas en el Nuevo Testamento, de la salvación nacional de Israel a través del remanente arrepentido. 

    Por ésta y otras características no se puede negar la paternidad juanina de Apocalipsis; más bien afirmarla; toda la diversidad de estilo y contenido, equilibrada por otra parte por la intensa semejanza ya enunciada anteriormente en cuestiones lingüísticas cruciales, se debe a la diferencia temática existente dentro de los multiformes propósitos del Dios que inspiró este libro. 

    No hay, pues, razón alguna para rechazar las evidencias internas y el testimonio externo uniforme inmediato a la redacción de Apocalipsis de que fue escrito por el apóstol Juan en Patmos, al cierre del primer siglo, al final del reino de Domiciano, hacia el año 96 d.C. 

    4. Las diferentes interpretaciones. 

    Son innumerables, y entre ellas se pueden distinguir cuatro sistemas principales. 

    (a) La «interpretación preterista». Considera el Apocalipsis como la descripción de lo que sucedió en la época de su redacción. Esta interpretación está bien lejos de ser suficiente y elimina el carácter profético del libro. 

    (b) La «interpretación histórico-profética». Sus partidarios defienden que este libro presenta un bosquejo completo de la historia humana y de la iglesia, y la historia de la lucha entre el bien y el mal hasta el fin del tiempo. 

    (c) La «interpretación futurista» considera que la totalidad de los sucesos descritos después del cap. 3 quedan en un futuro por cumplir. 

    (d) La «interpretación puramente simbólica» considera las visiones como la representación en imágenes de las verdades que han de cumplirse en la historia de la Iglesia. Aunque la interpretación más coherente es la número 

    (c), por cuanto armoniza con todas las esperanzas proféticas de Israel en el AT de una restauración final al arrepentimiento y a la dicha en los días del Mesías, en un sentido nacional, refrendado además en diversos pasajes del NT, debe también aceptarse el hecho de que las profecías de Apocalipsis tienen un cumplimiento parcial y preliminar en la historia pasada y presente, en un movimiento de ciclos históricos ascendentes y cada vez más amplios, siguiendo las líneas y principios morales del gobierno divino vistos en Apocalipsis y los profetas, que hallarán su culminación en su futuro y total cumplimiento. 

    Es sólo en base a una clara comprensión de los símbolos e imágenes del Apocalipsis en concordancia con toda la visión profética de las Escrituras, el reconocimiento de su estrecha relación con las profecías del Antiguo Testamento, en todo lo que tienen que ver con la instauración cataclísmica del Reino Mesiánico sobre la tierra y su relación con el remanente de Israel, convertido a su Mesías en los tiempos de «la angustia de Jacob», que podremos ver las grandes líneas de los planes de Dios. 

    Ello permitirá su aplicación para iluminar el caminar del pueblo de Dios en medio de las persecuciones y seducciones de este sistema mundial que ha rechazado a Cristo, y que espera aquel día en que el Padre pondrá a los enemigos del Señor Jesús por estrado de Sus pies, y en que los cristianos nos gozaremos en el triunfo universal y reconocimiento total del Señor Jesús, Rey de reyes, Señor de señores, cuando las puertas de Jerusalén se alzarán para dar paso al Rey de la gloria (cp. Sal. 24). 

    Salmos 24

    El rey de gloria

    1 De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.

    2 Porque él la fundó sobre los mares, Y la afirmó sobre los ríos.

    3 ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?

    4 El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño.

    5 El recibirá bendición de Jehová, Y justicia del Dios de salvación.

    6 Tal es la generación de los que le buscan, De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. Selah

    7 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.

    8 ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla.

    9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.

    10 ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, El es el Rey de la gloria. Selah

    Bibliografía: 

    Clouse, R. C., editor: «The Meaning of the Millenium: Four Views» (Intervarsity Press, Downers Grove, III., 1977); 

    Dana, H. E.: «El Nuevo Testamento ante la crítica» (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, 1953, 1965); 

    Darby, J. N.: «Estudio sobre el libro de Apocalipsis» (Clíe, Terrassa, 1976); 

    Feinberg, C. L.: «Millenialism, the Two Major Views» (Moody Press, Chicago, 1980); Hamilton, Gavin: «El Discurso del Monte Olivete» (Clíe, Terrassa, 1974); 

    Ironside, H. A.: «Notas sobre el Apocalipsis» (Librería Centroamericana, Guatemala, s/f); 

    Lacueva, F.: «Escatología II», vol. IX del Curso de Formación Teológica Evangélica (Clíe, Terrassa, 1983); 

    Morris, L.: «El Apocalipsis» (Certeza, Buenos Aires, 1977); 

    Payne, J. B.: «Encyclopedia of Biblical Prophecy» (Harper and Row, New York, 1973); 

    Pentecost, J. D.: «Eventos del porvenir» (Libertador, Maracaibo, 1977); 

    Ryrie, C. C.: «Apocalipsis» (Portavoz Evangélico, Barcelona, 1981), Ryrie, C. C.: «Las bases de la fe premilenial» (Portavoz Evangélico, Barcelona, 1984); 

    Smith, W.: «Apocalipsis», en El comentario bíblico Moody (Moody, Chicago, 1971); 

    Scott, W.: «Exposition of the Revelation of Jesus Christ» (Pickering and Inglis, Londres, s/f); 

    Tatford, F. A.: «Prophecy’s Last Word» (Prophetic Witness Pub. House, Eastbourne, 1947, 1971); 

    Walvoord, J. F.: «The Millenial Kingdom» (Zondervan, Grand Rapids, 1959, 1976); 

    West, N.: «The Thousand Years in Both Testaments» (Kregel Publications, Gran Rapids, s/f).

Comparte este sitio
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información y limitar el uso de cookies en nuestra política de cookies.