Diccionario
Diccionario
  • Judío

    (lat. «Iudaeus», gr. «Ioudaios», heb. «Y’hûdî»). 

    Miembro de la tribu de Judá o del reino de Judá (2 R. 16:6; 25:25). 

    2 Reyes 16:6 

    6 En aquel tiempo el rey de Edom recobró Elat para Edom, y echó de Elat a los hombres de Judá; y los de Edom vinieron a Elat y habitaron allí hasta hoy.

    2 Reyes 25:25

    25 Mas en el mes séptimo vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la estirpe real, y con él diez varones, e hirieron a Gedalías, y murió; y también a los de Judá y a los caldeos que estaban con él en Mizpa.

    Este nombre tomó rápidamente un sentido más extenso, designando a todos los hebreos que volvieron de la cautividad. 

    Finalmente, vino a designar a todas las personas de esta raza dispersadas por todo el orbe (Est. 2:5; Mt. 2:2). 

    Ester 2:5 

    5 Había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín;

    Mateo 2:2

    2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.

    Su lengua era el hebreo, que más tardíamente recibió el nombre de judaico (2 R. 18:26; Neh. 13:24). 

    2 Reyes 18:26 

    26 Entonces dijo Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joa, al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no hables con nosotros en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre el muro.

    Nehemías 13:24

    24 y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, porque no sabían hablar judaico, sino que hablaban conforme a la lengua de cada pueblo.

    Para su historia en Palestina, véase HISTORIA. En el NT este término ocurre con mayor frecuencia en el Evangelio de Juan, donde se aplica a los de Jerusalén y Judea, en contraste con el «pueblo», que hubiera podido ser galileo o visitantes de lejos. 

    Juan habla de «los judíos», de «la Pascua de los judíos», etc., como si él no fuera judío. Ellos habían rechazado al Señor y, espiritualmente, Juan estaba separado de ellos. Los judíos residentes en Judea en la época de la insurrección contra los romanos bajo el procurador Floro, en mayo del año 66, fueron, en su mayor parte, muertos. 

    Después de la conquista de Jerusalén, tras enconada resistencia, en el año 70 d.C., los pocos supervivientes fueron o vendidos como esclavos o hechos pasto de los gladiadores y las fieras. Los judíos dispersos por todo el imperio se encontraron sin centro nacional, sin Templo, sin sacrificios. 

    Sin embargo, mantuvieron su personalidad distintiva en medio de las más tenebrosas circunstancias. Establecidos desde China hasta España, desde África hasta el norte de Rusia, fueron objeto de feroces persecuciones por parte de poblaciones «cristianas» ignorantes de las Escrituras y azuzadas por dirigentes llenos de codicia y prejuicios, cumpliéndose sobre esta desventurada nación la terrible invocación pronunciada por sus antecesores (cfr. Mt. 27:25; Jn. 19:15). 

    Mateo 27:25 

    25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.

    Juan 19:15

    15 Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César.

    El judaísmo ha persistido siempre en el rechazamiento de Jesús, a quien aceptarán nacionalmente sólo en su retorno sobre el monte de los Olivos cuando Él venga para establecer su reino (cfr. Zac. 12:1-10; 14:3-4 ss.). 

    Zacarías 12:1-10 

    Liberación futura de Jerusalén

    1 Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:

    2 He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén.

    3 Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella.

    4 En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera.

    5 Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios.

    6 En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén.

    7 Y librará Jehová las tiendas de Judá primero, para que la gloria de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá.

    8 En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos.

    9 Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén.

    10 Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

    Zacarías 14:3-4

    3 Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.

    4 Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.

    El judaísmo se preservó a lo largo de los siglos, con muchos vaivenes, en el seno de una comunidad sumamente cerrada, desposeída sistemáticamente de privilegios, aunque con respiros temporales que paliaban la situación. 

    En períodos de tolerancia los judíos florecieron, y llegaron a gozar de hermosas sinagogas, gran prosperidad material y prestigio en muchos campos del comercio, medicina y ciencia. 

    Pero su situación nunca era segura. Expulsados de España en 1492 por los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, después de haber sido desposeídos de sus bienes y de sistemáticas matanzas por toda la Península, hechos objeto de matanzas populares, o «progroms» en numerosos lugares de Europa Central; sometidos al capricho de cualquier autoridad en los países árabes, tanto en África del Norte como en Oriente Medio, vieron cómo, en pleno siglo XX, se desataba contra ellos una fría campaña de matanzas sistemáticas bajo el régimen nazi en Alemania, Polonia y numerosos otros territorios ocupados, en bien estudiados campos de exterminio, donde hallaron la muerte seis millones de ellos, víctimas del odio satánico expresado en la teoría racista de «la superioridad de la raza aria». 

    Esta estremecedora matanza a escala continental, metódicamente planeada y ejecutada, y no llegada a consumar totalmente gracias a la victoria aliada sobre el Reich alemán en 1945, dio nuevo impulso a las tesis sionistas, llevando a la fundación, contra viento y marea, del moderno estado de Israel el 14 de mayo de 1948. 

    Allí, según las profecías, los judíos deberán afrontar aún una tribulación sin paralelo, «el día de la angustia de Jacob», antes de la venida del Señor y de la implantación de su reinado de paz y justicia sobre el mundo (Jer. 30:3-8). 

    Jeremías 30:3-8

    3 Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán.

    4 Estas, pues, son las palabras que habló Jehová acerca de Israel y de Judá.

    5 Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído voz de temblor; de espanto, y no de paz.

    6 Inquirid ahora, y mirad si el varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus lomos, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros.

    7 ¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado.

    8 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre,

    A lo largo de toda su trágica historia, a partir de 1776 pudieron los judíos contar con un país en el que eran considerados como ciudadanos con plenitud de derechos y deberes, sin diferencia: los Estados Unidos de Norteamérica. 

    Pocos años después, la República Francesa seguiría el mismo camino, y otros estados modernos de Europa. Sin embargo, el holocausto alemán muestra hasta dónde puede llegar el odio satánico contra el Pueblo de Dios, ahora rechazado y sometido a disciplina, pero amado por causa de los patriarcas (cfr. Ro. 11:28) y objeto de promesas de bendición que han de ser cumplidas nacionalmente (cfr. Jer. 31:27-40; cfr. Ro. 9-11). (Véanse HISTORIA, ISRAEL, etcétera). 

    Romanos 11:28

    28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.

    Jeremías 31:27-40

    El nuevo pacto

    27 He aquí vienen días, dice Jehová, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal.

    28 Y así como tuve cuidado de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y perder y afligir, tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice Jehová.

    29 En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera,

    30 sino que cada cual morirá por su propia maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera.

    31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.

    32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.

    33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

    34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

    35 Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre:

    36 Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente.

    37 Así ha dicho Jehová: Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehová.

    38 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que la ciudad será edificada a Jehová, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del Angulo.

    39 Y saldrá más allá el cordel de la medida delante de él sobre el collado de Gareb, y rodeará a Goa.

    40 Y todo el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los caballos al oriente, será santo a Jehová; no será arrancada ni destruida más para siempre.

    Romanos 9

    La elección de Israel

    1 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo,

    2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.

    3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;

    4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas;

    5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.

    6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,

    7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.

    8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.

    9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.

    10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre

    11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama),

    12 se le dijo: El mayor servirá al menor.

    13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.

    14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera.

    15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.

    16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

    17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.

    18 De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.

    19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?

    20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?

    21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?

    22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,

    23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,

    24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?

    25 Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada.

    26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.

    27 También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo;

    28 porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud.

    29 Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, Como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.

    La justicia que es por fe

    30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe;

    31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.

    32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo,

    33 como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado.

    Romanos 10

    1 Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.

    2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia.

    3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;

    4 porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.

    5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.

    6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);

    7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).

    8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:

    9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

    10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

    11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

    12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;

    13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

    14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?

    15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!

    16 Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?

    17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

    18 Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras.

    19 También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; Con pueblo insensato os provocaré a ira.

    20 E Isaías dice resueltamente: Fui hallado de los que no me buscaban; Me manifesté a los que no preguntaban por mí.

    21 Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.

    Romanos 11

    El remanente de Israel

    1 Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín.

    2 No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo:

    3 Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme?

    4 Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.

    5 Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.

    6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.

    7 ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos;

    8 como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy.

    9 Y David dice: Sea vuelto su convite en trampa y en red, En tropezadero y en retribución;

    10 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, Y agóbiales la espalda para siempre.

    La salvación de los gentiles

    11 Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.

    12 Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?

    13 Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio,

    14 por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos.

    15 Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?

    16 Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.

    17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo,

    18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.

    19 Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.

    20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme.

    21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.

    22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.

    23 Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar.

    24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?

    La restauración de Israel

    25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;

    26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad.

    27 Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados.

    28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.

    29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.

    30 Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,

    31 así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia.

    32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

    33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

    34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

    35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

    36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.

    Bibliografía: 

    Josefo, F.: «Las Guerras de los Judíos» (Clíe, Terrassa, 1983); 

    Keller, W.: «Historia del pueblo judío» (Ediciones Omega, Barcelona, 1969).

    VÉASE: Historia Bíblica , Israel
  • DICCIONARIO
Comparte este sitio
  • Judío

    (lat. «Iudaeus», gr. «Ioudaios», heb. «Y’hûdî»). 

    Miembro de la tribu de Judá o del reino de Judá (2 R. 16:6; 25:25). 

    2 Reyes 16:6 

    6 En aquel tiempo el rey de Edom recobró Elat para Edom, y echó de Elat a los hombres de Judá; y los de Edom vinieron a Elat y habitaron allí hasta hoy.

    2 Reyes 25:25

    25 Mas en el mes séptimo vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la estirpe real, y con él diez varones, e hirieron a Gedalías, y murió; y también a los de Judá y a los caldeos que estaban con él en Mizpa.

    Este nombre tomó rápidamente un sentido más extenso, designando a todos los hebreos que volvieron de la cautividad. 

    Finalmente, vino a designar a todas las personas de esta raza dispersadas por todo el orbe (Est. 2:5; Mt. 2:2). 

    Ester 2:5 

    5 Había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín;

    Mateo 2:2

    2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.

    Su lengua era el hebreo, que más tardíamente recibió el nombre de judaico (2 R. 18:26; Neh. 13:24). 

    2 Reyes 18:26 

    26 Entonces dijo Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joa, al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no hables con nosotros en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre el muro.

    Nehemías 13:24

    24 y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, porque no sabían hablar judaico, sino que hablaban conforme a la lengua de cada pueblo.

    Para su historia en Palestina, véase HISTORIA. En el NT este término ocurre con mayor frecuencia en el Evangelio de Juan, donde se aplica a los de Jerusalén y Judea, en contraste con el «pueblo», que hubiera podido ser galileo o visitantes de lejos. 

    Juan habla de «los judíos», de «la Pascua de los judíos», etc., como si él no fuera judío. Ellos habían rechazado al Señor y, espiritualmente, Juan estaba separado de ellos. Los judíos residentes en Judea en la época de la insurrección contra los romanos bajo el procurador Floro, en mayo del año 66, fueron, en su mayor parte, muertos. 

    Después de la conquista de Jerusalén, tras enconada resistencia, en el año 70 d.C., los pocos supervivientes fueron o vendidos como esclavos o hechos pasto de los gladiadores y las fieras. Los judíos dispersos por todo el imperio se encontraron sin centro nacional, sin Templo, sin sacrificios. 

    Sin embargo, mantuvieron su personalidad distintiva en medio de las más tenebrosas circunstancias. Establecidos desde China hasta España, desde África hasta el norte de Rusia, fueron objeto de feroces persecuciones por parte de poblaciones «cristianas» ignorantes de las Escrituras y azuzadas por dirigentes llenos de codicia y prejuicios, cumpliéndose sobre esta desventurada nación la terrible invocación pronunciada por sus antecesores (cfr. Mt. 27:25; Jn. 19:15). 

    Mateo 27:25 

    25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.

    Juan 19:15

    15 Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César.

    El judaísmo ha persistido siempre en el rechazamiento de Jesús, a quien aceptarán nacionalmente sólo en su retorno sobre el monte de los Olivos cuando Él venga para establecer su reino (cfr. Zac. 12:1-10; 14:3-4 ss.). 

    Zacarías 12:1-10 

    Liberación futura de Jerusalén

    1 Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:

    2 He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén.

    3 Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella.

    4 En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera.

    5 Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios.

    6 En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén.

    7 Y librará Jehová las tiendas de Judá primero, para que la gloria de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá.

    8 En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos.

    9 Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén.

    10 Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

    Zacarías 14:3-4

    3 Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.

    4 Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.

    El judaísmo se preservó a lo largo de los siglos, con muchos vaivenes, en el seno de una comunidad sumamente cerrada, desposeída sistemáticamente de privilegios, aunque con respiros temporales que paliaban la situación. 

    En períodos de tolerancia los judíos florecieron, y llegaron a gozar de hermosas sinagogas, gran prosperidad material y prestigio en muchos campos del comercio, medicina y ciencia. 

    Pero su situación nunca era segura. Expulsados de España en 1492 por los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, después de haber sido desposeídos de sus bienes y de sistemáticas matanzas por toda la Península, hechos objeto de matanzas populares, o «progroms» en numerosos lugares de Europa Central; sometidos al capricho de cualquier autoridad en los países árabes, tanto en África del Norte como en Oriente Medio, vieron cómo, en pleno siglo XX, se desataba contra ellos una fría campaña de matanzas sistemáticas bajo el régimen nazi en Alemania, Polonia y numerosos otros territorios ocupados, en bien estudiados campos de exterminio, donde hallaron la muerte seis millones de ellos, víctimas del odio satánico expresado en la teoría racista de «la superioridad de la raza aria». 

    Esta estremecedora matanza a escala continental, metódicamente planeada y ejecutada, y no llegada a consumar totalmente gracias a la victoria aliada sobre el Reich alemán en 1945, dio nuevo impulso a las tesis sionistas, llevando a la fundación, contra viento y marea, del moderno estado de Israel el 14 de mayo de 1948. 

    Allí, según las profecías, los judíos deberán afrontar aún una tribulación sin paralelo, «el día de la angustia de Jacob», antes de la venida del Señor y de la implantación de su reinado de paz y justicia sobre el mundo (Jer. 30:3-8). 

    Jeremías 30:3-8

    3 Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la tierra que di a sus padres, y la disfrutarán.

    4 Estas, pues, son las palabras que habló Jehová acerca de Israel y de Judá.

    5 Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído voz de temblor; de espanto, y no de paz.

    6 Inquirid ahora, y mirad si el varón da a luz; porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus lomos, como mujer que está de parto, y se han vuelto pálidos todos los rostros.

    7 ¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado.

    8 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre,

    A lo largo de toda su trágica historia, a partir de 1776 pudieron los judíos contar con un país en el que eran considerados como ciudadanos con plenitud de derechos y deberes, sin diferencia: los Estados Unidos de Norteamérica. 

    Pocos años después, la República Francesa seguiría el mismo camino, y otros estados modernos de Europa. Sin embargo, el holocausto alemán muestra hasta dónde puede llegar el odio satánico contra el Pueblo de Dios, ahora rechazado y sometido a disciplina, pero amado por causa de los patriarcas (cfr. Ro. 11:28) y objeto de promesas de bendición que han de ser cumplidas nacionalmente (cfr. Jer. 31:27-40; cfr. Ro. 9-11). (Véanse HISTORIA, ISRAEL, etcétera). 

    Romanos 11:28

    28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.

    Jeremías 31:27-40

    El nuevo pacto

    27 He aquí vienen días, dice Jehová, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal.

    28 Y así como tuve cuidado de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y perder y afligir, tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice Jehová.

    29 En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera,

    30 sino que cada cual morirá por su propia maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera.

    31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.

    32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.

    33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

    34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

    35 Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre:

    36 Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente.

    37 Así ha dicho Jehová: Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehová.

    38 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que la ciudad será edificada a Jehová, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del Angulo.

    39 Y saldrá más allá el cordel de la medida delante de él sobre el collado de Gareb, y rodeará a Goa.

    40 Y todo el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los caballos al oriente, será santo a Jehová; no será arrancada ni destruida más para siempre.

    Romanos 9

    La elección de Israel

    1 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo,

    2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.

    3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;

    4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas;

    5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.

    6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,

    7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.

    8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.

    9 Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.

    10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre

    11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama),

    12 se le dijo: El mayor servirá al menor.

    13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.

    14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera.

    15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.

    16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

    17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.

    18 De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.

    19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?

    20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?

    21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?

    22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,

    23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,

    24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?

    25 Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada.

    26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.

    27 También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo;

    28 porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud.

    29 Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, Como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.

    La justicia que es por fe

    30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe;

    31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.

    32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo,

    33 como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado.

    Romanos 10

    1 Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.

    2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia.

    3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;

    4 porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.

    5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.

    6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);

    7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).

    8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:

    9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

    10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

    11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

    12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;

    13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

    14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?

    15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!

    16 Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?

    17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

    18 Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras.

    19 También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; Con pueblo insensato os provocaré a ira.

    20 E Isaías dice resueltamente: Fui hallado de los que no me buscaban; Me manifesté a los que no preguntaban por mí.

    21 Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.

    Romanos 11

    El remanente de Israel

    1 Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín.

    2 No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo:

    3 Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme?

    4 Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.

    5 Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.

    6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.

    7 ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos;

    8 como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy.

    9 Y David dice: Sea vuelto su convite en trampa y en red, En tropezadero y en retribución;

    10 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, Y agóbiales la espalda para siempre.

    La salvación de los gentiles

    11 Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.

    12 Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?

    13 Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio,

    14 por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos.

    15 Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?

    16 Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.

    17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo,

    18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.

    19 Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.

    20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme.

    21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.

    22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.

    23 Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar.

    24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?

    La restauración de Israel

    25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;

    26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad.

    27 Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados.

    28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.

    29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.

    30 Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,

    31 así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia.

    32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

    33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

    34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

    35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

    36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.

    Bibliografía: 

    Josefo, F.: «Las Guerras de los Judíos» (Clíe, Terrassa, 1983); 

    Keller, W.: «Historia del pueblo judío» (Ediciones Omega, Barcelona, 1969).

    VÉASE:
    Historia Bíblica , Israel
Comparte este sitio
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información y limitar el uso de cookies en nuestra política de cookies.