Diccionario
Diccionario
  • Juan el bautista

    (gr. «’loannes», del heb. «Yõhãnãn»: «Jehová ha hecho gracia»). 

    Precursor inmediato de Jesús, enviado para prepararle el camino. Su padre Zacarías y su madre Elisabet, descendientes ambos de Aarón, eran personas profundamente piadosas (Lc. 1:5). 

    Lucas 1:5

    Anuncio del nacimiento de Juan

    5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.

    Elisabet era prima de la virgen María, que pertenecía a la tribu de Judá (Lc. 1:36). 

    Lucas 1:36

    36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;

    Los padres de Juan vivían en una localidad de la zona montañosa de Judá (Lc. 1:39), quizá Jutah, o en la ciudad sacerdotal de Hebrón. 

    Lucas 1:39

    María visita a Elisabet

    39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá;

    Zacarías estaba cumpliendo su función sacerdotal quemando el incienso en el Templo de Jerusalén, cuando se le apareció el ángel Gabriel. 

    Éste le prometió un hijo, que se debería llamar Juan, y que debería ser criado como nazareo, a semejanza de Sansón y de Samuel. 

    El ángel le anunció además que el niño sería lleno del Espíritu Santo desde su nacimiento, y que estaba llamado a preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto (Lc. 1:8-17). 

    Lucas 1:8-17

    8 Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,

    9 conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.

    10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.

    11 Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.

    12 Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.

    13 Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.

    14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;

    15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.

    16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.

    17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

    Juan nació el año 2 a.C. Pasó su juventud en la región desértica no lejos de su tierra natal, al oeste del mar Muerto (Lc. 1:80). 

    Lucas 1:80

    80 Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

    En el año 29 d.C. se puso a predicar en el desierto, en los alrededores del Jordán. Se cree que Juan ejerció su ministerio en un año sabático (Lc. 3:1, 2). 

    Lucas 3:1, 2

    Predicación de Juan el Bautista

    1 En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia,

    2 y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.

    Su misión fue la de revelar al Mesías en la persona de Jesús (Jn. 1:15). 

    Juan 1:15

    15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.

    Con un intenso fervor, predicó a las multitudes que le venían de todas partes. Los apremiaba a que se arrepintieran de inmediato, por cuanto el reino de los cielos se había acercado. Muchos eran bautizados en el Jordán, después de haber confesado sus pecados. 

    Por ello, Juan recibió el epíteto de «el bautista», que desde entonces le ha distinguido de sus homónimos. Su bautismo de agua simbolizaba la purificación de los pecados; pero el profeta no creía que aquello fuera suficiente. 

    Exhortaba a sus oyentes a que creyeran en Aquel que debería venir tras él (Hch. 19:4). 

    Hechos 19:4

    4 Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.

    Se declaraba indigno de desatar la correa de sus sandalias, por cuanto el Cristo bautizaría a sus discípulos con Espíritu Santo y con fuego (Mt. 3:5-12). 

    Mateo 3:5-12

    5 Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán,

    6 y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.

    7 Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?

    8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento,

    9 y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.

    10 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.

    11 Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

    12 Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.

    Aunque Juan se declaró inferior a Jesús, nuestro Señor quiso ser bautizado por él. Oponiéndose a ello desde el principio, el Bautista demostró que había reconocido al Mesías en Jesús (Mt. 3:13-17). 

    Mateo 3:13-17

    El bautismo de Jesús

    13 Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.

    14 Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?

    15 Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.

    16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.

    17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.

    No ignoraba lo que Zacarías y Elisabet le habían dicho acerca de ello. La exactitud de sus relatos quedó plenamente confirmada cuando vio al Espíritu Santo descendiendo sobre Jesús al ser bautizado. Esta señal le autorizó a proclamar que Jesús era el Cristo (Jn. 1:32, 33). 

    Juan 1:32, 33

    32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.

    33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.

    Malaquías había profetizado que Elías vendría antes del gran día de Jehová, y que un precursor prepararía el camino del Señor (Mal. 4:5-6; 3:1). 

    Malaquías 4:5-6 

    5 He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.

    6 El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.

    Malaquías 3:1

    1 He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.

    El ángel que habló a Zacarías le había anunciado que su hijo iría «delante de Él (el Señor) con el espíritu y el poder de Elías» (Lc. 1:17). 

    Lucas 1:17

    17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

    Jesús mismo declaró que el ministerio de Juan el Bautista era un primer cumplimiento de la profecía de Malaquías (Mr. 9:11-13). 

    Marcos 9:11-13

    11 Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

    12 Respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada?

    13 Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.

    Además, el Bautista precisó con claridad que él no era Elías (Jn. 1:21). 

    Juan 1:21

    21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.

    Este último volverá, parece, como uno de los dos testigos de Ap. 11, inmediatamente antes de la gloriosa venida de Cristo (véase ELÍAS). 

    Apocalipsis 11

    Los dos testigos

    1 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.

    2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.

    3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

    4 Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.

    5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera.

    6 Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.

    7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará.

    8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.

    9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados.

    10 Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.

    11 Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron.

    12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.

    13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.

    14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.

    La séptima trompeta

    15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.

    16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,

    17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.

    18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.

    19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.

    En cuanto a Juan el Bautista, en muchos puntos tenía una gran semejanza con Elías: su vestimenta rústica, su comportamiento hacia los grandes de este mundo, y sobre todo su acción ante el pueblo para llevarlo a Dios mediante el arrepentimiento y una verdadera conversión. 

    De Jesús dijo: «Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe», y constató, sin ningún tipo de celos, el cumplimiento de su predicción (Jn. 3:25-30). 

    Juan 3:25-30

    25 Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación.

    26 Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él.

    27 Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.

    28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él.

    29 El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido.

    30 Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.

    Su ministerio fue muy breve, pero gozó de una gran popularidad. 

    Hacia el final del año 31 d.C., fiel a su misión, reprochó a Herodes el tetrarca el adulterio en que vivía con la mujer de su hermano Felipe; Herodes hizo encarcelar al profeta (Lc. 3:19, 20). 

    Lucas 3:19, 20

    19 Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por Juan a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, y de todas las maldades que Herodes había hecho,

    20 sobre todas ellas, añadió además esta: encerró a Juan en la cárcel.

    Angustiado, deseoso de saber qué giro iba a tomar la obra de Jesús, quizá sintiéndose abandonado en tanto que otros estaban siendo socorridos, Juan envió a dos de sus discípulos para inquirir de Jesús si Él era el Mesías prometido. 

    El Señor les respondió con una relación de sus obras. Cuando los dos discípulos se volvían a Juan, Jesús pronunció delante de la multitud un magnífico elogio de Juan el Bautista (Mt. 11:2-15). 

    Mateo 11:2-15

    2 Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos,

    3 para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?

    4 Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis.

    5 Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio;

    6 y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.

    7 Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?

    8 ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están.

    9 Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.

    10 Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti.

    11 De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.

    12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.

    13 Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.

    14 Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.

    15 El que tiene oídos para oír, oiga.

    Aunque no había hecho ningún milagro (Jn. 10:41), fue el más grande de los profetas, en el sentido de que tuvo el privilegio de preparar al pueblo para la venida del Cristo y de revelarlo como tal. 

    Juan 10:41

    41 Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad.

    Herodías, la princesa adúltera, tramó la muerte del profeta; persuadió a su hija, cuya danza había hechizado a Herodes, que pidiera al tetrarca la cabeza de Juan el Bautista. 

    Le fue concedido este deseo, y los discípulos de Juan se llevaron el cadáver decapitado de Juan para sepultarlo. 

    Privados de su maestro, se acordaron del testimonio que Juan había dado del Cordero de Dios, y siguieron a Jesús (Mt. 14:3-12; Mr. 6:16- 29; Lc. 3:19-20). 

    Mateo 14:3-12 

    3 Porque Herodes había prendido a Juan, y le había encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano;

    4 porque Juan le decía: No te es lícito tenerla.

    5 Y Herodes quería matarle, pero temía al pueblo; porque tenían a Juan por profeta.

    6 Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes,

    7 por lo cual éste le prometió con juramento darle todo lo que pidiese.

    8 Ella, instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista.

    9 Entonces el rey se entristeció; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la diesen,

    10 y ordenó decapitar a Juan en la cárcel.

    11 Y fue traída su cabeza en un plato, y dada a la muchacha; y ella la presentó a su madre.

    12 Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo y lo enterraron; y fueron y dieron las nuevas a Jesús.

    Marcos 6:16-29 

    16 Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos.

    17 Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer.

    18 Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.

    19 Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía;

    20 porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana.

    21 Pero venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea,

    22 entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.

    23 Y le juró: Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino.

    24 Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el Bautista.

    25 Entonces ella entró prontamente al rey, y pidió diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.

    26 Y el rey se entristeció mucho; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.

    27 Y en seguida el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuese traída la cabeza de Juan.

    28 El guarda fue, le decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.

    29 Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro.

    Lucas 3:19-20

    19 Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por Juan a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, y de todas las maldades que Herodes había hecho,

    20 sobre todas ellas, añadió además esta: encerró a Juan en la cárcel.

    Josefo atribuye la muerte del profeta a los celos de Herodes, porque Juan tenía una gran influencia sobre el pueblo. 

    Este historiador añade que el aniquilamiento del ejército de Herodes en su guerra contra Aretas fue generalmente considerado como un juicio enviado por Dios sobre el tetrarca a causa de la muerte de Juan. 

    Josefo sitúa el encarcelamiento y la muerte del Bautista en la fortaleza de Maqueronte (Ant. 18:5, 2). 

    Este lugar, llamado Maquera en la época de Herodes, recibe actualmente el nombre de Mekaur (Mukawer); se halla en las montañas, sobre la costa oriental del mar Muerto, a unos 8 Km. al norte del Arnón, en la cumbre de una altura en forma de cono que domina el mar Muerto a más de 11.000 m. de altura. 

    Aún son bien visibles los vestigios de la antigua fortaleza. 

    En el centro hay un profundo pozo y dos torreones; posiblemente uno de ellos fue donde Juan el Bautista estaba encerrado.

    VÉASE: Elías , Santiago , Marcos
  • DICCIONARIO
Comparte este sitio
  • Juan el bautista

    (gr. «’loannes», del heb. «Yõhãnãn»: «Jehová ha hecho gracia»). 

    Precursor inmediato de Jesús, enviado para prepararle el camino. Su padre Zacarías y su madre Elisabet, descendientes ambos de Aarón, eran personas profundamente piadosas (Lc. 1:5). 

    Lucas 1:5

    Anuncio del nacimiento de Juan

    5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.

    Elisabet era prima de la virgen María, que pertenecía a la tribu de Judá (Lc. 1:36). 

    Lucas 1:36

    36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;

    Los padres de Juan vivían en una localidad de la zona montañosa de Judá (Lc. 1:39), quizá Jutah, o en la ciudad sacerdotal de Hebrón. 

    Lucas 1:39

    María visita a Elisabet

    39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá;

    Zacarías estaba cumpliendo su función sacerdotal quemando el incienso en el Templo de Jerusalén, cuando se le apareció el ángel Gabriel. 

    Éste le prometió un hijo, que se debería llamar Juan, y que debería ser criado como nazareo, a semejanza de Sansón y de Samuel. 

    El ángel le anunció además que el niño sería lleno del Espíritu Santo desde su nacimiento, y que estaba llamado a preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto (Lc. 1:8-17). 

    Lucas 1:8-17

    8 Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,

    9 conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.

    10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.

    11 Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.

    12 Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.

    13 Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.

    14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;

    15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.

    16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.

    17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

    Juan nació el año 2 a.C. Pasó su juventud en la región desértica no lejos de su tierra natal, al oeste del mar Muerto (Lc. 1:80). 

    Lucas 1:80

    80 Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

    En el año 29 d.C. se puso a predicar en el desierto, en los alrededores del Jordán. Se cree que Juan ejerció su ministerio en un año sabático (Lc. 3:1, 2). 

    Lucas 3:1, 2

    Predicación de Juan el Bautista

    1 En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia,

    2 y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.

    Su misión fue la de revelar al Mesías en la persona de Jesús (Jn. 1:15). 

    Juan 1:15

    15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.

    Con un intenso fervor, predicó a las multitudes que le venían de todas partes. Los apremiaba a que se arrepintieran de inmediato, por cuanto el reino de los cielos se había acercado. Muchos eran bautizados en el Jordán, después de haber confesado sus pecados. 

    Por ello, Juan recibió el epíteto de «el bautista», que desde entonces le ha distinguido de sus homónimos. Su bautismo de agua simbolizaba la purificación de los pecados; pero el profeta no creía que aquello fuera suficiente. 

    Exhortaba a sus oyentes a que creyeran en Aquel que debería venir tras él (Hch. 19:4). 

    Hechos 19:4

    4 Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.

    Se declaraba indigno de desatar la correa de sus sandalias, por cuanto el Cristo bautizaría a sus discípulos con Espíritu Santo y con fuego (Mt. 3:5-12). 

    Mateo 3:5-12

    5 Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán,

    6 y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.

    7 Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?

    8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento,

    9 y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.

    10 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.

    11 Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

    12 Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.

    Aunque Juan se declaró inferior a Jesús, nuestro Señor quiso ser bautizado por él. Oponiéndose a ello desde el principio, el Bautista demostró que había reconocido al Mesías en Jesús (Mt. 3:13-17). 

    Mateo 3:13-17

    El bautismo de Jesús

    13 Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.

    14 Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?

    15 Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.

    16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.

    17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.

    No ignoraba lo que Zacarías y Elisabet le habían dicho acerca de ello. La exactitud de sus relatos quedó plenamente confirmada cuando vio al Espíritu Santo descendiendo sobre Jesús al ser bautizado. Esta señal le autorizó a proclamar que Jesús era el Cristo (Jn. 1:32, 33). 

    Juan 1:32, 33

    32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.

    33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.

    Malaquías había profetizado que Elías vendría antes del gran día de Jehová, y que un precursor prepararía el camino del Señor (Mal. 4:5-6; 3:1). 

    Malaquías 4:5-6 

    5 He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.

    6 El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.

    Malaquías 3:1

    1 He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.

    El ángel que habló a Zacarías le había anunciado que su hijo iría «delante de Él (el Señor) con el espíritu y el poder de Elías» (Lc. 1:17). 

    Lucas 1:17

    17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

    Jesús mismo declaró que el ministerio de Juan el Bautista era un primer cumplimiento de la profecía de Malaquías (Mr. 9:11-13). 

    Marcos 9:11-13

    11 Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

    12 Respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada?

    13 Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.

    Además, el Bautista precisó con claridad que él no era Elías (Jn. 1:21). 

    Juan 1:21

    21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.

    Este último volverá, parece, como uno de los dos testigos de Ap. 11, inmediatamente antes de la gloriosa venida de Cristo (véase ELÍAS). 

    Apocalipsis 11

    Los dos testigos

    1 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.

    2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.

    3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

    4 Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.

    5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera.

    6 Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.

    7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará.

    8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.

    9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados.

    10 Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.

    11 Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron.

    12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.

    13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.

    14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.

    La séptima trompeta

    15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.

    16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,

    17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.

    18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.

    19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.

    En cuanto a Juan el Bautista, en muchos puntos tenía una gran semejanza con Elías: su vestimenta rústica, su comportamiento hacia los grandes de este mundo, y sobre todo su acción ante el pueblo para llevarlo a Dios mediante el arrepentimiento y una verdadera conversión. 

    De Jesús dijo: «Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe», y constató, sin ningún tipo de celos, el cumplimiento de su predicción (Jn. 3:25-30). 

    Juan 3:25-30

    25 Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación.

    26 Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él.

    27 Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.

    28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él.

    29 El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido.

    30 Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.

    Su ministerio fue muy breve, pero gozó de una gran popularidad. 

    Hacia el final del año 31 d.C., fiel a su misión, reprochó a Herodes el tetrarca el adulterio en que vivía con la mujer de su hermano Felipe; Herodes hizo encarcelar al profeta (Lc. 3:19, 20). 

    Lucas 3:19, 20

    19 Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por Juan a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, y de todas las maldades que Herodes había hecho,

    20 sobre todas ellas, añadió además esta: encerró a Juan en la cárcel.

    Angustiado, deseoso de saber qué giro iba a tomar la obra de Jesús, quizá sintiéndose abandonado en tanto que otros estaban siendo socorridos, Juan envió a dos de sus discípulos para inquirir de Jesús si Él era el Mesías prometido. 

    El Señor les respondió con una relación de sus obras. Cuando los dos discípulos se volvían a Juan, Jesús pronunció delante de la multitud un magnífico elogio de Juan el Bautista (Mt. 11:2-15). 

    Mateo 11:2-15

    2 Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos,

    3 para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?

    4 Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis.

    5 Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio;

    6 y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.

    7 Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?

    8 ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están.

    9 Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.

    10 Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti.

    11 De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.

    12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.

    13 Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.

    14 Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.

    15 El que tiene oídos para oír, oiga.

    Aunque no había hecho ningún milagro (Jn. 10:41), fue el más grande de los profetas, en el sentido de que tuvo el privilegio de preparar al pueblo para la venida del Cristo y de revelarlo como tal. 

    Juan 10:41

    41 Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad.

    Herodías, la princesa adúltera, tramó la muerte del profeta; persuadió a su hija, cuya danza había hechizado a Herodes, que pidiera al tetrarca la cabeza de Juan el Bautista. 

    Le fue concedido este deseo, y los discípulos de Juan se llevaron el cadáver decapitado de Juan para sepultarlo. 

    Privados de su maestro, se acordaron del testimonio que Juan había dado del Cordero de Dios, y siguieron a Jesús (Mt. 14:3-12; Mr. 6:16- 29; Lc. 3:19-20). 

    Mateo 14:3-12 

    3 Porque Herodes había prendido a Juan, y le había encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano;

    4 porque Juan le decía: No te es lícito tenerla.

    5 Y Herodes quería matarle, pero temía al pueblo; porque tenían a Juan por profeta.

    6 Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes,

    7 por lo cual éste le prometió con juramento darle todo lo que pidiese.

    8 Ella, instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista.

    9 Entonces el rey se entristeció; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la diesen,

    10 y ordenó decapitar a Juan en la cárcel.

    11 Y fue traída su cabeza en un plato, y dada a la muchacha; y ella la presentó a su madre.

    12 Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo y lo enterraron; y fueron y dieron las nuevas a Jesús.

    Marcos 6:16-29 

    16 Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos.

    17 Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer.

    18 Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.

    19 Pero Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía;

    20 porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana.

    21 Pero venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea,

    22 entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.

    23 Y le juró: Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino.

    24 Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el Bautista.

    25 Entonces ella entró prontamente al rey, y pidió diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.

    26 Y el rey se entristeció mucho; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.

    27 Y en seguida el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuese traída la cabeza de Juan.

    28 El guarda fue, le decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.

    29 Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro.

    Lucas 3:19-20

    19 Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por Juan a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, y de todas las maldades que Herodes había hecho,

    20 sobre todas ellas, añadió además esta: encerró a Juan en la cárcel.

    Josefo atribuye la muerte del profeta a los celos de Herodes, porque Juan tenía una gran influencia sobre el pueblo. 

    Este historiador añade que el aniquilamiento del ejército de Herodes en su guerra contra Aretas fue generalmente considerado como un juicio enviado por Dios sobre el tetrarca a causa de la muerte de Juan. 

    Josefo sitúa el encarcelamiento y la muerte del Bautista en la fortaleza de Maqueronte (Ant. 18:5, 2). 

    Este lugar, llamado Maquera en la época de Herodes, recibe actualmente el nombre de Mekaur (Mukawer); se halla en las montañas, sobre la costa oriental del mar Muerto, a unos 8 Km. al norte del Arnón, en la cumbre de una altura en forma de cono que domina el mar Muerto a más de 11.000 m. de altura. 

    Aún son bien visibles los vestigios de la antigua fortaleza. 

    En el centro hay un profundo pozo y dos torreones; posiblemente uno de ellos fue donde Juan el Bautista estaba encerrado.

    VÉASE:
    Elías , Santiago , Marcos
Comparte este sitio
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Puede obtener más información y limitar el uso de cookies en nuestra política de cookies.