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  • Jericó

    Importante ciudad del valle del Jordán (Dt. 34:1, 3), en la ribera occidental del río, a unos 8 Km. de la costa septentrional del mar Muerto, y aproximadamente a 27 Km. de Jerusalén. 

    Deuteronomio 34:1, 3

    Muerte y sepultura de Moisés

    1 Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está enfrente de Jericó; y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad hasta Dan,

    3 el Neguev, y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar.

    Jericó se halla en la parte inferior de la cuesta que conduce a la montañosa meseta de Judá. La ciudad era conocida como la ciudad de las palmeras (Dt. 34:3; Jue. 3:13); la primera mención en las Escrituras se da en relación al campamento de los israelitas en Sitim (Nm. 22:1; 26:3). 

    Deuteronomio 34:3 

    3 el Neguev, y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar.

    Jueces 3:13

    13 Este juntó consigo a los hijos de Amón y de Amalec, y vino e hirió a Israel, y tomó la ciudad de las palmeras.

    Números 22:1 

    Balac manda llamar a Balaam

    1 Partieron los hijos de Israel, y acamparon en los campos de Moab junto al Jordán, frente a Jericó.

    Números 26:3

    3 Y Moisés y el sacerdote Eleazar hablaron con ellos en los campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó, diciendo:

    La situación de Jericó, ciudad muy fortificada, le daba el dominio del bajo Jordán y de los pasos que llevaban a los montes occidentales; la única manera de que los israelitas pudieran avanzar al interior de Canaán era tomando la ciudad. Josué envió a dos espías para que reconocieran la ciudad (Jos. 2:1-24), el pueblo atravesó milagrosamente el Jordán en seco, y plantaron las tiendas delante de la ciudad. 

    Josué 2:1-24

    Josué envía espías a Jericó

    1 Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí.

    2 Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra.

    3 Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra.

    4 Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran.

    5 Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis.

    6 Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado.

    7 Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados; y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores.

    8 Antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les dijo:

    9 Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros.

    10 Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido.

    11 Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.

    12 Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura;

    13 y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte.

    14 Ellos le respondieron: Nuestra vida responderá por la vuestra, si no denunciareis este asunto nuestro; y cuando Jehová nos haya dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad.

    15 Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro.

    16 Y les dijo: Marchaos al monte, para que los que fueron tras vosotros no os encuentren; y estad escondidos allí tres días, hasta que los que os siguen hayan vuelto; y después os iréis por vuestro camino.

    17 Y ellos le dijeron: Nosotros quedaremos libres de este juramento con que nos has juramentado.

    18 He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre.

    19 Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare.

    20 Y si tú denunciares este nuestro asunto, nosotros quedaremos libres de este tu juramento con que nos has juramentado.

    21 Ella respondió: Sea así como habéis dicho. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana.

    22 Y caminando ellos, llegaron al monte y estuvieron allí tres días, hasta que volvieron los que los perseguían; y los que los persiguieron buscaron por todo el camino, pero no los hallaron.

    23 Entonces volvieron los dos hombres; descendieron del monte, y pasaron, y vinieron a Josué hijo de Nun, y le contaron todas las cosas que les habían acontecido.

    24 Y dijeron a Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros.

    Por orden de Dios, los hombres de guerra fueron dando vueltas a la ciudad, una vez por día, durante seis días consecutivos. 

    En medio de los soldados, los sacerdotes portaban el arca del pacto, precedida por siete sacerdotes tocando las bocinas. El séptimo día dieron siete veces la vuelta a la ciudad; al final de la séptima vuelta, mientras resonaba el toque prolongado de las bocinas, el ejército rompió en un fuerte clamor, las murallas se derrumbaron, y los israelitas penetraron en la ciudad. 

    En cuanto a la fecha, sería alrededor del año 1403 a.C. (cf. ÉXODO Y PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO). 

    La ciudad había sido proclamada anatema. A excepción de Rahab, que había dado refugio a los espías, y su familia, todos los demás habitantes fueron muertos. El oro, la plata, los objetos preciosos, entraron al tesoro de Jehová. Josué lanzó una maldición contra quien reconstruyera la ciudad (Jos. 5:13-6:26). 

    Josué 5:13-15

    Josué y el varón con la espada desenvainada

    13 Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?

    14 El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?

    15 Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.

    Josué 6:1-26

    La toma de Jericó

    1 Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía.

    2 Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra.

    3 Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días.

    4 Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas.

    5 Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.

    6 Llamando, pues, Josué hijo de Nun a los sacerdotes, les dijo: Llevad el arca del pacto, y siete sacerdotes lleven bocinas de cuerno de carnero delante del arca de Jehová.

    7 Y dijo al pueblo: Pasad, y rodead la ciudad; y los que están armados pasarán delante del arca de Jehová.

    8 Y así que Josué hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, pasaron delante del arca de Jehová, y tocaron las bocinas; y el arca del pacto de Jehová los seguía.

    9 Y los hombres armados iban delante de los sacerdotes que tocaban las bocinas, y la retaguardia iba tras el arca, mientras las bocinas sonaban continuamente.

    10 Y Josué mandó al pueblo, diciendo: Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca, hasta el día que yo os diga: Gritad; entonces gritaréis.

    11 Así que él hizo que el arca de Jehová diera una vuelta alrededor de la ciudad, y volvieron luego al campamento, y allí pasaron la noche.

    12 Y Josué se levantó de mañana, y los sacerdotes tomaron el arca de Jehová.

    13 Y los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, fueron delante del arca de Jehová, andando siempre y tocando las bocinas; y los hombres armados iban delante de ellos, y la retaguardia iba tras el arca de Jehová, mientras las bocinas tocaban continuamente.

    14 Así dieron otra vuelta a la ciudad el segundo día, y volvieron al campamento; y de esta manera hicieron durante seis días.

    15 Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces.

    16 Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad.

    17 Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos.

    18 Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis.

    19 Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, sean consagrados a Jehová, y entren en el tesoro de Jehová.

    20 Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron.

    21 Y destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos.

    22 Mas Josué dijo a los dos hombres que habían reconocido la tierra: Entrad en casa de la mujer ramera, y haced salir de allí a la mujer y a todo lo que fuere suyo, como lo jurasteis.

    23 Y los espías entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y todo lo que era suyo; y también sacaron a toda su parentela, y los pusieron fuera del campamento de Israel.

    24 Y consumieron con fuego la ciudad, y todo lo que en ella había; solamente pusieron en el tesoro de la casa de Jehová la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro.

    25 Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó.

    26 En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas.

    Fue asignada a Benjamín; se hallaba en los límites de Benjamín y Efraín (Jos. 16:1, 7; 18:12, 21). 

    Josué 16:1, 7 

    Territorio de Efraín y de Manasés

    1 Tocó en suerte a los hijos de José desde el Jordán de Jericó hasta las aguas de Jericó hacia el oriente, hacia el desierto que sube de Jericó por las montañas de Bet-el.

    7 De Janoa desciende a Atarot y a Naarat, y toca Jericó y sale al Jordán.

    Josué 18:12, 21

    12 Fue el límite de ellos al lado del norte desde el Jordán, y sube hacia el lado de Jericó al norte; sube después al monte hacia el occidente, y viene a salir al desierto de Bet-avén.

    21 Las ciudades de la tribu de los hijos de Benjamín, por sus familias, fueron Jericó, Bet-hogla, el valle de Casis,

    Eglón, rey de Moab, hizo de ella su residencia en la época en que oprimió a los israelitas (Jue. 3:13). 

    Jueces 3:13

    13 Este juntó consigo a los hijos de Amón y de Amalec, y vino e hirió a Israel, y tomó la ciudad de las palmeras.

    En el reinado de Acab, Hiel de Bet-el fortificó la ciudad; en el curso de esta fortificación perdió, o sacrificó, a sus dos hijos, en cumplimiento de la maldición de Josué (1 R. 16:34). 

    1 Reyes 16:34

    34 En su tiempo Hiel de Bet-el reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Nun.

    Durante el ministerio de Eliseo había en Jericó una comunidad de profetas (2 R. 2:5). 

    2 Reyes 2:5

    5 Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad.

    Elías, al ir a ser arrebatado al cielo, atravesó Jericó con Eliseo (2 R. 2:4, 15, 18). 

    2 Reyes 2:4, 15, 18

    4 Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó.

    15 Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él.

    18 Y cuando volvieron a Eliseo, que se había quedado en Jericó, él les dijo: ¿No os dije yo que no fueseis?

    En Jericó fueron puestos en libertad los hombres de Judá que habían sido hechos prisioneros por el ejército de Peka, rey de Israel (2 Cr. 28:15). 

    2 Crónicas 28:15

    15 Y se levantaron los varones nombrados, y tomaron a los cautivos, y del despojo vistieron a los que de ellos estaban desnudos; los vistieron, los calzaron, y les dieron de comer y de beber, y los ungieron, y condujeron en asnos a todos los débiles, y los llevaron hasta Jericó, ciudad de las palmeras, cerca de sus hermanos; y ellos volvieron a Samaria.

    Los caldeos se apoderaron de Sedequías cerca de Jericó (2 R. 25:5 Jer. 39:5 52:8). 

    2 Reyes 25:5 

    5 Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado todo su ejército.

    Jeremías 39:5 

    5 Pero el ejército de los caldeos los siguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y le tomaron, y le hicieron subir a Ribla en tierra de Hamat, donde estaba Nabucodonosor rey de Babilonia, y le sentenció.

    Jeremías 52:8

    8 Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y lo abandonó todo su ejército.

    Después del retorno del exilio, algunos de sus habitantes ayudaron a construir los muros de Jerusalén (Neh. 3:2). 

    Nehemías 3:2

    2 Junto a ella edificaron los varones de Jericó, y luego edificó Zacur hijo de Imri.

    Báquides, general sirio, levantó los muros de Jericó en la época de los Macabeos (1 Mac. 9:50). 

    Al comienzo del reinado de Herodes los romanos saquearon Jericó (Ant. 14:15, 3). 

    Después Herodes la embelleció construyendo un palacio y, sobre la colina detrás de la ciudad, levantó una ciudadela que llamó Cipro (Ant. 16:5, 2; 17:13, 1; Guerras 121, 4, 9). 

    La parábola del Buen Samaritano se sitúa sobre el camino de Jerusalén a Jericó (Lc. 10:30). 

    Lucas 10:30

    30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.

    La curación del ciego Bartimeo y de su compañero tuvo lugar en el camino de Jericó (Mt. 20:29; Lc. 18:35); Zaqueo, a quien Jesús llamó para hospedarse en su casa y darle la salvación, moraba en Jericó (Lc. 19:1, 2). 

    Mateo 20:29 

    Dos ciegos reciben la vista

    29 Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud.

    Lucas 18:35

    Un ciego de Jericó recibe la vista

    35 Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando;

    Lucas 19:1, 2

    Jesús y Zaqueo

    1 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.

    2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico,

    Jericó se halla a casi 240 m. por debajo del nivel del mar Mediterráneo, en un clima tropical, donde crecían las balsameras, la alheña, los sicómoros (Cnt. 1:14; Lc. 19:2, 4; Guerras 4:8, 3). 

    Cantares 1:14 

    14 Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi Es para mí mi amado.

    Lucas 19:2, 4

    2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico,

    4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.

    Las rosas de Jericó eran consideradas extraordinariamente bellas (Eclo. 24:14). 

    La antigua Jericó se elevaba muy cerca de las abundantes aguas llamadas en la actualidad ’Ain es-Sultãn; ésta es indudablemente la fuente que Eliseo sanó (2 R. 2:12-22; Guerras 4:8, 3). 

    2 Reyes 2:12-22

    12 Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes.

    13 Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán.

    14 Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo.

    15 Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él.

    16 Y dijeron: He aquí hay con tus siervos cincuenta varones fuertes; vayan ahora y busquen a tu señor; quizá lo ha levantado el Espíritu de Jehová, y lo ha echado en algún monte o en algún valle. Y él les dijo: No enviéis.

    17 Mas ellos le importunaron, hasta que avergonzándose dijo: Enviad. Entonces ellos enviaron cincuenta hombres, los cuales lo buscaron tres días, mas no lo hallaron.

    18 Y cuando volvieron a Eliseo, que se había quedado en Jericó, él les dijo: ¿No os dije yo que no fueseis?

    19 Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en donde está colocada esta ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas son malas, y la tierra es estéril.

    20 Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned en ella sal. Y se la trajeron.

    21 Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad.

    22 Y fueron sanas las aguas hasta hoy, conforme a la palabra que habló Eliseo.

    La Jericó moderna, en árabe «Er-Riha», se halla a 1,5 Km. al sureste de la fuente. Arqueología: Ernst Selin y la sociedad Deutsche Orientgesellschaft (1907-1909) iniciaron allí excavaciones sobre el montículo llamado Tell es-Sultan. 

    Fueron continuadas muy extensamente por John Garstang (1930-1936); en 1952 fueron reanudadas por Kathleen Kenyon y por las escuelas de arqueología de Inglaterra y EE. UU. Fue Garstang quien descubrió la evidencia de los muros caídos, y esta evidencia fue fotografiada por él y por posteriores investigadores. 

    Los muros habían caído de dentro hacia afuera. Sus fundamentos no habían sido minados, sino que debieron ser derrumbados por un potente temblor de tierra. 

    También había evidencia de un violento incendio de la ciudad. La revisión de Miss Kathleen Kenyon de esta identificación en base a la cerámica asociada con la cronología de Egipto no tiene en cuenta la necesaria revisión de la estructura cronológica de la historia de Egipto (Véanse EGIPTO, ÉXODO, FARAÓN, HICSOS, HETEOS, etc.). 

    En base a la revisión de Velikovsky y Courville, la destrucción de Jericó concuerda perfectamente con todos los detalles físicos de la destrucción y con los restos arqueológicos, y no se puede objetar a la identificación efectuada por Garstang en 1930-1936, ni a la fecha de 1400 a.C. 

    Los restos correspondientes a la conquista correspondían a una doble muralla de ladrillos, con un muro exterior de 2 m. de espesor, un espacio vacío de alrededor de 4,5 m. y un muro interior de 4 m. 

    Estos muros tenían en aquel entonces 9 m. de altura. La ciudad, muy pequeña, estaba entonces tan superpoblada que se habían construido casas en la parte alta de la muralla, por encima del espacio vacío entre las dos murallas (cf. la casa de Rahab, Jos. 2:15). 

    Josué 2:15

    15 Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro.

    El muro exterior se hundió hacia afuera, y el segundo muro, con sus edificaciones encima, se hundió sobre el espacio vacío. 

    Así, la arqueología nos da, en realidad, una evidencia totalmente armónica con el relato de las Escrituras. 

    Bibliografía: 

    Courville, D. A.: «Is a Fixed Chronology of Egypt back to c. 2000 B.C. Mistaken?», en Creation Research Society Quarterly, vol. 11, n. 4, marzo 1975, págs. 202-210; 

    mismo autor: «The Exodus Problem and its Ramifications» (Challenge Books, Loma Linda, California, 1971); 

    Velikovsky, I.: «Ages in Chaos» (Doubleday, Garden City, N.Y. 1952).

    VÉASE: Peregrinación por el desierto , Egipto , Faraón , Hicsos , Heteos
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  • Jericó

    Importante ciudad del valle del Jordán (Dt. 34:1, 3), en la ribera occidental del río, a unos 8 Km. de la costa septentrional del mar Muerto, y aproximadamente a 27 Km. de Jerusalén. 

    Deuteronomio 34:1, 3

    Muerte y sepultura de Moisés

    1 Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está enfrente de Jericó; y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad hasta Dan,

    3 el Neguev, y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar.

    Jericó se halla en la parte inferior de la cuesta que conduce a la montañosa meseta de Judá. La ciudad era conocida como la ciudad de las palmeras (Dt. 34:3; Jue. 3:13); la primera mención en las Escrituras se da en relación al campamento de los israelitas en Sitim (Nm. 22:1; 26:3). 

    Deuteronomio 34:3 

    3 el Neguev, y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar.

    Jueces 3:13

    13 Este juntó consigo a los hijos de Amón y de Amalec, y vino e hirió a Israel, y tomó la ciudad de las palmeras.

    Números 22:1 

    Balac manda llamar a Balaam

    1 Partieron los hijos de Israel, y acamparon en los campos de Moab junto al Jordán, frente a Jericó.

    Números 26:3

    3 Y Moisés y el sacerdote Eleazar hablaron con ellos en los campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó, diciendo:

    La situación de Jericó, ciudad muy fortificada, le daba el dominio del bajo Jordán y de los pasos que llevaban a los montes occidentales; la única manera de que los israelitas pudieran avanzar al interior de Canaán era tomando la ciudad. Josué envió a dos espías para que reconocieran la ciudad (Jos. 2:1-24), el pueblo atravesó milagrosamente el Jordán en seco, y plantaron las tiendas delante de la ciudad. 

    Josué 2:1-24

    Josué envía espías a Jericó

    1 Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí.

    2 Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra.

    3 Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra.

    4 Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran.

    5 Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis.

    6 Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado.

    7 Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados; y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores.

    8 Antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les dijo:

    9 Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros.

    10 Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido.

    11 Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.

    12 Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura;

    13 y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte.

    14 Ellos le respondieron: Nuestra vida responderá por la vuestra, si no denunciareis este asunto nuestro; y cuando Jehová nos haya dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad.

    15 Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro.

    16 Y les dijo: Marchaos al monte, para que los que fueron tras vosotros no os encuentren; y estad escondidos allí tres días, hasta que los que os siguen hayan vuelto; y después os iréis por vuestro camino.

    17 Y ellos le dijeron: Nosotros quedaremos libres de este juramento con que nos has juramentado.

    18 He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre.

    19 Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare.

    20 Y si tú denunciares este nuestro asunto, nosotros quedaremos libres de este tu juramento con que nos has juramentado.

    21 Ella respondió: Sea así como habéis dicho. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana.

    22 Y caminando ellos, llegaron al monte y estuvieron allí tres días, hasta que volvieron los que los perseguían; y los que los persiguieron buscaron por todo el camino, pero no los hallaron.

    23 Entonces volvieron los dos hombres; descendieron del monte, y pasaron, y vinieron a Josué hijo de Nun, y le contaron todas las cosas que les habían acontecido.

    24 Y dijeron a Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros.

    Por orden de Dios, los hombres de guerra fueron dando vueltas a la ciudad, una vez por día, durante seis días consecutivos. 

    En medio de los soldados, los sacerdotes portaban el arca del pacto, precedida por siete sacerdotes tocando las bocinas. El séptimo día dieron siete veces la vuelta a la ciudad; al final de la séptima vuelta, mientras resonaba el toque prolongado de las bocinas, el ejército rompió en un fuerte clamor, las murallas se derrumbaron, y los israelitas penetraron en la ciudad. 

    En cuanto a la fecha, sería alrededor del año 1403 a.C. (cf. ÉXODO Y PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO). 

    La ciudad había sido proclamada anatema. A excepción de Rahab, que había dado refugio a los espías, y su familia, todos los demás habitantes fueron muertos. El oro, la plata, los objetos preciosos, entraron al tesoro de Jehová. Josué lanzó una maldición contra quien reconstruyera la ciudad (Jos. 5:13-6:26). 

    Josué 5:13-15

    Josué y el varón con la espada desenvainada

    13 Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?

    14 El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?

    15 Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.

    Josué 6:1-26

    La toma de Jericó

    1 Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía.

    2 Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra.

    3 Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días.

    4 Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas.

    5 Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.

    6 Llamando, pues, Josué hijo de Nun a los sacerdotes, les dijo: Llevad el arca del pacto, y siete sacerdotes lleven bocinas de cuerno de carnero delante del arca de Jehová.

    7 Y dijo al pueblo: Pasad, y rodead la ciudad; y los que están armados pasarán delante del arca de Jehová.

    8 Y así que Josué hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, pasaron delante del arca de Jehová, y tocaron las bocinas; y el arca del pacto de Jehová los seguía.

    9 Y los hombres armados iban delante de los sacerdotes que tocaban las bocinas, y la retaguardia iba tras el arca, mientras las bocinas sonaban continuamente.

    10 Y Josué mandó al pueblo, diciendo: Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca, hasta el día que yo os diga: Gritad; entonces gritaréis.

    11 Así que él hizo que el arca de Jehová diera una vuelta alrededor de la ciudad, y volvieron luego al campamento, y allí pasaron la noche.

    12 Y Josué se levantó de mañana, y los sacerdotes tomaron el arca de Jehová.

    13 Y los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, fueron delante del arca de Jehová, andando siempre y tocando las bocinas; y los hombres armados iban delante de ellos, y la retaguardia iba tras el arca de Jehová, mientras las bocinas tocaban continuamente.

    14 Así dieron otra vuelta a la ciudad el segundo día, y volvieron al campamento; y de esta manera hicieron durante seis días.

    15 Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces.

    16 Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad.

    17 Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos.

    18 Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis.

    19 Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, sean consagrados a Jehová, y entren en el tesoro de Jehová.

    20 Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron.

    21 Y destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos.

    22 Mas Josué dijo a los dos hombres que habían reconocido la tierra: Entrad en casa de la mujer ramera, y haced salir de allí a la mujer y a todo lo que fuere suyo, como lo jurasteis.

    23 Y los espías entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y todo lo que era suyo; y también sacaron a toda su parentela, y los pusieron fuera del campamento de Israel.

    24 Y consumieron con fuego la ciudad, y todo lo que en ella había; solamente pusieron en el tesoro de la casa de Jehová la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro.

    25 Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó.

    26 En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas.

    Fue asignada a Benjamín; se hallaba en los límites de Benjamín y Efraín (Jos. 16:1, 7; 18:12, 21). 

    Josué 16:1, 7 

    Territorio de Efraín y de Manasés

    1 Tocó en suerte a los hijos de José desde el Jordán de Jericó hasta las aguas de Jericó hacia el oriente, hacia el desierto que sube de Jericó por las montañas de Bet-el.

    7 De Janoa desciende a Atarot y a Naarat, y toca Jericó y sale al Jordán.

    Josué 18:12, 21

    12 Fue el límite de ellos al lado del norte desde el Jordán, y sube hacia el lado de Jericó al norte; sube después al monte hacia el occidente, y viene a salir al desierto de Bet-avén.

    21 Las ciudades de la tribu de los hijos de Benjamín, por sus familias, fueron Jericó, Bet-hogla, el valle de Casis,

    Eglón, rey de Moab, hizo de ella su residencia en la época en que oprimió a los israelitas (Jue. 3:13). 

    Jueces 3:13

    13 Este juntó consigo a los hijos de Amón y de Amalec, y vino e hirió a Israel, y tomó la ciudad de las palmeras.

    En el reinado de Acab, Hiel de Bet-el fortificó la ciudad; en el curso de esta fortificación perdió, o sacrificó, a sus dos hijos, en cumplimiento de la maldición de Josué (1 R. 16:34). 

    1 Reyes 16:34

    34 En su tiempo Hiel de Bet-el reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Nun.

    Durante el ministerio de Eliseo había en Jericó una comunidad de profetas (2 R. 2:5). 

    2 Reyes 2:5

    5 Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad.

    Elías, al ir a ser arrebatado al cielo, atravesó Jericó con Eliseo (2 R. 2:4, 15, 18). 

    2 Reyes 2:4, 15, 18

    4 Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó.

    15 Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él.

    18 Y cuando volvieron a Eliseo, que se había quedado en Jericó, él les dijo: ¿No os dije yo que no fueseis?

    En Jericó fueron puestos en libertad los hombres de Judá que habían sido hechos prisioneros por el ejército de Peka, rey de Israel (2 Cr. 28:15). 

    2 Crónicas 28:15

    15 Y se levantaron los varones nombrados, y tomaron a los cautivos, y del despojo vistieron a los que de ellos estaban desnudos; los vistieron, los calzaron, y les dieron de comer y de beber, y los ungieron, y condujeron en asnos a todos los débiles, y los llevaron hasta Jericó, ciudad de las palmeras, cerca de sus hermanos; y ellos volvieron a Samaria.

    Los caldeos se apoderaron de Sedequías cerca de Jericó (2 R. 25:5 Jer. 39:5 52:8). 

    2 Reyes 25:5 

    5 Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado todo su ejército.

    Jeremías 39:5 

    5 Pero el ejército de los caldeos los siguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y le tomaron, y le hicieron subir a Ribla en tierra de Hamat, donde estaba Nabucodonosor rey de Babilonia, y le sentenció.

    Jeremías 52:8

    8 Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y lo abandonó todo su ejército.

    Después del retorno del exilio, algunos de sus habitantes ayudaron a construir los muros de Jerusalén (Neh. 3:2). 

    Nehemías 3:2

    2 Junto a ella edificaron los varones de Jericó, y luego edificó Zacur hijo de Imri.

    Báquides, general sirio, levantó los muros de Jericó en la época de los Macabeos (1 Mac. 9:50). 

    Al comienzo del reinado de Herodes los romanos saquearon Jericó (Ant. 14:15, 3). 

    Después Herodes la embelleció construyendo un palacio y, sobre la colina detrás de la ciudad, levantó una ciudadela que llamó Cipro (Ant. 16:5, 2; 17:13, 1; Guerras 121, 4, 9). 

    La parábola del Buen Samaritano se sitúa sobre el camino de Jerusalén a Jericó (Lc. 10:30). 

    Lucas 10:30

    30 Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.

    La curación del ciego Bartimeo y de su compañero tuvo lugar en el camino de Jericó (Mt. 20:29; Lc. 18:35); Zaqueo, a quien Jesús llamó para hospedarse en su casa y darle la salvación, moraba en Jericó (Lc. 19:1, 2). 

    Mateo 20:29 

    Dos ciegos reciben la vista

    29 Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud.

    Lucas 18:35

    Un ciego de Jericó recibe la vista

    35 Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando;

    Lucas 19:1, 2

    Jesús y Zaqueo

    1 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.

    2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico,

    Jericó se halla a casi 240 m. por debajo del nivel del mar Mediterráneo, en un clima tropical, donde crecían las balsameras, la alheña, los sicómoros (Cnt. 1:14; Lc. 19:2, 4; Guerras 4:8, 3). 

    Cantares 1:14 

    14 Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi Es para mí mi amado.

    Lucas 19:2, 4

    2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico,

    4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.

    Las rosas de Jericó eran consideradas extraordinariamente bellas (Eclo. 24:14). 

    La antigua Jericó se elevaba muy cerca de las abundantes aguas llamadas en la actualidad ’Ain es-Sultãn; ésta es indudablemente la fuente que Eliseo sanó (2 R. 2:12-22; Guerras 4:8, 3). 

    2 Reyes 2:12-22

    12 Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes.

    13 Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán.

    14 Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo.

    15 Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él.

    16 Y dijeron: He aquí hay con tus siervos cincuenta varones fuertes; vayan ahora y busquen a tu señor; quizá lo ha levantado el Espíritu de Jehová, y lo ha echado en algún monte o en algún valle. Y él les dijo: No enviéis.

    17 Mas ellos le importunaron, hasta que avergonzándose dijo: Enviad. Entonces ellos enviaron cincuenta hombres, los cuales lo buscaron tres días, mas no lo hallaron.

    18 Y cuando volvieron a Eliseo, que se había quedado en Jericó, él les dijo: ¿No os dije yo que no fueseis?

    19 Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en donde está colocada esta ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas son malas, y la tierra es estéril.

    20 Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned en ella sal. Y se la trajeron.

    21 Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad.

    22 Y fueron sanas las aguas hasta hoy, conforme a la palabra que habló Eliseo.

    La Jericó moderna, en árabe «Er-Riha», se halla a 1,5 Km. al sureste de la fuente. Arqueología: Ernst Selin y la sociedad Deutsche Orientgesellschaft (1907-1909) iniciaron allí excavaciones sobre el montículo llamado Tell es-Sultan. 

    Fueron continuadas muy extensamente por John Garstang (1930-1936); en 1952 fueron reanudadas por Kathleen Kenyon y por las escuelas de arqueología de Inglaterra y EE. UU. Fue Garstang quien descubrió la evidencia de los muros caídos, y esta evidencia fue fotografiada por él y por posteriores investigadores. 

    Los muros habían caído de dentro hacia afuera. Sus fundamentos no habían sido minados, sino que debieron ser derrumbados por un potente temblor de tierra. 

    También había evidencia de un violento incendio de la ciudad. La revisión de Miss Kathleen Kenyon de esta identificación en base a la cerámica asociada con la cronología de Egipto no tiene en cuenta la necesaria revisión de la estructura cronológica de la historia de Egipto (Véanse EGIPTO, ÉXODO, FARAÓN, HICSOS, HETEOS, etc.). 

    En base a la revisión de Velikovsky y Courville, la destrucción de Jericó concuerda perfectamente con todos los detalles físicos de la destrucción y con los restos arqueológicos, y no se puede objetar a la identificación efectuada por Garstang en 1930-1936, ni a la fecha de 1400 a.C. 

    Los restos correspondientes a la conquista correspondían a una doble muralla de ladrillos, con un muro exterior de 2 m. de espesor, un espacio vacío de alrededor de 4,5 m. y un muro interior de 4 m. 

    Estos muros tenían en aquel entonces 9 m. de altura. La ciudad, muy pequeña, estaba entonces tan superpoblada que se habían construido casas en la parte alta de la muralla, por encima del espacio vacío entre las dos murallas (cf. la casa de Rahab, Jos. 2:15). 

    Josué 2:15

    15 Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro.

    El muro exterior se hundió hacia afuera, y el segundo muro, con sus edificaciones encima, se hundió sobre el espacio vacío. 

    Así, la arqueología nos da, en realidad, una evidencia totalmente armónica con el relato de las Escrituras. 

    Bibliografía: 

    Courville, D. A.: «Is a Fixed Chronology of Egypt back to c. 2000 B.C. Mistaken?», en Creation Research Society Quarterly, vol. 11, n. 4, marzo 1975, págs. 202-210; 

    mismo autor: «The Exodus Problem and its Ramifications» (Challenge Books, Loma Linda, California, 1971); 

    Velikovsky, I.: «Ages in Chaos» (Doubleday, Garden City, N.Y. 1952).

    VÉASE:
    Peregrinación por el desierto , Egipto , Faraón , Hicsos , Heteos
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