1:1-2:3 PROLOGO: DIOS CREA EL UNIVERSO
Esta sección inicial de Gén. permanece fuera del marco principal del libro identificado por los diez encabezados: "Estos son los orígenes de" (2:4 etc.). Esto demuestra que esta porción bíblica es el prólogo para el resto del libro, destacando quién es Dios y cómo se relaciona con el mundo. Así, en éste se provee una clave para la interpretación de Gén., si no para toda la Biblia. Pero este prólogo es algo más que una simple afirmación teológica, es un himno de alabanza al Creador a través de quien y por quien todas las cosas existen.
El prólogo en sí está cuidadosamente confeccionado. Diez órdenes divinas resultan en ocho actos creativos, los que se distribuyen en seis días, existiendo una correspondencia entre el día primero y el tercero y entre los días cuarto y sexto. En el día primero, Dios creó "la luz" y en día cuarto, "las lumbreras" (el sol, la luna y las estrellas); en el día segundo, él creó los cielos y el mar y en el día quinto, los moradores de los cielos y del mar (aves y peces); en el día tercero, él creó la tierra y la vegetación y en el día sexto, los moradores de la tie rra (los animales y la humanidad), dándoles plantas para comer; finalmente, en el séptimo día (el Sabbath), él descansó.
Las obras de la creación llegaron a su clímax en el día sexto cuando la humanidad fue creada en dos sexos. Que esto es visto como el acto creador máxi mo de Dios es enfatizado por el extenso comentario que se hace de ellos y su papel (1:26–29), el cual es mucho más completo que cualquiera de los otros actos creativos de Dios. En verdad, las obras de los cinco días previos parecen estar enfocadas en la creación de un hogar para la humanidad. Aquellos aspectos de la creación que más afectan la existencia humana (p. ej. plantas, la vida animal, el sol y la luna) son descritos con más detalle que cuando se refieren a la creación de la luz, la tierra, o los mares, los cuales son menos significativos. La preocupación de Dios por la humanidad se hace explícita en la provisión de plantas para comer.
También pareciera probable que el énfasis que se hace en el hecho de que Dios trabajó seis días y que el séptimo día descansó sea intencional. El modo de trabajar de Dios fue hecho con el propósito de ser un modelo para la actividad humana. La humanidad, creada a la imagen de Dios, se espera a través de toda la Biblia que imite a Dios. Así como Dios trabajó durante seis días y luego descansó el día séptimo, los seres humanos deben trabajar seis días y descansar el séptimo día (Exo. 20:8–11).
El interés en la vida humana sobre la tierra, el cual es aparente en esta narrativa leída sola, es más obvio cuando se compara con otros antiguos relatos orientales acerca de la creación. Implícitamente Gén. rechaza otros puntos de vista que hablan de los dioses y su relación con el mundo. Aquí no tenemos historias de cómo los dioses lucharon, se casaron y tuvieron hijos; aquí sólo hay un Dios que trasciende el tiempo y el sexo, que ya estaba en el principio de la creación. El creó todas las cosas, aun el sol, la luna y las estrellas, elementos que otros pueblos con frecuencia han sostenido ser dio ses por derecho propio. El no requirió de magia alguna para crearlos; su palabra fue suficiente. Según el relato de Gén., hay un solo Dios, el soberano Creador, a quien todo el universo le debe su razón de ser, al cual también se debe obedecer. En este universo creado, hombres y mujeres tienen un lugar de honor, habiendo sido creados a la imagen de Dios. Nosotros reflejamos la naturaleza de Dios y le representamos en la tierra.
1:3-23 La creación continúa