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  • Encarnación

    vet, Del lat. «in», y «caro», «carne»: el hecho de asumir un cuerpo de carne; el acto por el que el Hijo de Dios se revistió voluntariamente de un cuerno humano y de la naturaleza humana. La encarnación de Jesucristo es el punto culminante de las revelaciones y manifestaciones procedentes de Dios en el mundo sensible. Por su misma esencia de amor, Dios no quiso quedarse aislado. Quiso manifestarse y, finalmente, encarnarse. Es así que inicialmente creó a los ángeles y a las criaturas celestes, esto es, a los espíritus servidores (He. 1:14); con ellos, al universo sensible que exalta su gloria a los ojos de las criaturas celestes (Sal. 19:1). 

    Hebreos 1:14

    14 ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?

    Salmos 19:1

    1 Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.

    La materia no es enemiga de Dios, sino un instrumento del que Dios se sirve para manifestar su poder y gloria. Este testimonio del poder divino es de tal claridad, a pesar del desorden que Satanás ha introducido en el mundo físico, que son inexcusables aquellos que rehúsan considerarlo (Ro. 1:20; cp. Hch. 14:17). 

    Romanos 1:20

    20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.

    Hechos 14:17

    17 si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones.

    Más aún que los cielos estrellados y que las estaciones, más aún que la creación natural, el hombre, creado «a imagen de Dios» (Gn. 1:26, 27) tenía que manifestar en la carne la gloria de su Creador: el amor, la rectitud, la inteligencia, el orden, todo ello características esenciales de la divinidad. 

    Génesis 1:26, 27

    26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

    27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

    Sabemos cómo fue violado este plan divino en el Edén, donde el hombre fue seducido por el enemigo del Señor, y vino a quedar bajo el poder de Satanás y llegó a ser hijo del Diablo (1 Jn. 3:10). 

    1 Juan 3:10

    10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.

    Entonces, Dios empezó a manifestarse en hombres-testigos, como p. ej., Enoc, que anduvo con Dios (Jud. 14), Noé el justo (Gn. 7:1), Abraham, el amigo de Dios. 

    Judas 14

    14 De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares,

    Génesis 7:1

    1 Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación.

    A través de ellos, Dios reveló su voluntad. Después vino el testimonio colectivo: Israel, que sería el testigo de Dios a las naciones. Dios se manifestó de otra manera, en la Biblia. Se puede llegar a decir, en palabras de Adolphe Monod, que la Escritura (AT y NT) es como «una encarnación espiritual». Es a través del mensaje de los escritores inspirados (profetas y pastores), instrumentos escogidos de su revelación y vehículos de su pensamiento, que Dios ha hablado a los hombres. Sin embargo, a pesar de todos los medios usados, persistía una gran separación entre el Creador y la criatura. 

    Dios había actuado, hablado, pero no había venido aún personalmente a obrar la salvación, y a restaurar el contacto personal roto en el Edén. Isaías, el gran profeta, expresa la súplica de toda la humanidad sufriente al clamar: «¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras...!» (Is. 63:19). 

    Isaías 63:19

    19 Hemos venido a ser como aquellos de quienes nunca te enseñoreaste, sobre los cuales nunca fue llamado tu nombre.

    También da la maravillosa promesa: «Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios ......; Dios mismo vendrá, y os salvará» (Is. 35:4). 

    Isaías 35:4

    4 Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará.

    Ciertamente, Dios se había aparecido en teofanías (véase), las apariciones del Señor a los patriarcas y al pueblo de Israel (Gn. 18:1; 32:28-30; Éx. 3:2-7; 19:20; 24:10; 33:11, etc.). 

    Génesis 18:1 

    1 Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día.

    Génesis 32:28-30 

    28 Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

    29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.

    30 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.

    Éxodo 3:2-7 

    2 Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.

    3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.

    4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.

    5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.

    6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

    7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,

    Éxodo 19:20 

    20 Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.

    Éxodo 24:10 

    10 y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.

    Éxodo 33:11

    11 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

    Pero éstas solamente tenían un carácter excepcional y pasajero. El Plan de la salvación conducía inevitablemente a la encarnación, a la venida de Dios en carne, en Jesucristo. Según el AT, el Mesías debía ser el mismo Jehová, el Hijo de Dios único capaz de salvar (Sal. 2; 45:7-8; 110; Is .7:14; 9:5; 35:4; 40:9-11; Jer. 23:5-6; Mi. 5:1; Zac. 12:1, 10; 14:3-5). 

    Salmos 2

    El reino del ungido de Jehová

    1 ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas?

    2 Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:

    3 Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas.

    4 El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos.

    5 Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira.

    6 Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte.

    7 Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.

    8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra.

    9 Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás.

    10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra.

    11 Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor.

    12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.

    Salmos 45:7-8 

    7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.

    8 Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos; Desde palacios de marfil te recrean.

    Salmos 110 

    Jehová da dominio al rey

    1 Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

    2 Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder; Domina en medio de tus enemigos.

    3 Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, En la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora Tienes tú el rocío de tu juventud.

    4 Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre Según el orden de Melquisedec.

    5 El Señor está a tu diestra; Quebrantará a los reyes en el día de su ira.

    6 Juzgará entre las naciones, Las llenará de cadáveres; Quebrantará las cabezas en muchas tierras.

    7 Del arroyo beberá en el camino, Por lo cual levantará la cabeza.

    Isaías 7:14 

    14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.

    Isaías 9:5 

    5 Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego.

    Isaías 35:4 

    4 Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará.

    Isaías 40:9-11 

    9 Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!

    10 He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro.

    11 Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.

    Jeremías 23:5-6

    5 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.

    6 En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra.

    Miqueas 5:1 

    1 Rodéate ahora de muros, hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al juez de Israel.

    Zacarías 12:1, 10 

    1 Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:

    10 Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

    Zacarías 14:3-5

    3 Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.

    4 Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.

    5 Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos.

    Por otra parte, este Mesías sería descendencia de la mujer, de la descendencia de Abraham, de Judá, y de David (Gn. 3:15; 22:18; 49:10; 2 S. 7:12-16); vendría a ser varón de dolores, y debería ofrecer su vida en la cruz en sacrificio por el pecado (Is. 53; Sal. 22:1-22; 40:7-9). 

    Génesis 3:15 

    15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

    Génesis 22:18 

    18 En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.

    Génesis 49:10

    10 No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos.

    2 Samuel 7:12-16

    12 Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino.

    13 El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.

    14 Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres;

    15 pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti.

    16 Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.

    Isaías 53 

    1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?

    2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.

    3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

    4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

    5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

    6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

    7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

    8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.

    9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

    10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

    11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

    12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

    Salmos 22:1-22 

    Un grito de angustia y un canto de alabanza

    1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?

    2 Dios mío, clamo de día, y no respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo.

    3 Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.

    4 En ti esperaron nuestros padres; Esperaron, y tú los libraste.

    5 Clamaron a ti, y fueron librados; Confiaron en ti, y no fueron avergonzados.

    6 Mas yo soy gusano, y no hombre; Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.

    7 Todos los que me ven me escarnecen; Estiran la boca, menean la cabeza, diciendo:

    8 Se encomendó a Jehová; líbrele él; Sálvele, puesto que en él se complacía.

    9 Pero tú eres el que me sacó del vientre; El que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre.

    10 Sobre ti fui echado desde antes de nacer; Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.

    11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca; Porque no hay quien ayude.

    12 Me han rodeado muchos toros; Fuertes toros de Basán me han cercado.

    13 Abrieron sobre mí su boca Como león rapaz y rugiente.

    14 He sido derramado como aguas, Y todos mis huesos se descoyuntaron; Mi corazón fue como cera, Derritiéndose en medio de mis entrañas.

    15 Como un tiesto se secó mi vigor, Y mi lengua se pegó a mi paladar, Y me has puesto en el polvo de la muerte.

    16 Porque perros me han rodeado; Me ha cercado cuadrilla de malignos; Horadaron mis manos y mis pies.

    17 Contar puedo todos mis huesos; Entre tanto, ellos me miran y me observan.

    18 Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes.

    19 Mas tú, Jehová, no te alejes; Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.

    20 Libra de la espada mi alma, Del poder del perro mi vida.

    21 Sálvame de la boca del león, Y líbrame de los cuernos de los búfalos.

    22 Anunciaré tu nombre a mis hermanos; En medio de la congregación te alabaré.

    Salmos 40:7-9

    7 Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí;

    8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.

    9 He anunciado justicia en grande congregación; He aquí, no refrené mis labios, Jehová, tú lo sabes.

    ¿Cómo pueden ser posibles estas dos cosas? El NT da una luminosa explicación: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros... lleno de gracia y de verdad» (Jn. 1:14). «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo» (He. 1:1, 2). 

    Juan 1:14

    14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

    Hebreos 1:1, 2

    Dios ha hablado por su Hijo

    1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

    2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

    Es tan sólo esta manifestación la que puede apagar la sed del hombre: sed de volver a la relación con su Creador, de recibir la certidumbre de su amor total y de su salvación eterna. «Es preciso vivir sin religión, sin Dios en el mundo y sin esperanza, o recibir el misterio de la encarnación» (Vinet). Cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a Jesucristo al mundo. El Cristo, segunda Persona de la Trinidad, es Dios. «En Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad... todo fue creado por medio de Él y para Él» (Col. 1:16; 2:9; cp. 1 Jn. 1:1-8). 

    Colosenses 1:16 

    16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.

    Colosenses 2:9 

    9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,

    1 Juan 1:1-8

    La palabra de vida

    1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida

    JN. 1:1

    2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);

    3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

    4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.

    Dios es luz

    5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.

    6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;

    7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

    8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

    Es el «cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos» (1 P. 1:20). «Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. 

    1 Pedro 1:20

    20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,

    Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra... Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten» (Col. 1:15-17). 

    Colosenses 1:15-17

    Reconciliación por medio de la muerte de Cristo

    15 El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.

    16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.

    17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;

    Es el Hijo, a quien Dios «constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia (sostiene) todas las cosas con la palabra de su poder» (He. 1:1-3). 

    Hebreos 1:1-3

    Dios ha hablado por su Hijo

    1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

    2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

    3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

    Jesús dijo de sí mismo: «Antes que Abraham fuese, yo soy» (Jn. 8:58). 

    Juan 8:58

    58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.

    Al mismo tiempo el Salvador es verdaderamente hombre semejante a nosotros en todo a excepción del pecado (He. 2:17; 4:15) si Él es el eterno Cristo, es también Jesús de Nazaret, Aquel que es nombrado en los Evangelios más de 80 veces como «el Hijo del hombre» Jesucristo. 

    Hebreos 2:17 

    17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.

    Hebreos 4:15

    15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

    De Él pudo decir Juan el Bautista: «Después de mí viene un varón el cual es antes de mí porque era primero que yo... Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios» (Jn. 1:30-34). 

    Juan 1:30-34

    30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.

    31 Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.

    32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.

    33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.

    34 Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

    Pablo habla de Aquel que, nacido de Israel según la carne, es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos (Ro. 9:5 cp Ro. 1:3-4

    Romanos 9:5

    5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.

    Romanos 1:3-4

    3 acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne,

    4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,

    Cómo tuviera lugar la encarnación y cómo las dos naturalezas, la divina y la humana, se unieron en la sola persona de Jesucristo, es un misterio que nos sobrepasa. Sin explicarnos este misterio, la Escritura nos afirma simplemente el hecho del nacimiento milagroso. Nacido del Espíritu Santo y de la virgen María (Mt. 1:20-25; Lc. 1:31-35), el Señor es perfectamente hombre y perfectamente Dios: hombre, para ser solidario con nuestra raza y para representarnos ante el Padre, como nuestro goel (véase); Dios, para quitar nuestros pecados y para crear en nuestro favor una nueva humanidad. A los que afirman no poder aceptar una doctrina tan inexplicable se les puede preguntar cómo explican ellos la unión en el hombre del cuerpo y del espíritu. 

    Mateo 1:20-25 

    20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

    21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

    22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:

    23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.

    24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.

    25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.

    Lucas 1:31-35

    31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.

    32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

    33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

    34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.

    35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

    ¿Dónde está su nexo común? ¿Dónde exactamente termina lo uno y comienza lo otro? Éste es el misterio de la vida, que constatamos sin poder explicar, de manera similar a la unión de las dos naturalezas en Cristo. En los evangelios, el Cristo afirma serenamente las últimas consecuencias del hecho de la encarnación: «El que me ha visto a Mí ha visto al Padre» (Jn. 14:9). «Yo y el Padre uno somos» (Jn. 10:30). 

    Juan 14:9

    9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?

    Juan 10:30

    30 Yo y el Padre uno somos.

    Los judíos que le comprendieron perfectamente tomaron piedras para lapidarlo, porque tú, siendo hombre, te haces Dios» (Jn. 10:33). 

    Juan 10:33

    33 Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.

    Los ataques contra la doctrina de la encarnación han sido numerosos desde los primeros siglos. 

    Los gnósticos negaban su realidad y la reducían a una mera apariencia (docetismo). Los arrianos rechazaban la divinidad de Cristo, no viendo en Él más que una criatura. En nuestra época la concepción liberal o racionalista sigue esta línea, pretendiendo que Jesús fue simplemente un hombre, hijo de José. Juan se enfrentó solemnemente a tal negación (1 Jn. 4:2-3; 2 Jn. 7-11), denunciando que procede del espíritu del Anticristo. La importancia de la encarnación es ciertamente fundamental. 

    1 Juan 4:2-3 

    2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;

    3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

    2 Juan 7-11

    7 Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo.

    8 Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo.

    9 Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.

    10 Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!

    11 Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.

    Por sí sola, da cuenta de la divinidad esencial del Cristo, que comporta su eternidad, su perfecta santidad, sus milagros, su poder, sus demandas absolutas. Al mismo tiempo, explica los hechos que, en vista de todo lo anterior, parecerían contradictorios: Su humillación, sus limitaciones humanas, sus sufrimientos, su agonía. Porque es evidente que si Él «participó de carne y sangre» lo hizo a fin de poder morir por nosotros (He. 2:14). 

    Hebreos 2:14

    14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,

    El propósito de la encarnación, así, no era solamente el de venir a hablarnos y a revelarnos a Dios, sino sobre todo el de dar paso a la cruz. Aquel que era «en forma de Dios» se despojó a Sí mismo; apareció como un simple hombre, y se hizo obediente hasta la muerte de la cruz (Fil. 2:6-11). 

    Filipenses 2:6-11

    6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,

    7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;

    8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

    9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,

    10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;

    11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

    Dios, con su absoluta perfección moral, no podía hacer otra cosa que juzgarnos; y Él descendió en la persona de Cristo para ofrecerse para nuestra salvación. «Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo... Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él» (2 Co. 5:19, 21). Por una gracia incomprensible al volver a tomar su lugar a la diestra del Padre, el Cristo resucitado conserva la marca de su encarnación. 

    2 Corintios 5:19, 21

    19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

    21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

    Es el glorificado Hijo del hombre que se mostró a Juan (Ap. 1:12-18); y como tal aparecerá en las nubes del cielo (Dn. 7:13-14; Mt. 16:27; 24:30; Ap. 1:7); y es con las marcas de sus sufrimientos y muerte que será eternamente adorado en el cielo (Ap. 5:6-14). 

    Apocalipsis 1:12-18

    12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

    13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

    14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

    15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

    16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

    17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

    18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

    Daniel 7:13-14 

    13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.

    14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.

    Mateo 16:27 

    27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

    Mateo 24:30 

    30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

    Apocalipsis 1:7

    7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.

    Apocalipsis 5:6-14

    6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

    7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.

    8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

    9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

    10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

    11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,

    12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.

    13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.

    14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.

    Sí, grande es el misterio de la piedad: «Aquel que fue manifestado en carne... creído en el mundo, ascendido a la gloria» (1 Ti. 3:16).

    1 Timoteo 3:16

    16 E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.

    VÉASE: Goel
  • DICCIONARIO
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  • Encarnación

    vet, Del lat. «in», y «caro», «carne»: el hecho de asumir un cuerpo de carne; el acto por el que el Hijo de Dios se revistió voluntariamente de un cuerno humano y de la naturaleza humana. La encarnación de Jesucristo es el punto culminante de las revelaciones y manifestaciones procedentes de Dios en el mundo sensible. Por su misma esencia de amor, Dios no quiso quedarse aislado. Quiso manifestarse y, finalmente, encarnarse. Es así que inicialmente creó a los ángeles y a las criaturas celestes, esto es, a los espíritus servidores (He. 1:14); con ellos, al universo sensible que exalta su gloria a los ojos de las criaturas celestes (Sal. 19:1). 

    Hebreos 1:14

    14 ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?

    Salmos 19:1

    1 Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.

    La materia no es enemiga de Dios, sino un instrumento del que Dios se sirve para manifestar su poder y gloria. Este testimonio del poder divino es de tal claridad, a pesar del desorden que Satanás ha introducido en el mundo físico, que son inexcusables aquellos que rehúsan considerarlo (Ro. 1:20; cp. Hch. 14:17). 

    Romanos 1:20

    20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.

    Hechos 14:17

    17 si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones.

    Más aún que los cielos estrellados y que las estaciones, más aún que la creación natural, el hombre, creado «a imagen de Dios» (Gn. 1:26, 27) tenía que manifestar en la carne la gloria de su Creador: el amor, la rectitud, la inteligencia, el orden, todo ello características esenciales de la divinidad. 

    Génesis 1:26, 27

    26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

    27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

    Sabemos cómo fue violado este plan divino en el Edén, donde el hombre fue seducido por el enemigo del Señor, y vino a quedar bajo el poder de Satanás y llegó a ser hijo del Diablo (1 Jn. 3:10). 

    1 Juan 3:10

    10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.

    Entonces, Dios empezó a manifestarse en hombres-testigos, como p. ej., Enoc, que anduvo con Dios (Jud. 14), Noé el justo (Gn. 7:1), Abraham, el amigo de Dios. 

    Judas 14

    14 De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares,

    Génesis 7:1

    1 Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación.

    A través de ellos, Dios reveló su voluntad. Después vino el testimonio colectivo: Israel, que sería el testigo de Dios a las naciones. Dios se manifestó de otra manera, en la Biblia. Se puede llegar a decir, en palabras de Adolphe Monod, que la Escritura (AT y NT) es como «una encarnación espiritual». Es a través del mensaje de los escritores inspirados (profetas y pastores), instrumentos escogidos de su revelación y vehículos de su pensamiento, que Dios ha hablado a los hombres. Sin embargo, a pesar de todos los medios usados, persistía una gran separación entre el Creador y la criatura. 

    Dios había actuado, hablado, pero no había venido aún personalmente a obrar la salvación, y a restaurar el contacto personal roto en el Edén. Isaías, el gran profeta, expresa la súplica de toda la humanidad sufriente al clamar: «¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras...!» (Is. 63:19). 

    Isaías 63:19

    19 Hemos venido a ser como aquellos de quienes nunca te enseñoreaste, sobre los cuales nunca fue llamado tu nombre.

    También da la maravillosa promesa: «Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios ......; Dios mismo vendrá, y os salvará» (Is. 35:4). 

    Isaías 35:4

    4 Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará.

    Ciertamente, Dios se había aparecido en teofanías (véase), las apariciones del Señor a los patriarcas y al pueblo de Israel (Gn. 18:1; 32:28-30; Éx. 3:2-7; 19:20; 24:10; 33:11, etc.). 

    Génesis 18:1 

    1 Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día.

    Génesis 32:28-30 

    28 Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

    29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.

    30 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.

    Éxodo 3:2-7 

    2 Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.

    3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.

    4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.

    5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.

    6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

    7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,

    Éxodo 19:20 

    20 Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.

    Éxodo 24:10 

    10 y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.

    Éxodo 33:11

    11 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

    Pero éstas solamente tenían un carácter excepcional y pasajero. El Plan de la salvación conducía inevitablemente a la encarnación, a la venida de Dios en carne, en Jesucristo. Según el AT, el Mesías debía ser el mismo Jehová, el Hijo de Dios único capaz de salvar (Sal. 2; 45:7-8; 110; Is .7:14; 9:5; 35:4; 40:9-11; Jer. 23:5-6; Mi. 5:1; Zac. 12:1, 10; 14:3-5). 

    Salmos 2

    El reino del ungido de Jehová

    1 ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas?

    2 Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:

    3 Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas.

    4 El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos.

    5 Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira.

    6 Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte.

    7 Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.

    8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra.

    9 Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás.

    10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra.

    11 Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor.

    12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.

    Salmos 45:7-8 

    7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.

    8 Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos; Desde palacios de marfil te recrean.

    Salmos 110 

    Jehová da dominio al rey

    1 Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

    2 Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder; Domina en medio de tus enemigos.

    3 Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, En la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora Tienes tú el rocío de tu juventud.

    4 Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre Según el orden de Melquisedec.

    5 El Señor está a tu diestra; Quebrantará a los reyes en el día de su ira.

    6 Juzgará entre las naciones, Las llenará de cadáveres; Quebrantará las cabezas en muchas tierras.

    7 Del arroyo beberá en el camino, Por lo cual levantará la cabeza.

    Isaías 7:14 

    14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.

    Isaías 9:5 

    5 Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego.

    Isaías 35:4 

    4 Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará.

    Isaías 40:9-11 

    9 Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!

    10 He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro.

    11 Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.

    Jeremías 23:5-6

    5 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.

    6 En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra.

    Miqueas 5:1 

    1 Rodéate ahora de muros, hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al juez de Israel.

    Zacarías 12:1, 10 

    1 Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:

    10 Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

    Zacarías 14:3-5

    3 Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.

    4 Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.

    5 Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos.

    Por otra parte, este Mesías sería descendencia de la mujer, de la descendencia de Abraham, de Judá, y de David (Gn. 3:15; 22:18; 49:10; 2 S. 7:12-16); vendría a ser varón de dolores, y debería ofrecer su vida en la cruz en sacrificio por el pecado (Is. 53; Sal. 22:1-22; 40:7-9). 

    Génesis 3:15 

    15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

    Génesis 22:18 

    18 En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.

    Génesis 49:10

    10 No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos.

    2 Samuel 7:12-16

    12 Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino.

    13 El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.

    14 Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres;

    15 pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti.

    16 Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.

    Isaías 53 

    1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?

    2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.

    3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

    4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

    5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

    6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

    7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

    8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.

    9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

    10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

    11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

    12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

    Salmos 22:1-22 

    Un grito de angustia y un canto de alabanza

    1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?

    2 Dios mío, clamo de día, y no respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo.

    3 Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.

    4 En ti esperaron nuestros padres; Esperaron, y tú los libraste.

    5 Clamaron a ti, y fueron librados; Confiaron en ti, y no fueron avergonzados.

    6 Mas yo soy gusano, y no hombre; Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.

    7 Todos los que me ven me escarnecen; Estiran la boca, menean la cabeza, diciendo:

    8 Se encomendó a Jehová; líbrele él; Sálvele, puesto que en él se complacía.

    9 Pero tú eres el que me sacó del vientre; El que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre.

    10 Sobre ti fui echado desde antes de nacer; Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.

    11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca; Porque no hay quien ayude.

    12 Me han rodeado muchos toros; Fuertes toros de Basán me han cercado.

    13 Abrieron sobre mí su boca Como león rapaz y rugiente.

    14 He sido derramado como aguas, Y todos mis huesos se descoyuntaron; Mi corazón fue como cera, Derritiéndose en medio de mis entrañas.

    15 Como un tiesto se secó mi vigor, Y mi lengua se pegó a mi paladar, Y me has puesto en el polvo de la muerte.

    16 Porque perros me han rodeado; Me ha cercado cuadrilla de malignos; Horadaron mis manos y mis pies.

    17 Contar puedo todos mis huesos; Entre tanto, ellos me miran y me observan.

    18 Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes.

    19 Mas tú, Jehová, no te alejes; Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.

    20 Libra de la espada mi alma, Del poder del perro mi vida.

    21 Sálvame de la boca del león, Y líbrame de los cuernos de los búfalos.

    22 Anunciaré tu nombre a mis hermanos; En medio de la congregación te alabaré.

    Salmos 40:7-9

    7 Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí;

    8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.

    9 He anunciado justicia en grande congregación; He aquí, no refrené mis labios, Jehová, tú lo sabes.

    ¿Cómo pueden ser posibles estas dos cosas? El NT da una luminosa explicación: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros... lleno de gracia y de verdad» (Jn. 1:14). «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo» (He. 1:1, 2). 

    Juan 1:14

    14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

    Hebreos 1:1, 2

    Dios ha hablado por su Hijo

    1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

    2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

    Es tan sólo esta manifestación la que puede apagar la sed del hombre: sed de volver a la relación con su Creador, de recibir la certidumbre de su amor total y de su salvación eterna. «Es preciso vivir sin religión, sin Dios en el mundo y sin esperanza, o recibir el misterio de la encarnación» (Vinet). Cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a Jesucristo al mundo. El Cristo, segunda Persona de la Trinidad, es Dios. «En Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad... todo fue creado por medio de Él y para Él» (Col. 1:16; 2:9; cp. 1 Jn. 1:1-8). 

    Colosenses 1:16 

    16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.

    Colosenses 2:9 

    9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,

    1 Juan 1:1-8

    La palabra de vida

    1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida

    JN. 1:1

    2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);

    3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

    4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.

    Dios es luz

    5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.

    6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;

    7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

    8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

    Es el «cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos» (1 P. 1:20). «Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. 

    1 Pedro 1:20

    20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,

    Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra... Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten» (Col. 1:15-17). 

    Colosenses 1:15-17

    Reconciliación por medio de la muerte de Cristo

    15 El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.

    16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.

    17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;

    Es el Hijo, a quien Dios «constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia (sostiene) todas las cosas con la palabra de su poder» (He. 1:1-3). 

    Hebreos 1:1-3

    Dios ha hablado por su Hijo

    1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

    2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

    3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

    Jesús dijo de sí mismo: «Antes que Abraham fuese, yo soy» (Jn. 8:58). 

    Juan 8:58

    58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.

    Al mismo tiempo el Salvador es verdaderamente hombre semejante a nosotros en todo a excepción del pecado (He. 2:17; 4:15) si Él es el eterno Cristo, es también Jesús de Nazaret, Aquel que es nombrado en los Evangelios más de 80 veces como «el Hijo del hombre» Jesucristo. 

    Hebreos 2:17 

    17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.

    Hebreos 4:15

    15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

    De Él pudo decir Juan el Bautista: «Después de mí viene un varón el cual es antes de mí porque era primero que yo... Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios» (Jn. 1:30-34). 

    Juan 1:30-34

    30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.

    31 Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.

    32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.

    33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.

    34 Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

    Pablo habla de Aquel que, nacido de Israel según la carne, es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos (Ro. 9:5 cp Ro. 1:3-4

    Romanos 9:5

    5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.

    Romanos 1:3-4

    3 acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne,

    4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,

    Cómo tuviera lugar la encarnación y cómo las dos naturalezas, la divina y la humana, se unieron en la sola persona de Jesucristo, es un misterio que nos sobrepasa. Sin explicarnos este misterio, la Escritura nos afirma simplemente el hecho del nacimiento milagroso. Nacido del Espíritu Santo y de la virgen María (Mt. 1:20-25; Lc. 1:31-35), el Señor es perfectamente hombre y perfectamente Dios: hombre, para ser solidario con nuestra raza y para representarnos ante el Padre, como nuestro goel (véase); Dios, para quitar nuestros pecados y para crear en nuestro favor una nueva humanidad. A los que afirman no poder aceptar una doctrina tan inexplicable se les puede preguntar cómo explican ellos la unión en el hombre del cuerpo y del espíritu. 

    Mateo 1:20-25 

    20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

    21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

    22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:

    23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.

    24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.

    25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.

    Lucas 1:31-35

    31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.

    32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

    33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

    34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.

    35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

    ¿Dónde está su nexo común? ¿Dónde exactamente termina lo uno y comienza lo otro? Éste es el misterio de la vida, que constatamos sin poder explicar, de manera similar a la unión de las dos naturalezas en Cristo. En los evangelios, el Cristo afirma serenamente las últimas consecuencias del hecho de la encarnación: «El que me ha visto a Mí ha visto al Padre» (Jn. 14:9). «Yo y el Padre uno somos» (Jn. 10:30). 

    Juan 14:9

    9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?

    Juan 10:30

    30 Yo y el Padre uno somos.

    Los judíos que le comprendieron perfectamente tomaron piedras para lapidarlo, porque tú, siendo hombre, te haces Dios» (Jn. 10:33). 

    Juan 10:33

    33 Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.

    Los ataques contra la doctrina de la encarnación han sido numerosos desde los primeros siglos. 

    Los gnósticos negaban su realidad y la reducían a una mera apariencia (docetismo). Los arrianos rechazaban la divinidad de Cristo, no viendo en Él más que una criatura. En nuestra época la concepción liberal o racionalista sigue esta línea, pretendiendo que Jesús fue simplemente un hombre, hijo de José. Juan se enfrentó solemnemente a tal negación (1 Jn. 4:2-3; 2 Jn. 7-11), denunciando que procede del espíritu del Anticristo. La importancia de la encarnación es ciertamente fundamental. 

    1 Juan 4:2-3 

    2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;

    3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

    2 Juan 7-11

    7 Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo.

    8 Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo.

    9 Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.

    10 Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!

    11 Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.

    Por sí sola, da cuenta de la divinidad esencial del Cristo, que comporta su eternidad, su perfecta santidad, sus milagros, su poder, sus demandas absolutas. Al mismo tiempo, explica los hechos que, en vista de todo lo anterior, parecerían contradictorios: Su humillación, sus limitaciones humanas, sus sufrimientos, su agonía. Porque es evidente que si Él «participó de carne y sangre» lo hizo a fin de poder morir por nosotros (He. 2:14). 

    Hebreos 2:14

    14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,

    El propósito de la encarnación, así, no era solamente el de venir a hablarnos y a revelarnos a Dios, sino sobre todo el de dar paso a la cruz. Aquel que era «en forma de Dios» se despojó a Sí mismo; apareció como un simple hombre, y se hizo obediente hasta la muerte de la cruz (Fil. 2:6-11). 

    Filipenses 2:6-11

    6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,

    7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;

    8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

    9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,

    10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;

    11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

    Dios, con su absoluta perfección moral, no podía hacer otra cosa que juzgarnos; y Él descendió en la persona de Cristo para ofrecerse para nuestra salvación. «Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo... Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él» (2 Co. 5:19, 21). Por una gracia incomprensible al volver a tomar su lugar a la diestra del Padre, el Cristo resucitado conserva la marca de su encarnación. 

    2 Corintios 5:19, 21

    19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

    21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

    Es el glorificado Hijo del hombre que se mostró a Juan (Ap. 1:12-18); y como tal aparecerá en las nubes del cielo (Dn. 7:13-14; Mt. 16:27; 24:30; Ap. 1:7); y es con las marcas de sus sufrimientos y muerte que será eternamente adorado en el cielo (Ap. 5:6-14). 

    Apocalipsis 1:12-18

    12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

    13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

    14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

    15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

    16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

    17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

    18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

    Daniel 7:13-14 

    13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.

    14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.

    Mateo 16:27 

    27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

    Mateo 24:30 

    30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

    Apocalipsis 1:7

    7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.

    Apocalipsis 5:6-14

    6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

    7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.

    8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

    9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

    10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

    11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,

    12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.

    13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.

    14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.

    Sí, grande es el misterio de la piedad: «Aquel que fue manifestado en carne... creído en el mundo, ascendido a la gloria» (1 Ti. 3:16).

    1 Timoteo 3:16

    16 E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.

    VÉASE:
    Goel
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