vet, (gr. del NT: «María» o «Mariam», derivado del heb. «Miryam»; en lat. «Maria»).
(a) MARÍA, HERMANA DE MOISÉS Y AARÓN. Es probable que fuera ella la que vigiló el arca que contenía el pequeño Moisés (Éx. 2:4-8).
Éxodo 2:4-8
4 Y una hermana suya se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería.
5 Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase.
6 Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste.
7 Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño?
8 Y la hija de Faraón respondió: Ve. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño,
Se puso a la cabeza de las mujeres que celebraron el paso del mar Rojo, danzando al son de los panderos. María cantaba: «Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; ha echado en el mar al caballo y al jinete» (Éx. 15:20, 21).
Éxodo 15:20, 21
20 Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas.
21 Y María les respondía: Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; Ha echado en el mar al caballo y al jinete.
María fue profetisa, y Dios le había dado un lugar tras sus hermanos, encargados de conducir al pueblo de Israel (Mi. 6:4; Éx. 4:15, 29, 30).
Miqueas 6:4
4 Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí; y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María.
Éxodo 4:15, 29, 30
15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.
29 Y fueron Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel.
30 Y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo.
Alegando el matrimonio de Moisés con una mujer etíope, Miriam incitó a Aarón a rebelarse en contra de él. Entonces quedó atacada por la lepra, en castigo a su resistencia a la voluntad divina. Moisés intercedió por su hermana; Dios la sanó, pero el pueblo se vio retrasado en su marcha hasta que ella volvió a entrar en el campamento (Nm. 12:1-16; Dt. 24:9).
Números 12:1-16
María y Aarón murmuran contra Moisés
1 María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita.
2 Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová.
3 Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.
4 Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres.
5 Entonces Jehová descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos.
6 Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él.
7 No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa.
8 Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?
9 Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue.
10 Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa.
11 Y dijo Aarón a Moisés: ¡Ah! señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado; porque locamente hemos actuado, y hemos pecado.
12 No quede ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya medio consumida su carne.
13 Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora.
14 Respondió Jehová a Moisés: Pues si su padre hubiera escupido en su rostro, ¿no se avergonzaría por siete días? Sea echada fuera del campamento por siete días, y después volverá a la congregación.
15 Así María fue echada del campamento siete días; y el pueblo no pasó adelante hasta que se reunió María con ellos.
16 Después el pueblo partió de Hazerot, y acamparon en el desierto de Parán.
Deuteronomio 24:9
9 Acuérdate de lo que hizo Jehová tu Dios a María en el camino, después que salisteis de Egipto.
María murió y fue sepultada en Cades (Nm. 20:1).
Números 20:1
1 Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Zin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Cades; y allí murió María, y allí fue sepultada.
(b) María, cuyo padre fue Esdras (1 Cr. 4:17), no el escriba de la época postexílica.
1 Crónicas 4:17
17 Y los hijos de Esdras: Jeter, Mered, Efer y Jalón; también engendró a María, a Samai y a Isba padre de Estemoa.
(c) MARÍA, la madre del Señor Jesús. Los únicos datos auténticos nos provienen de las Sagradas Escrituras. Seis meses después de la concepción de Juan el Bautista, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una virgen llamada María. Ella vivía en Nazaret, una población de Galilea, y estaba prometida con un carpintero, José (Lc. 1:26, 27).
Lucas 1:26, 27
Anuncio del nacimiento de Jesús
26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Los textos afirman que José descendía de David. No lo dicen de manera explícita de María, pero hay numerosos comentaristas que creen que era de ascendencia davídica. En efecto, le fue anunciado que su hijo recibiría el trono «de David su padre» (Lc. 1:32).
Lucas 1:32
32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
Además, en varios pasajes (Ro. 1:3, 2 Ti. 2:8; y cfr. Hch. 2:30) se afirma que Él es, según la carne, del linaje de David.
Romanos 1:3,
3 acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne,
2 Timoteo 2:8
8 Acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio,
Hechos 2:30
30 Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,
Por otra parte, hay una gran cantidad de exegetas que opinan que en Lc. 3:23-28 se da la genealogía de Cristo a través de su madre, en cuyo caso el padre de María sería Elí.
Lucas 3:23-28
Genealogía de Jesús
23 Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí,
24 hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melqui, hijo de Jana, hijo de José,
25 hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahum, hijo de Esli, hijo de Nagai,
26 hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semei, hijo de José, hijo de Judá,
26 hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semei, hijo de José, hijo de Judá,
27 hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri,
27 hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri,
28 hijo de Melqui, hijo de Adi, hijo de Cosam, hijo de Elmodam, hijo de Er,
Sea como fuere, el ángel anunció a María que ella era objeto del favor divino, que tendría un hijo al que llamaría Jesús. Siguió afirmando que sería grande y que sería llamado Hijo del Altísimo, y que el Señor Dios le daría el trono de David su padre. Reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su reino no tendrá fin (cfr. Lc. 1:32, 33).
Lucas 1:32, 33
32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
María preguntó cómo podría ser tal cosa, por cuanto ella era virgen.
El ángel le respondió que ella concebiría por el poder del Espíritu Santo. «Por lo cual también el Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios» (Lc. 1:35).
Lucas 1:35
35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
Estas palabras revelaron a María que ella había sido elegida para ser la madre del Mesías; aceptó con fe y humildad el honor que Dios le confería de una manera tan misteriosa. El ángel le informó que Elisabet, su prima, iba a tener también un hijo. María se fue entonces a la población en los montes de Judá donde vivían Zacarías y Elisabet. A su llegada Elisabet, instruida acerca del honor hecho a María, pronunció, por inspiración del Espíritu Santo, un cántico de alabanza. Y María glorificó a Dios con un himno que comenzaba: «Engrandece mi alma al Señor» (Lc. 1:46-55).
Lucas 1:46-55
46 Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor;
47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre,
50 Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen.
51 Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
52 Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes.
53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos.
54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia
55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.
El título de «Magnificat», dado a este cántico, es la primera palabra en su versión latina. Estos cánticos de Elisabet y de María revelan la profunda piedad y el templado gozo de estas santas mujeres, al meditar acerca del poder y de la gracia de Dios que, mediante los hijos de ellas, cumplirían las antiguas promesas hechas a Israel y traerían la salvación al mundo. María se quedó tres meses en casa de Elisabet y bajo su protección; no volvió a Nazaret hasta poco antes del nacimiento de Juan.
José, que se proponía repudiar a María en secreto, supo, mediante una visión, la causa de su embarazo (Mt. 1:18-21); recibió la orden de tomar a su mujer con él y de dar al niño el nombre de Jesús: «Porque el salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt. 1:21).
Mateo 1:18-21
Nacimiento de Jesucristo
18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Mateo 1:21
21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
José se acordó de la profecía de Isaías: el Mesías debía nacer de una virgen. Obedeció entonces la orden de Dios, y tomó a su mujer consigo, «pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS» (Mt. 1:24, 25).
Mateo 1:24, 25
24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.
25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
Este matrimonio protegió a María y salvaguardó su secreto. El niño tuvo a José como padre legal, y vino así a ser también el heredero de David.
El nacimiento del niño tuvo lugar en Belén. El emperador Augusto había ordenado que se efectuara un censo de todo el Imperio, por lo que se tenían que registrar todos los habitantes de Palestina. José tuvo que dirigirse hacia Belén, porque descendía de David, y María lo acompañó. No encontrando lugar en el mesón, se vieron obligados a alojarse en un establo, posiblemente exento de animales a fin de poder dar cabida a la gente que acudía. Allí nació Jesús. Su madre «lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre» (Lc. 2:7).
Lucas 2:7
7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
María, llena de maravilla y de fe, oyó a los pastores hablar de su visión nocturna, de la proclamación de los ángeles, anunciando el nacimiento del Salvador. Ella no sabía que su hijo era el mismo Dios manifestado en carne; discernía solamente que sería el Mesías, y esperó a que Dios revelara la misión de su hijo. Cuarenta días después de su nacimiento, María y José se dirigieron a Jerusalén, para presentar el niño al Señor y para ofrecer en el Templo el sacrificio demandado por la Ley (Lv. 12:2, 6, 8).
Levítico 12:2, 6, 8
2 Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda.
6 Cuando los días de su purificación fueren cumplidos, por hijo o por hija, traerá un cordero de un año para holocausto, y un palomino o una tórtola para expiación, a la puerta del tabernáculo de reunión, al sacerdote;
8 Y si no tiene lo suficiente para un cordero, tomará entonces dos tórtolas o dos palominos, uno para holocausto y otro para expiación; y el sacerdote hará expiación por ella, y será limpia.
María ofreció el sacrificio de los pobres (un par de palominos o dos tórtolas). El anciano Simeón tomó al niño en sus brazos, alabando al Señor que le había permitido ver al Mesías, y después anunció los futuros sufrimientos de María (Lc. 2:35).
Lucas 2:35
35 (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.
José y María volvieron, acto seguido, a Belén (Mt. 2:11).
Mateo 2:11
11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Fue ya en una casa que recibieron a los magos de Oriente, venidos a adorar a Jesús (Mt. 2:1-11).
Mateo 2:1-11
La visita de los magos
1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel.
7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;
8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.
10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
La familia entera, por instrucciones de Dios, se refugió en Egipto para escapar a las intenciones asesinas de Herodes el Grande, y después, a la muerte de este último, se dirigieron a Nazaret. María se dedicó a la educación del niño, cuya misión futura debía estar constantemente en su mente. El episodio de Jesús en el Templo a sus doce años desvela algo del carácter de su madre. Ella iba cada año a Jerusalén, como José, para la fiesta de la Pascua (Lc. 2:41), aunque la Ley no lo demandaba a las mujeres judías (Éx. 23:17).
Lucas 2:41
41 Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua;
Éxodo 23:17
17 Tres veces en el año se presentará todo varón delante de Jehová el Señor.
José y María, personas piadosas, llevaron a Jesús a Jerusalén a partir de que tuvo la edad, para que también Él participara de la Pascua.
Su conversación con los doctores de la Ley, en el Templo, dejó aturdidos a sus padres. «Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón» (Lc. 2:51).
Lucas 2:51
51 Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
María no comprendía toda la magnitud de la grandeza de su Hijo, ni la verdadera naturaleza de su misión (Lc. 2:50), pero lo crió, de todas maneras, con vistas al servicio de Dios.
Lucas 2:50
50 Mas ellos no entendieron las palabras que les habló.
Por cuanto los «hermanos del Señor» (véase HERMANOS DE JESÚS) eran evidentemente hijos de José y María nacidos después de Jesús, María tuvo una numerosa familia. Se mencionan también hermanas (Mr. 6:3).
Marcos 6:3
3 ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.
Sin embargo, no se vuelve a saber nada de María hasta el inicio del ministerio público de Jesús.
La volvemos a encontrar en las bodas de Caná (Jn. 2:1-10), contempla con gozo cómo Jesús se manifiesta como Mesías, y cree en su misión. Cristo, sin embargo, se opone, con respeto, pero también con firmeza, a la inoportuna intervención de su madre (para el sentido de la respuesta en el v. 4, cfr. Mr. 5:7).
Juan 2:1-10
Las bodas de Caná
1 Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.
6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.
7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.
9 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo,
10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.
Marcos 5:7
7 Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
Ella tiene que comprender que no puede inmiscuirse en su ministerio. Como hijo, le testimonia su deferencia; como Mesías y Salvador, la pone en la categoría de los discípulos, por cuanto también María tiene necesidad, como todos los demás, de la salvación que Cristo ofrece. En otra circunstancia, Jesús hará a María otra observación análoga (Mt. 12:46-50; Mr. 3:31-35; Lc. 8:19-21).
Mateo 12:46-50
La madre y los hermanos de Jesús
46 Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar.
47 Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar.
48 Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?
49 Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
50 Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.
Marcos 3:31-35
La madre y los hermanos de Jesús
31 Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle.
32 Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan.
33 El les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
34 Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
35 Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.
Lucas 8:19-21
La madre y los hermanos de Jesús
19 Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían llegar hasta él por causa de la multitud.
20 Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.
21 El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.
Mientras que el Maestro enseñaba mediante parábolas, la madre y sus hermanos le querían hablar. Es posible que quisieran aconsejarle a que desistiera de su peligroso curso.
Él les repitió que el lazo espiritual que le unía a los discípulos tenía más valor que toda relación humana. «Porque todo aquel que hace la voluntad de mi padre que está en los cielos, éste es mi hermano, y hermana, y madre» (Mt. 12:50).
Mateo 12:50
50 Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.
Parece que María y los hermanos de Jesús siguieron viviendo en Nazaret durante el ministerio del Señor. Debido a que José no es mencionado, se supone que había muerto ya. Al revés de los hermanos de Jesús, María nunca dejó de creer que su hijo era el Mesías. Es por esto que lo siguió en su último viaje a Jerusalén. Sufriendo a la vez como madre y como discípula, contempló el horrible espectáculo de la crucifixión. Jesús, en medio de sus sufrimientos, se dirigió a ella, y la confió a Juan, su querido discípulo. «Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa» (Jn. 19:25- 27).
Juan 19:25-27
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Después de la Ascensión, estuvo con los apóstoles en el aposento alto (Hch. 1:14); a partir de ello, no se la menciona más en las Escrituras.
Hechos 1:14
14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.
No conocemos ni la fecha ni las circunstancias de su muerte. En el valle de Cedrón se muestra lo que se afirma ser su tumba, pero no hay base alguna para aceptar su autenticidad. Las tardías leyendas acerca de María no contienen ningún relato digno de ser creído. En las Escrituras es presentada simplemente como una magnífica figura de mujer devota y piadosa. Ocupa un lugar único, como madre del Mesías, y la llamarán «bienaventurada todas las generaciones» (Lc. 1:48).
Lucas 1:48
48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
Pero es evidente que no puede ser llamada «Inmaculada Concepción», por cuanto ella misma reconoce a Dios como «su Salvador», y se ve que en su propio espíritu estaba sujeta a la ignorancia y a la incomprensión (Lc. 1:47; 2:50; Mr. 3:21).
Lucas 1:47
47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Lucas 2:50
50 Mas ellos no entendieron las palabras que les habló.
Marcos 3:21
21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.
Tampoco permaneció virgen perpetuamente, por cuanto vino a ser verdaderamente la mujer de José (Mt. 1:25).
Mateo 1:25
25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
Sobre este versículo afirma Lacueva: «El pretérito imperfecto (del verbo gr. conocer) señala, aquí, con toda precisión el lapso de tiempo durante el cual José no tenía trato marital con ella» (F. Lacueva: «Nuevo Testamento interlineal griego-español», Clíe, 1984, loc. cit., nota). Por lo general, las versiones católicas «suavizan» la traducción de Mt. 1:25 para que no salte a la vista la evidente implicación de su texto.
Mateo 1:25
25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
La correcta traducción dice: «Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito.» Tampoco es cierto lo que tan comúnmente se afirma que estaba «llena de gracia» (véase GRACIA). Lo que el texto gr. dice es: «agraciada» o «recibida en gracia» (Lc. 1:28).
Lucas 1:28
28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
Se trata de la actitud de Dios hacia ella, de que había sido favorecida (Lc. 1:28).
Lucas 1:28
28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
El ángel añade, además: «has hallado gracia delante de Dios» (Lc. 1:30).
Lucas 1:30
30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Así, es un error pretender que María sea «la mediadora de todas las gracias», como lo afirma la Iglesia de Roma, o que en Pentecostés fuera ella quien recibiera el Espíritu Santo y lo distribuyera a los discípulos. Jesús es el único Mediador, y su sacerdocio intransmisible nos es plenamente suficiente (1 Ti. 2:5; He. 9:24-25).
1 Timoteo 2:5
5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
Hebreos 9:24-25
24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;
25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.
María no es ciertamente «la Madre de Dios», por cuanto ella fue madre de Él en tanto que hombre: ninguna criatura humana puede ser madre del Verbo Eterno. Alguien ha dicho con acierto: «María fue la madre de Aquel que es Dios, pero no la madre de Dios.» Los textos anteriormente citados muestran que el Señor siempre veló para que ni la misma María, ni los hombres, dieran a su madre un lugar por encima de los demás, ni una parte de su ministerio.
Finalmente, el «dogma de la Asunción de María», promulgado en 1950, no tiene ninguna base bíblica. Según esta doctrina, habiendo muerto en el año 54 d.C., habría resucitado en el acto, y habría sido llevada al cielo en su cuerpo glorificado. Sin embargo, Pablo indica claramente el orden de las resurrecciones: «Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo (lo cual debe incluir a María) en su venida» (1 Co. 15:23).
1 Corintios 15:23
23 Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.
(d) MARÍA, la mujer de Cleofas (Jn. 19:25).
Juan 19:25
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
El término «mujer» no se halla en el texto gr., según la costumbre. Cleofas recibe el nombre de Alfeo (Mt. 10:3; Mr. 3:18; Lc. 6:15), siendo los dos nombres variaciones del mismo nombre arameo original.
Mateo 10:3
3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo,
Marcos 3:18
18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista,
Lucas 6:15
15 Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote,
Cleofas y María son así el padre y la madre del apóstol Santiago el Menor, y de José, su hermano (Mt. 27:56; Mr. 15:40; Lc. 24:10).
Mateo 27:56
56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Marcos 15:40
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
Lucas 24:10
10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.
Los que pretenden que los «hermanos» del Señor eran sus primos por parte materna alegan que esta María era hermana de María la madre de Jesús, y que Jn. 19:25 no menciona a tres mujeres junto a la cruz de Jesús.
Juan 19:25
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
Aparte de lo inverosímil que dos hermanas tuvieran el mismo nombre, hay otros argumentos para refutar la teoría de los «primos» (véase HERMANOS DE Jesús). Se admite que en tal caso Juan está hablando de cuatro mujeres asistiendo a la crucifixión, y que una de ellas era precisamente María la mujer de Cleofas.
De ella personalmente se sabe poca cosa más, excepto que vio cómo colocaban al Señor en el sepulcro (Mt. 27:61); el tercer día, ella era una de las que llevaban especies aromáticas y a las que se apareció el Señor resucitado (Mt. 28:1; Mr. 15:47; 16:1; Lc. 24:10). (Véanse ALFEO, SANTIAGO.)
Mateo 27:61
61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
Mateo 28:1
1 Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.
Marcos 15:47
47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.
Marcos 16:1
1 Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
Lucas 24:10
10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.
(e) MARÍA MAGDALENA «Magdalena» indica su lugar de origen (Mt.27:56, 61; 28:1; Mr.15:40, 47; 16:1, 9; Lc.8:2; 24:10; Jn.19:25; 20:1, 18), Magdala, sobre la costa suroccidental del mar de Galilea.
Mateo 27:56, 61
56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
Mateo 28:1
1 Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.
Marcos 15:40, 47
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.
Marcos 16:1, 9
1 Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
9 Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios.
Lucas 8:2
2 y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios,
Lucas 24:10
10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.
Juan 19:25
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
Juan 20:1, 18
1 El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.
18 Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.
Jesús la liberó de siete demonios (Mr. 16:9; Lc. 8:2); tomó desde entonces su lugar entre los discípulos más devotos.
Marcos 16:9
9 Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios.
Lucas 8:2
2 y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios,
La primera mención de esta María (Lc. 8:2) sigue poco después del relato de la unción de los pies del Señor por una pecadora en una ciudad de Galilea (Lc. 7:36-50).
Lucas 8:2
2 y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios,
Lucas 7:36-50
Jesús en el hogar de Simón el fariseo
36 Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.
37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;
38 y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.
39 Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.
40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo:Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro.
41 Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;
42 y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?
43 Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.
44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.
45 No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.
46 No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies.
47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.
48 Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.
49 Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados?
50 Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz.
Ésta es la razón de que se haya creído que estos dos pasajes se refieren a la misma persona, lo que es muy improbable. Esta suposición ha hecho pasar a María Magdalena por una mujer de mala vida. Así su buen nombre ha sufrido, a pesar de que no se pueda justificar la conexión arbitraria entre ambos pasajes. No sabemos qué forma tenía la terrible posesión de la que había sido liberada. Al principio del ministerio de Jesús en Galilea empezó a acompañar a los doce y a las mujeres que ayudaban al Señor y a los discípulos con su dinero (Lc. 8:1- 3).
Lucas 8:1- 3
1 Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él,
2 y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios,
3 Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes.
Estuvo ante la cruz (Mt. 27:56; Mr. 15:40; Jn. 19:25) y estuvo sentada ante el sepulcro cuando fue depositado en él el cuerpo de Jesús (Mt. 27:61).
Mateo 27:56
56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Marcos 15:40
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
Juan 19:25
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
Mateo 27:61
61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
Al amanecer el tercer día, llegó allí acompañada de «la otra María». Al ver que la piedra había sido quitada de delante de la entrada del sepulcro, corrió a Jerusalén a advertir a Pedro y a Juan de ello (Jn. 20:1, 2).
Juan 20:1, 2
La resurrección
1 El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.
2 Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.
María Magdalena siguió a los apóstoles, volvió al huerto, y se quedó después de que se hubieran ido. Es a ella que el Jesús resucitado apareció en primer lugar (Mr. 16:9; Jn. 20:11-17); se apresuró a hacer saber esto a los discípulos (Jn. 20:18). No se conoce nada más acerca de ella.
Marcos 16:9
9 Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios.
Juan 20:11-17
Jesús se aparece a María Magdalena
11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro;
12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.
14 Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.
15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
16 Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).
17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
Juan 20:18
18 Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.
(f) MARÍA DE BETANIA María de Betania vivía con Marta, su hermana (Lc. 10:38) en el pueblo de Betania (Jn. 11:1; 12:1).
Lucas 10:38
38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.
Juan 11:1
1 Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.
Juan 12:1
1 Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos.
La cumbre del monte de los Olivos se halla a alrededor de 1,5 Km. de este lugar. La primera vez que se menciona una visita del Señor a esta familia (Lc. 10:38-42),
Lucas 10:38-42
Jesús visita a Marta y a María
38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.
39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.
42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
María parecía ávida de escucharlo. Marta se quejó a Jesús de que su hermana descuidaba el servicio, y el Señor le respondió: «Sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada» (Lc 10:42).
Lucas 10:42
42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
El cap. 11 de Juan relata la resurrección de Lázaro, el hermano de María. Cuando Jesús llegó cerca de Betania, cuatro días después de la muerte de Lázaro, «María se quedó en casa» (Jn. 11:20).
Juan 11:20
20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.
Marta le dio el mensaje de que Jesús quería verla (Jn. 11:28).
Juan 11:28
28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama.
Al verlo, María clamó: «Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.» El dolor de las hermanas conmovió profundamente al Salvador, que obró en favor de ellas uno de los más grandes milagros que registran los Evangelios. Más tarde, Jesús acudió a Betania, seis días antes de su última Pascua (Jn. 12: 1).
Juan 12: 1
1 Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos.
En casa de Simón el leproso le ofrecieron una cena (Mr. 14:3).
Marcos 14:3
3 Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.
Durante la comida, María trajo un vaso de alabastro lleno de nardo puro y, quebrando el vaso, derramó este caro perfume sobre la cabeza de Jesús (Mr. 14:3) y sobre sus pies, que acto seguido enjuagó con sus cabellos (Jn. 12:3).
Marcos 14:3
3 Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.
Juan 12:3
3 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.
Éste fue un gesto de adoración, de gratitud, de testimonio dado a la grandeza de Cristo. Judas y algunos de los discípulos reprocharon este gesto, calificándolo de desperdicio, pero Jesús declaró: «De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella» (Mt. 26:6-13; Mr. 14:3-9).
Mateo 26:6-13
Jesús es ungido en Betania
6 Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso,
7 vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa.
8 Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?
9 Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres.
10 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra.
11 Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.
12 Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.
13 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
Marcos 14:3-9
Jesús es ungido en Betania
3 Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.
4 Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume?
5 Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella.
6 Pero Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho.
7 Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis.
8 Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.
9 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
El Señor vio en esta unción, de la que la misma María indudablemente no acaba de comprender todo su verdadero sentido, el sello de su próximo sacrificio (Jn. 12:7, 8).
Juan 12:7, 8
7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto.
8 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.
(g) MARÍA (Madre de Juan-Marcos) Los discípulos se reunieron en casa de esta dama cristiana para orar por la liberación de Pedro, encarcelado por Herodes Agripa. El apóstol, liberado por un ángel, se dirigió de inmediato a casa de ella (Hch. 12:12).
Hechos 12:12
12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.
El hijo de esta María fue el autor del segundo Evangelio (véase MARCOS). Debía ser de buena posición, y es de suponer que su casa era uno de los principales lugares de reunión de los cristianos de Jerusalén. Según Col. 4:10, Marcos era sobrino de Bernabé. Se desconoce si este parentesco era paterno o materno. También se desconoce quién era el marido de esta María.
Colosenses 4:10
10 Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda, y Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle;
(h) MARÍA DE ROMA Cristiana a la que manda saludos el apóstol Pablo al escribir a los creyentes en Roma (Ro. 16:6).
Romanos 16:6
6 Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros.
Había luchado por la causa de Cristo en Roma. Éste es el único pasaje donde se la menciona. Bibliografía: Edersheim, E.: «The Life and Times of Jesus the Messiah» (Eerdmans, Grand Rapids, 1971, pub. original 1866); Lacueva, F.: «Catolicismo Romano», Parte Segunda: «Doctrinas sobre la Virgen María» (Clíe, Terrassa, 1972); Schlink, B.: «María: el camino de la madre del Señor» (Clíe, Terrassa, 1978); Sweet, L. M.: «Mary», en ISBE (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, 1946).
vet, (gr. del NT: «María» o «Mariam», derivado del heb. «Miryam»; en lat. «Maria»).
(a) MARÍA, HERMANA DE MOISÉS Y AARÓN. Es probable que fuera ella la que vigiló el arca que contenía el pequeño Moisés (Éx. 2:4-8).
Éxodo 2:4-8
4 Y una hermana suya se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería.
5 Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase.
6 Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste.
7 Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño?
8 Y la hija de Faraón respondió: Ve. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño,
Se puso a la cabeza de las mujeres que celebraron el paso del mar Rojo, danzando al son de los panderos. María cantaba: «Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; ha echado en el mar al caballo y al jinete» (Éx. 15:20, 21).
Éxodo 15:20, 21
20 Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas.
21 Y María les respondía: Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; Ha echado en el mar al caballo y al jinete.
María fue profetisa, y Dios le había dado un lugar tras sus hermanos, encargados de conducir al pueblo de Israel (Mi. 6:4; Éx. 4:15, 29, 30).
Miqueas 6:4
4 Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí; y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María.
Éxodo 4:15, 29, 30
15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.
29 Y fueron Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel.
30 Y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo.
Alegando el matrimonio de Moisés con una mujer etíope, Miriam incitó a Aarón a rebelarse en contra de él. Entonces quedó atacada por la lepra, en castigo a su resistencia a la voluntad divina. Moisés intercedió por su hermana; Dios la sanó, pero el pueblo se vio retrasado en su marcha hasta que ella volvió a entrar en el campamento (Nm. 12:1-16; Dt. 24:9).
Números 12:1-16
María y Aarón murmuran contra Moisés
1 María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita.
2 Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová.
3 Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.
4 Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres.
5 Entonces Jehová descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos.
6 Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él.
7 No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa.
8 Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?
9 Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue.
10 Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa.
11 Y dijo Aarón a Moisés: ¡Ah! señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado; porque locamente hemos actuado, y hemos pecado.
12 No quede ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya medio consumida su carne.
13 Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora.
14 Respondió Jehová a Moisés: Pues si su padre hubiera escupido en su rostro, ¿no se avergonzaría por siete días? Sea echada fuera del campamento por siete días, y después volverá a la congregación.
15 Así María fue echada del campamento siete días; y el pueblo no pasó adelante hasta que se reunió María con ellos.
16 Después el pueblo partió de Hazerot, y acamparon en el desierto de Parán.
Deuteronomio 24:9
9 Acuérdate de lo que hizo Jehová tu Dios a María en el camino, después que salisteis de Egipto.
María murió y fue sepultada en Cades (Nm. 20:1).
Números 20:1
1 Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Zin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Cades; y allí murió María, y allí fue sepultada.
(b) María, cuyo padre fue Esdras (1 Cr. 4:17), no el escriba de la época postexílica.
1 Crónicas 4:17
17 Y los hijos de Esdras: Jeter, Mered, Efer y Jalón; también engendró a María, a Samai y a Isba padre de Estemoa.
(c) MARÍA, la madre del Señor Jesús. Los únicos datos auténticos nos provienen de las Sagradas Escrituras. Seis meses después de la concepción de Juan el Bautista, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una virgen llamada María. Ella vivía en Nazaret, una población de Galilea, y estaba prometida con un carpintero, José (Lc. 1:26, 27).
Lucas 1:26, 27
Anuncio del nacimiento de Jesús
26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Los textos afirman que José descendía de David. No lo dicen de manera explícita de María, pero hay numerosos comentaristas que creen que era de ascendencia davídica. En efecto, le fue anunciado que su hijo recibiría el trono «de David su padre» (Lc. 1:32).
Lucas 1:32
32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
Además, en varios pasajes (Ro. 1:3, 2 Ti. 2:8; y cfr. Hch. 2:30) se afirma que Él es, según la carne, del linaje de David.
Romanos 1:3,
3 acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne,
2 Timoteo 2:8
8 Acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio,
Hechos 2:30
30 Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,
Por otra parte, hay una gran cantidad de exegetas que opinan que en Lc. 3:23-28 se da la genealogía de Cristo a través de su madre, en cuyo caso el padre de María sería Elí.
Lucas 3:23-28
Genealogía de Jesús
23 Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí,
24 hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melqui, hijo de Jana, hijo de José,
25 hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahum, hijo de Esli, hijo de Nagai,
26 hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semei, hijo de José, hijo de Judá,
26 hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semei, hijo de José, hijo de Judá,
27 hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri,
27 hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri,
28 hijo de Melqui, hijo de Adi, hijo de Cosam, hijo de Elmodam, hijo de Er,
Sea como fuere, el ángel anunció a María que ella era objeto del favor divino, que tendría un hijo al que llamaría Jesús. Siguió afirmando que sería grande y que sería llamado Hijo del Altísimo, y que el Señor Dios le daría el trono de David su padre. Reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su reino no tendrá fin (cfr. Lc. 1:32, 33).
Lucas 1:32, 33
32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
María preguntó cómo podría ser tal cosa, por cuanto ella era virgen.
El ángel le respondió que ella concebiría por el poder del Espíritu Santo. «Por lo cual también el Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios» (Lc. 1:35).
Lucas 1:35
35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
Estas palabras revelaron a María que ella había sido elegida para ser la madre del Mesías; aceptó con fe y humildad el honor que Dios le confería de una manera tan misteriosa. El ángel le informó que Elisabet, su prima, iba a tener también un hijo. María se fue entonces a la población en los montes de Judá donde vivían Zacarías y Elisabet. A su llegada Elisabet, instruida acerca del honor hecho a María, pronunció, por inspiración del Espíritu Santo, un cántico de alabanza. Y María glorificó a Dios con un himno que comenzaba: «Engrandece mi alma al Señor» (Lc. 1:46-55).
Lucas 1:46-55
46 Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor;
47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre,
50 Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen.
51 Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
52 Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes.
53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos.
54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia
55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.
El título de «Magnificat», dado a este cántico, es la primera palabra en su versión latina. Estos cánticos de Elisabet y de María revelan la profunda piedad y el templado gozo de estas santas mujeres, al meditar acerca del poder y de la gracia de Dios que, mediante los hijos de ellas, cumplirían las antiguas promesas hechas a Israel y traerían la salvación al mundo. María se quedó tres meses en casa de Elisabet y bajo su protección; no volvió a Nazaret hasta poco antes del nacimiento de Juan.
José, que se proponía repudiar a María en secreto, supo, mediante una visión, la causa de su embarazo (Mt. 1:18-21); recibió la orden de tomar a su mujer con él y de dar al niño el nombre de Jesús: «Porque el salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt. 1:21).
Mateo 1:18-21
Nacimiento de Jesucristo
18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Mateo 1:21
21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
José se acordó de la profecía de Isaías: el Mesías debía nacer de una virgen. Obedeció entonces la orden de Dios, y tomó a su mujer consigo, «pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS» (Mt. 1:24, 25).
Mateo 1:24, 25
24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.
25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
Este matrimonio protegió a María y salvaguardó su secreto. El niño tuvo a José como padre legal, y vino así a ser también el heredero de David.
El nacimiento del niño tuvo lugar en Belén. El emperador Augusto había ordenado que se efectuara un censo de todo el Imperio, por lo que se tenían que registrar todos los habitantes de Palestina. José tuvo que dirigirse hacia Belén, porque descendía de David, y María lo acompañó. No encontrando lugar en el mesón, se vieron obligados a alojarse en un establo, posiblemente exento de animales a fin de poder dar cabida a la gente que acudía. Allí nació Jesús. Su madre «lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre» (Lc. 2:7).
Lucas 2:7
7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
María, llena de maravilla y de fe, oyó a los pastores hablar de su visión nocturna, de la proclamación de los ángeles, anunciando el nacimiento del Salvador. Ella no sabía que su hijo era el mismo Dios manifestado en carne; discernía solamente que sería el Mesías, y esperó a que Dios revelara la misión de su hijo. Cuarenta días después de su nacimiento, María y José se dirigieron a Jerusalén, para presentar el niño al Señor y para ofrecer en el Templo el sacrificio demandado por la Ley (Lv. 12:2, 6, 8).
Levítico 12:2, 6, 8
2 Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda.
6 Cuando los días de su purificación fueren cumplidos, por hijo o por hija, traerá un cordero de un año para holocausto, y un palomino o una tórtola para expiación, a la puerta del tabernáculo de reunión, al sacerdote;
8 Y si no tiene lo suficiente para un cordero, tomará entonces dos tórtolas o dos palominos, uno para holocausto y otro para expiación; y el sacerdote hará expiación por ella, y será limpia.
María ofreció el sacrificio de los pobres (un par de palominos o dos tórtolas). El anciano Simeón tomó al niño en sus brazos, alabando al Señor que le había permitido ver al Mesías, y después anunció los futuros sufrimientos de María (Lc. 2:35).
Lucas 2:35
35 (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.
José y María volvieron, acto seguido, a Belén (Mt. 2:11).
Mateo 2:11
11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Fue ya en una casa que recibieron a los magos de Oriente, venidos a adorar a Jesús (Mt. 2:1-11).
Mateo 2:1-11
La visita de los magos
1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel.
7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;
8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.
10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
La familia entera, por instrucciones de Dios, se refugió en Egipto para escapar a las intenciones asesinas de Herodes el Grande, y después, a la muerte de este último, se dirigieron a Nazaret. María se dedicó a la educación del niño, cuya misión futura debía estar constantemente en su mente. El episodio de Jesús en el Templo a sus doce años desvela algo del carácter de su madre. Ella iba cada año a Jerusalén, como José, para la fiesta de la Pascua (Lc. 2:41), aunque la Ley no lo demandaba a las mujeres judías (Éx. 23:17).
Lucas 2:41
41 Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua;
Éxodo 23:17
17 Tres veces en el año se presentará todo varón delante de Jehová el Señor.
José y María, personas piadosas, llevaron a Jesús a Jerusalén a partir de que tuvo la edad, para que también Él participara de la Pascua.
Su conversación con los doctores de la Ley, en el Templo, dejó aturdidos a sus padres. «Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón» (Lc. 2:51).
Lucas 2:51
51 Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
María no comprendía toda la magnitud de la grandeza de su Hijo, ni la verdadera naturaleza de su misión (Lc. 2:50), pero lo crió, de todas maneras, con vistas al servicio de Dios.
Lucas 2:50
50 Mas ellos no entendieron las palabras que les habló.
Por cuanto los «hermanos del Señor» (véase HERMANOS DE JESÚS) eran evidentemente hijos de José y María nacidos después de Jesús, María tuvo una numerosa familia. Se mencionan también hermanas (Mr. 6:3).
Marcos 6:3
3 ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.
Sin embargo, no se vuelve a saber nada de María hasta el inicio del ministerio público de Jesús.
La volvemos a encontrar en las bodas de Caná (Jn. 2:1-10), contempla con gozo cómo Jesús se manifiesta como Mesías, y cree en su misión. Cristo, sin embargo, se opone, con respeto, pero también con firmeza, a la inoportuna intervención de su madre (para el sentido de la respuesta en el v. 4, cfr. Mr. 5:7).
Juan 2:1-10
Las bodas de Caná
1 Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.
6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.
7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.
9 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo,
10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.
Marcos 5:7
7 Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
Ella tiene que comprender que no puede inmiscuirse en su ministerio. Como hijo, le testimonia su deferencia; como Mesías y Salvador, la pone en la categoría de los discípulos, por cuanto también María tiene necesidad, como todos los demás, de la salvación que Cristo ofrece. En otra circunstancia, Jesús hará a María otra observación análoga (Mt. 12:46-50; Mr. 3:31-35; Lc. 8:19-21).
Mateo 12:46-50
La madre y los hermanos de Jesús
46 Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar.
47 Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar.
48 Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?
49 Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
50 Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.
Marcos 3:31-35
La madre y los hermanos de Jesús
31 Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle.
32 Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan.
33 El les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
34 Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
35 Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.
Lucas 8:19-21
La madre y los hermanos de Jesús
19 Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían llegar hasta él por causa de la multitud.
20 Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.
21 El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.
Mientras que el Maestro enseñaba mediante parábolas, la madre y sus hermanos le querían hablar. Es posible que quisieran aconsejarle a que desistiera de su peligroso curso.
Él les repitió que el lazo espiritual que le unía a los discípulos tenía más valor que toda relación humana. «Porque todo aquel que hace la voluntad de mi padre que está en los cielos, éste es mi hermano, y hermana, y madre» (Mt. 12:50).
Mateo 12:50
50 Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.
Parece que María y los hermanos de Jesús siguieron viviendo en Nazaret durante el ministerio del Señor. Debido a que José no es mencionado, se supone que había muerto ya. Al revés de los hermanos de Jesús, María nunca dejó de creer que su hijo era el Mesías. Es por esto que lo siguió en su último viaje a Jerusalén. Sufriendo a la vez como madre y como discípula, contempló el horrible espectáculo de la crucifixión. Jesús, en medio de sus sufrimientos, se dirigió a ella, y la confió a Juan, su querido discípulo. «Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa» (Jn. 19:25- 27).
Juan 19:25-27
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Después de la Ascensión, estuvo con los apóstoles en el aposento alto (Hch. 1:14); a partir de ello, no se la menciona más en las Escrituras.
Hechos 1:14
14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.
No conocemos ni la fecha ni las circunstancias de su muerte. En el valle de Cedrón se muestra lo que se afirma ser su tumba, pero no hay base alguna para aceptar su autenticidad. Las tardías leyendas acerca de María no contienen ningún relato digno de ser creído. En las Escrituras es presentada simplemente como una magnífica figura de mujer devota y piadosa. Ocupa un lugar único, como madre del Mesías, y la llamarán «bienaventurada todas las generaciones» (Lc. 1:48).
Lucas 1:48
48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
Pero es evidente que no puede ser llamada «Inmaculada Concepción», por cuanto ella misma reconoce a Dios como «su Salvador», y se ve que en su propio espíritu estaba sujeta a la ignorancia y a la incomprensión (Lc. 1:47; 2:50; Mr. 3:21).
Lucas 1:47
47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Lucas 2:50
50 Mas ellos no entendieron las palabras que les habló.
Marcos 3:21
21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.
Tampoco permaneció virgen perpetuamente, por cuanto vino a ser verdaderamente la mujer de José (Mt. 1:25).
Mateo 1:25
25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
Sobre este versículo afirma Lacueva: «El pretérito imperfecto (del verbo gr. conocer) señala, aquí, con toda precisión el lapso de tiempo durante el cual José no tenía trato marital con ella» (F. Lacueva: «Nuevo Testamento interlineal griego-español», Clíe, 1984, loc. cit., nota). Por lo general, las versiones católicas «suavizan» la traducción de Mt. 1:25 para que no salte a la vista la evidente implicación de su texto.
Mateo 1:25
25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
La correcta traducción dice: «Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito.» Tampoco es cierto lo que tan comúnmente se afirma que estaba «llena de gracia» (véase GRACIA). Lo que el texto gr. dice es: «agraciada» o «recibida en gracia» (Lc. 1:28).
Lucas 1:28
28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
Se trata de la actitud de Dios hacia ella, de que había sido favorecida (Lc. 1:28).
Lucas 1:28
28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
El ángel añade, además: «has hallado gracia delante de Dios» (Lc. 1:30).
Lucas 1:30
30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Así, es un error pretender que María sea «la mediadora de todas las gracias», como lo afirma la Iglesia de Roma, o que en Pentecostés fuera ella quien recibiera el Espíritu Santo y lo distribuyera a los discípulos. Jesús es el único Mediador, y su sacerdocio intransmisible nos es plenamente suficiente (1 Ti. 2:5; He. 9:24-25).
1 Timoteo 2:5
5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
Hebreos 9:24-25
24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;
25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.
María no es ciertamente «la Madre de Dios», por cuanto ella fue madre de Él en tanto que hombre: ninguna criatura humana puede ser madre del Verbo Eterno. Alguien ha dicho con acierto: «María fue la madre de Aquel que es Dios, pero no la madre de Dios.» Los textos anteriormente citados muestran que el Señor siempre veló para que ni la misma María, ni los hombres, dieran a su madre un lugar por encima de los demás, ni una parte de su ministerio.
Finalmente, el «dogma de la Asunción de María», promulgado en 1950, no tiene ninguna base bíblica. Según esta doctrina, habiendo muerto en el año 54 d.C., habría resucitado en el acto, y habría sido llevada al cielo en su cuerpo glorificado. Sin embargo, Pablo indica claramente el orden de las resurrecciones: «Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo (lo cual debe incluir a María) en su venida» (1 Co. 15:23).
1 Corintios 15:23
23 Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.
(d) MARÍA, la mujer de Cleofas (Jn. 19:25).
Juan 19:25
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
El término «mujer» no se halla en el texto gr., según la costumbre. Cleofas recibe el nombre de Alfeo (Mt. 10:3; Mr. 3:18; Lc. 6:15), siendo los dos nombres variaciones del mismo nombre arameo original.
Mateo 10:3
3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo,
Marcos 3:18
18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista,
Lucas 6:15
15 Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote,
Cleofas y María son así el padre y la madre del apóstol Santiago el Menor, y de José, su hermano (Mt. 27:56; Mr. 15:40; Lc. 24:10).
Mateo 27:56
56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Marcos 15:40
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
Lucas 24:10
10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.
Los que pretenden que los «hermanos» del Señor eran sus primos por parte materna alegan que esta María era hermana de María la madre de Jesús, y que Jn. 19:25 no menciona a tres mujeres junto a la cruz de Jesús.
Juan 19:25
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
Aparte de lo inverosímil que dos hermanas tuvieran el mismo nombre, hay otros argumentos para refutar la teoría de los «primos» (véase HERMANOS DE Jesús). Se admite que en tal caso Juan está hablando de cuatro mujeres asistiendo a la crucifixión, y que una de ellas era precisamente María la mujer de Cleofas.
De ella personalmente se sabe poca cosa más, excepto que vio cómo colocaban al Señor en el sepulcro (Mt. 27:61); el tercer día, ella era una de las que llevaban especies aromáticas y a las que se apareció el Señor resucitado (Mt. 28:1; Mr. 15:47; 16:1; Lc. 24:10). (Véanse ALFEO, SANTIAGO.)
Mateo 27:61
61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
Mateo 28:1
1 Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.
Marcos 15:47
47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.
Marcos 16:1
1 Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
Lucas 24:10
10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.
(e) MARÍA MAGDALENA «Magdalena» indica su lugar de origen (Mt.27:56, 61; 28:1; Mr.15:40, 47; 16:1, 9; Lc.8:2; 24:10; Jn.19:25; 20:1, 18), Magdala, sobre la costa suroccidental del mar de Galilea.
Mateo 27:56, 61
56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
Mateo 28:1
1 Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.
Marcos 15:40, 47
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.
Marcos 16:1, 9
1 Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.
9 Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios.
Lucas 8:2
2 y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios,
Lucas 24:10
10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.
Juan 19:25
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
Juan 20:1, 18
1 El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.
18 Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.
Jesús la liberó de siete demonios (Mr. 16:9; Lc. 8:2); tomó desde entonces su lugar entre los discípulos más devotos.
Marcos 16:9
9 Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios.
Lucas 8:2
2 y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios,
La primera mención de esta María (Lc. 8:2) sigue poco después del relato de la unción de los pies del Señor por una pecadora en una ciudad de Galilea (Lc. 7:36-50).
Lucas 8:2
2 y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios,
Lucas 7:36-50
Jesús en el hogar de Simón el fariseo
36 Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.
37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;
38 y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.
39 Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.
40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo:Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro.
41 Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;
42 y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?
43 Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.
44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.
45 No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.
46 No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies.
47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.
48 Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.
49 Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados?
50 Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz.
Ésta es la razón de que se haya creído que estos dos pasajes se refieren a la misma persona, lo que es muy improbable. Esta suposición ha hecho pasar a María Magdalena por una mujer de mala vida. Así su buen nombre ha sufrido, a pesar de que no se pueda justificar la conexión arbitraria entre ambos pasajes. No sabemos qué forma tenía la terrible posesión de la que había sido liberada. Al principio del ministerio de Jesús en Galilea empezó a acompañar a los doce y a las mujeres que ayudaban al Señor y a los discípulos con su dinero (Lc. 8:1- 3).
Lucas 8:1- 3
1 Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él,
2 y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios,
3 Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes.
Estuvo ante la cruz (Mt. 27:56; Mr. 15:40; Jn. 19:25) y estuvo sentada ante el sepulcro cuando fue depositado en él el cuerpo de Jesús (Mt. 27:61).
Mateo 27:56
56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Marcos 15:40
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
Juan 19:25
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
Mateo 27:61
61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
Al amanecer el tercer día, llegó allí acompañada de «la otra María». Al ver que la piedra había sido quitada de delante de la entrada del sepulcro, corrió a Jerusalén a advertir a Pedro y a Juan de ello (Jn. 20:1, 2).
Juan 20:1, 2
La resurrección
1 El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.
2 Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.
María Magdalena siguió a los apóstoles, volvió al huerto, y se quedó después de que se hubieran ido. Es a ella que el Jesús resucitado apareció en primer lugar (Mr. 16:9; Jn. 20:11-17); se apresuró a hacer saber esto a los discípulos (Jn. 20:18). No se conoce nada más acerca de ella.
Marcos 16:9
9 Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios.
Juan 20:11-17
Jesús se aparece a María Magdalena
11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro;
12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.
14 Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.
15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
16 Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).
17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
Juan 20:18
18 Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.
(f) MARÍA DE BETANIA María de Betania vivía con Marta, su hermana (Lc. 10:38) en el pueblo de Betania (Jn. 11:1; 12:1).
Lucas 10:38
38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.
Juan 11:1
1 Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.
Juan 12:1
1 Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos.
La cumbre del monte de los Olivos se halla a alrededor de 1,5 Km. de este lugar. La primera vez que se menciona una visita del Señor a esta familia (Lc. 10:38-42),
Lucas 10:38-42
Jesús visita a Marta y a María
38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.
39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.
42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
María parecía ávida de escucharlo. Marta se quejó a Jesús de que su hermana descuidaba el servicio, y el Señor le respondió: «Sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada» (Lc 10:42).
Lucas 10:42
42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
El cap. 11 de Juan relata la resurrección de Lázaro, el hermano de María. Cuando Jesús llegó cerca de Betania, cuatro días después de la muerte de Lázaro, «María se quedó en casa» (Jn. 11:20).
Juan 11:20
20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.
Marta le dio el mensaje de que Jesús quería verla (Jn. 11:28).
Juan 11:28
28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama.
Al verlo, María clamó: «Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.» El dolor de las hermanas conmovió profundamente al Salvador, que obró en favor de ellas uno de los más grandes milagros que registran los Evangelios. Más tarde, Jesús acudió a Betania, seis días antes de su última Pascua (Jn. 12: 1).
Juan 12: 1
1 Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos.
En casa de Simón el leproso le ofrecieron una cena (Mr. 14:3).
Marcos 14:3
3 Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.
Durante la comida, María trajo un vaso de alabastro lleno de nardo puro y, quebrando el vaso, derramó este caro perfume sobre la cabeza de Jesús (Mr. 14:3) y sobre sus pies, que acto seguido enjuagó con sus cabellos (Jn. 12:3).
Marcos 14:3
3 Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.
Juan 12:3
3 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.
Éste fue un gesto de adoración, de gratitud, de testimonio dado a la grandeza de Cristo. Judas y algunos de los discípulos reprocharon este gesto, calificándolo de desperdicio, pero Jesús declaró: «De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella» (Mt. 26:6-13; Mr. 14:3-9).
Mateo 26:6-13
Jesús es ungido en Betania
6 Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso,
7 vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa.
8 Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?
9 Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres.
10 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra.
11 Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.
12 Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.
13 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
Marcos 14:3-9
Jesús es ungido en Betania
3 Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.
4 Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume?
5 Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella.
6 Pero Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho.
7 Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis.
8 Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.
9 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
El Señor vio en esta unción, de la que la misma María indudablemente no acaba de comprender todo su verdadero sentido, el sello de su próximo sacrificio (Jn. 12:7, 8).
Juan 12:7, 8
7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto.
8 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.
(g) MARÍA (Madre de Juan-Marcos) Los discípulos se reunieron en casa de esta dama cristiana para orar por la liberación de Pedro, encarcelado por Herodes Agripa. El apóstol, liberado por un ángel, se dirigió de inmediato a casa de ella (Hch. 12:12).
Hechos 12:12
12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.
El hijo de esta María fue el autor del segundo Evangelio (véase MARCOS). Debía ser de buena posición, y es de suponer que su casa era uno de los principales lugares de reunión de los cristianos de Jerusalén. Según Col. 4:10, Marcos era sobrino de Bernabé. Se desconoce si este parentesco era paterno o materno. También se desconoce quién era el marido de esta María.
Colosenses 4:10
10 Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda, y Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle;
(h) MARÍA DE ROMA Cristiana a la que manda saludos el apóstol Pablo al escribir a los creyentes en Roma (Ro. 16:6).
Romanos 16:6
6 Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros.
Había luchado por la causa de Cristo en Roma. Éste es el único pasaje donde se la menciona. Bibliografía: Edersheim, E.: «The Life and Times of Jesus the Messiah» (Eerdmans, Grand Rapids, 1971, pub. original 1866); Lacueva, F.: «Catolicismo Romano», Parte Segunda: «Doctrinas sobre la Virgen María» (Clíe, Terrassa, 1972); Schlink, B.: «María: el camino de la madre del Señor» (Clíe, Terrassa, 1978); Sweet, L. M.: «Mary», en ISBE (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, 1946).