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  • Samaritano

    En el único pasaje del AT donde se halla este término, designa a un habitante del antiguo reino de Israel (2 R. 17:29). 

    2 Reyes 17:29

    29 Pero cada nación se hizo sus dioses, y los pusieron en los templos de los lugares altos que habían hecho los de Samaria; cada nación en su ciudad donde habitaba.

    El NT denomina samaritanos a los habitantes del distrito de Samaria, en el centro de Palestina (Lc. 17:11-19). 

    Lucas 17:11-19

    Diez leprosos son limpiados

    11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.

    12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos

    13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!

    14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.

    15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,

    16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.

    17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?

    18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?

    19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

    Sargón afirma haber deportado a 27.280 israelitas cuando se apoderó de esta región. Sin embargo, el conquistador dejó allí a judíos, que se sublevaron. 

    Sargón decidió actuar para que perdieran su propia identidad introduciendo en el país a colonos procedentes de Hamat, Babilonia y Arabia (cfr. 2 R. 17:24). 

    2 Reyes 17:24

    Asiria puebla de nuevo a Samaria

    24 Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron a Samaria, y habitaron en sus ciudades.

    Estos pueblos introdujeron sus propios cultos idolátricos en Samaria. La población estaba entonces muy esparcida, y el suelo, devastado por las guerras, había quedado sin cultivar. Abundaban los animales salvajes, leones incluidos, como azote de Dios. 

    Los nuevos colonos hicieron saber al rey de Asiria que ellos atribuían estos males a Jehová, Dios del país, cuyo culto no conocían. El monarca ordenó a uno de los sacerdotes de Israel que habían sido deportados que se estableciera en Bet-el, y que enseñara a estas gentes la religión de Jehová. 

    El sacerdote no pudo persuadirlos a que abandonaran sus ancestrales ídolos. Levantando los emblemas de sus dioses sobre los lugares altos de los israelitas, mezclaron su falsa religión con la de Jehová (2 R. 17:25-33) y mantuvieron este culto híbrido con posterioridad a la caída de Jerusalén (2 R. 17:34-41). 

    2 Reyes 17:25-33

    25 Y aconteció al principio, cuando comenzaron a habitar allí, que no temiendo ellos a Jehová, envió Jehová contra ellos leones que los mataban.

    26 Dijeron, pues, al rey de Asiria: Las gentes que tú trasladaste y pusiste en las ciudades de Samaria, no conocen la ley del Dios de aquella tierra, y él ha echado leones en medio de ellos, y he aquí que los leones los matan, porque no conocen la ley del Dios de la tierra.

    27 Y el rey de Asiria mandó, diciendo: Llevad allí a alguno de los sacerdotes que trajisteis de allá, y vaya y habite allí, y les enseñe la ley del Dios del país.

    28 Y vino uno de los sacerdotes que habían llevado cautivo de Samaria, y habitó en Bet-el, y les enseñó cómo habían de temer a Jehová.

    29 Pero cada nación se hizo sus dioses, y los pusieron en los templos de los lugares altos que habían hecho los de Samaria; cada nación en su ciudad donde habitaba.

    30 Los de Babilonia hicieron a Sucot-benot, los de Cuta hicieron a Nergal, y los de Hamat hicieron a Asima.

    31 Los aveos hicieron a Nibhaz y a Tartac, y los de Sefarvaim quemaban sus hijos en el fuego para adorar a Adramelec y a Anamelec, dioses de Sefarvaim.

    32 Temían a Jehová, e hicieron del bajo pueblo sacerdotes de los lugares altos, que sacrificaban para ellos en los templos de los lugares altos.

    33 Temían a Jehová, y honraban a sus dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían sido trasladados.

    2 Reyes 17:34-41

    34 Hasta hoy hacen como antes: ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos ni sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel;

    35 con los cuales Jehová había hecho pacto, y les mandó diciendo: No temeréis a otros dioses, ni los adoraréis, ni les serviréis, ni les haréis sacrificios.

    36 Mas a Jehová, que os sacó de tierra de Egipto con grande poder y brazo extendido, a éste temeréis, y a éste adoraréis, y a éste haréis sacrificio.

    37 Los estatutos y derechos y ley y mandamientos que os dio por escrito, cuidaréis siempre de ponerlos por obra, y no temeréis a dioses ajenos.

    38 No olvidaréis el pacto que hice con vosotros, ni temeréis a dioses ajenos;

    39 mas temed a Jehová vuestro Dios, y él os librará de mano de todos vuestros enemigos.

    40 Pero ellos no escucharon; antes hicieron según su costumbre antigua.

    41 Así temieron a Jehová aquellas gentes, y al mismo tiempo sirvieron a sus ídolos; y también sus hijos y sus nietos, según como hicieron sus padres, así hacen hasta hoy.

    Esar-hadón mantuvo la política de su abuelo Sargón (Esd. 4:2). 

    Esdras 4:2

    2 vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí.

    Asnapar (Assurbanipal) acabó de colonizar el territorio añadiendo a su población gentes de Elam y de más allá (Esd. 4:9, 10). 

    Esdras 4:9, 10

    9 En tal fecha escribieron Rehum canciller y Simsai secretario, y los demás compañeros suyos los jueces, gobernadores y oficiales, y los de Persia, de Erec, de Babilonia, de Susa, esto es, los elamitas,

    10 y los demás pueblos que el grande y glorioso Asnapar transportó e hizo habitar en las ciudades de Samaria y las demás provincias del otro lado del río.

    La nueva provincia del imperio asirio careció de todo poder. El rey Josías y sus fieles recorrieron toda Samaria destruyendo los ídolos de los lugares altos (2 Cr. 34:6, 7), apoyando así la influencia de los israelitas que quedaban en Samaria y de sus sacerdotes. 

    2 Crónicas 34:6, 7

    6 Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón, y hasta Neftalí, y en los lugares asolados alrededor.

    7 Y cuando hubo derribado los altares y los imágenes de Asera, y quebrado y desmenuzado las esculturas, y destruído todos los ídolos por toda la tierra de Israel, volvió a Jerusalén.

    Mucho tiempo después había aún samaritanos que iban a Jerusalén para asistir al culto en el Templo (Jer. 41:5). 

    Jeremías 41:5

    5 que venían unos hombres de Siquem, de Silo y de Samaria, ochenta hombres, raída la barba y rotas las ropas, y rasguñados, y traían en sus manos ofrenda e incienso para llevar a la casa de Jehová.

    Cuando Zorobabel encabezó una expedición de israelitas de vuelta de Babilonia a Jerusalén, los samaritanos pidieron permiso para participar en la restauración del Templo; afirmaban haber adorado al Dios de Israel desde la época de Esar-hadón. Zorobabel y los jefes rechazaron la colaboración de ellos (Esd. 4:2). 

    Esdras 4:2

    2 vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí.

    La mayor parte de los judíos rehusaron desde el principio participar con los samaritanos tanto a nivel social como religioso. Esta separación degeneró en una intensa antipatía (Esd. 4:3; Eclo. 50:25, 26; Lc. 9:52, 53; Jn. 4:9). 

    Esdras 4:3

    3 Zorobabel, Jesúa, y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: No nos conviene edificar con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel, como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia.

    Lucas 9:52, 53 

    52 Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos.

    53 Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén.

    Juan 4:9

    9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.

    Los samaritanos no eran de pura raza judía y practicaban una religión mixta. Josefo (Ant. 9:14, 3) dice que afirmaban su parentesco con los judíos cuando la condición de estos últimos era próspera, pero que afirmaban ser de origen asirio si los judíos eran presa de la adversidad. 

    Habiendo rehusado Zorobabel, Josué y los principales israelitas la ayuda de los samaritanos para reconstruir el Templo, se unieron entonces a los adversarios de esta reconstrucción (Esd. 4:1-10). 

    Esdras 4:1-10

    Los adversarios detienen la obra

    1 Oyendo los enemigos de Judá y de Benjamín que los venidos de la cautividad edificaban el templo de Jehová Dios de Israel,

    2 vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí.

    3 Zorobabel, Jesúa, y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: No nos conviene edificar con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel, como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia.

    4 Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara.

    5 Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia.

    6 Y en el reinado de Asuero, en el principio de su reinado, escribieron acusaciones contra los habitantes de Judá y de Jerusalén.

    7 También en días de Artajerjes escribieron Bislam, Mitrídates, Tabeel y los demás compañeros suyos, a Artajerjes rey de Persia; y la escritura y el lenguaje de la carta eran en arameo.

    8 Rehum canciller y Simsai secretario escribieron una carta contra Jerusalén al rey Artajerjes.

    9 En tal fecha escribieron Rehum canciller y Simsai secretario, y los demás compañeros suyos los jueces, gobernadores y oficiales, y los de Persia, de Erec, de Babilonia, de Susa, esto es, los elamitas,

    10 y los demás pueblos que el grande y glorioso Asnapar transportó e hizo habitar en las ciudades de Samaria y las demás provincias del otro lado del río.

    También se manifestaron opuestos a que Nehemías restaurara las murallas de Jerusalén (Neh. 4:1-23). 

    Nehemías 4:1-23

    Precauciones contra los enemigos

    1 Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos.

    2 Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?

    3 Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará.

    4 Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos por despojo en la tierra de su cautiverio.

    5 No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de ti, porque se airaron contra los que edificaban.

    6 Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.

    7 Pero aconteció que oyendo Sanbalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los de Asdod, que los muros de Jerusalén eran reparados, porque ya los portillos comenzaban a ser cerrados, se encolerizaron mucho;

    8 y conspiraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño.

    9 Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda contra ellos de día y de noche.

    10 Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro.

    11 Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra.

    12 Pero sucedió que cuando venían los judíos que habitaban entre ellos, nos decían hasta diez veces: De todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán sobre vosotros.

    13 Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos.

    14 Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.

    15 Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea.

    16 Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá.

    17 Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada.

    18 Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí.

    19 Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos unos de otros.

    20 En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros.

    21 Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que salían las estrellas.

    22 También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado permanezca dentro de Jerusalén, y de noche sirvan de centinela y de día en la obra.

    23 Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes, ni la gente de guardia que me seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para bañarse.

    El caudillo de los samaritanos era entonces Sanbalat, el horonita, cuyo yerno fue excluido del sacerdocio por Nehemías. Sanbalat fue probablemente quien erigió el templo samaritano sobre el monte Gerizim (véase SANBALAT). 

    Desde entonces, los judíos echados de Jerusalén por causas disciplinarias solían dirigirse a Gerizim, donde eran acogidos favorablemente por los samaritanos (Ant. 11:8, 7). 

    Durante las persecuciones de Antíoco Epifanes, los samaritanos renegaron de su parentesco con la raza judía y, para adular al tirano, declararon que querían consagrar su templo de Gerizim a Júpiter, defensor de los extranjeros (2 Mac. 6:2). 

    Hacia el año 128 a.C. Juan Hircano se apoderó de Siquem y del monte Gerizim, destruyendo el templo de los samaritanos (Ant. 13:9, 1), que posteriormente siguieron celebrando su culto sobre su antiguo emplazamiento. 

    Así lo seguían haciendo en la época del Señor Jesucristo (Jn. 4:20, 21). 

    Juan 4:20, 21

    20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.

    21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.

    Sus doctrinas eran entonces muy análogas a las de los saduceos. Como ellos, esperaban un Mesías. Del AT sólo aceptaban el Pentateuco. 

    Recibieron bien dispuestos el Evangelio que les fue anunciado por Felipe, con el testimonio de las señales y milagros efectuados por él (Hch. 8:5, 6). 

    Hechos 8:5, 6

    5 Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.

    6 Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.

    Además, el cristianismo, en contraste con el judaísmo, acogía a samaritanos y gentiles sobre el mismo terreno que a los judíos. El Cristo rechazado por el judaísmo derrumbaba así la pared intermedia de separación, y por la incredulidad nacional de los judíos, Dios abría la puerta de Su misericordia a todos (Ef. 2:11-22; cfr. Ro. 11:25-36). 

    Efesios 2:11-22

    Reconciliación por medio de la cruz

    11 Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.

    12 En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.

    13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.

    14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,

    15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,

    16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.

    17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;

    18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.

    19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,

    20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,

    21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;

    22 en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

    Romanos 11:25-36

    La restauración de Israel

    25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;

    26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad.

    27 Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados.

    28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.

    29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.

    30 Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,

    31 así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia.

    32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

    33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

    34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

    35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

    36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.

    En Naplusa, la antigua Siquem, y en sus alrededores, sigue existiendo una pequeña comunidad samaritana. (Véase PENTATEUCO SAMARITANO.)

    VÉASE: Sanbalat , Pentateuco Samaritano
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  • Samaritano

    En el único pasaje del AT donde se halla este término, designa a un habitante del antiguo reino de Israel (2 R. 17:29). 

    2 Reyes 17:29

    29 Pero cada nación se hizo sus dioses, y los pusieron en los templos de los lugares altos que habían hecho los de Samaria; cada nación en su ciudad donde habitaba.

    El NT denomina samaritanos a los habitantes del distrito de Samaria, en el centro de Palestina (Lc. 17:11-19). 

    Lucas 17:11-19

    Diez leprosos son limpiados

    11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.

    12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos

    13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!

    14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.

    15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,

    16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.

    17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?

    18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?

    19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

    Sargón afirma haber deportado a 27.280 israelitas cuando se apoderó de esta región. Sin embargo, el conquistador dejó allí a judíos, que se sublevaron. 

    Sargón decidió actuar para que perdieran su propia identidad introduciendo en el país a colonos procedentes de Hamat, Babilonia y Arabia (cfr. 2 R. 17:24). 

    2 Reyes 17:24

    Asiria puebla de nuevo a Samaria

    24 Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron a Samaria, y habitaron en sus ciudades.

    Estos pueblos introdujeron sus propios cultos idolátricos en Samaria. La población estaba entonces muy esparcida, y el suelo, devastado por las guerras, había quedado sin cultivar. Abundaban los animales salvajes, leones incluidos, como azote de Dios. 

    Los nuevos colonos hicieron saber al rey de Asiria que ellos atribuían estos males a Jehová, Dios del país, cuyo culto no conocían. El monarca ordenó a uno de los sacerdotes de Israel que habían sido deportados que se estableciera en Bet-el, y que enseñara a estas gentes la religión de Jehová. 

    El sacerdote no pudo persuadirlos a que abandonaran sus ancestrales ídolos. Levantando los emblemas de sus dioses sobre los lugares altos de los israelitas, mezclaron su falsa religión con la de Jehová (2 R. 17:25-33) y mantuvieron este culto híbrido con posterioridad a la caída de Jerusalén (2 R. 17:34-41). 

    2 Reyes 17:25-33

    25 Y aconteció al principio, cuando comenzaron a habitar allí, que no temiendo ellos a Jehová, envió Jehová contra ellos leones que los mataban.

    26 Dijeron, pues, al rey de Asiria: Las gentes que tú trasladaste y pusiste en las ciudades de Samaria, no conocen la ley del Dios de aquella tierra, y él ha echado leones en medio de ellos, y he aquí que los leones los matan, porque no conocen la ley del Dios de la tierra.

    27 Y el rey de Asiria mandó, diciendo: Llevad allí a alguno de los sacerdotes que trajisteis de allá, y vaya y habite allí, y les enseñe la ley del Dios del país.

    28 Y vino uno de los sacerdotes que habían llevado cautivo de Samaria, y habitó en Bet-el, y les enseñó cómo habían de temer a Jehová.

    29 Pero cada nación se hizo sus dioses, y los pusieron en los templos de los lugares altos que habían hecho los de Samaria; cada nación en su ciudad donde habitaba.

    30 Los de Babilonia hicieron a Sucot-benot, los de Cuta hicieron a Nergal, y los de Hamat hicieron a Asima.

    31 Los aveos hicieron a Nibhaz y a Tartac, y los de Sefarvaim quemaban sus hijos en el fuego para adorar a Adramelec y a Anamelec, dioses de Sefarvaim.

    32 Temían a Jehová, e hicieron del bajo pueblo sacerdotes de los lugares altos, que sacrificaban para ellos en los templos de los lugares altos.

    33 Temían a Jehová, y honraban a sus dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían sido trasladados.

    2 Reyes 17:34-41

    34 Hasta hoy hacen como antes: ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos ni sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel;

    35 con los cuales Jehová había hecho pacto, y les mandó diciendo: No temeréis a otros dioses, ni los adoraréis, ni les serviréis, ni les haréis sacrificios.

    36 Mas a Jehová, que os sacó de tierra de Egipto con grande poder y brazo extendido, a éste temeréis, y a éste adoraréis, y a éste haréis sacrificio.

    37 Los estatutos y derechos y ley y mandamientos que os dio por escrito, cuidaréis siempre de ponerlos por obra, y no temeréis a dioses ajenos.

    38 No olvidaréis el pacto que hice con vosotros, ni temeréis a dioses ajenos;

    39 mas temed a Jehová vuestro Dios, y él os librará de mano de todos vuestros enemigos.

    40 Pero ellos no escucharon; antes hicieron según su costumbre antigua.

    41 Así temieron a Jehová aquellas gentes, y al mismo tiempo sirvieron a sus ídolos; y también sus hijos y sus nietos, según como hicieron sus padres, así hacen hasta hoy.

    Esar-hadón mantuvo la política de su abuelo Sargón (Esd. 4:2). 

    Esdras 4:2

    2 vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí.

    Asnapar (Assurbanipal) acabó de colonizar el territorio añadiendo a su población gentes de Elam y de más allá (Esd. 4:9, 10). 

    Esdras 4:9, 10

    9 En tal fecha escribieron Rehum canciller y Simsai secretario, y los demás compañeros suyos los jueces, gobernadores y oficiales, y los de Persia, de Erec, de Babilonia, de Susa, esto es, los elamitas,

    10 y los demás pueblos que el grande y glorioso Asnapar transportó e hizo habitar en las ciudades de Samaria y las demás provincias del otro lado del río.

    La nueva provincia del imperio asirio careció de todo poder. El rey Josías y sus fieles recorrieron toda Samaria destruyendo los ídolos de los lugares altos (2 Cr. 34:6, 7), apoyando así la influencia de los israelitas que quedaban en Samaria y de sus sacerdotes. 

    2 Crónicas 34:6, 7

    6 Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón, y hasta Neftalí, y en los lugares asolados alrededor.

    7 Y cuando hubo derribado los altares y los imágenes de Asera, y quebrado y desmenuzado las esculturas, y destruído todos los ídolos por toda la tierra de Israel, volvió a Jerusalén.

    Mucho tiempo después había aún samaritanos que iban a Jerusalén para asistir al culto en el Templo (Jer. 41:5). 

    Jeremías 41:5

    5 que venían unos hombres de Siquem, de Silo y de Samaria, ochenta hombres, raída la barba y rotas las ropas, y rasguñados, y traían en sus manos ofrenda e incienso para llevar a la casa de Jehová.

    Cuando Zorobabel encabezó una expedición de israelitas de vuelta de Babilonia a Jerusalén, los samaritanos pidieron permiso para participar en la restauración del Templo; afirmaban haber adorado al Dios de Israel desde la época de Esar-hadón. Zorobabel y los jefes rechazaron la colaboración de ellos (Esd. 4:2). 

    Esdras 4:2

    2 vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí.

    La mayor parte de los judíos rehusaron desde el principio participar con los samaritanos tanto a nivel social como religioso. Esta separación degeneró en una intensa antipatía (Esd. 4:3; Eclo. 50:25, 26; Lc. 9:52, 53; Jn. 4:9). 

    Esdras 4:3

    3 Zorobabel, Jesúa, y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: No nos conviene edificar con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel, como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia.

    Lucas 9:52, 53 

    52 Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos.

    53 Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén.

    Juan 4:9

    9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.

    Los samaritanos no eran de pura raza judía y practicaban una religión mixta. Josefo (Ant. 9:14, 3) dice que afirmaban su parentesco con los judíos cuando la condición de estos últimos era próspera, pero que afirmaban ser de origen asirio si los judíos eran presa de la adversidad. 

    Habiendo rehusado Zorobabel, Josué y los principales israelitas la ayuda de los samaritanos para reconstruir el Templo, se unieron entonces a los adversarios de esta reconstrucción (Esd. 4:1-10). 

    Esdras 4:1-10

    Los adversarios detienen la obra

    1 Oyendo los enemigos de Judá y de Benjamín que los venidos de la cautividad edificaban el templo de Jehová Dios de Israel,

    2 vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí.

    3 Zorobabel, Jesúa, y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: No nos conviene edificar con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel, como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia.

    4 Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara.

    5 Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia.

    6 Y en el reinado de Asuero, en el principio de su reinado, escribieron acusaciones contra los habitantes de Judá y de Jerusalén.

    7 También en días de Artajerjes escribieron Bislam, Mitrídates, Tabeel y los demás compañeros suyos, a Artajerjes rey de Persia; y la escritura y el lenguaje de la carta eran en arameo.

    8 Rehum canciller y Simsai secretario escribieron una carta contra Jerusalén al rey Artajerjes.

    9 En tal fecha escribieron Rehum canciller y Simsai secretario, y los demás compañeros suyos los jueces, gobernadores y oficiales, y los de Persia, de Erec, de Babilonia, de Susa, esto es, los elamitas,

    10 y los demás pueblos que el grande y glorioso Asnapar transportó e hizo habitar en las ciudades de Samaria y las demás provincias del otro lado del río.

    También se manifestaron opuestos a que Nehemías restaurara las murallas de Jerusalén (Neh. 4:1-23). 

    Nehemías 4:1-23

    Precauciones contra los enemigos

    1 Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos.

    2 Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?

    3 Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará.

    4 Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos por despojo en la tierra de su cautiverio.

    5 No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de ti, porque se airaron contra los que edificaban.

    6 Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.

    7 Pero aconteció que oyendo Sanbalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los de Asdod, que los muros de Jerusalén eran reparados, porque ya los portillos comenzaban a ser cerrados, se encolerizaron mucho;

    8 y conspiraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño.

    9 Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda contra ellos de día y de noche.

    10 Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro.

    11 Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra.

    12 Pero sucedió que cuando venían los judíos que habitaban entre ellos, nos decían hasta diez veces: De todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán sobre vosotros.

    13 Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos.

    14 Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.

    15 Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea.

    16 Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá.

    17 Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada.

    18 Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí.

    19 Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos unos de otros.

    20 En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros.

    21 Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que salían las estrellas.

    22 También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado permanezca dentro de Jerusalén, y de noche sirvan de centinela y de día en la obra.

    23 Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes, ni la gente de guardia que me seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para bañarse.

    El caudillo de los samaritanos era entonces Sanbalat, el horonita, cuyo yerno fue excluido del sacerdocio por Nehemías. Sanbalat fue probablemente quien erigió el templo samaritano sobre el monte Gerizim (véase SANBALAT). 

    Desde entonces, los judíos echados de Jerusalén por causas disciplinarias solían dirigirse a Gerizim, donde eran acogidos favorablemente por los samaritanos (Ant. 11:8, 7). 

    Durante las persecuciones de Antíoco Epifanes, los samaritanos renegaron de su parentesco con la raza judía y, para adular al tirano, declararon que querían consagrar su templo de Gerizim a Júpiter, defensor de los extranjeros (2 Mac. 6:2). 

    Hacia el año 128 a.C. Juan Hircano se apoderó de Siquem y del monte Gerizim, destruyendo el templo de los samaritanos (Ant. 13:9, 1), que posteriormente siguieron celebrando su culto sobre su antiguo emplazamiento. 

    Así lo seguían haciendo en la época del Señor Jesucristo (Jn. 4:20, 21). 

    Juan 4:20, 21

    20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.

    21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.

    Sus doctrinas eran entonces muy análogas a las de los saduceos. Como ellos, esperaban un Mesías. Del AT sólo aceptaban el Pentateuco. 

    Recibieron bien dispuestos el Evangelio que les fue anunciado por Felipe, con el testimonio de las señales y milagros efectuados por él (Hch. 8:5, 6). 

    Hechos 8:5, 6

    5 Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.

    6 Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.

    Además, el cristianismo, en contraste con el judaísmo, acogía a samaritanos y gentiles sobre el mismo terreno que a los judíos. El Cristo rechazado por el judaísmo derrumbaba así la pared intermedia de separación, y por la incredulidad nacional de los judíos, Dios abría la puerta de Su misericordia a todos (Ef. 2:11-22; cfr. Ro. 11:25-36). 

    Efesios 2:11-22

    Reconciliación por medio de la cruz

    11 Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.

    12 En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.

    13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.

    14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,

    15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,

    16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.

    17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;

    18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.

    19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,

    20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,

    21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;

    22 en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

    Romanos 11:25-36

    La restauración de Israel

    25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;

    26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad.

    27 Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados.

    28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.

    29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.

    30 Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,

    31 así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia.

    32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

    33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

    34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

    35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

    36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.

    En Naplusa, la antigua Siquem, y en sus alrededores, sigue existiendo una pequeña comunidad samaritana. (Véase PENTATEUCO SAMARITANO.)

    VÉASE:
    Sanbalat , Pentateuco Samaritano
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