En el sentido corriente: cesación de la vida. No entraba en la voluntad de Dios, que ha creado al hombre a su imagen, y que lo ha hecho «alma viviente».
En el paraíso, el árbol de la vida le hubiera permitido vivir eternamente (Gn. 1:27; 2:7; 3:22).
Génesis 1:27
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Génesis 2:7
7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Génesis 3:22
22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
La muerte ha sido el salario de la desobediencia a la orden divina (Gn. 2:17; Ro. 5:12; 6:23).
Génesis 2:17
17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
Romanos 5:12
Adán y Cristo
12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Romanos 6:23
23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
La muerte es física, por cuanto nuestro cuerpo retorna al polvo (Gn. 3:19); también es, y sobre todo, espiritual.
Génesis 3:19
19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
Desde su caída, Adán y Eva fueron echados de la presencia de Dios y privados de Su comunión (Gn. 3:22-24).
Génesis 3:22-24
22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
23 Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.
Desde entonces, los pecadores se hallan «muertos en... delitos y pecados» (Ef. 2:1).
Efesios 2:1
Salvos por gracia
1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
El hijo pródigo, alejado del hogar paterno, está espiritualmente muerto (Lc. 15:24).
Lucas 15:24
24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
Ésta es la razón de que el pecador tiene necesidad de la regeneración del alma y de la resurrección del cuerpo. Jesús insiste en la necesidad que tiene todo hombre de nacer otra vez (Jn. 3:3-8); explica Él que el paso de la muerte espiritual a la vida eterna se opera por acción del Espíritu Santo y se recibe por la fe (Jn. 5:24; 6:63).
Juan 3:3-8
3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Juan 5:24
24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
Juan 6:63
63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Esta resurrección de nuestro ser interior es producida por el milagro del bautismo del Espíritu (Col. 2:12-13).
Colosenses 2:12-13
12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,
El que consiente en perder su vida y resucitar con Cristo es plenamente vivo con Él (Ro. 6:4, 8, 13).
Romanos 6:4, 8, 13
4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;
13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
(a) Tras la muerte física:
(A) Para el impío es cosa horrenda caer en manos del Dios vivo (He. 10:31) y comparecer ante el juicio (He. 9:27) sin preparación alguna (Lc. 12:16-21).
Hebreos 10:31
31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
Hebreos 9:27
27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,
Lucas 12:16-21
16 También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho.
17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;
19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate.
20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?
21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.
El pecador puede parecer impune durante mucho tiempo (Sal. 73:3- 20), pero su suerte final muestra que «el Señor se reirá de él porque ve que viene su día» (Sal. 37:13).
Salmos 73:3-20
3 Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos.
4 Porque no tienen congojas por su muerte, Pues su vigor está entero.
5 No pasan trabajos como los otros mortales, Ni son azotados como los demás hombres.
6 Por tanto, la soberbia los corona; Se cubren de vestido de violencia.
7 Los ojos se les saltan de gordura; Logran con creces los antojos del corazón.
8 Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia; Hablan con altanería.
9 Ponen su boca contra el cielo, Y su lengua pasea la tierra.
10 Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí, Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos.
11 Y dicen: ¿Cómo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en el Altísimo?
12 He aquí estos impíos, Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.
13 Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia;
14 Pues he sido azotado todo el día, Y castigado todas las mañanas.
15 Si dijera yo: Hablaré como ellos, He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.
16 Cuando pensé para saber esto, Fue duro trabajo para mí,
17 Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos.
18 Ciertamente los has puesto en deslizaderos; En asolamientos los harás caer.
19 ¡Cómo han sido asolados de repente! Perecieron, se consumieron de terrores.
20 Como sueño del que despierta, Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia.
Salmos 37:13
13 El Señor se reirá de él; Porque ve que viene su día.
El que no haya aceptado el perdón de Dios morirá en sus pecados (cfr. Jn. 8:24).
Juan 8:24
24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.
Jesús enseña, en la historia del rico malvado que, desde el mismo instante de la muerte, el impío se halla en un lugar de tormentos, en plena posesión de su consciencia y de su memoria, separado por un infranqueable abismo del lugar de la ventura eterna, imposibilitado de toda ayuda, y tenido por totalmente responsable por las advertencias de las Escrituras y/o de la Revelación natural y del testimonio de su propia conciencia (Lc. 16:19-31; Ro. 1:18-21 ss). (Véase SEOL, HADES.)
Lucas 16:19-31
El rico y Lázaro
19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.
20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas,
21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.
27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,
28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.
29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.
30 El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.
31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.
Romanos 1:18-21
La culpabilidad del hombre
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.
20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.
(B) Para el creyente no existe la muerte espiritual (la separación de Dios). Ha recibido la vida eterna, habiendo pasado, por la fe, de la muerte a la vida (Jn. 5:24).
Juan 5:24
24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
Jesús afirmó: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá eternamente» (Jn. 11:25-26; cfr. Jn. 8:51; 10:28).
Juan 11:25-26
25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Juan 8:51
51 De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte.
Juan 10:28
28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Desde el mismo instante de su muerte, el mendigo Lázaro fue llevado por ángeles al seno de Abraham (Lc. 16:22, 25).
Lucas 16:22, 25
22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
Pablo podría decir: «Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia». Para él partir para estar con Cristo es mucho mejor (Fil. 1:21-23).
Filipenses 1:21-23
21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
22 Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger.
23 Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;
Es por esta razón que «más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor» (2 Co. 5:2-9).
2 Corintios 5:2-9
2 Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;
3 pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.
4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
5 Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.
6 Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor
7 (porque por fe andamos, no por vista);
8 pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.
9 Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.
No se puede imaginar una victoria más completa sobre la muerte, en espera de la gloriosa resurrección del cuerpo (véase RESURRECCIÓN).
Así, el Espíritu puede afirmar solemnemente: «Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor» (Ap. 14:13).
Apocalipsis 14:13
13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
(b) La muerte segunda. En contraste con la gozosa certeza del creyente, recapitulada anteriormente, se halla una expectación de juicio, y de hervor de fuego, que ha de devorar a los adversarios.
La acción de la conciencia natural infunde miedo y angustiosa incertidumbre en el inconverso. Shakespeare lo expresó magistralmente en su soliloquio de Hamlet, en el que éste considera la posibilidad del suicidio; «Morir: dormir; no más; y con el sueño, decir que damos fin a los agobios e infortunios, a los miles de contrariedades naturales a las que es heredera la carne, éste es un fin a desear con ansia. Morir: dormir; dormir: quizá soñar; ¡Ah, ahí está el punto dificultoso!; porque en este sueño de la muerte ¿qué sueños pueden venir cuando nos hayamos despojado de esta mortal vestidura?
Ello debe refrenarnos: ahí está el respeto que hace sobrellevar la calamidad de una tal vida, pues ¿quién soportaría los azotes y escarnios del tiempo, los males del opresor, la altanería de los soberbios, el dolor por el amor menospreciado, la lentitud de la justicia, la insolencia de los potentados, y el desdén que provoca el paciente mérito de los humildes, cuando él mismo puede, con desnuda daga, el descanso alcanzar? ¿Quién llevaría pesados fardos, gimiendo y sudando bajo una fatigosa vida, sino por el hecho del temor de algo tras la muerte, el país inexplorado de cuyos muelles ningún viajero retorna, y que nos hace preferir aquellos males que ahora tenemos, que volar a otros de los que nada sabemos?
Así, la conciencia a todos nos vuelve cobardes, y así el inicio de una resolución queda detenido por el pálido manto de la reflexión» (Acto III, Escena 1).
Así, la «horrenda expectación de juicio, y el hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios» (He. 10:27) se refiere a la muerte segunda, aquella que espera a los no arrepentidos tras el juicio final.
Hebreos 10:27
27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.
Esta segunda muerte es en las Escrituras un sinónimo de infierno. Dos veces se declara en Apocalipsis que el lago de fuego es la muerte segunda (Ap. 20:14; 21:8).
Apocalipsis 20:14
14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.
Apocalipsis 21:8
8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
En este lago de fuego los impenitentes, vueltos a levantar a la vida en sus cuerpos, pero sin admisión a la gloria, serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos (Ap. 14:10-11; 20:10).
Apocalipsis 14:10-11
10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero;
11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.
Apocalipsis 20:10
10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
Es por ello que se trata de «sufrir daño de la segunda muerte» (Ap. 2:11).
Apocalipsis 2:11
11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.
Queda en pie el hecho de la gracia del Señor, que no desea la muerte del pecador, sino su salvación.
Así, la Escritura insiste en numerosas ocasiones: «No quiero la muerte del que muere... convertíos, pues, y viviréis» (Ezq. 18:32). (Véanse CASTIGO ETERNO, SEOL.)
Ezequiel 18:32
32 Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.
Bibliografía:
Anderson, Sir R.: «Human Destiny» (Pickering and Inglis, Londres, 1913);
Hamilton, G. y Fernández, D.: «¿Dónde están los muertos?» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1977);
Lacueva, F.; «Escatología» II (Clíe, Terrassa, 1983);
Pentecost, J. D.: «Eventos del Porvenir» (Ed. Libertador, Maracaibo, 1977);
Pollock, A. J.: «El hades y el castigo eterno» (Edit. «Las Buenas Nuevas», Los Ángeles, 1961);
Winter, D.: «El más allá» (Logoi, Miami, 1972).
En el sentido corriente: cesación de la vida. No entraba en la voluntad de Dios, que ha creado al hombre a su imagen, y que lo ha hecho «alma viviente».
En el paraíso, el árbol de la vida le hubiera permitido vivir eternamente (Gn. 1:27; 2:7; 3:22).
Génesis 1:27
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Génesis 2:7
7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Génesis 3:22
22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
La muerte ha sido el salario de la desobediencia a la orden divina (Gn. 2:17; Ro. 5:12; 6:23).
Génesis 2:17
17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
Romanos 5:12
Adán y Cristo
12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Romanos 6:23
23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
La muerte es física, por cuanto nuestro cuerpo retorna al polvo (Gn. 3:19); también es, y sobre todo, espiritual.
Génesis 3:19
19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
Desde su caída, Adán y Eva fueron echados de la presencia de Dios y privados de Su comunión (Gn. 3:22-24).
Génesis 3:22-24
22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
23 Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.
Desde entonces, los pecadores se hallan «muertos en... delitos y pecados» (Ef. 2:1).
Efesios 2:1
Salvos por gracia
1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
El hijo pródigo, alejado del hogar paterno, está espiritualmente muerto (Lc. 15:24).
Lucas 15:24
24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
Ésta es la razón de que el pecador tiene necesidad de la regeneración del alma y de la resurrección del cuerpo. Jesús insiste en la necesidad que tiene todo hombre de nacer otra vez (Jn. 3:3-8); explica Él que el paso de la muerte espiritual a la vida eterna se opera por acción del Espíritu Santo y se recibe por la fe (Jn. 5:24; 6:63).
Juan 3:3-8
3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Juan 5:24
24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
Juan 6:63
63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Esta resurrección de nuestro ser interior es producida por el milagro del bautismo del Espíritu (Col. 2:12-13).
Colosenses 2:12-13
12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,
El que consiente en perder su vida y resucitar con Cristo es plenamente vivo con Él (Ro. 6:4, 8, 13).
Romanos 6:4, 8, 13
4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;
13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
(a) Tras la muerte física:
(A) Para el impío es cosa horrenda caer en manos del Dios vivo (He. 10:31) y comparecer ante el juicio (He. 9:27) sin preparación alguna (Lc. 12:16-21).
Hebreos 10:31
31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
Hebreos 9:27
27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,
Lucas 12:16-21
16 También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho.
17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;
19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate.
20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?
21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.
El pecador puede parecer impune durante mucho tiempo (Sal. 73:3- 20), pero su suerte final muestra que «el Señor se reirá de él porque ve que viene su día» (Sal. 37:13).
Salmos 73:3-20
3 Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos.
4 Porque no tienen congojas por su muerte, Pues su vigor está entero.
5 No pasan trabajos como los otros mortales, Ni son azotados como los demás hombres.
6 Por tanto, la soberbia los corona; Se cubren de vestido de violencia.
7 Los ojos se les saltan de gordura; Logran con creces los antojos del corazón.
8 Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia; Hablan con altanería.
9 Ponen su boca contra el cielo, Y su lengua pasea la tierra.
10 Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí, Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos.
11 Y dicen: ¿Cómo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en el Altísimo?
12 He aquí estos impíos, Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.
13 Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia;
14 Pues he sido azotado todo el día, Y castigado todas las mañanas.
15 Si dijera yo: Hablaré como ellos, He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.
16 Cuando pensé para saber esto, Fue duro trabajo para mí,
17 Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos.
18 Ciertamente los has puesto en deslizaderos; En asolamientos los harás caer.
19 ¡Cómo han sido asolados de repente! Perecieron, se consumieron de terrores.
20 Como sueño del que despierta, Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia.
Salmos 37:13
13 El Señor se reirá de él; Porque ve que viene su día.
El que no haya aceptado el perdón de Dios morirá en sus pecados (cfr. Jn. 8:24).
Juan 8:24
24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.
Jesús enseña, en la historia del rico malvado que, desde el mismo instante de la muerte, el impío se halla en un lugar de tormentos, en plena posesión de su consciencia y de su memoria, separado por un infranqueable abismo del lugar de la ventura eterna, imposibilitado de toda ayuda, y tenido por totalmente responsable por las advertencias de las Escrituras y/o de la Revelación natural y del testimonio de su propia conciencia (Lc. 16:19-31; Ro. 1:18-21 ss). (Véase SEOL, HADES.)
Lucas 16:19-31
El rico y Lázaro
19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.
20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas,
21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.
27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,
28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.
29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.
30 El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.
31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.
Romanos 1:18-21
La culpabilidad del hombre
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.
20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.
(B) Para el creyente no existe la muerte espiritual (la separación de Dios). Ha recibido la vida eterna, habiendo pasado, por la fe, de la muerte a la vida (Jn. 5:24).
Juan 5:24
24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
Jesús afirmó: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá eternamente» (Jn. 11:25-26; cfr. Jn. 8:51; 10:28).
Juan 11:25-26
25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Juan 8:51
51 De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte.
Juan 10:28
28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Desde el mismo instante de su muerte, el mendigo Lázaro fue llevado por ángeles al seno de Abraham (Lc. 16:22, 25).
Lucas 16:22, 25
22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
Pablo podría decir: «Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia». Para él partir para estar con Cristo es mucho mejor (Fil. 1:21-23).
Filipenses 1:21-23
21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
22 Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger.
23 Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;
Es por esta razón que «más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor» (2 Co. 5:2-9).
2 Corintios 5:2-9
2 Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;
3 pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.
4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
5 Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.
6 Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor
7 (porque por fe andamos, no por vista);
8 pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.
9 Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.
No se puede imaginar una victoria más completa sobre la muerte, en espera de la gloriosa resurrección del cuerpo (véase RESURRECCIÓN).
Así, el Espíritu puede afirmar solemnemente: «Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor» (Ap. 14:13).
Apocalipsis 14:13
13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
(b) La muerte segunda. En contraste con la gozosa certeza del creyente, recapitulada anteriormente, se halla una expectación de juicio, y de hervor de fuego, que ha de devorar a los adversarios.
La acción de la conciencia natural infunde miedo y angustiosa incertidumbre en el inconverso. Shakespeare lo expresó magistralmente en su soliloquio de Hamlet, en el que éste considera la posibilidad del suicidio; «Morir: dormir; no más; y con el sueño, decir que damos fin a los agobios e infortunios, a los miles de contrariedades naturales a las que es heredera la carne, éste es un fin a desear con ansia. Morir: dormir; dormir: quizá soñar; ¡Ah, ahí está el punto dificultoso!; porque en este sueño de la muerte ¿qué sueños pueden venir cuando nos hayamos despojado de esta mortal vestidura?
Ello debe refrenarnos: ahí está el respeto que hace sobrellevar la calamidad de una tal vida, pues ¿quién soportaría los azotes y escarnios del tiempo, los males del opresor, la altanería de los soberbios, el dolor por el amor menospreciado, la lentitud de la justicia, la insolencia de los potentados, y el desdén que provoca el paciente mérito de los humildes, cuando él mismo puede, con desnuda daga, el descanso alcanzar? ¿Quién llevaría pesados fardos, gimiendo y sudando bajo una fatigosa vida, sino por el hecho del temor de algo tras la muerte, el país inexplorado de cuyos muelles ningún viajero retorna, y que nos hace preferir aquellos males que ahora tenemos, que volar a otros de los que nada sabemos?
Así, la conciencia a todos nos vuelve cobardes, y así el inicio de una resolución queda detenido por el pálido manto de la reflexión» (Acto III, Escena 1).
Así, la «horrenda expectación de juicio, y el hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios» (He. 10:27) se refiere a la muerte segunda, aquella que espera a los no arrepentidos tras el juicio final.
Hebreos 10:27
27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.
Esta segunda muerte es en las Escrituras un sinónimo de infierno. Dos veces se declara en Apocalipsis que el lago de fuego es la muerte segunda (Ap. 20:14; 21:8).
Apocalipsis 20:14
14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.
Apocalipsis 21:8
8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
En este lago de fuego los impenitentes, vueltos a levantar a la vida en sus cuerpos, pero sin admisión a la gloria, serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos (Ap. 14:10-11; 20:10).
Apocalipsis 14:10-11
10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero;
11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.
Apocalipsis 20:10
10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
Es por ello que se trata de «sufrir daño de la segunda muerte» (Ap. 2:11).
Apocalipsis 2:11
11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.
Queda en pie el hecho de la gracia del Señor, que no desea la muerte del pecador, sino su salvación.
Así, la Escritura insiste en numerosas ocasiones: «No quiero la muerte del que muere... convertíos, pues, y viviréis» (Ezq. 18:32). (Véanse CASTIGO ETERNO, SEOL.)
Ezequiel 18:32
32 Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.
Bibliografía:
Anderson, Sir R.: «Human Destiny» (Pickering and Inglis, Londres, 1913);
Hamilton, G. y Fernández, D.: «¿Dónde están los muertos?» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1977);
Lacueva, F.; «Escatología» II (Clíe, Terrassa, 1983);
Pentecost, J. D.: «Eventos del Porvenir» (Ed. Libertador, Maracaibo, 1977);
Pollock, A. J.: «El hades y el castigo eterno» (Edit. «Las Buenas Nuevas», Los Ángeles, 1961);
Winter, D.: «El más allá» (Logoi, Miami, 1972).