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  • Plagas de Egipto (Las diez)
    Fueron infligidas por Dios sobre Egipto para librar a Su pueblo de Israel, que sufría allí la esclavitud, para exhibir ante los egipcios Su gran poder de redención, y para mostrarles que todos los elementos de la creación estaban bajo Su autoridad (Éx. 7-12). 

    1. La plaga de sangre. 

    El agua del Nilo y de todos sus canales y pozos se convirtió en sangre. El agua apestaba y los peces murieron, Ésta fue una plaga dura, y más por cuanto que el Nilo era adorado por los egipcios como dios. La destrucción de la pesca del Nilo fue también una gran catástrofe. 

    Pero los magos pudieron hacer el mismo prodigio de transformar el agua en sangre. Faraón endureció por ello su corazón (Éx. 7:14-25). 

    Éxodo 7:14-25

    La plaga de sangre

    14 Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo.

    15 Ve por la mañana a Faraón, he aquí que él sale al río; y tú ponte a la ribera delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió culebra,

    16 y dile: Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oír.

    17 Así ha dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre.

    18 Y los peces que hay en el río morirán, y hederá el río, y los egipcios tendrán asco de beber el agua del río.

    19 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la región de Egipto, así en los vasos de madera como en los de piedra.

    20 Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre.

    21 Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto.

    22 Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho.

    23 Y Faraón se volvió y fue a su casa, y no dio atención tampoco a esto.

    24 Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber, porque no podían beber de las aguas del río.

    25 Y se cumplieron siete días después que Jehová hirió el río.

    2. Las ranas. 

    La tierra se vio invadida de ellas: en sus camas, hornos y artesas. Los magos consiguieron también hacer lo mismo. Sin embargo, la presencia de las ranas era tan molesta que Faraón llamó a Moisés para rogarle que pidiera al Señor que las sacara del país: dejaría salir al pueblo de Israel de Egipto. 

    Las ranas murieron, y fueron recogidas en grandes montones; al verse aliviado, Faraón endureció su corazón, y no permitió que el pueblo saliera de Egipto (Éx. 8:1-15). 

    Éxodo 8:1-15

    La plaga de ranas

    1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

    2 Y si no lo quisieres dejar ir, he aquí yo castigaré con ranas todos tus territorios.

    3 Y el río criará ranas, las cuales subirán y entrarán en tu casa, en la cámara donde duermes, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas.

    4 Y las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos.

    5 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estanques, para que haga subir ranas sobre la tierra de Egipto.

    6 Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto.

    7 Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto.

    8 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová.

    9 Y dijo Moisés a Faraón: Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente queden en el río.

    10 Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová nuestro Dios.

    11 Y las ranas se irán de ti, y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedarán en el río.

    12 Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón. Y clamó Moisés a Jehová tocante a las ranas que había mandado a Faraón.

    13 E hizo Jehová conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos y de los campos.

    14 Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra.

    15 Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

    3. Piojos (heb. «ken», «kinnam»). 

    El polvo de la tierra se transformó en piojos sobre hombres y animales. Los hay que han supuesto que se trata de una especie pequeña de mosquitos, porque la LXX dice «skiphes», que algunos traducen como «mosquito». Pero éstos pueden quedar incluidos en la cuarta plaga. 

    Es mucho más probable que se aluda al piojo, como afirma Josefo (ver PIOJO) o a la pulga. Se dice que estaba «tanto en los hombres como en las bestias». Los magos no pudieron imitar esto: se trataba de una comunicación de vida. 

    Tuvieron que reconocer: «Dedo de Dios es éste.» Sin embargo, Faraón se negó a permitir la salida de los hijos de Israel (Éx. 8:16-19). 

    Éxodo 8:16-19

    La plaga de piojos

    16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por todo el país de Egipto.

    17 Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias; todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto.

    18 Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias.

    19 Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

    4. Moscas. 

    El término «moscas» está añadido, diciendo el original «enjambres», que puede referirse a enjambres de insectos de diversas clases. Iban a llenar las casas y a corromper la tierra. Gesenio vierte «arob» como «tábano», pero en Sal. 78:45 y 105:31 este mismo término se traduce «enjambres de moscas». 

    Salmos 78:45

    45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, Y ranas que los destruían.

    Salmos 105:31

    31 Habló, y vinieron enjambres de moscas, Y piojos en todos sus términos.

    La Reina-Valera se aproxima mucho al sentido al traducir «toda clase de moscas». 

    Es indudable que se incluye la mosca común en Egipto: son sumamente molestas, contaminando la comida, y atacando al cuerpo insistentemente. Una característica de esta plaga es que no se dio en la tierra de Gosén, donde moraban los israelitas. 

    Faraón se sintió tan apremiado por esta plaga que se apresuró a llamar a Moisés, proponiéndole el permiso para ofrecer sus sacrificios, pero en Egipto. 

    A esto se opuso Moisés, porque los israelitas iban a sacrificar unos animales que los egipcios detestaban (las ovejas) y otros que consideraban sagrados (las vacas). Finalmente, Faraón accedió, con la condición de que no debían alejarse demasiado por el desierto. 

    Sin embargo, tan pronto esta plaga fue quitada, Faraón rehusó nuevamente dejar partir a los hijos de Israel (Éx. 8:20-32). 

    Éxodo 8:20-32

    La plaga de moscas

    20 Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, he aquí él sale al río; y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

    21 Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí yo enviaré sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y sobre tus casas toda clase de moscas; y las casas de los egipcios se llenarán de toda clase de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estén.

    22 Y aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual habita mi pueblo, para que ninguna clase de moscas haya en ella, a fin de que sepas que yo soy Jehová en medio de la tierra.

    23 Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal.

    24 Y Jehová lo hizo así, y vino toda clase de moscas molestísimas sobre la casa de Faraón, sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el país de Egipto; y la tierra fue corrompida a causa de ellas.

    25 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra.

    26 Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían?

    27 Camino de tres días iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, como él nos dirá.

    28 Dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jehová vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí.

    29 Y respondió Moisés: He aquí, al salir yo de tu presencia, rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se vayan de Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo mañana; con tal que Faraón no falte más, no dejando ir al pueblo a dar sacrificio a Jehová.

    30 Entonces Moisés salió de la presencia de Faraón, y oró a Jehová.

    31 Y Jehová hizo conforme a la palabra de Moisés, y quitó todas aquellas moscas de Faraón, de sus siervos y de su pueblo, sin que quedara una.

    32 Mas Faraón endureció aun esta vez su corazón, y no dejó ir al pueblo.

    5. La plaga en el ganado. 

    Cayó sobre los ganados de los egipcios. Sólo los rebaños y manadas de los israelitas quedaron exentos. Pero Faraón, a pesar de haber comprobado este hecho, persistió en su negativa a dejar partir a Israel (Éx. 9:1-7). 

    Éxodo 9:1-7

    La plaga en el ganado

    1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

    2 Porque si no lo quieres dejar ir, y lo detienes aún,

    3 he aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima.

    4 Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel.

    5 Y Jehová fijó plazo, diciendo: Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra.

    6 Al día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno.

    7 Entonces Faraón envió, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.

    6. Úlceras. 

    Esta plaga cayó sobre todos los egipcios, incluidos los hechiceros, que ya no pudieron estar ante Faraón como en las otras ocasiones. Sin embargo, Faraón persistió en su obstinada actitud (Éx. 9:8-12). 

    Éxodo 9:8-12

    La plaga de úlceras

    8 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo delante de Faraón;

    9 y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias, por todo el país de Egipto.

    10 Y tomaron ceniza del horno, y se pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias.

    11 Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios.

    12 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés.

    7. Granizo mezclado con fuego. 

    Hay evidencias de que no se trató de un granizo normal. La antigua tradición judía (cfr. Talmud Babilónico, «Tratado Berakhoth» 54b) afirma que se trataba de piedras calientes. 

    Es posible que el fenómeno descrito aquí estuviera relacionado con algún fenómeno de carácter cósmico, y que fuera una granizada de una grava procedente de la descomposición de un cometa (cfr. I. Velikovsky: «Worlds in Collision», p. 50). 

    Sin embargo, la tierra de Gosén no quedó afectada. Faraón pidió la intercesión de Moisés, pero al cesar el granizo, reasumió su anterior actitud (Éx. 9:13-35). 

    Éxodo 9:13-35

    La plaga de granizo

    13 Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

    14 Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra.

    15 Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra.

    16 Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.

    17 ¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir?

    18 He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora.

    19 Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá.

    20 De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa;

    21 mas el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó sus criados y sus ganados en el campo.

    22 Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto.

    23 Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto.

    24 Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada.

    25 Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país.

    26 Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo.

    27 Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos.

    28 Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más.

    29 Y le respondió Moisés: Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de Jehová es la tierra.

    30 Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Jehová Dios.

    31 El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña.

    32 Mas el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque eran tardíos.

    33 Y salido Moisés de la presencia de Faraón, fuera de la ciudad, extendió sus manos a Jehová, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia no cayó más sobre la tierra.

    34 Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos.

    35 Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como Jehová lo había dicho por medio de Moisés.

    8. Langostas. Moisés amenazó con la plaga de langostas. 

    Los siervos de Faraón advirtieron al monarca que Egipto estaba devastado (Éx. 10:7). 

    Éxodo 10:7

    7 Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido?

    Sin embargo, al anunciar Moisés que todo el pueblo iba a irse, junto con todas sus posesiones en ganados y bienes, Faraón se negó nuevamente a permitir su marcha (Éx. 9:1-20). 

    Éxodo 9:1-20

    La plaga en el ganado

    1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

    2 Porque si no lo quieres dejar ir, y lo detienes aún,

    3 he aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima.

    4 Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel.

    5 Y Jehová fijó plazo, diciendo: Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra.

    6 Al día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno.

    7 Entonces Faraón envió, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.

    La plaga de úlceras

    8 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo delante de Faraón;

    9 y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias, por todo el país de Egipto.

    10 Y tomaron ceniza del horno, y se pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias.

    11 Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios.

    12 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés.

    La plaga de granizo

    13 Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

    14 Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra.

    15 Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra.

    16 Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.

    17 ¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir?

    18 He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora.

    19 Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá.

    20 De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa;

    9. Tinieblas. 

    «Hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, durante tres días. Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus moradas» (Éx. 10:22, 23). 

    Éxodo 10:22, 23

    22 Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días.

    23 Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.

    Se trataba de unas tinieblas que se podían sentir, y Faraón llamó a Moisés, dándole autorización para que los israelitas salieran con sus esposas y sus pequeños; pero tenían que dejar tras sí sus rebaños y manadas. 

    Moisés no estuvo de acuerdo: tenían que partir con todo: «No quedará ni una pezuña.» Así iba a ser la redención de Dios. Faraón se encolerizó, y exclamó: «Guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás.» Moisés replicó: «Bien has dicho; no veré más tu rostro» (Éx. 10:29); en Éx. 11:4-8 se afirma claramente que Moisés advirtió a Faraón de la muerte de los primogénitos; ello hubiera podido ser en aquella misma audiencia por un mensaje directo de parte de Dios. 

    Éxodo 10:29

    29 Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.

    Éxodo 11:4-8

    4 Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto,

    5 y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias.

    6 Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá.

    7 Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas.

    8 Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón.

    Moisés salió encolerizado de la presencia de Faraón (Éx. 11:8). 

    Éxodo 11:8

    8 Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón.

    10. Muerte de los primogénitos. 

    «Desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias.» 

    Los israelitas habían ya preparado el cordero pascual, y untado su sangre en los postes de la puerta y en el dintel, y el heridor los pasó por alto (véase PASCUA). 

    Esto establece un tipo de la preciosa sangre de Cristo, que constituye el testimonio de que ya ha sido ejecutado el juicio sobre el hombre, y que por ello mismo es la base de todos los tratos de Dios en gracia. Moisés y Aarón fueron convocados, y se les dio orden de que partieran, ellos y sus ganados. 

    Los egipcios los apremiaban, exclamando: «Todos somos muertos» (Éx. 12:33). 

    Éxodo 12:33

    33 Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos.

    Así es como Dios lanzó Sus terribles juicios sobre Egipto, para hacer saber a Faraón que Él era el Dios omnipotente, y para redimir a Su pueblo con mano alzada y brazo extendido. 

    Un aspecto a señalar de las diez plagas es que aunque algunas de ellas, en sí, existen en la naturaleza, presentan unas características notables: 

    (1) Su intensidad era desconocida. 

    (2) Fueron anunciadas de antemano. 

    (3) Se hizo separación entre los egipcios y los israelitas. 

    (4) Aunque los hechiceros pudieron imitar las dos primeras plagas, no pudieron librar a Egipto de ellas; de hecho ellos mismos las sufrieron. 

    (5) Por medio de estas plagas cayó el juicio no sólo sobre Egipto, sino también sobre sus dioses: el gran dios Nilo quedó contaminado; el mismo Faraón, que era considerado como divino, humillado; las ranas contaminaron los templos, y finalmente, el sol, el mayor de los dioses de Egipto, se sumió en las tinieblas. 

    Las diez plagas dejaron sumido a Egipto en la mayor de las devastaciones. La posterior persecución de los israelitas por parte de Faraón y su ejército provocó la pérdida de las fuerzas armadas egipcias y del mismo Faraón en el mar Rojo (véase EGIPTO, (Estancia israelita, f). 

    Egipto quedó así postrado e inerme frente a la invasión de los hicsos, que se apoderaron del país en unas circunstancias totalmente favorables (véase HICSOS) después de la derrota sufrida ante los israelitas en Refidim (Éx. 17:8-16; para la identidad de Amalec con los hicsos, véase HICSOS). 

    Éxodo 17:8-16

    Guerra con Amalec

    8 Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.

    9 Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.

    10 E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.

    11 Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.

    12 Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.

    13 Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

    14 Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.

    15 Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová- nisi;

    16 y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.

    Bibliografía: 

    Velikovsky, I.: «Worlds in Collision» (Doubleday, Garden City, N. Y., 1950); 

    Merrins: «The Plagues of Egypt», Bibliotheca Sacra, jul. y oct. 1908. 

    Para bibliografía adicional, véase bibliografía al final del artículo EGIPTO.

    VÉASE: Maná , Piojo , Pascua , Egipto , Hicsos
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  • Plagas de Egipto (Las diez)
    Fueron infligidas por Dios sobre Egipto para librar a Su pueblo de Israel, que sufría allí la esclavitud, para exhibir ante los egipcios Su gran poder de redención, y para mostrarles que todos los elementos de la creación estaban bajo Su autoridad (Éx. 7-12). 

    1. La plaga de sangre. 

    El agua del Nilo y de todos sus canales y pozos se convirtió en sangre. El agua apestaba y los peces murieron, Ésta fue una plaga dura, y más por cuanto que el Nilo era adorado por los egipcios como dios. La destrucción de la pesca del Nilo fue también una gran catástrofe. 

    Pero los magos pudieron hacer el mismo prodigio de transformar el agua en sangre. Faraón endureció por ello su corazón (Éx. 7:14-25). 

    Éxodo 7:14-25

    La plaga de sangre

    14 Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo.

    15 Ve por la mañana a Faraón, he aquí que él sale al río; y tú ponte a la ribera delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió culebra,

    16 y dile: Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oír.

    17 Así ha dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre.

    18 Y los peces que hay en el río morirán, y hederá el río, y los egipcios tendrán asco de beber el agua del río.

    19 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la región de Egipto, así en los vasos de madera como en los de piedra.

    20 Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre.

    21 Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto.

    22 Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho.

    23 Y Faraón se volvió y fue a su casa, y no dio atención tampoco a esto.

    24 Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber, porque no podían beber de las aguas del río.

    25 Y se cumplieron siete días después que Jehová hirió el río.

    2. Las ranas. 

    La tierra se vio invadida de ellas: en sus camas, hornos y artesas. Los magos consiguieron también hacer lo mismo. Sin embargo, la presencia de las ranas era tan molesta que Faraón llamó a Moisés para rogarle que pidiera al Señor que las sacara del país: dejaría salir al pueblo de Israel de Egipto. 

    Las ranas murieron, y fueron recogidas en grandes montones; al verse aliviado, Faraón endureció su corazón, y no permitió que el pueblo saliera de Egipto (Éx. 8:1-15). 

    Éxodo 8:1-15

    La plaga de ranas

    1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

    2 Y si no lo quisieres dejar ir, he aquí yo castigaré con ranas todos tus territorios.

    3 Y el río criará ranas, las cuales subirán y entrarán en tu casa, en la cámara donde duermes, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas.

    4 Y las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos.

    5 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estanques, para que haga subir ranas sobre la tierra de Egipto.

    6 Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto.

    7 Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto.

    8 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová.

    9 Y dijo Moisés a Faraón: Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente queden en el río.

    10 Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová nuestro Dios.

    11 Y las ranas se irán de ti, y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedarán en el río.

    12 Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón. Y clamó Moisés a Jehová tocante a las ranas que había mandado a Faraón.

    13 E hizo Jehová conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos y de los campos.

    14 Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra.

    15 Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

    3. Piojos (heb. «ken», «kinnam»). 

    El polvo de la tierra se transformó en piojos sobre hombres y animales. Los hay que han supuesto que se trata de una especie pequeña de mosquitos, porque la LXX dice «skiphes», que algunos traducen como «mosquito». Pero éstos pueden quedar incluidos en la cuarta plaga. 

    Es mucho más probable que se aluda al piojo, como afirma Josefo (ver PIOJO) o a la pulga. Se dice que estaba «tanto en los hombres como en las bestias». Los magos no pudieron imitar esto: se trataba de una comunicación de vida. 

    Tuvieron que reconocer: «Dedo de Dios es éste.» Sin embargo, Faraón se negó a permitir la salida de los hijos de Israel (Éx. 8:16-19). 

    Éxodo 8:16-19

    La plaga de piojos

    16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por todo el país de Egipto.

    17 Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias; todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto.

    18 Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias.

    19 Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

    4. Moscas. 

    El término «moscas» está añadido, diciendo el original «enjambres», que puede referirse a enjambres de insectos de diversas clases. Iban a llenar las casas y a corromper la tierra. Gesenio vierte «arob» como «tábano», pero en Sal. 78:45 y 105:31 este mismo término se traduce «enjambres de moscas». 

    Salmos 78:45

    45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, Y ranas que los destruían.

    Salmos 105:31

    31 Habló, y vinieron enjambres de moscas, Y piojos en todos sus términos.

    La Reina-Valera se aproxima mucho al sentido al traducir «toda clase de moscas». 

    Es indudable que se incluye la mosca común en Egipto: son sumamente molestas, contaminando la comida, y atacando al cuerpo insistentemente. Una característica de esta plaga es que no se dio en la tierra de Gosén, donde moraban los israelitas. 

    Faraón se sintió tan apremiado por esta plaga que se apresuró a llamar a Moisés, proponiéndole el permiso para ofrecer sus sacrificios, pero en Egipto. 

    A esto se opuso Moisés, porque los israelitas iban a sacrificar unos animales que los egipcios detestaban (las ovejas) y otros que consideraban sagrados (las vacas). Finalmente, Faraón accedió, con la condición de que no debían alejarse demasiado por el desierto. 

    Sin embargo, tan pronto esta plaga fue quitada, Faraón rehusó nuevamente dejar partir a los hijos de Israel (Éx. 8:20-32). 

    Éxodo 8:20-32

    La plaga de moscas

    20 Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, he aquí él sale al río; y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

    21 Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí yo enviaré sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y sobre tus casas toda clase de moscas; y las casas de los egipcios se llenarán de toda clase de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estén.

    22 Y aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual habita mi pueblo, para que ninguna clase de moscas haya en ella, a fin de que sepas que yo soy Jehová en medio de la tierra.

    23 Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal.

    24 Y Jehová lo hizo así, y vino toda clase de moscas molestísimas sobre la casa de Faraón, sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el país de Egipto; y la tierra fue corrompida a causa de ellas.

    25 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra.

    26 Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían?

    27 Camino de tres días iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, como él nos dirá.

    28 Dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jehová vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí.

    29 Y respondió Moisés: He aquí, al salir yo de tu presencia, rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se vayan de Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo mañana; con tal que Faraón no falte más, no dejando ir al pueblo a dar sacrificio a Jehová.

    30 Entonces Moisés salió de la presencia de Faraón, y oró a Jehová.

    31 Y Jehová hizo conforme a la palabra de Moisés, y quitó todas aquellas moscas de Faraón, de sus siervos y de su pueblo, sin que quedara una.

    32 Mas Faraón endureció aun esta vez su corazón, y no dejó ir al pueblo.

    5. La plaga en el ganado. 

    Cayó sobre los ganados de los egipcios. Sólo los rebaños y manadas de los israelitas quedaron exentos. Pero Faraón, a pesar de haber comprobado este hecho, persistió en su negativa a dejar partir a Israel (Éx. 9:1-7). 

    Éxodo 9:1-7

    La plaga en el ganado

    1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

    2 Porque si no lo quieres dejar ir, y lo detienes aún,

    3 he aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima.

    4 Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel.

    5 Y Jehová fijó plazo, diciendo: Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra.

    6 Al día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno.

    7 Entonces Faraón envió, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.

    6. Úlceras. 

    Esta plaga cayó sobre todos los egipcios, incluidos los hechiceros, que ya no pudieron estar ante Faraón como en las otras ocasiones. Sin embargo, Faraón persistió en su obstinada actitud (Éx. 9:8-12). 

    Éxodo 9:8-12

    La plaga de úlceras

    8 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo delante de Faraón;

    9 y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias, por todo el país de Egipto.

    10 Y tomaron ceniza del horno, y se pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias.

    11 Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios.

    12 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés.

    7. Granizo mezclado con fuego. 

    Hay evidencias de que no se trató de un granizo normal. La antigua tradición judía (cfr. Talmud Babilónico, «Tratado Berakhoth» 54b) afirma que se trataba de piedras calientes. 

    Es posible que el fenómeno descrito aquí estuviera relacionado con algún fenómeno de carácter cósmico, y que fuera una granizada de una grava procedente de la descomposición de un cometa (cfr. I. Velikovsky: «Worlds in Collision», p. 50). 

    Sin embargo, la tierra de Gosén no quedó afectada. Faraón pidió la intercesión de Moisés, pero al cesar el granizo, reasumió su anterior actitud (Éx. 9:13-35). 

    Éxodo 9:13-35

    La plaga de granizo

    13 Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

    14 Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra.

    15 Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra.

    16 Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.

    17 ¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir?

    18 He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora.

    19 Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá.

    20 De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa;

    21 mas el que no puso en su corazón la palabra de Jehová, dejó sus criados y sus ganados en el campo.

    22 Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto.

    23 Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto.

    24 Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada.

    25 Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país.

    26 Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo.

    27 Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos.

    28 Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más.

    29 Y le respondió Moisés: Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de Jehová es la tierra.

    30 Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Jehová Dios.

    31 El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña.

    32 Mas el trigo y el centeno no fueron destrozados, porque eran tardíos.

    33 Y salido Moisés de la presencia de Faraón, fuera de la ciudad, extendió sus manos a Jehová, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia no cayó más sobre la tierra.

    34 Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos.

    35 Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como Jehová lo había dicho por medio de Moisés.

    8. Langostas. Moisés amenazó con la plaga de langostas. 

    Los siervos de Faraón advirtieron al monarca que Egipto estaba devastado (Éx. 10:7). 

    Éxodo 10:7

    7 Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido?

    Sin embargo, al anunciar Moisés que todo el pueblo iba a irse, junto con todas sus posesiones en ganados y bienes, Faraón se negó nuevamente a permitir su marcha (Éx. 9:1-20). 

    Éxodo 9:1-20

    La plaga en el ganado

    1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

    2 Porque si no lo quieres dejar ir, y lo detienes aún,

    3 he aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima.

    4 Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel.

    5 Y Jehová fijó plazo, diciendo: Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra.

    6 Al día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno.

    7 Entonces Faraón envió, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.

    La plaga de úlceras

    8 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de ceniza de un horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo delante de Faraón;

    9 y vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, y producirá sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias, por todo el país de Egipto.

    10 Y tomaron ceniza del horno, y se pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias.

    11 Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios.

    12 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés.

    La plaga de granizo

    13 Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

    14 Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra.

    15 Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra.

    16 Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.

    17 ¿Todavía te ensoberbeces contra mi pueblo, para no dejarlos ir?

    18 He aquí que mañana a estas horas yo haré llover granizo muy pesado, cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora.

    19 Envía, pues, a recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre o animal que se halle en el campo, y no sea recogido a casa, el granizo caerá sobre él, y morirá.

    20 De los siervos de Faraón, el que tuvo temor de la palabra de Jehová hizo huir sus criados y su ganado a casa;

    9. Tinieblas. 

    «Hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, durante tres días. Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus moradas» (Éx. 10:22, 23). 

    Éxodo 10:22, 23

    22 Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días.

    23 Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.

    Se trataba de unas tinieblas que se podían sentir, y Faraón llamó a Moisés, dándole autorización para que los israelitas salieran con sus esposas y sus pequeños; pero tenían que dejar tras sí sus rebaños y manadas. 

    Moisés no estuvo de acuerdo: tenían que partir con todo: «No quedará ni una pezuña.» Así iba a ser la redención de Dios. Faraón se encolerizó, y exclamó: «Guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás.» Moisés replicó: «Bien has dicho; no veré más tu rostro» (Éx. 10:29); en Éx. 11:4-8 se afirma claramente que Moisés advirtió a Faraón de la muerte de los primogénitos; ello hubiera podido ser en aquella misma audiencia por un mensaje directo de parte de Dios. 

    Éxodo 10:29

    29 Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.

    Éxodo 11:4-8

    4 Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto,

    5 y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias.

    6 Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá.

    7 Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas.

    8 Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón.

    Moisés salió encolerizado de la presencia de Faraón (Éx. 11:8). 

    Éxodo 11:8

    8 Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón.

    10. Muerte de los primogénitos. 

    «Desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias.» 

    Los israelitas habían ya preparado el cordero pascual, y untado su sangre en los postes de la puerta y en el dintel, y el heridor los pasó por alto (véase PASCUA). 

    Esto establece un tipo de la preciosa sangre de Cristo, que constituye el testimonio de que ya ha sido ejecutado el juicio sobre el hombre, y que por ello mismo es la base de todos los tratos de Dios en gracia. Moisés y Aarón fueron convocados, y se les dio orden de que partieran, ellos y sus ganados. 

    Los egipcios los apremiaban, exclamando: «Todos somos muertos» (Éx. 12:33). 

    Éxodo 12:33

    33 Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos.

    Así es como Dios lanzó Sus terribles juicios sobre Egipto, para hacer saber a Faraón que Él era el Dios omnipotente, y para redimir a Su pueblo con mano alzada y brazo extendido. 

    Un aspecto a señalar de las diez plagas es que aunque algunas de ellas, en sí, existen en la naturaleza, presentan unas características notables: 

    (1) Su intensidad era desconocida. 

    (2) Fueron anunciadas de antemano. 

    (3) Se hizo separación entre los egipcios y los israelitas. 

    (4) Aunque los hechiceros pudieron imitar las dos primeras plagas, no pudieron librar a Egipto de ellas; de hecho ellos mismos las sufrieron. 

    (5) Por medio de estas plagas cayó el juicio no sólo sobre Egipto, sino también sobre sus dioses: el gran dios Nilo quedó contaminado; el mismo Faraón, que era considerado como divino, humillado; las ranas contaminaron los templos, y finalmente, el sol, el mayor de los dioses de Egipto, se sumió en las tinieblas. 

    Las diez plagas dejaron sumido a Egipto en la mayor de las devastaciones. La posterior persecución de los israelitas por parte de Faraón y su ejército provocó la pérdida de las fuerzas armadas egipcias y del mismo Faraón en el mar Rojo (véase EGIPTO, (Estancia israelita, f). 

    Egipto quedó así postrado e inerme frente a la invasión de los hicsos, que se apoderaron del país en unas circunstancias totalmente favorables (véase HICSOS) después de la derrota sufrida ante los israelitas en Refidim (Éx. 17:8-16; para la identidad de Amalec con los hicsos, véase HICSOS). 

    Éxodo 17:8-16

    Guerra con Amalec

    8 Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.

    9 Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.

    10 E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.

    11 Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.

    12 Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.

    13 Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

    14 Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.

    15 Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová- nisi;

    16 y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.

    Bibliografía: 

    Velikovsky, I.: «Worlds in Collision» (Doubleday, Garden City, N. Y., 1950); 

    Merrins: «The Plagues of Egypt», Bibliotheca Sacra, jul. y oct. 1908. 

    Para bibliografía adicional, véase bibliografía al final del artículo EGIPTO.

    VÉASE:
    Maná , Piojo , Pascua , Egipto , Hicsos
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