Diccionario
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  • Esenios
    Secta judía acerca de la que existe poca información histórica clara. Josefo habla de ellos (Ant 13:5, 9; 18:1, 5; Guerras 2:8) en la versión griega de sus escritos, pero estos detalles no aparecen ni en su obra judía («Yessipon») ni en la versión latina cristiana. 

    Los tratados del Talmud son también totalmente silenciosos a este respecto, al igual que los evangelios y el NT entero (a pesar de que estos escritos mencionan frecuentemente las otras sectas judías). 

    Filón hace también mención de los esenios. De estos autores podemos determinar lo que sigue: Esta secta parece haber tenido su inicio en el siglo II a.C., y parece haber desaparecido con la destrucción de Jerusalén. 

    Por la época de Cristo, estaba constituida por hombres que se daban al ascetismo en mayor o menor grado. Con la esperanza de escapar a las impurezas rituales, se constituían en colonias separadas. El desierto de Judá, en las cercanías de En-gadi, era su lugar de residencia favorito, aunque estaban también establecidos en diferentes pueblos de Judá. 

    Cada agrupación tenía su propia sinagoga, un refectorio para la comida en común y para las asambleas, con una instalación para los baños diarios en agua corriente. El que entraba en la comunidad abandonaba todos sus bienes. 

    Leían constantemente la ley de Moisés y se esforzaban en observarla en todos los detalles de su existencia. Vivían, vestían y se alimentaban de forma sencilla. Se dedicaban a la agricultura y a otros trabajos útiles. Los esenios subvenían sus propias necesidades, y prácticamente podían vivir sin utilizar el dinero. 

    Cuando viajaban, eran hospedados y alimentados gratuitamente por los miembros de la comunidad en los otros lugares. No poseían esclavos, pues no reconocían diferencias de condición, excepto en el plano moral, en el que distinguían entre puros e impuros. Los esenios no menospreciaban el matrimonio, pero se abstenían de él, a excepción de algunos entre ellos. 

    Sus normas morales eran de tipo ascético, con muchas exigencias sobre sí mismos. Prometían «honrar a Dios, ser justos hacia el prójimo, no herir a nadie, ni siquiera cuando eran provocados, detestar el mal, alentar el bien, ser leales, especialmente hacia las autoridades, amar la verdad, desenmascarar a los hipócritas, no hurtar nada, abstenerse de toda ganancia ilícita». ARQUEOLOGÍA. 

    En el marco de los descubrimientos arqueológicos del desierto de Judá. Después de la investigación sobre los célebres manuscritos del mar Muerto se iniciaron excavaciones en Khirbet Qumran (Ruinas de Qumrán), sobre una meseta margosa de farallones calcáreos que dominan el mar Muerto al noroeste. 

    Se cree que se pueden identificar los importantes vestigios descubiertos con el hábitat de los esenios. A. González Lamadrid no duda en afirmar que nos hallamos en Qumrán con un verdadero monasterio esenio, lo mismo que G. Vermes y M. Dupont-Sommer, que afirman que entre los mss. descubiertos, el «Manual de Disciplina» y el «Comentario de Habacuc» tienen una relación directa con esta secta (cp. «Aperçus sur les mss. de la mer Morte», 1950; y «Les écrits esséniens découverts près de la mer Morte», 1959). 

    Este último autor pretende que el «Maestro de Justicia» de la comunidad esenia fue el prototipo de Jesucristo y el esenismo fue la fuente de inspiración del cristianismo. De esta manera, el Cristo perdería su carácter único y divino, y el cristianismo dejaría de tener su singularidad como religión revelada. 

    No es de extrañar que M. Dupont-Sommer y el erudito israelita Sukenik propusieran esta hipótesis, pero lo que sí es sorprendente es que carente de fundamento como es esta hipótesis, haya sido aceptada por profesos creyentes católicos y protestantes. 

    Esta postura es rebatida eficazmente por Del Medico («L’Enigme des mss. de la mer Morte», 1957; y «Le mythe des esséniens», 1958) y por A. González Lamadrid («Los descubrimientos del mar Muerto», 1973). 

    En efecto, nada permite pensar que los esenios fueran otra cosa que un movimiento judío extremadamente legalista, hasta el punto que puede calificarse en justicia de «forma superlativa del fariseísmo». El examen atento de los escritos de Qumrán arroja un acusado contraste con todo el conjunto del Nuevo Testamento, salvando los evidentes paralelismos con los puntos de contacto que aparecen en los rollos del mar Muerto con el Antiguo Testamento y todo su trasfondo de esperanza mesiánica. 

    Las divergencias entre Qumrán y el Nuevo Testamento son tales que es imposible la suposición de que éste tenga su inspiración en el primero. Tanto la persona radiante del Señor Jesucristo como sus enseñanzas liberadoras y autorizadas, sobre todo su muerte redentora y su gloriosa resurrección, cierran el paso a la idea de que todo ello hubiera podido surgir del sistema legalista esenio, de una factura tan divergente. (Véanse JUDAIZANTES, QUMRÁN.) 

    Bibliografía: 

    González Lamadrid, A.: «Los descubrimientos del mar Muerto» (BAC, Madrid 1973); 

    Estrada, D. y Willian White, Jr.: «The First New Testament» (Thomas Nelson, Inc., Nashville-New York, 1978); 

    Vermes, G.: «The Dead Sea Scrolls in English» (Pelikan books, 1968).

    VÉASE: Judaizantes , Qumrán
  • DICCIONARIO
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  • Esenios
    Secta judía acerca de la que existe poca información histórica clara. Josefo habla de ellos (Ant 13:5, 9; 18:1, 5; Guerras 2:8) en la versión griega de sus escritos, pero estos detalles no aparecen ni en su obra judía («Yessipon») ni en la versión latina cristiana. 

    Los tratados del Talmud son también totalmente silenciosos a este respecto, al igual que los evangelios y el NT entero (a pesar de que estos escritos mencionan frecuentemente las otras sectas judías). 

    Filón hace también mención de los esenios. De estos autores podemos determinar lo que sigue: Esta secta parece haber tenido su inicio en el siglo II a.C., y parece haber desaparecido con la destrucción de Jerusalén. 

    Por la época de Cristo, estaba constituida por hombres que se daban al ascetismo en mayor o menor grado. Con la esperanza de escapar a las impurezas rituales, se constituían en colonias separadas. El desierto de Judá, en las cercanías de En-gadi, era su lugar de residencia favorito, aunque estaban también establecidos en diferentes pueblos de Judá. 

    Cada agrupación tenía su propia sinagoga, un refectorio para la comida en común y para las asambleas, con una instalación para los baños diarios en agua corriente. El que entraba en la comunidad abandonaba todos sus bienes. 

    Leían constantemente la ley de Moisés y se esforzaban en observarla en todos los detalles de su existencia. Vivían, vestían y se alimentaban de forma sencilla. Se dedicaban a la agricultura y a otros trabajos útiles. Los esenios subvenían sus propias necesidades, y prácticamente podían vivir sin utilizar el dinero. 

    Cuando viajaban, eran hospedados y alimentados gratuitamente por los miembros de la comunidad en los otros lugares. No poseían esclavos, pues no reconocían diferencias de condición, excepto en el plano moral, en el que distinguían entre puros e impuros. Los esenios no menospreciaban el matrimonio, pero se abstenían de él, a excepción de algunos entre ellos. 

    Sus normas morales eran de tipo ascético, con muchas exigencias sobre sí mismos. Prometían «honrar a Dios, ser justos hacia el prójimo, no herir a nadie, ni siquiera cuando eran provocados, detestar el mal, alentar el bien, ser leales, especialmente hacia las autoridades, amar la verdad, desenmascarar a los hipócritas, no hurtar nada, abstenerse de toda ganancia ilícita». ARQUEOLOGÍA. 

    En el marco de los descubrimientos arqueológicos del desierto de Judá. Después de la investigación sobre los célebres manuscritos del mar Muerto se iniciaron excavaciones en Khirbet Qumran (Ruinas de Qumrán), sobre una meseta margosa de farallones calcáreos que dominan el mar Muerto al noroeste. 

    Se cree que se pueden identificar los importantes vestigios descubiertos con el hábitat de los esenios. A. González Lamadrid no duda en afirmar que nos hallamos en Qumrán con un verdadero monasterio esenio, lo mismo que G. Vermes y M. Dupont-Sommer, que afirman que entre los mss. descubiertos, el «Manual de Disciplina» y el «Comentario de Habacuc» tienen una relación directa con esta secta (cp. «Aperçus sur les mss. de la mer Morte», 1950; y «Les écrits esséniens découverts près de la mer Morte», 1959). 

    Este último autor pretende que el «Maestro de Justicia» de la comunidad esenia fue el prototipo de Jesucristo y el esenismo fue la fuente de inspiración del cristianismo. De esta manera, el Cristo perdería su carácter único y divino, y el cristianismo dejaría de tener su singularidad como religión revelada. 

    No es de extrañar que M. Dupont-Sommer y el erudito israelita Sukenik propusieran esta hipótesis, pero lo que sí es sorprendente es que carente de fundamento como es esta hipótesis, haya sido aceptada por profesos creyentes católicos y protestantes. 

    Esta postura es rebatida eficazmente por Del Medico («L’Enigme des mss. de la mer Morte», 1957; y «Le mythe des esséniens», 1958) y por A. González Lamadrid («Los descubrimientos del mar Muerto», 1973). 

    En efecto, nada permite pensar que los esenios fueran otra cosa que un movimiento judío extremadamente legalista, hasta el punto que puede calificarse en justicia de «forma superlativa del fariseísmo». El examen atento de los escritos de Qumrán arroja un acusado contraste con todo el conjunto del Nuevo Testamento, salvando los evidentes paralelismos con los puntos de contacto que aparecen en los rollos del mar Muerto con el Antiguo Testamento y todo su trasfondo de esperanza mesiánica. 

    Las divergencias entre Qumrán y el Nuevo Testamento son tales que es imposible la suposición de que éste tenga su inspiración en el primero. Tanto la persona radiante del Señor Jesucristo como sus enseñanzas liberadoras y autorizadas, sobre todo su muerte redentora y su gloriosa resurrección, cierran el paso a la idea de que todo ello hubiera podido surgir del sistema legalista esenio, de una factura tan divergente. (Véanse JUDAIZANTES, QUMRÁN.) 

    Bibliografía: 

    González Lamadrid, A.: «Los descubrimientos del mar Muerto» (BAC, Madrid 1973); 

    Estrada, D. y Willian White, Jr.: «The First New Testament» (Thomas Nelson, Inc., Nashville-New York, 1978); 

    Vermes, G.: «The Dead Sea Scrolls in English» (Pelikan books, 1968).

    VÉASE:
    Judaizantes , Qumrán
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