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  • Moisés (Vida)

    (Heb. «Mõsheh», «sacado de», pero la raíz egipcia es «ms’»: «hijo, niño»). La hija de Faraón dio el nombre de «hijo» a aquel que había sacado de las aguas (el mismo nombre se llama en Tutmose, Ahmose: hijo de Tut, de Ah, etc.). 

    El gran caudillo y legislador de las hebreos; levita, de la familia de Coat, de la casa de Amram (Éx. 6:18, 20). 

    Éxodo 6:18, 20

    18 Y los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Y los años de la vida de Coat fueron ciento treinta y tres años.

    20 Y Amram tomó por mujer a Jocabed su tía, la cual dio a luz a Aarón y a Moisés. Y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años.

    Su madre se llamaba Jocabed (Éx. 6:20). 

    Éxodo 6:20

    20 Y Amram tomó por mujer a Jocabed su tía, la cual dio a luz a Aarón y a Moisés. Y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años.

    El edicto que ordenaba arrojar a los niños varones hebreos recién nacidos a las aguas del Nilo puso en peligro la vida de Moisés. Su madre lo escondió durante tres meses en su casa; era de hermosa apariencia (Hch. 7:20). 

    Hechos 7:20

    20 En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre.

    No pudiéndolo esconder ya más, lo puso en una arca hecha de juncos, hermetizándola con asfalto y brea, y la puso entre los juncos en el río. 

    La madre ordenó a su hija María, entonces adolescente, que vigilara la arquilla. La hija de Faraón descendió, junto con su séquito, para bañarse. 

    Según Josefo se llamaba Thermutis (Ant. 2:9, 5). Courville indica una identificación ya señalada hace tiempo. Se da la existencia de una leyenda afirmando que el padre adoptivo de Moisés se llamaba Chenefres. 

    El profesor Wiedemann señaló la similitud del nombre de Sebek-hotep III, Kha-nefer-re con Chenefres, rey cuya esposa Merrhis, según una leyenda, crió a Moisés. Otro nombre de la esposa de Chenefres era Sebeknefrure. Esta posible identificación fue descartada, sin embargo, porque según la cronología convencional de Egipto quedaba fuera del posible marco histórico de Moisés. 

    Sin embargo, en la cronología revisada sí que se halla en el mismo marco histórico. Courville da asimismo buenas razones para la posible identificación de Moisés, en el marco de la cronología revisada, con Amenemhet IV, que fue corregente durante nueve años, como príncipe de la dinastía XII. 

    Courville señala asimismo el hecho curioso de que se han descubierto todas las tumbas de todos los reyes de esta dinastía, a excepción de la de Amenemhet IV. Esto pone bajo una luz nueva las palabras de Pablo en Hebreos: «Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado» (He. 11:24, 25). 

    Hebreos 11:24, 25

    24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,

    25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,

    (Véanse también EGIPTO, ÉXODO; cfr. D. E. Courville en Bibliografía). Al ver la princesa egipcia la arquilla, la hizo abrir, y, reconociendo que el niño que lloraba era hebreo, tuvo lástima de él. Entonces María, con una admirable presencia de ánimo, preguntó a la princesa si le daba permiso para conseguir una nodriza para el niño, a lo que la princesa accedió. 

    De esta manera, Moisés recibió su primera formación de manos de su propia madre bajo la protección de la hija de Faraón. Cuando fue destetado (a la edad que se puede suponer de tres años, cfr. 1 S. 1:24), lo llevó a la princesa, que lo adoptó, y le puso por nombre Moisés, nombre que a la vez recordaría que lo había sacado de las aguas y que lo había adoptado como hijo (Éx. 2:1-10). 

    1 Samuel 1:24

    24 Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño.

    Éxodo 2:1-10

    Nacimiento de Moisés

    1 Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví,

    2 la que concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses.

    3 Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río.

    4 Y una hermana suya se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería.

    5 Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase.

    6 Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste.

    7 Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño?

    8 Y la hija de Faraón respondió: Ve. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño,

    9 a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crió.

    10 Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué.

    Moisés recibió una educación aristocrática, y fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios (Hch. 7:22), la nación más civilizada de aquella época. 

    Hechos 7:22

    22 Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras.

    Aquel niño estaba destinado a elevadas funciones en Egipto, y estaba en la línea del trono, por cuanto la hija de Faraón debía casarse con su hermano varón heredero del trono, con lo que el hijo de ella era a su vez heredero del trono. 

    Pero Dios lo estaba preparando para caudillo del pueblo hebreo. Moisés, extremadamente dotado, recibió la instrucción necesaria para la gran tarea que le esperaba. Los descubrimientos de las pirámides y otros diversos monumentos han evidenciado lo extendida que estaba la escritura en aquella época, así como también las tabletas cuneiformes de Egla muestran el antiguo uso de la escritura silábica por gran parte del Oriente Medio (véase MARDIKH [TELL]). 

    Es indudable que el joven príncipe aprendió a escribir los jeroglíficos egipcios, el acadio cuneiforme, y una escritura ya alfabética como la de Ugarit, que era casi idéntica con la del hebreo. Moisés se familiarizó con la corte egipcia, con sus grandes personajes, con la pompa de las celebraciones religiosas, con la suntuosa exhibición de los ritos y de los símbolos, con la corriente literaria y artística de su época, y con la administración de la justicia. 

    Sin embargo, Moisés no olvidó nunca su origen, y creía en las promesas hechas a su pueblo. Hacia el final de su estancia en Egipto, había ya comprendido que Dios lo llamaba a ser el juez y liberador de los israelitas. Viendo que un egipcio golpeaba a un hebreo, dio muerte al egipcio, y escondió su cuerpo en la arena. 

    Al día siguiente, viendo a dos israelitas que se peleaban, los quiso reconciliar. Uno de ellos le dirigió estas palabras: «¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio?» (Éx. 2:14). 

    Éxodo 2:14

    14 Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto.Sabiendo entonces que su acción había sido observada y que el hecho era sabido, y que Faraón buscaba darle muerte, Moisés huyó al país de Madián. 

    Así renunció al título de hijo de la hija de Faraón, y se asoció de manera clara con el pueblo de Dios. Tenía entonces 40 años (Éx. 2:11-15; Hch. 7:23-28; He. 11:24, 25). 

    Éxodo 2:11-15 

    Moisés huye de Egipto

    11 En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos.

    12 Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.

    13 Al día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo?

    14 Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto.

    15 Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián.

    Hechos 7:23-28

    23 Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel.

    24 Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido.

    25 Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así.

    26 Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro?

    27 Entonces el que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros?

    28 ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio?

    Hebreos 11:24, 25

    24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,

    25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,Llegado a Madián, Moisés ayudó a las hijas del sacerdote Jetro a abrevar sus rebaños. Jetro le ofreció hospitalidad, le dio trabajo y le dio Séfora, una de sus hijas, como esposa, con la que Moisés tuvo 2 hijos: Gersón y Eliezer (Éx. 2:22; 18:3, 4). 

    Éxodo 2:22 

    22 Y ella le dio a luz un hijo; y él le puso por nombre Gersón, porque dijo: Forastero soy en tierra ajena.

    Éxodo 18:3, 4

    3 y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena;

    4 y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón.

    Moró 40 años en Madián (Hch. 7:30), participando de la vida de un pueblo que descendía de Abraham y que posiblemente adoraba al mismo Dios que él (cfr. Éx. 18:10-12). 

    Hechos 7:30

    30 Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza.

    Éxodo 18:10-12

    10 Y Jetro dijo: Bendito sea Jehová, que os libró de mano de los egipcios, y de la mano de Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios.

    11 Ahora conozco que Jehová es más grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos.

    12 Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel para comer con el suegro de Moisés delante de Dios.

    Este nuevo período de preparación puso a Moisés en estrecho contacto con Jetro, cabeza de una tribu de madianitas, sacerdote dotado de mucho discernimiento (Éx. 18). 

    Éxodo 18

    Jetro visita a Moisés

    1 Oyó Jetro sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto.

    2 Y tomó Jetro suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés, después que él la envió,

    3 y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena;

    4 y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón.

    5 Y Jetro el suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moisés en el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios;

    6 y dijo a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella.

    7 Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo besó; y se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y vinieron a la tienda.

    8 Y Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho a Faraón y a los egipcios por amor de Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo los había librado Jehová.

    9 Y se alegró Jetro de todo el bien que Jehová había hecho a Israel, al haberlo librado de mano de los egipcios.

    10 Y Jetro dijo: Bendito sea Jehová, que os libró de mano de los egipcios, y de la mano de Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios.

    11 Ahora conozco que Jehová es más grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos.

    12 Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel para comer con el suegro de Moisés delante de Dios.

    Nombramiento de jueces

    13 Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.

    14 Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?

    15 Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios.

    16 Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes.

    17 Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces.

    18 Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.

    19 Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios.

    20 Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer.

    21 Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez.

    22 Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo.

    23 Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar.

    24 Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo.

    25 Escogió Moisés varones de virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez.

    26 Y juzgaban al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño.

    27 Y despidió Moisés a su suegro, y éste se fue a su tierra.

    Durante este período, el pensamiento religioso de Moisés maduró. Por otra parte, se familiarizó con los caminos del desierto, con sus recursos, con su clima y con la vida de sus moradores. La solemne grandeza de los espacios desérticos y su soledad profunda favorecían la meditación. Hacia el final de este período, el futuro caudillo de Israel vio un fenómeno asombroso: una zarza ardiendo, pero no se consumía. 

    En el momento en que se apartó del camino para observar aquello, oyó la llamada divina. El Señor rechazó las objeciones de Moisés tocantes: 

    (a) a su propia persona (Éx. 3:11); 

    Éxodo 3:11

    11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?

    (b) a su incapacidad de revelar al pueblo el nombre y el carácter del Dios que quería liberarlos (Éx. 3:13); 

    Éxodo 3:13

    13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?

    (c) su carencia de autoridad ante el pueblo (Éx. 4:1); 

    Éxodo 4:1

    1 Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová.

    (d) su pobre elocuencia (Éx. 4:10); 

    Éxodo 4:10

    10 Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.

    (e) finalmente, su rechazo expreso a partir (Éx. 4:13). 

    Éxodo 4:13

    13 Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.

    Ante la ira de Jehová, Moisés tuvo finalmente que obedecer, y el Señor le asignó Aarón como portavoz (Éx. 4:14- 17). 

    Éxodo 4:14-17

    14 Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.

    15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.

    16 Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.

    17 Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.

    Moisés salió hacia Egipto con su esposa Séfora y sus dos hijos (Éx. 4:18-20), uno de los cuales, indudablemente el menor, no había recibido aún la circuncisión a causa de la oposición de la madre. 

    Éxodo 4:18-20

    Moisés vuelve a Egipto

    18 Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz.

    19 Dijo también Jehová a Moisés en Madián: Ve y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte.

    20 Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano.

    Al ceder a ella, Moisés había desobedecido la instrucción divina, y se había demostrado incompetente para llevar a cabo la magna misión que tenía encomendada. 

    Culpable de haber descuidado la señal del pacto, Moisés fue confrontado en una posada, una noche, por el mismo Señor, de una manera que no se especifica, pero poniendo en grave peligro su vida. Séfora, deseosa de salvar a su marido, ejecutó ella misma la operación, exclamando: «A la verdad tú me eres un esposo de sangre» (Éx. 4:24-26). 

    Éxodo 4:24-26

    24 Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo.

    25 Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre.

    26 Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión.

    Moisés y Aarón se presentaron en numerosas ocasiones a Faraón para comunicarle que Dios exigía la partida de los israelitas. El rechazo del rey a obedecer atrajo sobre él mismo y sobre su pueblo las diez plagas (Éx. 5-13:16). 

    Cuando llegó el momento del éxodo, Moisés, bajo orden de Jehová, acaudilló a los hebreos. En el monte Sinaí Dios se manifestó a Moisés de una manera muy personal; el pueblo oyó la voz de Dios, pero sólo el profeta fue admitido a hablar con Jehová como un amigo (Éx. 24:9-11; 33:11, 17-23; 34:5-29). 

    Éxodo 24:9-11 

    9 Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel;

    10 y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.

    11 Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron.

    Éxodo 33:11, 17-23 

    11 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

    17 Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.

    18 El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria.

    19 Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.

    20 Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.

    21 Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña;

    22 y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.

    23 Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.

    Éxodo 34:5-29

    5 Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová.

    6 Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;

    7 que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.

    8 Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró.

    9 Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad.

    10 Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo.

    Advertencia contra la idolatría de Canaán

    11 Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo.

    12 Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti.

    13 Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera.

    14 Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es.

    15 Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios;

    16 o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas.

    17 No te harás dioses de fundición.

    Fiestas anuales

    18 La fiesta de los panes sin levadura guardarás; siete días comerás pan sin levadura, según te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib; porque en el mes de Abib saliste de Egipto.

    19 Todo primer nacido, mío es; y de tu ganado todo primogénito de vaca o de oveja, que sea macho.

    20 Pero redimirás con cordero el primogénito del asno; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. Redimirás todo primogénito de tus hijos; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías.

    21 Seis días trabajarás, mas en el séptimo día descansarás; aun en la arada y en la siega, descansarás.

    22 También celebrarás la fiesta de las semanas, la de las primicias de la siega del trigo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año.

    23 Tres veces en el año se presentará todo varón tuyo delante de Jehová el Señor, Dios de Israel.

    24 Porque yo arrojaré a las naciones de tu presencia, y ensancharé tu territorio; y ninguno codiciará tu tierra, cuando subas para presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces en el año.

    25 No ofrecerás cosa leudada junto con la sangre de mi sacrificio, ni se dejará hasta la mañana nada del sacrificio de la fiesta de la pascua.

    26 Las primicias de los primeros frutos de tu tierra llevarás a la casa de Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

    Moisés y las tablas de la ley

    27 Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel.

    28 Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos.

    29 Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.

    El Dios de Israel fue revelando gradualmente a su servidor lo que debía enseñar al pueblo. Así es como Moisés recibió en el monte los Diez Mandamiento y las leyes que los acompañaban (véase TEOCRACIA). Inmediatamente después, el profeta pasó sobre el monte cuarenta días de ayuno, en el curso de los cuales Dios le reveló la forma, las dimensiones, los materiales y los utensilios del Tabernáculo que debería erigir en el desierto (véase TABERNÁCULO). 

    Asimismo, Moisés recibió las dos tablas de piedra en las que estaba grabado el Decálogo. Descubriendo a su descenso del monte que el pueblo se había entregado al culto del becerro de oro, Moisés, indignado, quebró las tablas de piedra. Este gesto hizo comprender al pueblo que el Pacto con Jehová estaba asimismo roto. Los levitas ejecutaron a continuación a todos los israelitas que se obstinaban en adorar al becerro de oro. 

    Después de haber actuado como juez, Moisés intercedió ante Dios en favor de los israelitas, ofreciendo incluso su propia salvación por la de ellos (Éx. 32:32; cfr. Ro. 9:3). 

    Éxodo 32:32 

    32 que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito.

    Romanos 9:3

    3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;

    Jehová se aplacó, y prometió quitar su ira de sobre Israel. Así, Dios ordenó a Moisés que subiera de nuevo al monte. El pueblo había violado las ordenanzas fundamentales del culto; la Ley fue dada otra vez sobre dos tablas nuevas semejantes a las primeras (Éx. 19; 20; 32-34). 

    Éxodo 19

    Israel en Sinaí

    1 En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí.

    2 Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte.

    3 Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:

    4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.

    5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.

    6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.

    7 Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado.

    8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo.

    9 Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová.

    10 Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos,

    11 y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí.

    12 Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá.

    13 No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte.

    14 Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos.

    15 Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no toquéis mujer.

    16 Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento.

    17 Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte.

    18 Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera.

    19 El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante.

    20 Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.

    21 Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos.

    22 Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga en ellos estrago.

    23 Moisés dijo a Jehová: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala límites al monte, y santifícalo.

    24 Y Jehová le dijo: Ve, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a Jehová, no sea que haga en ellos estrago.

    25 Entonces Moisés descendió y se lo dijo al pueblo.

    Éxodo 20 

    Los Diez Mandamientos

    1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:

    2 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

    3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.

    4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

    5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

    6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

    7 No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.

    8 Acuérdate del día de reposo para santificarlo.

    9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;

    10 mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.

    11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.

    12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.

    13 No matarás.

    14 No cometerás adulterio.

    15 No hurtarás.

    16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

    17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

    El terror del pueblo

    18 Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos.

    19 Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.

    20 Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.

    21 Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios.

    22 Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros.

    23 No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.

    24 Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.

    25 Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás.

    26 No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.

    Éxodo 32

    1 Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.

    2 Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos.

    3 Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón;

    4 y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.

    5 Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová.

    6 Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse.

    7 Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.

    8 Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.

    9 Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz.

    10 Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande.

    11 Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?

    12 ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo.

    13 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre.

    14 Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo.

    15 Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas.

    16 Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas.

    17 Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento.

    18 Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo.

    19 Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte.

    20 Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel.

    21 Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado?

    22 Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal.

    23 Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.

    24 Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro.

    25 Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos,

    26 se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví.

    27 Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente.

    28 Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres.

    29 Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros.

    30 Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado.

    31 Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro,

    32 que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito.

    33 Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro.

    34 Ve, pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; pero en el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado.

    35 Y Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón.

    Éxodo 33

    La presencia de Dios prometida

    1 Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré;

    2 y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo

    3 (a la tierra que fluye leche y miel); pero yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino.

    4 Y oyendo el pueblo esta mala noticia, vistieron luto, y ninguno se puso sus atavíos.

    5 Porque Jehová había dicho a Moisés: Di a los hijos de Israel: Vosotros sois pueblo de dura cerviz; en un momento subiré en medio de ti, y te consumiré. Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que yo sepa lo que te he de hacer.

    6 Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb.

    7 Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera que buscaba a Jehová, salía al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento.

    8 Y sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba en el tabernáculo.

    9 Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés.

    10 Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba.

    11 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

    12 Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos.

    13 Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.

    14 Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.

    15 Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.

    16 ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?

    17 Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.

    18 El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria.

    19 Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.

    20 Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.

    21 Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña;

    22 y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.

    23 Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.

    Éxodo 34

    El pacto renovado

    1 Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste.

    2 Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte.

    3 Y no suba hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte.

    4 Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra.

    5 Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová.

    6 Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;

    7 que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.

    8 Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró.

    9 Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad.

    10 Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo.

    Advertencia contra la idolatría de Canaán

    11 Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo.

    12 Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti.

    13 Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera.

    14 Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es.

    15 Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios;

    16 o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas.

    17 No te harás dioses de fundición.

    Fiestas anuales

    18 La fiesta de los panes sin levadura guardarás; siete días comerás pan sin levadura, según te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib; porque en el mes de Abib saliste de Egipto.

    19 Todo primer nacido, mío es; y de tu ganado todo primogénito de vaca o de oveja, que sea macho.

    20 Pero redimirás con cordero el primogénito del asno; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. Redimirás todo primogénito de tus hijos; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías.

    21 Seis días trabajarás, mas en el séptimo día descansarás; aun en la arada y en la siega, descansarás.

    22 También celebrarás la fiesta de las semanas, la de las primicias de la siega del trigo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año.

    23 Tres veces en el año se presentará todo varón tuyo delante de Jehová el Señor, Dios de Israel.

    24 Porque yo arrojaré a las naciones de tu presencia, y ensancharé tu territorio; y ninguno codiciará tu tierra, cuando subas para presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces en el año.

    25 No ofrecerás cosa leudada junto con la sangre de mi sacrificio, ni se dejará hasta la mañana nada del sacrificio de la fiesta de la pascua.

    26 Las primicias de los primeros frutos de tu tierra llevarás a la casa de Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

    Moisés y las tablas de la ley

    27 Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel.

    28 Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos.

    29 Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.

    30 Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse a él.

    31 Entonces Moisés los llamó; y Aarón y todos los príncipes de la congregación volvieron a él, y Moisés les habló.

    32 Después se acercaron todos los hijos de Israel, a los cuales mandó todo lo que Jehová le había dicho en el monte Sinaí.

    33 Y cuando acabó Moisés de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro.

    34 Cuando venía Moisés delante de Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía; y saliendo, decía a los hijos de Israel lo que le era mandado.

    35 Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios.

    En las dos ocasiones en que pasó cuarenta días en el monte, Moisés no comió ni bebió (Éx. 24:18; 34:28; Dt. 9:9, 18). 

    Éxodo 24:18 

    18 Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.

    Éxodo 34:28 

    28 Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos.

    Deuteronomio 9:9, 18

    9 Cuando yo subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que Jehová hizo con vosotros, estuve entonces en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua;

    18 Y me postré delante de Jehová como antes, cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo vuestro pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Jehová para enojarlo.

    Más adelante, Elías observaría un ayuno idéntico (1 R. 19:8). 

    1 Reyes 19:8

    8 Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.

    Los ayunos de estos dos profetas prefigurarían el de Jesús (Mt. 2:4). 

    Mateo 2:4

    4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.

    El nombre de Moisés quedará asociado para siempre a las leyes promulgadas en el Sinaí y en el desierto (véanse LEVÍTICO, NÚMEROS). Cuando Moisés descendió del Sinaí después del segundo ayuno de cuarenta días, surgían rayos luminosos (heb. «cuernos») de su faz, de manera que el pueblo tuvo temor de aproximarse a él (Éx. 34:29). 

    Éxodo 34:29

    29 Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.

    Moisés, sin embargo, los reunió y les comunicó las órdenes de Jehová. En Nm. 12:1 se habla de una mujer etíope que Moisés tenía, acerca de la cual Aarón y María le recriminaron. 

    Números 12:1

    María y Aarón murmuran contra Moisés

    1 María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita.

    Ésta es la única alusión bíblica a esta persona. Los comentaristas judíos creen por lo general que se trata de Séfora, hija del sacerdote de Madián, cuya muerte no está registrada (Éx. 2:21; 4:25; 18:2-6). 

    Éxodo 2:21 

    21 Y Moisés convino en morar con aquel varón; y él dio su hija Séfora por mujer a Moisés.

    Éxodo 4:25 

    25 Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre.

    Éxodo 18:2-6

    2 Y tomó Jetro suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés, después que él la envió,

    3 y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena;

    4 y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón.

    5 Y Jetro el suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moisés en el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios;

    6 y dijo a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella.

    Los judíos de época más tardía afirman que la etíope en cuestión era una princesa llamada Tharbis, convertida en mujer de Moisés cuando éste condujo una expedición militar en Etiopía en la época en que formaba aún parte de la corte de Faraón (Ant. 2:10, 2). 

    Aunque muchos lo han descartado por completo, este relato puede sin embargo tener elementos verdaderamente históricos. Poco después de pasar a Cades, Coré y otros príncipes se rebelaron contra Moisés y Aarón, pero Dios los destruyó (Nm. 16; véase CORÉ). 

    Números 16

    La rebelión de Coré

    1 Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente,

    2 y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre.

    3 Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?

    4 Cuando oyó esto Moisés, se postró sobre su rostro;

    5 y habló a Coré y a todo su séquito, diciendo: Mañana mostrará Jehová quién es suyo, y quién es santo, y hará que se acerque a él; al que él escogiere, él lo acercará a sí.

    6 Haced esto: tomaos incensarios, Coré y todo su séquito,

    7 y poned fuego en ellos, y poned en ellos incienso delante de Jehová mañana; y el varón a quien Jehová escogiere, aquel será el santo; esto os baste, hijos de Leví.

    8 Dijo más Moisés a Coré: Oíd ahora, hijos de Leví:

    9 ¿Os es poco que el Dios de Israel os haya apartado de la congregación de Israel, acercándoos a él para que ministréis en el servicio del tabernáculo de Jehová, y estéis delante de la congregación para ministrarles,

    10 y que te hizo acercar a ti, y a todos tus hermanos los hijos de Leví contigo? ¿Procuráis también el sacerdocio?

    11 Por tanto, tú y todo tu séquito sois los que os juntáis contra Jehová; pues Aarón, ¿qué es, para que contra él murmuréis?

    12 Y envió Moisés a llamar a Datán y Abiram, hijos de Eliab; mas ellos respondieron: No iremos allá.

    13 ¿Es poco que nos hayas hecho venir de una tierra que destila leche y miel, para hacernos morir en el desierto, sino que también te enseñorees de nosotros imperiosamente?

    14 Ni tampoco nos has metido tú en tierra que fluya leche y miel, ni nos has dado heredades de tierras y viñas. ¿Sacarás los ojos de estos hombres? No subiremos.

    15 Entonces Moisés se enojó en gran manera, y dijo a Jehová: No mires a su ofrenda; ni aun un asno he tomado de ellos, ni a ninguno de ellos he hecho mal.

    16 Después dijo Moisés a Coré: Tú y todo tu séquito, poneos mañana delante de Jehová; tú, y ellos, y Aarón;

    17 y tomad cada uno su incensario y poned incienso en ellos, y acercaos delante de Jehová cada uno con su incensario, doscientos cincuenta incensarios; tú también, y Aarón, cada uno con su incensario.

    18 Y tomó cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, y echaron en ellos incienso, y se pusieron a la puerta del tabernáculo de reunión con Moisés y Aarón.

    19 Ya Coré había hecho juntar contra ellos toda la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión; entonces la gloria de Jehová apareció a toda la congregación.

    20 Y Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo:

    21 Apartaos de entre esta congregación, y los consumiré en un momento.

    22 Y ellos se postraron sobre sus rostros, y dijeron: Dios, Dios de los espíritus de toda carne, ¿no es un solo hombre el que pecó? ¿Por qué airarte contra toda la congregación?

    23 Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo:

    24 Habla a la congregación y diles: Apartaos de en derredor de la tienda de Coré, Datán y Abiram.

    25 Entonces Moisés se levantó y fue a Datán y a Abiram, y los ancianos de Israel fueron en pos de él.

    26 Y él habló a la congregación, diciendo: Apartaos ahora de las tiendas de estos hombres impíos, y no toquéis ninguna cosa suya, para que no perezcáis en todos sus pecados.

    27 Y se apartaron de las tiendas de Coré, de Datán y de Abiram en derredor; y Datán y Abiram salieron y se pusieron a las puertas de sus tiendas, con sus mujeres, sus hijos y sus pequeñuelos.

    28 Y dijo Moisés: En esto conoceréis que Jehová me ha enviado para que hiciese todas estas cosas, y que no las hice de mi propia voluntad.

    29 Si como mueren todos los hombres murieren éstos, o si ellos al ser visitados siguen la suerte de todos los hombres, Jehová no me envió.

    30 Mas si Jehová hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus cosas, y descendieren vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres irritaron a Jehová.

    31 Y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos.

    32 Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes.

    33 Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación.

    34 Y todo Israel, los que estaban en derredor de ellos, huyeron al grito de ellos; porque decían: No nos trague también la tierra.

    35 También salió fuego de delante de Jehová, y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso.

    36 Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo:

    37 Di a Eleazar hijo del sacerdote Aarón, que tome los incensarios de en medio del incendio, y derrame más allá el fuego; porque son santificados

    38 los incensarios de estos que pecaron contra sus almas; y harán de ellos planchas batidas para cubrir el altar; por cuanto ofrecieron con ellos delante de Jehová, son santificados, y serán como señal a los hijos de Israel.

    39 Y el sacerdote Eleazar tomó los incensarios de bronce con que los quemados habían ofrecido; y los batieron para cubrir el altar,

    40 en recuerdo para los hijos de Israel, de que ningún extraño que no sea de la descendencia de Aarón se acerque para ofrecer incienso delante de Jehová, para que no sea como Coré y como su séquito; según se lo dijo Jehová por medio de Moisés.

    41 El día siguiente, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo: Vosotros habéis dado muerte al pueblo de Jehová.

    42 Y aconteció que cuando se juntó la congregación contra Moisés y Aarón, miraron hacia el tabernáculo de reunión, y he aquí la nube lo había cubierto, y apareció la gloria de Jehová.

    43 Y vinieron Moisés y Aarón delante del tabernáculo de reunión.

    44 Y Jehová habló a Moisés, diciendo:

    45 Apartaos de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento. Y ellos se postraron sobre sus rostros.

    46 Y dijo Moisés a Aarón: Toma el incensario, y pon en él fuego del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a la congregación, y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la presencia de Jehová; la mortandad ha comenzado.

    47 Entonces tomó Aarón el incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; y he aquí que la mortandad había comenzado en el pueblo; y él puso incienso, e hizo expiación por el pueblo,

    48 y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad.

    49 Y los que murieron en aquella mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos por la rebelión de Coré.

    50 Después volvió Aarón a Moisés a la puerta del tabernáculo de reunión, cuando la mortandad había cesado.

    La segunda vez que plantaron sus reales en Cades, los mismos Moisés y Aarón desobedecieron a Dios (Nm. 20). 

    Números 20

    Agua de la roca

    1 Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Zin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Cades; y allí murió María, y allí fue sepultada.

    2 Y porque no había agua para la congregación, se juntaron contra Moisés y Aarón.

    3 Y habló el pueblo contra Moisés, diciendo: ¡Ojalá hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos delante de Jehová!

    4 ¿Por qué hiciste venir la congregación de Jehová a este desierto, para que muramos aquí nosotros y nuestras bestias?

    5 ¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto, para traernos a este mal lugar? No es lugar de sementera, de higueras, de viñas ni de granadas; ni aun de agua para beber.

    6 Y se fueron Moisés y Aarón de delante de la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión, y se postraron sobre sus rostros; y la gloria de Jehová apareció sobre ellos.

    7 Y habló Jehová a Moisés, diciendo:

    8 Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias.

    9 Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová, como él le mandó.

    10 Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?

    11 Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias.

    12 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado.

    13 Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con Jehová, y él se santificó en ellos.

    Edom rehúsa dar paso a Israel

    14 Envió Moisés embajadores al rey de Edom desde Cades, diciendo: Así dice Israel tu hermano: Tú has sabido todo el trabajo que nos ha venido;

    15 cómo nuestros padres descendieron a Egipto, y estuvimos en Egipto largo tiempo, y los egipcios nos maltrataron, y a nuestros padres;

    16 y clamamos a Jehová, el cual oyó nuestra voz, y envió un ángel, y nos sacó de Egipto; y he aquí estamos en Cades, ciudad cercana a tus fronteras.

    17 Te rogamos que pasemos por tu tierra. No pasaremos por labranza, ni por viña, ni beberemos agua de pozos; por el camino real iremos, sin apartarnos a diestra ni a siniestra, hasta que hayamos pasado tu territorio.

    18 Edom le respondió: No pasarás por mi país; de otra manera, saldré contra ti armado.

    19 Y los hijos de Israel dijeron: Por el camino principal iremos; y si bebiéremos tus aguas yo y mis ganados, daré el precio de ellas; déjame solamente pasar a pie, nada más.

    20 Pero él respondió: No pasarás. Y salió Edom contra él con mucho pueblo, y mano fuerte.

    21 No quiso, pues, Edom dejar pasar a Israel por su territorio, y se desvió Israel de él.

    Aarón muere en el Monte Hor

    22 Y partiendo de Cades los hijos de Israel, toda aquella congregación, vinieron al monte de Hor.

    23 Y Jehová habló a Moisés y a Aarón en el monte de Hor, en la frontera de la tierra de Edom, diciendo:

    24 Aarón será reunido a su pueblo, pues no entrará en la tierra que yo di a los hijos de Israel, por cuanto fuisteis rebeldes a mi mandamiento en las aguas de la rencilla.

    25 Toma a Aarón y a Eleazar su hijo, y hazlos subir al monte de Hor,

    26 y desnuda a Aarón de sus vestiduras, y viste con ellas a Eleazar su hijo; porque Aarón será reunido a su pueblo, y allí morirá.

    27 Y Moisés hizo como Jehová le mandó; y subieron al monte de Hor a la vista de toda la congregación.

    28 Y Moisés desnudó a Aarón de sus vestiduras, y se las vistió a Eleazar su hijo; y Aarón murió allí en la cumbre del monte, y Moisés y Eleazar descendieron del monte.

    29 Y viendo toda la congregación que Aarón había muerto, le hicieron duelo por treinta días todas la familias de Israel.

    Dios les había ordenado que hablaran a la roca para hacer salir agua de ella. Pero Moisés dijo al pueblo reunido allí; «¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?» Los dos hermanos se apartaban con esta actitud de su posición de dependencia con respecto a Dios. 

    Se ponían en lugar de Jehová, en tanto que había sido Él quien había conducido a los israelitas fuera del país de servidumbre, y que los había alimentado durante cuarenta años en el desierto. En lugar de actuar en nombre de Jehová, intervinieron en su propio nombre. Se glorificaron del poder que Dios les había otorgado. 

    A continuación, Moisés «golpeó» dos veces sobre la peña, en lugar de simplemente «hablarle» (cfr. Nm. 20:8). 

    Números 20:8

    8 Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias.

    Esta desobediencia fue de extrema gravedad. Aparte del hecho mismo de la desobediencia, la acción de golpear traicionó el significado típico de la roca, que era Cristo (cfr. 1 Co. 10:4). 

    1 Corintios 10:4

    4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.

    Cristo murió una sola vez por nosotros, y su sacrificio no se repite ya jamás. Los beneficios de su obra fluyen siempre en base a la obra efectuada una vez por siempre (cfr. He. 7:26-28; 9:23-28; 10:1-18; etc.). 

    Hebreos 7:26-28 

    26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos;

    27 que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

    28 Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.

    Hebreos 9:23-28 

    El sacrificio de Cristo quita el pecado

    23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.

    24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;

    25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.

    26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.

    27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,

    28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.

    Hebreos 10:1-18

    1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.

    2 De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado.

    3 Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados;

    4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.

    5 Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo.

    6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.

    7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí.

    8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley),

    9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.

    10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

    11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;

    12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,

    13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;

    14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

    15 Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:

    16 Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré,

    17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

    18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

    Y fue esta desobediencia capital lo que les privó de entrar en la Tierra Prometida. Pero este castigo tan severo no alteró en nada la fidelidad de Moisés hacia su Señor; reasumió su actitud de humildad y siguió conduciendo al pueblo en dirección a Canaán. 

    Dios le mandó que llevara a Aarón sobre el monte Hor y que transmitiera el sacerdocio a Eleazar, hijo de Aarón. En aquel monte murió Aarón (Nm. 20:22-29

    Números 20:22-29

    Aarón muere en el Monte Hor

    22 Y partiendo de Cades los hijos de Israel, toda aquella congregación, vinieron al monte de Hor.

    23 Y Jehová habló a Moisés y a Aarón en el monte de Hor, en la frontera de la tierra de Edom, diciendo:

    24 Aarón será reunido a su pueblo, pues no entrará en la tierra que yo di a los hijos de Israel, por cuanto fuisteis rebeldes a mi mandamiento en las aguas de la rencilla.

    25 Toma a Aarón y a Eleazar su hijo, y hazlos subir al monte de Hor,

    26 y desnuda a Aarón de sus vestiduras, y viste con ellas a Eleazar su hijo; porque Aarón será reunido a su pueblo, y allí morirá.

    27 Y Moisés hizo como Jehová le mandó; y subieron al monte de Hor a la vista de toda la congregación.

    28 Y Moisés desnudó a Aarón de sus vestiduras, y se las vistió a Eleazar su hijo; y Aarón murió allí en la cumbre del monte, y Moisés y Eleazar descendieron del monte.

    29 Y viendo toda la congregación que Aarón había muerto, le hicieron duelo por treinta días todas la familias de Israel.

    Cuando los israelitas fueron atacados por la plaga de serpientes ardientes, Moisés intercedió ante Dios, que le ordenó que levantara una serpiente de bronce sobre una asta. Todo aquel que contemplara la serpiente era sanado 

    El profeta introdujo al pueblo en el país de Sehón y de Og, y conquistó aquellas tierras para Israel. Con el campamento establecido en un valle de los montes de Abarim, pudo ver desde allí el país prometido a Abraham, a Isaac y a Jacob. 

    La emoción de Abraham se expresó en una oración: «Señor tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza y tu mano poderosa... Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano.» Pero el Señor respondió: «Basta, no me hables más de este asunto... no pasarás el Jordán» (Dt. 3:24-27). 

    Deuteronomio 3:24-27

    24 Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas?

    25 Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano.

    26 Pero Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová: Basta, no me hables más de este asunto.

    27 Sube a la cumbre del Pisga y alza tus ojos al oeste, y al norte, y al sur, y al este, y mira con tus propios ojos; porque no pasarás el Jordán.

    Se levantó el campamento y después fue vuelto a ser plantado en el valle de Sitim. Sabiendo que su muerte estaba ya cercana Moisés tomó las últimas disposiciones y dio su discurso de despedida al pueblo (véase DEUTERONOMIO). 

    Dios había designado a Josué como sucesor de Moisés. El anciano profeta puso al hijo de Num en presencia de Eleazar, el sumo sacerdote, y le impuso las manos a la vista de todo el pueblo que tenía que acaudillar (Nm. 27:18-23, Dt. 34.9). 

    Números 27:18-23 

    18 Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él;

    19 y lo pondrás delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación; y le darás el cargo en presencia de ellos.

    20 Y pondrás de tu dignidad sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca.

    21 El se pondrá delante del sacerdote Eleazar, y le consultará por el juicio del Urim delante de Jehová; por el dicho de él saldrán, y por el dicho de él entrarán, él y todos los hijos de Israel con él, y toda la congregación.

    22 Y Moisés hizo como Jehová le había mandado, pues tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar, y de toda la congregación;

    23 y puso sobre él sus manos, y le dio el cargo, como Jehová había mandado por mano de Moisés.

    Deuteronomio 34:9

    9 Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.

    Moisés llevó, a continuación, a Josué a la entrada del tabernáculo de reunión a fin de que Jehová diera las instrucciones al nuevo jefe de Israel (Dt. 31:14, 23). 

    Deuteronomio 31:14, 23

    14 Y Jehová dijo a Moisés: He aquí se ha acercado el día de tu muerte; llama a Josué, y esperad en el tabernáculo de reunión para que yo le dé el cargo. Fueron, pues, Moisés y Josué, y esperaron en el tabernáculo de reunión.

    23 Y dio orden a Josué hijo de Nun, y dijo: Esfuérzate y anímate, pues tú introducirás a los hijos de Israel en la tierra que les juré, y yo estaré contigo.

    Después Moisés enseñó al pueblo un cántico lleno de sabiduría divina (Dt. 32), dio su bendición a las distintas tribus (Dt. 33), ascendió al monte Nebo, desde donde contempló la Tierra Prometida, y murió a la edad de 120 años sobre la cumbre del Pisga. «Sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor» (Dt. 34:7). 

    Deuteronomio 32

    1 Escuchad, cielos, y hablaré; Y oiga la tierra los dichos de mi boca.

    2 Goteará como la lluvia mi enseñanza; Destilará como el rocío mi razonamiento; Como la llovizna sobre la grama, Y como las gotas sobre la hierba;

    3 Porque el nombre de Jehová proclamaré. Engrandeced a nuestro Dios.

    4 El es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto.

    5 La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, Generación torcida y perversa.

    6 ¿Así pagáis a Jehová, Pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que te creó? El te hizo y te estableció.

    7 Acuérdate de los tiempos antiguos, Considera los años de muchas generaciones; Pregunta a tu padre, y él te declarará; A tus ancianos, y ellos te dirán.

    8 Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, Cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, Estableció los límites de los pueblos Según el número de los hijos de Israel.

    9 Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó.

    10 Le halló en tierra de desierto, Y en yermo de horrible soledad; Lo trajo alrededor, lo instruyó, Lo guardó como a la niña de su ojo.

    11 Como el águila que excita su nidada, Revolotea sobre sus pollos, Extiende sus alas, los toma, Los lleva sobre sus plumas,

    12 Jehová solo le guió, Y con él no hubo dios extraño.

    13 Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, Y comió los frutos del campo, E hizo que chupase miel de la peña, Y aceite del duro pedernal;

    14 Mantequilla de vacas y leche de ovejas, Con grosura de corderos, Y carneros de Basán; también machos cabríos, Con lo mejor del trigo; Y de la sangre de la uva bebiste vino.

    15 Pero engordó Jesurún, y tiró coces (Engordaste, te cubriste de grasa); Entonces abandonó al Dios que lo hizo, Y menospreció la Roca de su salvación.

    16 Le despertaron a celos con los dioses ajenos; Lo provocaron a ira con abominaciones.

    17 Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; A dioses que no habían conocido, A nuevos dioses venidos de cerca, Que no habían temido vuestros padres.

    18 De la Roca que te creó te olvidaste; Te has olvidado de Dios tu creador.

    19 Y lo vio Jehová, y se encendió en ira Por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas.

    20 Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro, Veré cuál será su fin; Porque son una generación perversa, Hijos infieles.

    21 Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; Me provocaron a ira con sus ídolos; Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, Los provocaré a ira con una nación insensata.

    22 Porque fuego se ha encendido en mi ira, Y arderá hasta las profundidades del Seol; Devorará la tierra y sus frutos, Y abrasará los fundamentos de los montes.

    23 Yo amontonaré males sobre ellos; Emplearé en ellos mis saetas.

    24 Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente Y de peste amarga; Diente de fieras enviaré también sobre ellos, Con veneno de serpientes de la tierra.

    25 Por fuera desolará la espada, Y dentro de las cámaras el espanto; Así al joven como a la doncella, Al niño de pecho como al hombre cano.

    26 Yo había dicho que los esparciría lejos, Que haría cesar de entre los hombres la memoria de ellos,

    27 De no haber temido la provocación del enemigo, No sea que se envanezcan sus adversarios, No sea que digan: Nuestra mano poderosa Ha hecho todo esto, y no Jehová.

    28 Porque son nación privada de consejos, Y no hay en ellos entendimiento.

    29 ¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto, Y se dieran cuenta del fin que les espera!

    30 ¿Cómo podría perseguir uno a mil, Y dos hacer huir a diez mil, Si su Roca no los hubiese vendido, Y Jehová no los hubiera entregado?

    31 Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca, Y aun nuestros enemigos son de ello jueces.

    32 Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos, Y de los campos de Gomorra; Las uvas de ellos son uvas ponzoñosas, Racimos muy amargos tienen.

    33 Veneno de serpientes es su vino, Y ponzoña cruel de áspides.

    34 ¿No tengo yo esto guardado conmigo, Sellado en mis tesoros?

    35 Mía es la venganza y la retribución; A su tiempo su pie resbalará, Porque el día de su aflicción está cercano, Y lo que les está preparado se apresura.

    36 Porque Jehová juzgará a su pueblo, Y por amor de sus siervos se arrepentirá, Cuando viere que la fuerza pereció, Y que no queda ni siervo ni libre.

    37 Y dirá: ¿Dónde están sus dioses, La roca en que se refugiaban;

    38 Que comían la grosura de sus sacrificios, Y bebían el vino de sus libaciones? Levántense, que os ayuden Y os defiendan.

    39 Ved ahora que yo, yo soy, Y no hay dioses conmigo; Yo hago morir, y yo hago vivir; Yo hiero, y yo sano; Y no hay quien pueda librar de mi mano.

    40 Porque yo alzaré a los cielos mi mano, Y diré: Vivo yo para siempre,

    41 Si afilare mi reluciente espada, Y echare mano del juicio, Yo tomaré venganza de mis enemigos, Y daré la retribución a los que me aborrecen.

    42 Embriagaré de sangre mis saetas, Y mi espada devorará carne; En la sangre de los muertos y de los cautivos, En las cabezas de larga cabellera del enemigo.

    43 Alabad, naciones, a su pueblo, Porque él vengará la sangre de sus siervos, Y tomará venganza de sus enemigos, Y hará expiación por la tierra de su pueblo.

    44 Vino Moisés y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Josué hijo de Nun.

    45 Y acabó Moisés de recitar todas estas palabras a todo Israel;

    46 y les dijo: Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley.

    47 Porque no os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.

    Se le permite a Moisés contemplar la tierra de Canaán

    48 Y habló Jehová a Moisés aquel mismo día, diciendo:

    49 Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, situado en la tierra de Moab que está frente a Jericó, y mira la tierra de Canaán, que yo doy por heredad a los hijos de Israel;

    50 y muere en el monte al cual subes, y sé unido a tu pueblo, así como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fue unido a su pueblo;

    51 por cuanto pecasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel.

    52 Verás, por tanto, delante de ti la tierra; mas no entrarás allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel.

    Deuteronomio 33

    Moisés bendice a las doce tribus de Israel

    1 Esta es la bendición con la cual bendijo Moisés varón de Dios a los hijos de Israel, antes que muriese.

    2 Dijo: Jehová vino de Sinaí, Y de Seir les esclareció; Resplandeció desde el monte de Parán, Y vino de entre diez millares de santos, Con la ley de fuego a su mano derecha.

    3 Aun amó a su pueblo; Todos los consagrados a él estaban en su mano; Por tanto, ellos siguieron en tus pasos, Recibiendo dirección de ti,

    4 Cuando Moisés nos ordenó una ley, Como heredad a la congregación de Jacob.

    5 Y fue rey en Jesurún, Cuando se congregaron los jefes del pueblo Con las tribus de Israel.

    6 Viva Rubén, y no muera; Y no sean pocos sus varones.

    7 Y esta bendición profirió para Judá. Dijo así: Oye, oh Jehová, la voz de Judá, Y llévalo a su pueblo; Sus manos le basten, Y tú seas su ayuda contra sus enemigos.

    8 A Leví dijo: Tu Tumim y tu Urim sean para tu varón piadoso, A quien probaste en Masah, Con quien contendiste en las aguas de Meriba,

    9 Quien dijo de su padre y de su madre: Nunca los he visto; Y no reconoció a sus hermanos, Ni a sus hijos conoció; Pues ellos guardaron tus palabras, Y cumplieron tu pacto.

    10 Ellos enseñarán tus juicios a Jacob, Y tu ley a Israel; Pondrán el incienso delante de ti, Y el holocausto sobre tu altar.

    11 Bendice, oh Jehová, lo que hicieren, Y recibe con agrado la obra de sus manos; Hiere los lomos de sus enemigos, Y de los que lo aborrecieren, para que nunca se levanten.

    12 A Benjamín dijo: El amado de Jehová habitará confiado cerca de él; Lo cubrirá siempre, Y entre sus hombros morará.

    13 A José dijo: Bendita de Jehová sea tu tierra, Con lo mejor de los cielos, con el rocío, Y con el abismo que está abajo.

    14 Con los más escogidos frutos del sol, Con el rico producto de la luna,

    15 Con el fruto más fino de los montes antiguos, Con la abundancia de los collados eternos,

    16 Y con las mejores dádivas de la tierra y su plenitud; Y la gracia del que habitó en la zarza Venga sobre la cabeza de José, Y sobre la frente de aquel que es príncipe entre sus hermanos.

    17 Como el primogénito de su toro es su gloria, Y sus astas como astas de búfalo; Con ellas acorneará a los pueblos juntos hasta los fines de la tierra; Ellos son los diez millares de Efraín, Y ellos son los millares de Manasés.

    18 A Zabulón dijo: Alégrate, Zabulón, cuando salieres; Y tú, Isacar, en tus tiendas.

    19 Llamarán a los pueblos a su monte; Allí sacrificarán sacrificios de justicia, Por lo cual chuparán la abundancia de los mares, Y los tesoros escondidos de la arena.

    20 A Gad dijo: Bendito el que hizo ensanchar a Gad; Como león reposa, Y arrebata brazo y testa.

    21 Escoge lo mejor de la tierra para sí, Porque allí le fue reservada la porción del legislador. Y vino en la delantera del pueblo; Con Israel ejecutó los mandatos y los justos decretos de Jehová.

    22 A Dan dijo: Dan es cachorro de león Que salta desde Basán.

    23 A Neftalí dijo: Neftalí, saciado de favores, Y lleno de la bendición de Jehová, Posee el occidente y el sur.

    24 A Aser dijo: Bendito sobre los hijos sea Aser; Sea el amado de sus hermanos, Y moje en aceite su pie.

    25 Hierro y bronce serán tus cerrojos, Y como tus días serán tus fuerzas.

    26 No hay como el Dios de Jesurún, Quien cabalga sobre los cielos para tu ayuda, Y sobre las nubes con su grandeza.

    27 El eterno Dios es tu refugio, Y acá abajo los brazos eternos; El echó de delante de ti al enemigo, Y dijo: Destruye.

    28 E Israel habitará confiado, la fuente de Jacob habitará sola En tierra de grano y de vino; También sus cielos destilarán rocío.

    29 Bienaventurado tú, oh Israel. ¿Quién como tú, Pueblo salvo por Jehová, Escudo de tu socorro, Y espada de tu triunfo? Así que tus enemigos serán humillados, Y tú hollarás sobre sus alturas.

    Deuteronomio 34:7

    7 Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.

    El mismo Dios lo sepultó en el valle (Dt. 34:6). 

    Deuteronomio 34:6

    6 Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.

    Bibliografía: 

    Véanse las bibliografías correspondientes a GÉNESIS, ÉXODO, LEVÍTICO, NÚMEROS, DEUTERONOMIO, CREACIÓN, DILUVIO, EGIPTO, ÉXODO (artículo específico no sobre el libro, sino sobre la marcha de Egipto), PENTATEUCO.

  • DICCIONARIO
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  • Moisés (Vida)

    (Heb. «Mõsheh», «sacado de», pero la raíz egipcia es «ms’»: «hijo, niño»). La hija de Faraón dio el nombre de «hijo» a aquel que había sacado de las aguas (el mismo nombre se llama en Tutmose, Ahmose: hijo de Tut, de Ah, etc.). 

    El gran caudillo y legislador de las hebreos; levita, de la familia de Coat, de la casa de Amram (Éx. 6:18, 20). 

    Éxodo 6:18, 20

    18 Y los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Y los años de la vida de Coat fueron ciento treinta y tres años.

    20 Y Amram tomó por mujer a Jocabed su tía, la cual dio a luz a Aarón y a Moisés. Y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años.

    Su madre se llamaba Jocabed (Éx. 6:20). 

    Éxodo 6:20

    20 Y Amram tomó por mujer a Jocabed su tía, la cual dio a luz a Aarón y a Moisés. Y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años.

    El edicto que ordenaba arrojar a los niños varones hebreos recién nacidos a las aguas del Nilo puso en peligro la vida de Moisés. Su madre lo escondió durante tres meses en su casa; era de hermosa apariencia (Hch. 7:20). 

    Hechos 7:20

    20 En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre.

    No pudiéndolo esconder ya más, lo puso en una arca hecha de juncos, hermetizándola con asfalto y brea, y la puso entre los juncos en el río. 

    La madre ordenó a su hija María, entonces adolescente, que vigilara la arquilla. La hija de Faraón descendió, junto con su séquito, para bañarse. 

    Según Josefo se llamaba Thermutis (Ant. 2:9, 5). Courville indica una identificación ya señalada hace tiempo. Se da la existencia de una leyenda afirmando que el padre adoptivo de Moisés se llamaba Chenefres. 

    El profesor Wiedemann señaló la similitud del nombre de Sebek-hotep III, Kha-nefer-re con Chenefres, rey cuya esposa Merrhis, según una leyenda, crió a Moisés. Otro nombre de la esposa de Chenefres era Sebeknefrure. Esta posible identificación fue descartada, sin embargo, porque según la cronología convencional de Egipto quedaba fuera del posible marco histórico de Moisés. 

    Sin embargo, en la cronología revisada sí que se halla en el mismo marco histórico. Courville da asimismo buenas razones para la posible identificación de Moisés, en el marco de la cronología revisada, con Amenemhet IV, que fue corregente durante nueve años, como príncipe de la dinastía XII. 

    Courville señala asimismo el hecho curioso de que se han descubierto todas las tumbas de todos los reyes de esta dinastía, a excepción de la de Amenemhet IV. Esto pone bajo una luz nueva las palabras de Pablo en Hebreos: «Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado» (He. 11:24, 25). 

    Hebreos 11:24, 25

    24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,

    25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,

    (Véanse también EGIPTO, ÉXODO; cfr. D. E. Courville en Bibliografía). Al ver la princesa egipcia la arquilla, la hizo abrir, y, reconociendo que el niño que lloraba era hebreo, tuvo lástima de él. Entonces María, con una admirable presencia de ánimo, preguntó a la princesa si le daba permiso para conseguir una nodriza para el niño, a lo que la princesa accedió. 

    De esta manera, Moisés recibió su primera formación de manos de su propia madre bajo la protección de la hija de Faraón. Cuando fue destetado (a la edad que se puede suponer de tres años, cfr. 1 S. 1:24), lo llevó a la princesa, que lo adoptó, y le puso por nombre Moisés, nombre que a la vez recordaría que lo había sacado de las aguas y que lo había adoptado como hijo (Éx. 2:1-10). 

    1 Samuel 1:24

    24 Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño.

    Éxodo 2:1-10

    Nacimiento de Moisés

    1 Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví,

    2 la que concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses.

    3 Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río.

    4 Y una hermana suya se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería.

    5 Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase.

    6 Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste.

    7 Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño?

    8 Y la hija de Faraón respondió: Ve. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño,

    9 a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crió.

    10 Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué.

    Moisés recibió una educación aristocrática, y fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios (Hch. 7:22), la nación más civilizada de aquella época. 

    Hechos 7:22

    22 Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras.

    Aquel niño estaba destinado a elevadas funciones en Egipto, y estaba en la línea del trono, por cuanto la hija de Faraón debía casarse con su hermano varón heredero del trono, con lo que el hijo de ella era a su vez heredero del trono. 

    Pero Dios lo estaba preparando para caudillo del pueblo hebreo. Moisés, extremadamente dotado, recibió la instrucción necesaria para la gran tarea que le esperaba. Los descubrimientos de las pirámides y otros diversos monumentos han evidenciado lo extendida que estaba la escritura en aquella época, así como también las tabletas cuneiformes de Egla muestran el antiguo uso de la escritura silábica por gran parte del Oriente Medio (véase MARDIKH [TELL]). 

    Es indudable que el joven príncipe aprendió a escribir los jeroglíficos egipcios, el acadio cuneiforme, y una escritura ya alfabética como la de Ugarit, que era casi idéntica con la del hebreo. Moisés se familiarizó con la corte egipcia, con sus grandes personajes, con la pompa de las celebraciones religiosas, con la suntuosa exhibición de los ritos y de los símbolos, con la corriente literaria y artística de su época, y con la administración de la justicia. 

    Sin embargo, Moisés no olvidó nunca su origen, y creía en las promesas hechas a su pueblo. Hacia el final de su estancia en Egipto, había ya comprendido que Dios lo llamaba a ser el juez y liberador de los israelitas. Viendo que un egipcio golpeaba a un hebreo, dio muerte al egipcio, y escondió su cuerpo en la arena. 

    Al día siguiente, viendo a dos israelitas que se peleaban, los quiso reconciliar. Uno de ellos le dirigió estas palabras: «¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio?» (Éx. 2:14). 

    Éxodo 2:14

    14 Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto.Sabiendo entonces que su acción había sido observada y que el hecho era sabido, y que Faraón buscaba darle muerte, Moisés huyó al país de Madián. 

    Así renunció al título de hijo de la hija de Faraón, y se asoció de manera clara con el pueblo de Dios. Tenía entonces 40 años (Éx. 2:11-15; Hch. 7:23-28; He. 11:24, 25). 

    Éxodo 2:11-15 

    Moisés huye de Egipto

    11 En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos.

    12 Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.

    13 Al día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo?

    14 Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto.

    15 Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián.

    Hechos 7:23-28

    23 Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel.

    24 Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido.

    25 Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así.

    26 Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro?

    27 Entonces el que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros?

    28 ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio?

    Hebreos 11:24, 25

    24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,

    25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,Llegado a Madián, Moisés ayudó a las hijas del sacerdote Jetro a abrevar sus rebaños. Jetro le ofreció hospitalidad, le dio trabajo y le dio Séfora, una de sus hijas, como esposa, con la que Moisés tuvo 2 hijos: Gersón y Eliezer (Éx. 2:22; 18:3, 4). 

    Éxodo 2:22 

    22 Y ella le dio a luz un hijo; y él le puso por nombre Gersón, porque dijo: Forastero soy en tierra ajena.

    Éxodo 18:3, 4

    3 y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena;

    4 y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón.

    Moró 40 años en Madián (Hch. 7:30), participando de la vida de un pueblo que descendía de Abraham y que posiblemente adoraba al mismo Dios que él (cfr. Éx. 18:10-12). 

    Hechos 7:30

    30 Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza.

    Éxodo 18:10-12

    10 Y Jetro dijo: Bendito sea Jehová, que os libró de mano de los egipcios, y de la mano de Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios.

    11 Ahora conozco que Jehová es más grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos.

    12 Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel para comer con el suegro de Moisés delante de Dios.

    Este nuevo período de preparación puso a Moisés en estrecho contacto con Jetro, cabeza de una tribu de madianitas, sacerdote dotado de mucho discernimiento (Éx. 18). 

    Éxodo 18

    Jetro visita a Moisés

    1 Oyó Jetro sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto.

    2 Y tomó Jetro suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés, después que él la envió,

    3 y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena;

    4 y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón.

    5 Y Jetro el suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moisés en el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios;

    6 y dijo a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella.

    7 Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo besó; y se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y vinieron a la tienda.

    8 Y Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho a Faraón y a los egipcios por amor de Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo los había librado Jehová.

    9 Y se alegró Jetro de todo el bien que Jehová había hecho a Israel, al haberlo librado de mano de los egipcios.

    10 Y Jetro dijo: Bendito sea Jehová, que os libró de mano de los egipcios, y de la mano de Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios.

    11 Ahora conozco que Jehová es más grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos.

    12 Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel para comer con el suegro de Moisés delante de Dios.

    Nombramiento de jueces

    13 Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.

    14 Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?

    15 Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios.

    16 Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes.

    17 Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces.

    18 Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.

    19 Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios.

    20 Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer.

    21 Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez.

    22 Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo.

    23 Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar.

    24 Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo.

    25 Escogió Moisés varones de virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez.

    26 Y juzgaban al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño.

    27 Y despidió Moisés a su suegro, y éste se fue a su tierra.

    Durante este período, el pensamiento religioso de Moisés maduró. Por otra parte, se familiarizó con los caminos del desierto, con sus recursos, con su clima y con la vida de sus moradores. La solemne grandeza de los espacios desérticos y su soledad profunda favorecían la meditación. Hacia el final de este período, el futuro caudillo de Israel vio un fenómeno asombroso: una zarza ardiendo, pero no se consumía. 

    En el momento en que se apartó del camino para observar aquello, oyó la llamada divina. El Señor rechazó las objeciones de Moisés tocantes: 

    (a) a su propia persona (Éx. 3:11); 

    Éxodo 3:11

    11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?

    (b) a su incapacidad de revelar al pueblo el nombre y el carácter del Dios que quería liberarlos (Éx. 3:13); 

    Éxodo 3:13

    13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?

    (c) su carencia de autoridad ante el pueblo (Éx. 4:1); 

    Éxodo 4:1

    1 Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová.

    (d) su pobre elocuencia (Éx. 4:10); 

    Éxodo 4:10

    10 Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.

    (e) finalmente, su rechazo expreso a partir (Éx. 4:13). 

    Éxodo 4:13

    13 Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.

    Ante la ira de Jehová, Moisés tuvo finalmente que obedecer, y el Señor le asignó Aarón como portavoz (Éx. 4:14- 17). 

    Éxodo 4:14-17

    14 Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.

    15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.

    16 Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.

    17 Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.

    Moisés salió hacia Egipto con su esposa Séfora y sus dos hijos (Éx. 4:18-20), uno de los cuales, indudablemente el menor, no había recibido aún la circuncisión a causa de la oposición de la madre. 

    Éxodo 4:18-20

    Moisés vuelve a Egipto

    18 Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz.

    19 Dijo también Jehová a Moisés en Madián: Ve y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte.

    20 Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano.

    Al ceder a ella, Moisés había desobedecido la instrucción divina, y se había demostrado incompetente para llevar a cabo la magna misión que tenía encomendada. 

    Culpable de haber descuidado la señal del pacto, Moisés fue confrontado en una posada, una noche, por el mismo Señor, de una manera que no se especifica, pero poniendo en grave peligro su vida. Séfora, deseosa de salvar a su marido, ejecutó ella misma la operación, exclamando: «A la verdad tú me eres un esposo de sangre» (Éx. 4:24-26). 

    Éxodo 4:24-26

    24 Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo.

    25 Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre.

    26 Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión.

    Moisés y Aarón se presentaron en numerosas ocasiones a Faraón para comunicarle que Dios exigía la partida de los israelitas. El rechazo del rey a obedecer atrajo sobre él mismo y sobre su pueblo las diez plagas (Éx. 5-13:16). 

    Cuando llegó el momento del éxodo, Moisés, bajo orden de Jehová, acaudilló a los hebreos. En el monte Sinaí Dios se manifestó a Moisés de una manera muy personal; el pueblo oyó la voz de Dios, pero sólo el profeta fue admitido a hablar con Jehová como un amigo (Éx. 24:9-11; 33:11, 17-23; 34:5-29). 

    Éxodo 24:9-11 

    9 Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel;

    10 y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.

    11 Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron.

    Éxodo 33:11, 17-23 

    11 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

    17 Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.

    18 El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria.

    19 Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.

    20 Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.

    21 Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña;

    22 y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.

    23 Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.

    Éxodo 34:5-29

    5 Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová.

    6 Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;

    7 que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.

    8 Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró.

    9 Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad.

    10 Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo.

    Advertencia contra la idolatría de Canaán

    11 Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo.

    12 Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti.

    13 Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera.

    14 Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es.

    15 Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios;

    16 o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas.

    17 No te harás dioses de fundición.

    Fiestas anuales

    18 La fiesta de los panes sin levadura guardarás; siete días comerás pan sin levadura, según te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib; porque en el mes de Abib saliste de Egipto.

    19 Todo primer nacido, mío es; y de tu ganado todo primogénito de vaca o de oveja, que sea macho.

    20 Pero redimirás con cordero el primogénito del asno; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. Redimirás todo primogénito de tus hijos; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías.

    21 Seis días trabajarás, mas en el séptimo día descansarás; aun en la arada y en la siega, descansarás.

    22 También celebrarás la fiesta de las semanas, la de las primicias de la siega del trigo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año.

    23 Tres veces en el año se presentará todo varón tuyo delante de Jehová el Señor, Dios de Israel.

    24 Porque yo arrojaré a las naciones de tu presencia, y ensancharé tu territorio; y ninguno codiciará tu tierra, cuando subas para presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces en el año.

    25 No ofrecerás cosa leudada junto con la sangre de mi sacrificio, ni se dejará hasta la mañana nada del sacrificio de la fiesta de la pascua.

    26 Las primicias de los primeros frutos de tu tierra llevarás a la casa de Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

    Moisés y las tablas de la ley

    27 Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel.

    28 Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos.

    29 Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.

    El Dios de Israel fue revelando gradualmente a su servidor lo que debía enseñar al pueblo. Así es como Moisés recibió en el monte los Diez Mandamiento y las leyes que los acompañaban (véase TEOCRACIA). Inmediatamente después, el profeta pasó sobre el monte cuarenta días de ayuno, en el curso de los cuales Dios le reveló la forma, las dimensiones, los materiales y los utensilios del Tabernáculo que debería erigir en el desierto (véase TABERNÁCULO). 

    Asimismo, Moisés recibió las dos tablas de piedra en las que estaba grabado el Decálogo. Descubriendo a su descenso del monte que el pueblo se había entregado al culto del becerro de oro, Moisés, indignado, quebró las tablas de piedra. Este gesto hizo comprender al pueblo que el Pacto con Jehová estaba asimismo roto. Los levitas ejecutaron a continuación a todos los israelitas que se obstinaban en adorar al becerro de oro. 

    Después de haber actuado como juez, Moisés intercedió ante Dios en favor de los israelitas, ofreciendo incluso su propia salvación por la de ellos (Éx. 32:32; cfr. Ro. 9:3). 

    Éxodo 32:32 

    32 que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito.

    Romanos 9:3

    3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;

    Jehová se aplacó, y prometió quitar su ira de sobre Israel. Así, Dios ordenó a Moisés que subiera de nuevo al monte. El pueblo había violado las ordenanzas fundamentales del culto; la Ley fue dada otra vez sobre dos tablas nuevas semejantes a las primeras (Éx. 19; 20; 32-34). 

    Éxodo 19

    Israel en Sinaí

    1 En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí.

    2 Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte.

    3 Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:

    4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.

    5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.

    6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.

    7 Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado.

    8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo.

    9 Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová.

    10 Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos,

    11 y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí.

    12 Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá.

    13 No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte.

    14 Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos.

    15 Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no toquéis mujer.

    16 Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento.

    17 Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte.

    18 Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera.

    19 El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante.

    20 Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.

    21 Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos.

    22 Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga en ellos estrago.

    23 Moisés dijo a Jehová: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala límites al monte, y santifícalo.

    24 Y Jehová le dijo: Ve, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a Jehová, no sea que haga en ellos estrago.

    25 Entonces Moisés descendió y se lo dijo al pueblo.

    Éxodo 20 

    Los Diez Mandamientos

    1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:

    2 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

    3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.

    4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

    5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

    6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

    7 No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.

    8 Acuérdate del día de reposo para santificarlo.

    9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;

    10 mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.

    11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.

    12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.

    13 No matarás.

    14 No cometerás adulterio.

    15 No hurtarás.

    16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

    17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

    El terror del pueblo

    18 Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos.

    19 Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.

    20 Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.

    21 Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios.

    22 Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros.

    23 No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.

    24 Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.

    25 Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás.

    26 No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.

    Éxodo 32

    1 Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.

    2 Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos.

    3 Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón;

    4 y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.

    5 Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová.

    6 Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse.

    7 Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.

    8 Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.

    9 Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz.

    10 Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande.

    11 Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?

    12 ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo.

    13 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre.

    14 Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo.

    15 Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas.

    16 Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas.

    17 Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento.

    18 Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo.

    19 Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte.

    20 Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel.

    21 Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado?

    22 Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal.

    23 Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.

    24 Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro.

    25 Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos,

    26 se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví.

    27 Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente.

    28 Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres.

    29 Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros.

    30 Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado.

    31 Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro,

    32 que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito.

    33 Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro.

    34 Ve, pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; pero en el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado.

    35 Y Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón.

    Éxodo 33

    La presencia de Dios prometida

    1 Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré;

    2 y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo

    3 (a la tierra que fluye leche y miel); pero yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino.

    4 Y oyendo el pueblo esta mala noticia, vistieron luto, y ninguno se puso sus atavíos.

    5 Porque Jehová había dicho a Moisés: Di a los hijos de Israel: Vosotros sois pueblo de dura cerviz; en un momento subiré en medio de ti, y te consumiré. Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que yo sepa lo que te he de hacer.

    6 Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb.

    7 Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera que buscaba a Jehová, salía al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento.

    8 Y sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba en el tabernáculo.

    9 Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés.

    10 Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba.

    11 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

    12 Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos.

    13 Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.

    14 Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.

    15 Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.

    16 ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?

    17 Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.

    18 El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria.

    19 Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.

    20 Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.

    21 Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña;

    22 y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.

    23 Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.

    Éxodo 34

    El pacto renovado

    1 Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste.

    2 Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte.

    3 Y no suba hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte.

    4 Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra.

    5 Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová.

    6 Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;

    7 que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.

    8 Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró.

    9 Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad.

    10 Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo.

    Advertencia contra la idolatría de Canaán

    11 Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo.

    12 Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti.

    13 Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera.

    14 Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es.

    15 Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios;

    16 o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas.

    17 No te harás dioses de fundición.

    Fiestas anuales

    18 La fiesta de los panes sin levadura guardarás; siete días comerás pan sin levadura, según te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib; porque en el mes de Abib saliste de Egipto.

    19 Todo primer nacido, mío es; y de tu ganado todo primogénito de vaca o de oveja, que sea macho.

    20 Pero redimirás con cordero el primogénito del asno; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. Redimirás todo primogénito de tus hijos; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías.

    21 Seis días trabajarás, mas en el séptimo día descansarás; aun en la arada y en la siega, descansarás.

    22 También celebrarás la fiesta de las semanas, la de las primicias de la siega del trigo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año.

    23 Tres veces en el año se presentará todo varón tuyo delante de Jehová el Señor, Dios de Israel.

    24 Porque yo arrojaré a las naciones de tu presencia, y ensancharé tu territorio; y ninguno codiciará tu tierra, cuando subas para presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces en el año.

    25 No ofrecerás cosa leudada junto con la sangre de mi sacrificio, ni se dejará hasta la mañana nada del sacrificio de la fiesta de la pascua.

    26 Las primicias de los primeros frutos de tu tierra llevarás a la casa de Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

    Moisés y las tablas de la ley

    27 Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel.

    28 Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos.

    29 Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.

    30 Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse a él.

    31 Entonces Moisés los llamó; y Aarón y todos los príncipes de la congregación volvieron a él, y Moisés les habló.

    32 Después se acercaron todos los hijos de Israel, a los cuales mandó todo lo que Jehová le había dicho en el monte Sinaí.

    33 Y cuando acabó Moisés de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro.

    34 Cuando venía Moisés delante de Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía; y saliendo, decía a los hijos de Israel lo que le era mandado.

    35 Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios.

    En las dos ocasiones en que pasó cuarenta días en el monte, Moisés no comió ni bebió (Éx. 24:18; 34:28; Dt. 9:9, 18). 

    Éxodo 24:18 

    18 Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.

    Éxodo 34:28 

    28 Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos.

    Deuteronomio 9:9, 18

    9 Cuando yo subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que Jehová hizo con vosotros, estuve entonces en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua;

    18 Y me postré delante de Jehová como antes, cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo vuestro pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Jehová para enojarlo.

    Más adelante, Elías observaría un ayuno idéntico (1 R. 19:8). 

    1 Reyes 19:8

    8 Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.

    Los ayunos de estos dos profetas prefigurarían el de Jesús (Mt. 2:4). 

    Mateo 2:4

    4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.

    El nombre de Moisés quedará asociado para siempre a las leyes promulgadas en el Sinaí y en el desierto (véanse LEVÍTICO, NÚMEROS). Cuando Moisés descendió del Sinaí después del segundo ayuno de cuarenta días, surgían rayos luminosos (heb. «cuernos») de su faz, de manera que el pueblo tuvo temor de aproximarse a él (Éx. 34:29). 

    Éxodo 34:29

    29 Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.

    Moisés, sin embargo, los reunió y les comunicó las órdenes de Jehová. En Nm. 12:1 se habla de una mujer etíope que Moisés tenía, acerca de la cual Aarón y María le recriminaron. 

    Números 12:1

    María y Aarón murmuran contra Moisés

    1 María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita.

    Ésta es la única alusión bíblica a esta persona. Los comentaristas judíos creen por lo general que se trata de Séfora, hija del sacerdote de Madián, cuya muerte no está registrada (Éx. 2:21; 4:25; 18:2-6). 

    Éxodo 2:21 

    21 Y Moisés convino en morar con aquel varón; y él dio su hija Séfora por mujer a Moisés.

    Éxodo 4:25 

    25 Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre.

    Éxodo 18:2-6

    2 Y tomó Jetro suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés, después que él la envió,

    3 y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena;

    4 y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón.

    5 Y Jetro el suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moisés en el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios;

    6 y dijo a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella.

    Los judíos de época más tardía afirman que la etíope en cuestión era una princesa llamada Tharbis, convertida en mujer de Moisés cuando éste condujo una expedición militar en Etiopía en la época en que formaba aún parte de la corte de Faraón (Ant. 2:10, 2). 

    Aunque muchos lo han descartado por completo, este relato puede sin embargo tener elementos verdaderamente históricos. Poco después de pasar a Cades, Coré y otros príncipes se rebelaron contra Moisés y Aarón, pero Dios los destruyó (Nm. 16; véase CORÉ). 

    Números 16

    La rebelión de Coré

    1 Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente,

    2 y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre.

    3 Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?

    4 Cuando oyó esto Moisés, se postró sobre su rostro;

    5 y habló a Coré y a todo su séquito, diciendo: Mañana mostrará Jehová quién es suyo, y quién es santo, y hará que se acerque a él; al que él escogiere, él lo acercará a sí.

    6 Haced esto: tomaos incensarios, Coré y todo su séquito,

    7 y poned fuego en ellos, y poned en ellos incienso delante de Jehová mañana; y el varón a quien Jehová escogiere, aquel será el santo; esto os baste, hijos de Leví.

    8 Dijo más Moisés a Coré: Oíd ahora, hijos de Leví:

    9 ¿Os es poco que el Dios de Israel os haya apartado de la congregación de Israel, acercándoos a él para que ministréis en el servicio del tabernáculo de Jehová, y estéis delante de la congregación para ministrarles,

    10 y que te hizo acercar a ti, y a todos tus hermanos los hijos de Leví contigo? ¿Procuráis también el sacerdocio?

    11 Por tanto, tú y todo tu séquito sois los que os juntáis contra Jehová; pues Aarón, ¿qué es, para que contra él murmuréis?

    12 Y envió Moisés a llamar a Datán y Abiram, hijos de Eliab; mas ellos respondieron: No iremos allá.

    13 ¿Es poco que nos hayas hecho venir de una tierra que destila leche y miel, para hacernos morir en el desierto, sino que también te enseñorees de nosotros imperiosamente?

    14 Ni tampoco nos has metido tú en tierra que fluya leche y miel, ni nos has dado heredades de tierras y viñas. ¿Sacarás los ojos de estos hombres? No subiremos.

    15 Entonces Moisés se enojó en gran manera, y dijo a Jehová: No mires a su ofrenda; ni aun un asno he tomado de ellos, ni a ninguno de ellos he hecho mal.

    16 Después dijo Moisés a Coré: Tú y todo tu séquito, poneos mañana delante de Jehová; tú, y ellos, y Aarón;

    17 y tomad cada uno su incensario y poned incienso en ellos, y acercaos delante de Jehová cada uno con su incensario, doscientos cincuenta incensarios; tú también, y Aarón, cada uno con su incensario.

    18 Y tomó cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, y echaron en ellos incienso, y se pusieron a la puerta del tabernáculo de reunión con Moisés y Aarón.

    19 Ya Coré había hecho juntar contra ellos toda la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión; entonces la gloria de Jehová apareció a toda la congregación.

    20 Y Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo:

    21 Apartaos de entre esta congregación, y los consumiré en un momento.

    22 Y ellos se postraron sobre sus rostros, y dijeron: Dios, Dios de los espíritus de toda carne, ¿no es un solo hombre el que pecó? ¿Por qué airarte contra toda la congregación?

    23 Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo:

    24 Habla a la congregación y diles: Apartaos de en derredor de la tienda de Coré, Datán y Abiram.

    25 Entonces Moisés se levantó y fue a Datán y a Abiram, y los ancianos de Israel fueron en pos de él.

    26 Y él habló a la congregación, diciendo: Apartaos ahora de las tiendas de estos hombres impíos, y no toquéis ninguna cosa suya, para que no perezcáis en todos sus pecados.

    27 Y se apartaron de las tiendas de Coré, de Datán y de Abiram en derredor; y Datán y Abiram salieron y se pusieron a las puertas de sus tiendas, con sus mujeres, sus hijos y sus pequeñuelos.

    28 Y dijo Moisés: En esto conoceréis que Jehová me ha enviado para que hiciese todas estas cosas, y que no las hice de mi propia voluntad.

    29 Si como mueren todos los hombres murieren éstos, o si ellos al ser visitados siguen la suerte de todos los hombres, Jehová no me envió.

    30 Mas si Jehová hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus cosas, y descendieren vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres irritaron a Jehová.

    31 Y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos.

    32 Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes.

    33 Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación.

    34 Y todo Israel, los que estaban en derredor de ellos, huyeron al grito de ellos; porque decían: No nos trague también la tierra.

    35 También salió fuego de delante de Jehová, y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso.

    36 Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo:

    37 Di a Eleazar hijo del sacerdote Aarón, que tome los incensarios de en medio del incendio, y derrame más allá el fuego; porque son santificados

    38 los incensarios de estos que pecaron contra sus almas; y harán de ellos planchas batidas para cubrir el altar; por cuanto ofrecieron con ellos delante de Jehová, son santificados, y serán como señal a los hijos de Israel.

    39 Y el sacerdote Eleazar tomó los incensarios de bronce con que los quemados habían ofrecido; y los batieron para cubrir el altar,

    40 en recuerdo para los hijos de Israel, de que ningún extraño que no sea de la descendencia de Aarón se acerque para ofrecer incienso delante de Jehová, para que no sea como Coré y como su séquito; según se lo dijo Jehová por medio de Moisés.

    41 El día siguiente, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo: Vosotros habéis dado muerte al pueblo de Jehová.

    42 Y aconteció que cuando se juntó la congregación contra Moisés y Aarón, miraron hacia el tabernáculo de reunión, y he aquí la nube lo había cubierto, y apareció la gloria de Jehová.

    43 Y vinieron Moisés y Aarón delante del tabernáculo de reunión.

    44 Y Jehová habló a Moisés, diciendo:

    45 Apartaos de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento. Y ellos se postraron sobre sus rostros.

    46 Y dijo Moisés a Aarón: Toma el incensario, y pon en él fuego del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a la congregación, y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la presencia de Jehová; la mortandad ha comenzado.

    47 Entonces tomó Aarón el incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; y he aquí que la mortandad había comenzado en el pueblo; y él puso incienso, e hizo expiación por el pueblo,

    48 y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad.

    49 Y los que murieron en aquella mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos por la rebelión de Coré.

    50 Después volvió Aarón a Moisés a la puerta del tabernáculo de reunión, cuando la mortandad había cesado.

    La segunda vez que plantaron sus reales en Cades, los mismos Moisés y Aarón desobedecieron a Dios (Nm. 20). 

    Números 20

    Agua de la roca

    1 Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Zin, en el mes primero, y acampó el pueblo en Cades; y allí murió María, y allí fue sepultada.

    2 Y porque no había agua para la congregación, se juntaron contra Moisés y Aarón.

    3 Y habló el pueblo contra Moisés, diciendo: ¡Ojalá hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos delante de Jehová!

    4 ¿Por qué hiciste venir la congregación de Jehová a este desierto, para que muramos aquí nosotros y nuestras bestias?

    5 ¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto, para traernos a este mal lugar? No es lugar de sementera, de higueras, de viñas ni de granadas; ni aun de agua para beber.

    6 Y se fueron Moisés y Aarón de delante de la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión, y se postraron sobre sus rostros; y la gloria de Jehová apareció sobre ellos.

    7 Y habló Jehová a Moisés, diciendo:

    8 Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias.

    9 Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová, como él le mandó.

    10 Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?

    11 Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias.

    12 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado.

    13 Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con Jehová, y él se santificó en ellos.

    Edom rehúsa dar paso a Israel

    14 Envió Moisés embajadores al rey de Edom desde Cades, diciendo: Así dice Israel tu hermano: Tú has sabido todo el trabajo que nos ha venido;

    15 cómo nuestros padres descendieron a Egipto, y estuvimos en Egipto largo tiempo, y los egipcios nos maltrataron, y a nuestros padres;

    16 y clamamos a Jehová, el cual oyó nuestra voz, y envió un ángel, y nos sacó de Egipto; y he aquí estamos en Cades, ciudad cercana a tus fronteras.

    17 Te rogamos que pasemos por tu tierra. No pasaremos por labranza, ni por viña, ni beberemos agua de pozos; por el camino real iremos, sin apartarnos a diestra ni a siniestra, hasta que hayamos pasado tu territorio.

    18 Edom le respondió: No pasarás por mi país; de otra manera, saldré contra ti armado.

    19 Y los hijos de Israel dijeron: Por el camino principal iremos; y si bebiéremos tus aguas yo y mis ganados, daré el precio de ellas; déjame solamente pasar a pie, nada más.

    20 Pero él respondió: No pasarás. Y salió Edom contra él con mucho pueblo, y mano fuerte.

    21 No quiso, pues, Edom dejar pasar a Israel por su territorio, y se desvió Israel de él.

    Aarón muere en el Monte Hor

    22 Y partiendo de Cades los hijos de Israel, toda aquella congregación, vinieron al monte de Hor.

    23 Y Jehová habló a Moisés y a Aarón en el monte de Hor, en la frontera de la tierra de Edom, diciendo:

    24 Aarón será reunido a su pueblo, pues no entrará en la tierra que yo di a los hijos de Israel, por cuanto fuisteis rebeldes a mi mandamiento en las aguas de la rencilla.

    25 Toma a Aarón y a Eleazar su hijo, y hazlos subir al monte de Hor,

    26 y desnuda a Aarón de sus vestiduras, y viste con ellas a Eleazar su hijo; porque Aarón será reunido a su pueblo, y allí morirá.

    27 Y Moisés hizo como Jehová le mandó; y subieron al monte de Hor a la vista de toda la congregación.

    28 Y Moisés desnudó a Aarón de sus vestiduras, y se las vistió a Eleazar su hijo; y Aarón murió allí en la cumbre del monte, y Moisés y Eleazar descendieron del monte.

    29 Y viendo toda la congregación que Aarón había muerto, le hicieron duelo por treinta días todas la familias de Israel.

    Dios les había ordenado que hablaran a la roca para hacer salir agua de ella. Pero Moisés dijo al pueblo reunido allí; «¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?» Los dos hermanos se apartaban con esta actitud de su posición de dependencia con respecto a Dios. 

    Se ponían en lugar de Jehová, en tanto que había sido Él quien había conducido a los israelitas fuera del país de servidumbre, y que los había alimentado durante cuarenta años en el desierto. En lugar de actuar en nombre de Jehová, intervinieron en su propio nombre. Se glorificaron del poder que Dios les había otorgado. 

    A continuación, Moisés «golpeó» dos veces sobre la peña, en lugar de simplemente «hablarle» (cfr. Nm. 20:8). 

    Números 20:8

    8 Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias.

    Esta desobediencia fue de extrema gravedad. Aparte del hecho mismo de la desobediencia, la acción de golpear traicionó el significado típico de la roca, que era Cristo (cfr. 1 Co. 10:4). 

    1 Corintios 10:4

    4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.

    Cristo murió una sola vez por nosotros, y su sacrificio no se repite ya jamás. Los beneficios de su obra fluyen siempre en base a la obra efectuada una vez por siempre (cfr. He. 7:26-28; 9:23-28; 10:1-18; etc.). 

    Hebreos 7:26-28 

    26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos;

    27 que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

    28 Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.

    Hebreos 9:23-28 

    El sacrificio de Cristo quita el pecado

    23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.

    24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;

    25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.

    26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.

    27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,

    28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.

    Hebreos 10:1-18

    1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.

    2 De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado.

    3 Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados;

    4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.

    5 Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo.

    6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.

    7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí.

    8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley),

    9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.

    10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

    11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;

    12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,

    13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;

    14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

    15 Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:

    16 Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré,

    17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

    18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

    Y fue esta desobediencia capital lo que les privó de entrar en la Tierra Prometida. Pero este castigo tan severo no alteró en nada la fidelidad de Moisés hacia su Señor; reasumió su actitud de humildad y siguió conduciendo al pueblo en dirección a Canaán. 

    Dios le mandó que llevara a Aarón sobre el monte Hor y que transmitiera el sacerdocio a Eleazar, hijo de Aarón. En aquel monte murió Aarón (Nm. 20:22-29

    Números 20:22-29

    Aarón muere en el Monte Hor

    22 Y partiendo de Cades los hijos de Israel, toda aquella congregación, vinieron al monte de Hor.

    23 Y Jehová habló a Moisés y a Aarón en el monte de Hor, en la frontera de la tierra de Edom, diciendo:

    24 Aarón será reunido a su pueblo, pues no entrará en la tierra que yo di a los hijos de Israel, por cuanto fuisteis rebeldes a mi mandamiento en las aguas de la rencilla.

    25 Toma a Aarón y a Eleazar su hijo, y hazlos subir al monte de Hor,

    26 y desnuda a Aarón de sus vestiduras, y viste con ellas a Eleazar su hijo; porque Aarón será reunido a su pueblo, y allí morirá.

    27 Y Moisés hizo como Jehová le mandó; y subieron al monte de Hor a la vista de toda la congregación.

    28 Y Moisés desnudó a Aarón de sus vestiduras, y se las vistió a Eleazar su hijo; y Aarón murió allí en la cumbre del monte, y Moisés y Eleazar descendieron del monte.

    29 Y viendo toda la congregación que Aarón había muerto, le hicieron duelo por treinta días todas la familias de Israel.

    Cuando los israelitas fueron atacados por la plaga de serpientes ardientes, Moisés intercedió ante Dios, que le ordenó que levantara una serpiente de bronce sobre una asta. Todo aquel que contemplara la serpiente era sanado 

    El profeta introdujo al pueblo en el país de Sehón y de Og, y conquistó aquellas tierras para Israel. Con el campamento establecido en un valle de los montes de Abarim, pudo ver desde allí el país prometido a Abraham, a Isaac y a Jacob. 

    La emoción de Abraham se expresó en una oración: «Señor tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza y tu mano poderosa... Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano.» Pero el Señor respondió: «Basta, no me hables más de este asunto... no pasarás el Jordán» (Dt. 3:24-27). 

    Deuteronomio 3:24-27

    24 Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas?

    25 Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano.

    26 Pero Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová: Basta, no me hables más de este asunto.

    27 Sube a la cumbre del Pisga y alza tus ojos al oeste, y al norte, y al sur, y al este, y mira con tus propios ojos; porque no pasarás el Jordán.

    Se levantó el campamento y después fue vuelto a ser plantado en el valle de Sitim. Sabiendo que su muerte estaba ya cercana Moisés tomó las últimas disposiciones y dio su discurso de despedida al pueblo (véase DEUTERONOMIO). 

    Dios había designado a Josué como sucesor de Moisés. El anciano profeta puso al hijo de Num en presencia de Eleazar, el sumo sacerdote, y le impuso las manos a la vista de todo el pueblo que tenía que acaudillar (Nm. 27:18-23, Dt. 34.9). 

    Números 27:18-23 

    18 Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él;

    19 y lo pondrás delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación; y le darás el cargo en presencia de ellos.

    20 Y pondrás de tu dignidad sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca.

    21 El se pondrá delante del sacerdote Eleazar, y le consultará por el juicio del Urim delante de Jehová; por el dicho de él saldrán, y por el dicho de él entrarán, él y todos los hijos de Israel con él, y toda la congregación.

    22 Y Moisés hizo como Jehová le había mandado, pues tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar, y de toda la congregación;

    23 y puso sobre él sus manos, y le dio el cargo, como Jehová había mandado por mano de Moisés.

    Deuteronomio 34:9

    9 Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.

    Moisés llevó, a continuación, a Josué a la entrada del tabernáculo de reunión a fin de que Jehová diera las instrucciones al nuevo jefe de Israel (Dt. 31:14, 23). 

    Deuteronomio 31:14, 23

    14 Y Jehová dijo a Moisés: He aquí se ha acercado el día de tu muerte; llama a Josué, y esperad en el tabernáculo de reunión para que yo le dé el cargo. Fueron, pues, Moisés y Josué, y esperaron en el tabernáculo de reunión.

    23 Y dio orden a Josué hijo de Nun, y dijo: Esfuérzate y anímate, pues tú introducirás a los hijos de Israel en la tierra que les juré, y yo estaré contigo.

    Después Moisés enseñó al pueblo un cántico lleno de sabiduría divina (Dt. 32), dio su bendición a las distintas tribus (Dt. 33), ascendió al monte Nebo, desde donde contempló la Tierra Prometida, y murió a la edad de 120 años sobre la cumbre del Pisga. «Sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor» (Dt. 34:7). 

    Deuteronomio 32

    1 Escuchad, cielos, y hablaré; Y oiga la tierra los dichos de mi boca.

    2 Goteará como la lluvia mi enseñanza; Destilará como el rocío mi razonamiento; Como la llovizna sobre la grama, Y como las gotas sobre la hierba;

    3 Porque el nombre de Jehová proclamaré. Engrandeced a nuestro Dios.

    4 El es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto.

    5 La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, Generación torcida y perversa.

    6 ¿Así pagáis a Jehová, Pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que te creó? El te hizo y te estableció.

    7 Acuérdate de los tiempos antiguos, Considera los años de muchas generaciones; Pregunta a tu padre, y él te declarará; A tus ancianos, y ellos te dirán.

    8 Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, Cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, Estableció los límites de los pueblos Según el número de los hijos de Israel.

    9 Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó.

    10 Le halló en tierra de desierto, Y en yermo de horrible soledad; Lo trajo alrededor, lo instruyó, Lo guardó como a la niña de su ojo.

    11 Como el águila que excita su nidada, Revolotea sobre sus pollos, Extiende sus alas, los toma, Los lleva sobre sus plumas,

    12 Jehová solo le guió, Y con él no hubo dios extraño.

    13 Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, Y comió los frutos del campo, E hizo que chupase miel de la peña, Y aceite del duro pedernal;

    14 Mantequilla de vacas y leche de ovejas, Con grosura de corderos, Y carneros de Basán; también machos cabríos, Con lo mejor del trigo; Y de la sangre de la uva bebiste vino.

    15 Pero engordó Jesurún, y tiró coces (Engordaste, te cubriste de grasa); Entonces abandonó al Dios que lo hizo, Y menospreció la Roca de su salvación.

    16 Le despertaron a celos con los dioses ajenos; Lo provocaron a ira con abominaciones.

    17 Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; A dioses que no habían conocido, A nuevos dioses venidos de cerca, Que no habían temido vuestros padres.

    18 De la Roca que te creó te olvidaste; Te has olvidado de Dios tu creador.

    19 Y lo vio Jehová, y se encendió en ira Por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas.

    20 Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro, Veré cuál será su fin; Porque son una generación perversa, Hijos infieles.

    21 Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; Me provocaron a ira con sus ídolos; Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, Los provocaré a ira con una nación insensata.

    22 Porque fuego se ha encendido en mi ira, Y arderá hasta las profundidades del Seol; Devorará la tierra y sus frutos, Y abrasará los fundamentos de los montes.

    23 Yo amontonaré males sobre ellos; Emplearé en ellos mis saetas.

    24 Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente Y de peste amarga; Diente de fieras enviaré también sobre ellos, Con veneno de serpientes de la tierra.

    25 Por fuera desolará la espada, Y dentro de las cámaras el espanto; Así al joven como a la doncella, Al niño de pecho como al hombre cano.

    26 Yo había dicho que los esparciría lejos, Que haría cesar de entre los hombres la memoria de ellos,

    27 De no haber temido la provocación del enemigo, No sea que se envanezcan sus adversarios, No sea que digan: Nuestra mano poderosa Ha hecho todo esto, y no Jehová.

    28 Porque son nación privada de consejos, Y no hay en ellos entendimiento.

    29 ¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto, Y se dieran cuenta del fin que les espera!

    30 ¿Cómo podría perseguir uno a mil, Y dos hacer huir a diez mil, Si su Roca no los hubiese vendido, Y Jehová no los hubiera entregado?

    31 Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca, Y aun nuestros enemigos son de ello jueces.

    32 Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos, Y de los campos de Gomorra; Las uvas de ellos son uvas ponzoñosas, Racimos muy amargos tienen.

    33 Veneno de serpientes es su vino, Y ponzoña cruel de áspides.

    34 ¿No tengo yo esto guardado conmigo, Sellado en mis tesoros?

    35 Mía es la venganza y la retribución; A su tiempo su pie resbalará, Porque el día de su aflicción está cercano, Y lo que les está preparado se apresura.

    36 Porque Jehová juzgará a su pueblo, Y por amor de sus siervos se arrepentirá, Cuando viere que la fuerza pereció, Y que no queda ni siervo ni libre.

    37 Y dirá: ¿Dónde están sus dioses, La roca en que se refugiaban;

    38 Que comían la grosura de sus sacrificios, Y bebían el vino de sus libaciones? Levántense, que os ayuden Y os defiendan.

    39 Ved ahora que yo, yo soy, Y no hay dioses conmigo; Yo hago morir, y yo hago vivir; Yo hiero, y yo sano; Y no hay quien pueda librar de mi mano.

    40 Porque yo alzaré a los cielos mi mano, Y diré: Vivo yo para siempre,

    41 Si afilare mi reluciente espada, Y echare mano del juicio, Yo tomaré venganza de mis enemigos, Y daré la retribución a los que me aborrecen.

    42 Embriagaré de sangre mis saetas, Y mi espada devorará carne; En la sangre de los muertos y de los cautivos, En las cabezas de larga cabellera del enemigo.

    43 Alabad, naciones, a su pueblo, Porque él vengará la sangre de sus siervos, Y tomará venganza de sus enemigos, Y hará expiación por la tierra de su pueblo.

    44 Vino Moisés y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Josué hijo de Nun.

    45 Y acabó Moisés de recitar todas estas palabras a todo Israel;

    46 y les dijo: Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley.

    47 Porque no os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.

    Se le permite a Moisés contemplar la tierra de Canaán

    48 Y habló Jehová a Moisés aquel mismo día, diciendo:

    49 Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, situado en la tierra de Moab que está frente a Jericó, y mira la tierra de Canaán, que yo doy por heredad a los hijos de Israel;

    50 y muere en el monte al cual subes, y sé unido a tu pueblo, así como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fue unido a su pueblo;

    51 por cuanto pecasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel.

    52 Verás, por tanto, delante de ti la tierra; mas no entrarás allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel.

    Deuteronomio 33

    Moisés bendice a las doce tribus de Israel

    1 Esta es la bendición con la cual bendijo Moisés varón de Dios a los hijos de Israel, antes que muriese.

    2 Dijo: Jehová vino de Sinaí, Y de Seir les esclareció; Resplandeció desde el monte de Parán, Y vino de entre diez millares de santos, Con la ley de fuego a su mano derecha.

    3 Aun amó a su pueblo; Todos los consagrados a él estaban en su mano; Por tanto, ellos siguieron en tus pasos, Recibiendo dirección de ti,

    4 Cuando Moisés nos ordenó una ley, Como heredad a la congregación de Jacob.

    5 Y fue rey en Jesurún, Cuando se congregaron los jefes del pueblo Con las tribus de Israel.

    6 Viva Rubén, y no muera; Y no sean pocos sus varones.

    7 Y esta bendición profirió para Judá. Dijo así: Oye, oh Jehová, la voz de Judá, Y llévalo a su pueblo; Sus manos le basten, Y tú seas su ayuda contra sus enemigos.

    8 A Leví dijo: Tu Tumim y tu Urim sean para tu varón piadoso, A quien probaste en Masah, Con quien contendiste en las aguas de Meriba,

    9 Quien dijo de su padre y de su madre: Nunca los he visto; Y no reconoció a sus hermanos, Ni a sus hijos conoció; Pues ellos guardaron tus palabras, Y cumplieron tu pacto.

    10 Ellos enseñarán tus juicios a Jacob, Y tu ley a Israel; Pondrán el incienso delante de ti, Y el holocausto sobre tu altar.

    11 Bendice, oh Jehová, lo que hicieren, Y recibe con agrado la obra de sus manos; Hiere los lomos de sus enemigos, Y de los que lo aborrecieren, para que nunca se levanten.

    12 A Benjamín dijo: El amado de Jehová habitará confiado cerca de él; Lo cubrirá siempre, Y entre sus hombros morará.

    13 A José dijo: Bendita de Jehová sea tu tierra, Con lo mejor de los cielos, con el rocío, Y con el abismo que está abajo.

    14 Con los más escogidos frutos del sol, Con el rico producto de la luna,

    15 Con el fruto más fino de los montes antiguos, Con la abundancia de los collados eternos,

    16 Y con las mejores dádivas de la tierra y su plenitud; Y la gracia del que habitó en la zarza Venga sobre la cabeza de José, Y sobre la frente de aquel que es príncipe entre sus hermanos.

    17 Como el primogénito de su toro es su gloria, Y sus astas como astas de búfalo; Con ellas acorneará a los pueblos juntos hasta los fines de la tierra; Ellos son los diez millares de Efraín, Y ellos son los millares de Manasés.

    18 A Zabulón dijo: Alégrate, Zabulón, cuando salieres; Y tú, Isacar, en tus tiendas.

    19 Llamarán a los pueblos a su monte; Allí sacrificarán sacrificios de justicia, Por lo cual chuparán la abundancia de los mares, Y los tesoros escondidos de la arena.

    20 A Gad dijo: Bendito el que hizo ensanchar a Gad; Como león reposa, Y arrebata brazo y testa.

    21 Escoge lo mejor de la tierra para sí, Porque allí le fue reservada la porción del legislador. Y vino en la delantera del pueblo; Con Israel ejecutó los mandatos y los justos decretos de Jehová.

    22 A Dan dijo: Dan es cachorro de león Que salta desde Basán.

    23 A Neftalí dijo: Neftalí, saciado de favores, Y lleno de la bendición de Jehová, Posee el occidente y el sur.

    24 A Aser dijo: Bendito sobre los hijos sea Aser; Sea el amado de sus hermanos, Y moje en aceite su pie.

    25 Hierro y bronce serán tus cerrojos, Y como tus días serán tus fuerzas.

    26 No hay como el Dios de Jesurún, Quien cabalga sobre los cielos para tu ayuda, Y sobre las nubes con su grandeza.

    27 El eterno Dios es tu refugio, Y acá abajo los brazos eternos; El echó de delante de ti al enemigo, Y dijo: Destruye.

    28 E Israel habitará confiado, la fuente de Jacob habitará sola En tierra de grano y de vino; También sus cielos destilarán rocío.

    29 Bienaventurado tú, oh Israel. ¿Quién como tú, Pueblo salvo por Jehová, Escudo de tu socorro, Y espada de tu triunfo? Así que tus enemigos serán humillados, Y tú hollarás sobre sus alturas.

    Deuteronomio 34:7

    7 Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.

    El mismo Dios lo sepultó en el valle (Dt. 34:6). 

    Deuteronomio 34:6

    6 Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy.

    Bibliografía: 

    Véanse las bibliografías correspondientes a GÉNESIS, ÉXODO, LEVÍTICO, NÚMEROS, DEUTERONOMIO, CREACIÓN, DILUVIO, EGIPTO, ÉXODO (artículo específico no sobre el libro, sino sobre la marcha de Egipto), PENTATEUCO.

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