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  • Idolatría

    El culto a los ídolos ha sido practicado desde épocas relativamente tempranas de la historia. Sabemos que los antecesores directos de Abraham adoraban, en lugar de a Jehová, a dioses extraños (Jos. 24:2), indudablemente por medio de ídolos. 

    Josué 24:2

    2 Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños.

    Labán tenía estatuillas («terafim») que Raquel le hurtó (Gn. 31:30, 32-35). 

    Génesis 31:30, 32-35

    30 Y ya que te ibas, porque tenías deseo de la casa de tu padre, ¿por qué me hurtaste mis dioses?

    32 Aquel en cuyo poder hallares tus dioses, no viva; delante de nuestros hermanos reconoce lo que yo tenga tuyo, y llévatelo. Jacob no sabía que Raquel los había hurtado.

    33 Entró Labán en la tienda de Jacob, en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, y no los halló; y salió de la tienda de Lea, y entró en la tienda de Raquel.

    34 Pero tomó Raquel los ídolos y los puso en una albarda de un camello, y se sentó sobre ellos; y buscó Labán en toda la tienda, y no los halló.

    35 Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; pues estoy con la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos.

    Se trataba de «dioses domésticos», cuya posesión daba derecho a la herencia. Los egipcios, por su parte, adoraban a las estatuas que representaban a sus dioses; en la parte más santa de sus templos se hallaba el emblema de un dios o de un animal divinizado (Herodoto 2:63, 138). 

    Los cananeos poseían ídolos que los israelitas habían recibido orden de destruir al llegar al país, entre los que se hallaban los baales y Astoret, Moloc, etc. (Véase DIVINIDADES PAGANAS.) 

    El segundo mandamiento del Decálogo está dirigido especialmente en contra de la idolatría (Éx. 20:4, 5; Dt. 5:8, 9), prohibiendo inclinarse ante imágenes, esculturas, estatuas, pinturas. 

    Éxodo 20:4, 5 

    4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

    5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

    Deuteronomio 5:8, 9

    8 No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

    9 No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

    Los profetas de Israel, al estigmatizar y ridiculizar la incapacidad e impotencia de los ídolos, obedecían una orden formal del Señor (Sal. 115:2, 8; Is. 2:8, 18-21; 40:19, 20; 44:9-20; Jer. 10:3-5). 

    Salmos 115:2, 8 

    2 ¿Por qué han de decir las gentes: ¿Dónde está ahora su Dios?

    8 Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en ellos.

    Isaías 2:8, 18-21 

    8 Además su tierra está llena de ídolos, y se han arrodillado ante la obra de sus manos y ante lo que fabricaron sus dedos.

    18 Y quitará totalmente los ídolos.

    19 Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra.

    20 Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase,

    21 y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra.

    Isaías 40:19, 20 

    19 El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata.

    20 El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva.

    Isaías 44:9-20 

    La insensatez de la idolatría

    9 Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden.

    10 ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho?

    11 He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una.

    12 El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya.

    13 El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa.

    14 Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia.

    15 De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él.

    16 Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego;

    17 y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi Dios eres tú.

    18 No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender.

    19 No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol?

    20 De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?

    Jeremías 10:3-5

    3 Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril.

    4 Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva.

    5 Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.

    Esta impotencia de los falsos dioses se revela, p. ej., cuando el arca de Dios es colocada en el templo de Dagón (1 S. 5:3-5). 

    1 Samuel 5:3-5

    3 Y cuando al siguiente día los de Asdod se levantaron de mañana, he aquí Dagón postrado en tierra delante del arca de Jehová; y tomaron a Dagón y lo volvieron a su lugar.

    4 Y volviéndose a levantar de mañana el siguiente día, he aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habiéndole quedado a Dagón el tronco solamente.

    5 Por esta causa los sacerdotes de Dagón y todos los que entran en el templo de Dagón no pisan el umbral de Dagón en Asdod, hasta hoy.

    A excepción de los persas, todos los pueblos con los que los israelitas entraron en contacto en la época bíblica eran idólatras. 

    En la apostasía de los israelitas, al lanzarse a seguir las prácticas paganas de sus vecinos, hubo dos fases características en el hundimiento en el error. Primero se trató de adorar a Jehová sirviéndose de ídolos para representarlo. (Véase JEROBOAM, a.) 

    En la segunda fase se abandonó totalmente a Jehová, fabricándose ídolos representando a otros dioses. En la época del NT, los cristianos que vivían en medio de comunidades paganas fueron exhortados a evitar toda componenda con la idolatría. 

    El Concilio de Jerusalén ordenó la abstención de toda carne que hubiera sido sacrificada a los ídolos (Hch. 15:29). 

    Hechos 15:29

    29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.

    El apóstol Pablo advirtió a aquellos cristianos que no daban importancia alguna a los ídolos que también ellos debían practicar esta abstinencia, a fin de no escandalizar a los hermanos más débiles que ellos (1 Co. 8:4- 13). 

    1 Corintios 8:4-13

    4 Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios.

    5 Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores),

    6 para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.

    7 Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina.

    8 Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos.

    9 Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles.

    10 Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos?

    11 Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió.

    12 De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis.

    13 Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.

    El cristiano invitado a la comida de un pagano no estaba obligado, por razón de escrúpulos, a enterarse de si la carne había sido sacrificada a un ídolo; pero si se le informaba expresamente, debía entonces abstenerse de consumirla. Se tenía que observar la misma norma con respecto a los alimentos comprados en el mercado para su uso doméstico (1 Co. 10:18-33).

    1 Corintios 10:18-33

    18 Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar?

    19 ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos?

    20 Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.

    21 No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.

    22 ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?

    Haced todo para la gloria de Dios

    23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.

    24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.

    25 De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia;

    26 porque del Señor es la tierra y su plenitud.

    27 Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia.

    28 Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud.

    29 La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro?

    30 Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello de que doy gracias?

    31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.

    32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios;

    33 como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.

    VÉASE: Divinidades paganas , Jeroboam
  • DICCIONARIO
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  • Idolatría

    El culto a los ídolos ha sido practicado desde épocas relativamente tempranas de la historia. Sabemos que los antecesores directos de Abraham adoraban, en lugar de a Jehová, a dioses extraños (Jos. 24:2), indudablemente por medio de ídolos. 

    Josué 24:2

    2 Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños.

    Labán tenía estatuillas («terafim») que Raquel le hurtó (Gn. 31:30, 32-35). 

    Génesis 31:30, 32-35

    30 Y ya que te ibas, porque tenías deseo de la casa de tu padre, ¿por qué me hurtaste mis dioses?

    32 Aquel en cuyo poder hallares tus dioses, no viva; delante de nuestros hermanos reconoce lo que yo tenga tuyo, y llévatelo. Jacob no sabía que Raquel los había hurtado.

    33 Entró Labán en la tienda de Jacob, en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, y no los halló; y salió de la tienda de Lea, y entró en la tienda de Raquel.

    34 Pero tomó Raquel los ídolos y los puso en una albarda de un camello, y se sentó sobre ellos; y buscó Labán en toda la tienda, y no los halló.

    35 Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; pues estoy con la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos.

    Se trataba de «dioses domésticos», cuya posesión daba derecho a la herencia. Los egipcios, por su parte, adoraban a las estatuas que representaban a sus dioses; en la parte más santa de sus templos se hallaba el emblema de un dios o de un animal divinizado (Herodoto 2:63, 138). 

    Los cananeos poseían ídolos que los israelitas habían recibido orden de destruir al llegar al país, entre los que se hallaban los baales y Astoret, Moloc, etc. (Véase DIVINIDADES PAGANAS.) 

    El segundo mandamiento del Decálogo está dirigido especialmente en contra de la idolatría (Éx. 20:4, 5; Dt. 5:8, 9), prohibiendo inclinarse ante imágenes, esculturas, estatuas, pinturas. 

    Éxodo 20:4, 5 

    4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

    5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

    Deuteronomio 5:8, 9

    8 No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

    9 No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

    Los profetas de Israel, al estigmatizar y ridiculizar la incapacidad e impotencia de los ídolos, obedecían una orden formal del Señor (Sal. 115:2, 8; Is. 2:8, 18-21; 40:19, 20; 44:9-20; Jer. 10:3-5). 

    Salmos 115:2, 8 

    2 ¿Por qué han de decir las gentes: ¿Dónde está ahora su Dios?

    8 Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en ellos.

    Isaías 2:8, 18-21 

    8 Además su tierra está llena de ídolos, y se han arrodillado ante la obra de sus manos y ante lo que fabricaron sus dedos.

    18 Y quitará totalmente los ídolos.

    19 Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra.

    20 Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase,

    21 y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra.

    Isaías 40:19, 20 

    19 El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata.

    20 El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva.

    Isaías 44:9-20 

    La insensatez de la idolatría

    9 Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden.

    10 ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho?

    11 He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una.

    12 El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya.

    13 El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa.

    14 Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia.

    15 De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él.

    16 Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego;

    17 y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi Dios eres tú.

    18 No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender.

    19 No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol?

    20 De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?

    Jeremías 10:3-5

    3 Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril.

    4 Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva.

    5 Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.

    Esta impotencia de los falsos dioses se revela, p. ej., cuando el arca de Dios es colocada en el templo de Dagón (1 S. 5:3-5). 

    1 Samuel 5:3-5

    3 Y cuando al siguiente día los de Asdod se levantaron de mañana, he aquí Dagón postrado en tierra delante del arca de Jehová; y tomaron a Dagón y lo volvieron a su lugar.

    4 Y volviéndose a levantar de mañana el siguiente día, he aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habiéndole quedado a Dagón el tronco solamente.

    5 Por esta causa los sacerdotes de Dagón y todos los que entran en el templo de Dagón no pisan el umbral de Dagón en Asdod, hasta hoy.

    A excepción de los persas, todos los pueblos con los que los israelitas entraron en contacto en la época bíblica eran idólatras. 

    En la apostasía de los israelitas, al lanzarse a seguir las prácticas paganas de sus vecinos, hubo dos fases características en el hundimiento en el error. Primero se trató de adorar a Jehová sirviéndose de ídolos para representarlo. (Véase JEROBOAM, a.) 

    En la segunda fase se abandonó totalmente a Jehová, fabricándose ídolos representando a otros dioses. En la época del NT, los cristianos que vivían en medio de comunidades paganas fueron exhortados a evitar toda componenda con la idolatría. 

    El Concilio de Jerusalén ordenó la abstención de toda carne que hubiera sido sacrificada a los ídolos (Hch. 15:29). 

    Hechos 15:29

    29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.

    El apóstol Pablo advirtió a aquellos cristianos que no daban importancia alguna a los ídolos que también ellos debían practicar esta abstinencia, a fin de no escandalizar a los hermanos más débiles que ellos (1 Co. 8:4- 13). 

    1 Corintios 8:4-13

    4 Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios.

    5 Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores),

    6 para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.

    7 Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina.

    8 Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos.

    9 Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles.

    10 Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos?

    11 Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió.

    12 De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis.

    13 Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.

    El cristiano invitado a la comida de un pagano no estaba obligado, por razón de escrúpulos, a enterarse de si la carne había sido sacrificada a un ídolo; pero si se le informaba expresamente, debía entonces abstenerse de consumirla. Se tenía que observar la misma norma con respecto a los alimentos comprados en el mercado para su uso doméstico (1 Co. 10:18-33).

    1 Corintios 10:18-33

    18 Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar?

    19 ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos?

    20 Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.

    21 No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.

    22 ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?

    Haced todo para la gloria de Dios

    23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.

    24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.

    25 De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia;

    26 porque del Señor es la tierra y su plenitud.

    27 Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia.

    28 Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud.

    29 La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro?

    30 Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello de que doy gracias?

    31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.

    32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios;

    33 como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.

    VÉASE:
    Divinidades paganas , Jeroboam
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