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  • Ley

    Este término tiene dos sentidos diferentes en las Escrituras. 

    (a) Fuerza determinante, actuando en un sentido único y obligando a la voluntad (Ro. 7:23). 

    Romanos 7:23

    23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

    (b) Norma de conducta, impuesta por una autoridad competente, bajo amenaza de sanción en caso de desobediencia. La Biblia usa este término en esta acepción en la mayor parte de los casos. Son numerosas las costumbres inherentes a la vida en sociedad que han sido finalmente codificadas, pero una ley puede ser impuesta por una autoridad terrena o divina sin provenir de una costumbre o de una legislación anterior. 

    El término castellano «ley» (del latín «lex» y de «ligare», atar) traduce el heb. «Torah», instrucción, y el aram. «Dath», discreto, y el gr. «Nomos», costumbre, ley. A excepción de la acepción bajo el sentido anterior 

    (a), este término «ley» significa regla de conducta, que emana de una autoridad que se revela al corazón, o que se impone exteriormente. 

    La ley puede ser decretada por los gobiernos (Esd. 7:26; Est. 1:19; Dn. 6:8), o puede proceder directamente de Dios, por revelación sobrenatural audible, como en Sinaí, o mediante el ministerio de los profetas inspirados (Zac. 7:12). 

    Esdras 7:26 

    26 Y cualquiera que no cumpliere la ley de tu Dios, y la ley del rey, sea juzgado prontamente, sea a muerte, a destierro, a pena de multa, o prisión.

    Ester 1:19 

    19 Si parece bien al rey, salga un decreto real de vuestra majestad y se escriba entre las leyes de Persia y de Media, para que no sea quebrantado: Que Vasti no venga más delante del rey Asuero; y el rey haga reina a otra que sea mejor que ella.

    Daniel 6:8

    8 Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.

    Zacarías 7:12

    12 y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.

    La ley moral se da a conocer también mediante la conciencia (Ro. 2:14, 15). 

    Romanos 2:14, 15

    14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,

    15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,

    El principio de la sabiduría es el temor de Dios, la obediencia a Su voluntad, el estudio de Su palabra, el conocimiento del corazón humano, y la práctica de la santidad. La enseñanza de esta sabiduría divina es como hacer brotar una fuente de vida (Pr. 13:14). 

    Proverbios 13:14

    14 La ley del sabio es manantial de vida Para apartarse de los lazos de la muerte.

    El seguimiento de los sabios preceptos que enuncian los padres es una corona de gracia (Pr. 1:8, 9). 

    Proverbios 1:8, 9

    Amonestaciones de la Sabiduría

    8 Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre;

    9 Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, Y collares a tu cuello.

    La Ley del AT. La expresión «la Ley», precedida del artículo determinado, sin calificativo, se aplica en ocasiones a la totalidad del AT (Jn. 12:34; 1 Co. 14:21; cfr. Jn. 10:34; 15:25), pero más frecuentemente designa el Pentateuco (Jos. 1:8; Neh. 8:2, 3, 14; Mt. 5:17; 7:12; Lc. 16:16; Jn. 1:17). 

    Juan 12:34 

    34 Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?

    1 Corintios 14:21 

    21 En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor.

    Juan 10:34 

    34 Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?

    Juan 15:25

    25 Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.

    Josué 1:8 

    8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

    Nehemías 8:2, 3, 14 

    2 Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo.

    3 Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley.

    14 Y hallaron escrito en la ley que Jehová había mandado por mano de Moisés, que habitasen los hijos de Israel en tabernáculos en la fiesta solemne del mes séptimo;

    Mateo 5:17 

    17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.

    Mateo 7:12 

    12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

    Lucas 16:16 

    16 La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él.

    Juan 1:17

    17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

    Dios se sirvió de Moisés para comunicar la Ley (Éx. 20:19-22; Mt. 15:4; Jn. 1:17). 

    Éxodo 20:19-22 

    19 Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.

    20 Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.

    21 Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios.

    22 Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros.

    Mateo 15:4 

    4 Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.

    Juan 1:17

    17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

    Se trata de la Ley de Jehová (Jos. 24:26; 2 Cr. 31:3), escrita en un libro (Jos. 1:7, 8), incluyendo las ordenanzas del Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio (cfr. Mt. 12:26 y Éx. 3:6; Mr. 7:10 y Éx. 20:12; 21:17; Lc. 2:22 y Jn. 7:22, 23; Lv. 12:2, 3; Mt. 8:4 y Lv. 14:3; Mt. 19:8; 22:24 y Dt. 24:1; 25:5). 

    Josué 24:26 

    26 Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová.

    2 Crónicas 31:3

    3 el rey contribuyó de su propia hacienda para los holocaustos a mañana y tarde, y para los holocaustos de los días de reposo, nuevas lunas, y fiestas solemnes, como está escrito en la ley de Jehová.

    Josué 1:7, 8

    7 Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.

    8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

    Mateo 12:26 

    26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?

    Éxodo 3:6 

    6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

    Marcos 7:10 

    10 Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.

    Éxodo 20:12 

    12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.

    Éxodo 21:17 

    17 Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.

    Lucas 2:22

    22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor

    Juan 7:22, 23 

    22 Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres); y en el día de reposo circuncidáis al hombre.

    23 Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre?

    Levítico 12:2, 3 

    2 Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda.

    3 Y al octavo día se circuncidará al niño.

    Mateo 8:4

    4 Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos.

    Levítico 14:3 

    3 y éste saldrá fuera del campamento y lo examinará; y si ve que está sana la plaga de la lepra del leproso,

    Mateo 19:8 

    8 El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.

    Mateo 22:24 

    24 diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano.

    Deuteronomio 24:1 

    1 Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa.

    Deuteronomio 25:5

    5 Cuando hermanos habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por su mujer, y hará con ella parentesco.

    El Pentateuco (véase PENTATEUCO), primera división del canon, recibía el nombre de la Ley (Lc. 24:44). 

    Lucas 24:44

    44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.

    Los Diez Mandamientos y los estatutos que allí aparecen, dados en Sinaí, son la constitución del Estado teocrático. Todo el pueblo oyó la promulgación de esta ley fundamental. Este conjunto de ordenanzas, que regulaban el culto, que salvaguardaban los derechos de los hombres, que inspiraban la conducta individual, prescribiendo los sacrificios y las fiestas, fue dado en el mismo momento que los Diez Mandamientos, pero comunicado por medio de Moisés (véase TEOCRACIA). 

    La legislación que reglamentaba de manera detallada la manera de acercarse a Dios fue promulgada en la época de la erección del Tabernáculo (véase LEVÍTICO). Treinta y ocho años más tarde, Moisés proclamó públicamente la Ley a la nueva generación, introduciendo las modificaciones necesarias que demandaba el paso de vivir en una comunidad en un solo campamento a vivir en la Tierra Prometida, con la consiguiente dispersión (véase DEUTERONOMIO). 

    La abrogación de la Ley para el cristiano no entraña una dejación de las demandas y expectativas de Dios para con el creyente (cfr. Éx. 20:12; Dt. 5:16 y Ef. 6:2, 3). 

    Éxodo 20:12 

    12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.

    Deuteronomio 5:16

    16 Honra a tu padre y a tu madre,como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.

    Efesios 6:2, 3

    2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa;

    3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.

    El cristiano ha muerto a la Ley (Ro. 7:4) y ésta no puede enseñorearse de él (Ro. 7:1-6). 

    Romanos 7:4

    4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

    Romanos 7:1-6

    Analogía tomada del matrimonio

    1 ¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive?

    2 Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.

    3 Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.

    4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

    5 Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte.

    6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.

    En realidad, el papel de la Ley es el de una plomada que muestra que el árbol está torcido. En la muerte de Cristo no solamente se trata de que Él llevara nuestro castigo, sino que nosotros somos identificados con Él en su muerte, con lo que la Ley cumple su cometido, su ministerio de muerte, muriendo así el creyente con Cristo (Ro. 6:6-7). 

    Romanos 6:6-7

    6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

    7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.

    Así, el creyente en Cristo entra en una nueva esfera en la que, por la gracia y por el poder del Espíritu, en absoluto bajo el principio de la Ley, sino como el fruto de una nueva naturaleza, vive conforme a la voluntad de Dios (Ro. 6:8-23; Gá. 3:1-4:7). 

    Romanos 6:8-23 

    8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;

    9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.

    10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.

    11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

    12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;

    13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

    14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

    Siervos de la justicia

    15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.

    16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?

    17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;

    18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.

    19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.

    20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.

    21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.

    22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

    23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

    Gálatas 3:1-4:7

    El Espíritu se recibe por la fe

    1 ¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?

    2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?

    3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?

    4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano.

    5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?

    El pacto de Dios con Abraham

    6 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.

    7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.

    8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.

    9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.

    10 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.

    11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá;

    12 y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.

    13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),

    14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

    15 Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.

    16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.

    17 Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.

    18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.

    El propósito de la ley

    19 Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.

    20 Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.

    21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.

    22 Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.

    23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.

    24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.

    25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo,

    26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;

    27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.

    28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

    29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.

    Gálatas 4:1-7

    1 Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo;

    2 sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.

    3 Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.

    4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,

    5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.

    6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

    7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

    En el NT hallamos todos los principios del Decálogo en su esencia, aunque no como Ley, sino como exhortaciones dadas a los cristianos para vivir como corresponde a personas que han adquirido la nueva naturaleza procedente de Dios, «como hijos amados» (cfr. Ef. 5:1). 

    Efesios 5:1

    1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.

    No rige, pues, el «principio» de la Ley, «haced estas cosas, y viviréis», sino el de la gracia: «como es digno de la vocación con que fuisteis llamados» (Ef. 4:1), siendo pues las obras el fruto del Espíritu en el corazón del hombre, muerto al pecado, y estando bajo la gracia (cfr. Ef. 2:10; Ro. 6:11-14). 

    Efesios 4:1

    1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,

    Efesios 2:10 

    10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

    Romanos 6:11-14

    11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

    12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;

    13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

    14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

    Así, no se trata solamente de la abolición de la ley ceremonial para los cristianos procedentes del judaísmo, sino también de la abolición de la relación del cristiano con el principio mismo de la Ley. «La ley se introdujo para que el pecado abundase» (Ro. 5:20), no para aumentar el pecado, sino para mostrar su carácter ofensivo, y para hacer consciente de él a las personas. «Por medio de la ley es el conocimiento del pecado» (Ro. 3:20). 

    Romanos 5:20

    20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;

    Romanos 3:20

    20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

    El apóstol Pablo afirma que él no hubiera conocido la codicia sino fuera porque la ley decía: «no codiciarás» (Ro. 7:7). 

    Romanos 7:7

    7 ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.

    Así, el objeto de la Ley era evidenciar la condición pecaminosa del hombre, y lo horrendo de tal condición, y además una prueba de la obediencia del hombre hacia Dios. Fue dada solamente a Israel, la única nación que se hallaba bajo los tratos especiales de Dios, y mediante la cual Él estaba poniendo a prueba al hombre en la carne. 

    El encabezamiento de los Diez Mandamientos es; «Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre» (Éx. 20:1); esto sólo se podía aplicar a los israelitas. Otra vez, Dios afirma: «A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades» (Am. 3:2). 

    Éxodo 20:1

    1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:

    Amós 3:2

    2 A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades.

    Los gentiles son descritos así: «no tienen ley» (Ro. 2:14); tenían sin embargo la obra de la ley escrita en sus corazones, y una conciencia que les daba testimonio cuando actuaban mal. 

    Romanos 2:14

    14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,

    Al asociarse los gentiles con Israel, y oír lo que Dios demandaba moralmente del hombre, es indudable que vinieron a ser más o menos responsables según la medida de luz recibida. Pero, habiendo venido aún más luz, los cristianos de Galacia son duramente reprendidos por ponerse a sí mismos bajo la Ley cuando, como gentiles, nunca lo habían estado. 

    Algunas de las cosas prohibidas en la Ley eran malas intrínsecamente, como el asesinato, la codicia, el robo, el falso testimonio, etc.; otras eran malas sólo porque Dios las había prohibido, como la orden de abstenerse de comer algunas criaturas llamadas «impuras». La Ley, en su instauración de sacrificios y fiestas, era esencialmente tipológica, y era una sombra de lo que se cumpliría en Cristo. Así, Pablo, como judío, podía decir: «La ley ha sido nuestro ayo para llevarnos a Cristo» (Gá. 3:24). 

    Gálatas 3:24

    24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.

    El Señor dijo: «Si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él» (Jn. 5:46). 

    Juan 5:46

    46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.

    Éste es un punto importante, porque el pasaje donde Pablo menciona a la Ley como «ayo» sigue diciendo que fue «a fin de que fuésemos justificados por la fe». Después que la fe ha venido, los creyentes ya no estamos bajo ayo (Gá. 3:25). 

    Gálatas 3:25

    25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo,

    Un judío convertido ya no estaba bajo la Ley. Mucho menos un creyente procedente de la gentilidad, a quien Dios jamás había puesto bajo la Ley. (Véase AYO.) Con frecuencia se expone que en tanto que el cristiano no está bajo la Ley para justificación, sí que lo está para su camino, como norma de vida. Esta teoría, sin embargo, hace violencia a las Escrituras, pues se dice: «El pecado no se enseñoreará de vosotros; pues «no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia» (Ro. 6:14). 

    Romanos 6:14

    14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

    El cristiano ha muerto con Cristo y vive para Dios, más allá de la jurisdicción de la Ley, que se aplica al hombre en la carne, al hombre «en Adán». El cristianismo tiene su verdadero poder en la muerte y resurrección. (Véase también Gá. 5:18.) 

    Gálatas 5:18

    18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

    Se afirma también con frecuencia que lo que está abrogado es la ley ceremonial, pero que la ley moral obliga a todos. Esto es cierto en cuanto a que la Ley incorpora principios morales inmutables, que siempre deben ser la norma de conducta para todo ser inteligente. Las demandas justas de la Ley se cumplen ahora en aquellos que andan en el Espíritu, en tanto que se afirma que están muertos a la Ley por el cuerpo de Cristo. 

    La Escritura habla sólo de «la Ley». La Ley, así, es presentada en las Escrituras como «el ministerio de muerte grabado en piedra (el Decálogo)», no como la ley de vida del cristiano (2 Co. 3:7). 

    2 Corintios 3:7

    7 Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,

    La Ley no da poder sobre el pecado; lo cierto es que tan pronto como la Ley dice que algo concreto no debe ser hecho, da ocasión al deseo, en la naturaleza corrompida del hombre en pecado, de quebrantar esta orden. Las Escrituras no dicen nada acerca de que los cristianos sean regidos por ley; sí dicen que la gracia le enseña cómo caminar (Tit. 2:11, 12), y por cuanto está bajo la gracia el pecado no tendrá dominio sobre él. 

    Tito 2:11, 12

    11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,

    12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,

    La Ley mostraba cómo debería ser un hombre justo sobre la tierra. Era perfecta para el propósito para el cual fue dada, pero, como se ve en la cuestión del divorcio (Mr. 10:4), permitía aquello que Dios no se había propuesto originalmente para el hombre, y acerca de ello tenemos el testimonio del Señor Jesús. En Mt. 5:21-48 el Señor menciona cinco puntos que habían sido dados por «los antiguos», en contraste a los cuales Él legisla de acuerdo con el nuevo orden de cosas que Él estaba introduciendo. 

    Marcos 10:4

    4 Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla.

    Mateo 5:21-48

    Jesús y la ira

    21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.

    22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.

    23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,

    24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

    25 Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.

    26 De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.

    Jesús y el adulterio

    27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.

    28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

    29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

    30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

    Jesús y el divorcio

    31 También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio.

    32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.

    Jesús y los juramentos

    33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.

    34 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;

    35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.

    36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.

    37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.

    El amor hacia los enemigos

    38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.

    39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;

    40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;

    41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.

    42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

    43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

    44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

    45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

    46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?

    47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?

    48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

    La Ley no llegaba a la altura de las responsabilidades del cristianismo. El cristiano tiene una norma más sublime, el mismo Cristo. Tiene que andar «como es digno del Señor, agradándole en todo» (Col. 1:10). 

    Colosenses 1:10

    10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;

    Habiendo recibido al Señor Jesucristo, tiene que andar en Él (Col. 2:6). 

    Colosenses 2:6

    6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él;

    Debe andar «como es digno de Dios» (1 Ts. 2:12). 

    1 Tesalonicenses 2:12

    12 y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.

    Ciertamente, su meta debería llegar a poder decir de manera veraz, con Pablo: «Para mí el vivir es Cristo» (Fil. 1:21). 

    Filipenses 1:21

    21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.

    El hombre se aferra de manera natural a la Ley porque ésta lo reconoce como vivo en la carne. Y aunque viene la maldición y la muerte por no observarla en todos y cada uno de sus puntos, no está, sin embargo, dispuesto a abandonar este terreno. Cristo glorificado es el único a quien Dios reconoce. Solamente Él ha glorificado a Dios. 

    Así, todo aquel que no está «en Cristo» es un pecador ya condenado por la luz que Cristo trajo al mundo. Para la comparación de la Ley de Moisés con el código de Hammurabi, véase HAMMURABI. Bibliografía; Véase bajo JUSTIFICACIÓN.

    VÉASE: Pentateuco , Teocracia , Levítico (Libro) , Deuteronomio (Libro) , Ayo , Hammurabi , Justificación
  • DICCIONARIO
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  • Ley

    Este término tiene dos sentidos diferentes en las Escrituras. 

    (a) Fuerza determinante, actuando en un sentido único y obligando a la voluntad (Ro. 7:23). 

    Romanos 7:23

    23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

    (b) Norma de conducta, impuesta por una autoridad competente, bajo amenaza de sanción en caso de desobediencia. La Biblia usa este término en esta acepción en la mayor parte de los casos. Son numerosas las costumbres inherentes a la vida en sociedad que han sido finalmente codificadas, pero una ley puede ser impuesta por una autoridad terrena o divina sin provenir de una costumbre o de una legislación anterior. 

    El término castellano «ley» (del latín «lex» y de «ligare», atar) traduce el heb. «Torah», instrucción, y el aram. «Dath», discreto, y el gr. «Nomos», costumbre, ley. A excepción de la acepción bajo el sentido anterior 

    (a), este término «ley» significa regla de conducta, que emana de una autoridad que se revela al corazón, o que se impone exteriormente. 

    La ley puede ser decretada por los gobiernos (Esd. 7:26; Est. 1:19; Dn. 6:8), o puede proceder directamente de Dios, por revelación sobrenatural audible, como en Sinaí, o mediante el ministerio de los profetas inspirados (Zac. 7:12). 

    Esdras 7:26 

    26 Y cualquiera que no cumpliere la ley de tu Dios, y la ley del rey, sea juzgado prontamente, sea a muerte, a destierro, a pena de multa, o prisión.

    Ester 1:19 

    19 Si parece bien al rey, salga un decreto real de vuestra majestad y se escriba entre las leyes de Persia y de Media, para que no sea quebrantado: Que Vasti no venga más delante del rey Asuero; y el rey haga reina a otra que sea mejor que ella.

    Daniel 6:8

    8 Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.

    Zacarías 7:12

    12 y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.

    La ley moral se da a conocer también mediante la conciencia (Ro. 2:14, 15). 

    Romanos 2:14, 15

    14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,

    15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,

    El principio de la sabiduría es el temor de Dios, la obediencia a Su voluntad, el estudio de Su palabra, el conocimiento del corazón humano, y la práctica de la santidad. La enseñanza de esta sabiduría divina es como hacer brotar una fuente de vida (Pr. 13:14). 

    Proverbios 13:14

    14 La ley del sabio es manantial de vida Para apartarse de los lazos de la muerte.

    El seguimiento de los sabios preceptos que enuncian los padres es una corona de gracia (Pr. 1:8, 9). 

    Proverbios 1:8, 9

    Amonestaciones de la Sabiduría

    8 Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre;

    9 Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, Y collares a tu cuello.

    La Ley del AT. La expresión «la Ley», precedida del artículo determinado, sin calificativo, se aplica en ocasiones a la totalidad del AT (Jn. 12:34; 1 Co. 14:21; cfr. Jn. 10:34; 15:25), pero más frecuentemente designa el Pentateuco (Jos. 1:8; Neh. 8:2, 3, 14; Mt. 5:17; 7:12; Lc. 16:16; Jn. 1:17). 

    Juan 12:34 

    34 Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?

    1 Corintios 14:21 

    21 En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor.

    Juan 10:34 

    34 Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?

    Juan 15:25

    25 Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.

    Josué 1:8 

    8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

    Nehemías 8:2, 3, 14 

    2 Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo.

    3 Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley.

    14 Y hallaron escrito en la ley que Jehová había mandado por mano de Moisés, que habitasen los hijos de Israel en tabernáculos en la fiesta solemne del mes séptimo;

    Mateo 5:17 

    17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.

    Mateo 7:12 

    12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

    Lucas 16:16 

    16 La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él.

    Juan 1:17

    17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

    Dios se sirvió de Moisés para comunicar la Ley (Éx. 20:19-22; Mt. 15:4; Jn. 1:17). 

    Éxodo 20:19-22 

    19 Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.

    20 Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.

    21 Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios.

    22 Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros.

    Mateo 15:4 

    4 Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.

    Juan 1:17

    17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

    Se trata de la Ley de Jehová (Jos. 24:26; 2 Cr. 31:3), escrita en un libro (Jos. 1:7, 8), incluyendo las ordenanzas del Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio (cfr. Mt. 12:26 y Éx. 3:6; Mr. 7:10 y Éx. 20:12; 21:17; Lc. 2:22 y Jn. 7:22, 23; Lv. 12:2, 3; Mt. 8:4 y Lv. 14:3; Mt. 19:8; 22:24 y Dt. 24:1; 25:5). 

    Josué 24:26 

    26 Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová.

    2 Crónicas 31:3

    3 el rey contribuyó de su propia hacienda para los holocaustos a mañana y tarde, y para los holocaustos de los días de reposo, nuevas lunas, y fiestas solemnes, como está escrito en la ley de Jehová.

    Josué 1:7, 8

    7 Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.

    8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

    Mateo 12:26 

    26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?

    Éxodo 3:6 

    6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

    Marcos 7:10 

    10 Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.

    Éxodo 20:12 

    12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.

    Éxodo 21:17 

    17 Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.

    Lucas 2:22

    22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor

    Juan 7:22, 23 

    22 Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres); y en el día de reposo circuncidáis al hombre.

    23 Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre?

    Levítico 12:2, 3 

    2 Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda.

    3 Y al octavo día se circuncidará al niño.

    Mateo 8:4

    4 Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos.

    Levítico 14:3 

    3 y éste saldrá fuera del campamento y lo examinará; y si ve que está sana la plaga de la lepra del leproso,

    Mateo 19:8 

    8 El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.

    Mateo 22:24 

    24 diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano.

    Deuteronomio 24:1 

    1 Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa.

    Deuteronomio 25:5

    5 Cuando hermanos habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por su mujer, y hará con ella parentesco.

    El Pentateuco (véase PENTATEUCO), primera división del canon, recibía el nombre de la Ley (Lc. 24:44). 

    Lucas 24:44

    44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.

    Los Diez Mandamientos y los estatutos que allí aparecen, dados en Sinaí, son la constitución del Estado teocrático. Todo el pueblo oyó la promulgación de esta ley fundamental. Este conjunto de ordenanzas, que regulaban el culto, que salvaguardaban los derechos de los hombres, que inspiraban la conducta individual, prescribiendo los sacrificios y las fiestas, fue dado en el mismo momento que los Diez Mandamientos, pero comunicado por medio de Moisés (véase TEOCRACIA). 

    La legislación que reglamentaba de manera detallada la manera de acercarse a Dios fue promulgada en la época de la erección del Tabernáculo (véase LEVÍTICO). Treinta y ocho años más tarde, Moisés proclamó públicamente la Ley a la nueva generación, introduciendo las modificaciones necesarias que demandaba el paso de vivir en una comunidad en un solo campamento a vivir en la Tierra Prometida, con la consiguiente dispersión (véase DEUTERONOMIO). 

    La abrogación de la Ley para el cristiano no entraña una dejación de las demandas y expectativas de Dios para con el creyente (cfr. Éx. 20:12; Dt. 5:16 y Ef. 6:2, 3). 

    Éxodo 20:12 

    12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.

    Deuteronomio 5:16

    16 Honra a tu padre y a tu madre,como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.

    Efesios 6:2, 3

    2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa;

    3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.

    El cristiano ha muerto a la Ley (Ro. 7:4) y ésta no puede enseñorearse de él (Ro. 7:1-6). 

    Romanos 7:4

    4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

    Romanos 7:1-6

    Analogía tomada del matrimonio

    1 ¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive?

    2 Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.

    3 Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.

    4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

    5 Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte.

    6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.

    En realidad, el papel de la Ley es el de una plomada que muestra que el árbol está torcido. En la muerte de Cristo no solamente se trata de que Él llevara nuestro castigo, sino que nosotros somos identificados con Él en su muerte, con lo que la Ley cumple su cometido, su ministerio de muerte, muriendo así el creyente con Cristo (Ro. 6:6-7). 

    Romanos 6:6-7

    6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

    7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.

    Así, el creyente en Cristo entra en una nueva esfera en la que, por la gracia y por el poder del Espíritu, en absoluto bajo el principio de la Ley, sino como el fruto de una nueva naturaleza, vive conforme a la voluntad de Dios (Ro. 6:8-23; Gá. 3:1-4:7). 

    Romanos 6:8-23 

    8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;

    9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.

    10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.

    11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

    12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;

    13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

    14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

    Siervos de la justicia

    15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.

    16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?

    17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;

    18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.

    19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.

    20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.

    21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.

    22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

    23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

    Gálatas 3:1-4:7

    El Espíritu se recibe por la fe

    1 ¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?

    2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?

    3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?

    4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano.

    5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?

    El pacto de Dios con Abraham

    6 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.

    7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.

    8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.

    9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.

    10 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.

    11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá;

    12 y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.

    13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),

    14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

    15 Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.

    16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.

    17 Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.

    18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.

    El propósito de la ley

    19 Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.

    20 Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.

    21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.

    22 Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.

    23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.

    24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.

    25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo,

    26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;

    27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.

    28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

    29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.

    Gálatas 4:1-7

    1 Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo;

    2 sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.

    3 Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.

    4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,

    5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.

    6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

    7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

    En el NT hallamos todos los principios del Decálogo en su esencia, aunque no como Ley, sino como exhortaciones dadas a los cristianos para vivir como corresponde a personas que han adquirido la nueva naturaleza procedente de Dios, «como hijos amados» (cfr. Ef. 5:1). 

    Efesios 5:1

    1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.

    No rige, pues, el «principio» de la Ley, «haced estas cosas, y viviréis», sino el de la gracia: «como es digno de la vocación con que fuisteis llamados» (Ef. 4:1), siendo pues las obras el fruto del Espíritu en el corazón del hombre, muerto al pecado, y estando bajo la gracia (cfr. Ef. 2:10; Ro. 6:11-14). 

    Efesios 4:1

    1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,

    Efesios 2:10 

    10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

    Romanos 6:11-14

    11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

    12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;

    13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

    14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

    Así, no se trata solamente de la abolición de la ley ceremonial para los cristianos procedentes del judaísmo, sino también de la abolición de la relación del cristiano con el principio mismo de la Ley. «La ley se introdujo para que el pecado abundase» (Ro. 5:20), no para aumentar el pecado, sino para mostrar su carácter ofensivo, y para hacer consciente de él a las personas. «Por medio de la ley es el conocimiento del pecado» (Ro. 3:20). 

    Romanos 5:20

    20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;

    Romanos 3:20

    20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

    El apóstol Pablo afirma que él no hubiera conocido la codicia sino fuera porque la ley decía: «no codiciarás» (Ro. 7:7). 

    Romanos 7:7

    7 ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.

    Así, el objeto de la Ley era evidenciar la condición pecaminosa del hombre, y lo horrendo de tal condición, y además una prueba de la obediencia del hombre hacia Dios. Fue dada solamente a Israel, la única nación que se hallaba bajo los tratos especiales de Dios, y mediante la cual Él estaba poniendo a prueba al hombre en la carne. 

    El encabezamiento de los Diez Mandamientos es; «Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre» (Éx. 20:1); esto sólo se podía aplicar a los israelitas. Otra vez, Dios afirma: «A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades» (Am. 3:2). 

    Éxodo 20:1

    1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:

    Amós 3:2

    2 A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades.

    Los gentiles son descritos así: «no tienen ley» (Ro. 2:14); tenían sin embargo la obra de la ley escrita en sus corazones, y una conciencia que les daba testimonio cuando actuaban mal. 

    Romanos 2:14

    14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,

    Al asociarse los gentiles con Israel, y oír lo que Dios demandaba moralmente del hombre, es indudable que vinieron a ser más o menos responsables según la medida de luz recibida. Pero, habiendo venido aún más luz, los cristianos de Galacia son duramente reprendidos por ponerse a sí mismos bajo la Ley cuando, como gentiles, nunca lo habían estado. 

    Algunas de las cosas prohibidas en la Ley eran malas intrínsecamente, como el asesinato, la codicia, el robo, el falso testimonio, etc.; otras eran malas sólo porque Dios las había prohibido, como la orden de abstenerse de comer algunas criaturas llamadas «impuras». La Ley, en su instauración de sacrificios y fiestas, era esencialmente tipológica, y era una sombra de lo que se cumpliría en Cristo. Así, Pablo, como judío, podía decir: «La ley ha sido nuestro ayo para llevarnos a Cristo» (Gá. 3:24). 

    Gálatas 3:24

    24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.

    El Señor dijo: «Si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él» (Jn. 5:46). 

    Juan 5:46

    46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.

    Éste es un punto importante, porque el pasaje donde Pablo menciona a la Ley como «ayo» sigue diciendo que fue «a fin de que fuésemos justificados por la fe». Después que la fe ha venido, los creyentes ya no estamos bajo ayo (Gá. 3:25). 

    Gálatas 3:25

    25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo,

    Un judío convertido ya no estaba bajo la Ley. Mucho menos un creyente procedente de la gentilidad, a quien Dios jamás había puesto bajo la Ley. (Véase AYO.) Con frecuencia se expone que en tanto que el cristiano no está bajo la Ley para justificación, sí que lo está para su camino, como norma de vida. Esta teoría, sin embargo, hace violencia a las Escrituras, pues se dice: «El pecado no se enseñoreará de vosotros; pues «no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia» (Ro. 6:14). 

    Romanos 6:14

    14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

    El cristiano ha muerto con Cristo y vive para Dios, más allá de la jurisdicción de la Ley, que se aplica al hombre en la carne, al hombre «en Adán». El cristianismo tiene su verdadero poder en la muerte y resurrección. (Véase también Gá. 5:18.) 

    Gálatas 5:18

    18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

    Se afirma también con frecuencia que lo que está abrogado es la ley ceremonial, pero que la ley moral obliga a todos. Esto es cierto en cuanto a que la Ley incorpora principios morales inmutables, que siempre deben ser la norma de conducta para todo ser inteligente. Las demandas justas de la Ley se cumplen ahora en aquellos que andan en el Espíritu, en tanto que se afirma que están muertos a la Ley por el cuerpo de Cristo. 

    La Escritura habla sólo de «la Ley». La Ley, así, es presentada en las Escrituras como «el ministerio de muerte grabado en piedra (el Decálogo)», no como la ley de vida del cristiano (2 Co. 3:7). 

    2 Corintios 3:7

    7 Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,

    La Ley no da poder sobre el pecado; lo cierto es que tan pronto como la Ley dice que algo concreto no debe ser hecho, da ocasión al deseo, en la naturaleza corrompida del hombre en pecado, de quebrantar esta orden. Las Escrituras no dicen nada acerca de que los cristianos sean regidos por ley; sí dicen que la gracia le enseña cómo caminar (Tit. 2:11, 12), y por cuanto está bajo la gracia el pecado no tendrá dominio sobre él. 

    Tito 2:11, 12

    11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,

    12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,

    La Ley mostraba cómo debería ser un hombre justo sobre la tierra. Era perfecta para el propósito para el cual fue dada, pero, como se ve en la cuestión del divorcio (Mr. 10:4), permitía aquello que Dios no se había propuesto originalmente para el hombre, y acerca de ello tenemos el testimonio del Señor Jesús. En Mt. 5:21-48 el Señor menciona cinco puntos que habían sido dados por «los antiguos», en contraste a los cuales Él legisla de acuerdo con el nuevo orden de cosas que Él estaba introduciendo. 

    Marcos 10:4

    4 Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla.

    Mateo 5:21-48

    Jesús y la ira

    21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.

    22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.

    23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,

    24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

    25 Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.

    26 De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.

    Jesús y el adulterio

    27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.

    28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

    29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

    30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

    Jesús y el divorcio

    31 También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio.

    32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.

    Jesús y los juramentos

    33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.

    34 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;

    35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.

    36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.

    37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.

    El amor hacia los enemigos

    38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.

    39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;

    40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;

    41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.

    42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

    43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

    44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

    45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

    46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?

    47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?

    48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

    La Ley no llegaba a la altura de las responsabilidades del cristianismo. El cristiano tiene una norma más sublime, el mismo Cristo. Tiene que andar «como es digno del Señor, agradándole en todo» (Col. 1:10). 

    Colosenses 1:10

    10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;

    Habiendo recibido al Señor Jesucristo, tiene que andar en Él (Col. 2:6). 

    Colosenses 2:6

    6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él;

    Debe andar «como es digno de Dios» (1 Ts. 2:12). 

    1 Tesalonicenses 2:12

    12 y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.

    Ciertamente, su meta debería llegar a poder decir de manera veraz, con Pablo: «Para mí el vivir es Cristo» (Fil. 1:21). 

    Filipenses 1:21

    21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.

    El hombre se aferra de manera natural a la Ley porque ésta lo reconoce como vivo en la carne. Y aunque viene la maldición y la muerte por no observarla en todos y cada uno de sus puntos, no está, sin embargo, dispuesto a abandonar este terreno. Cristo glorificado es el único a quien Dios reconoce. Solamente Él ha glorificado a Dios. 

    Así, todo aquel que no está «en Cristo» es un pecador ya condenado por la luz que Cristo trajo al mundo. Para la comparación de la Ley de Moisés con el código de Hammurabi, véase HAMMURABI. Bibliografía; Véase bajo JUSTIFICACIÓN.

    VÉASE:
    Pentateuco , Teocracia , Levítico (Libro) , Deuteronomio (Libro) , Ayo , Hammurabi , Justificación
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