Diccionario
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  • Canon

    (caña, regla). Este término tiene diversos sentidos: 

    (A) Cualquier regla o vara que sirva para medir (p. ej., el nivel de un albañil). 

    (B) En sentido figurado, modelo que permite fijar las normas, especialmente de los libros clásicos; guía, norma (Gá. 6:16; Fil. 3:16). 

    Gálatas 6:16 

    16 Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.

    Filipenses 3:16

    16 Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa.

    (C) Doctrina cristiana ortodoxa, en contraste con la heterodoxia. 

    (D) Las Escrituras consideradas como norma de fe y de conducta. El término canon procede del griego. Los Padres de la Iglesia fueron los primeros que emplearon esa palabra en el 4º sentido, pero la idea representada es muy antigua. Un libro que tiene derecho a estar incluido dentro de la Biblia recibe el nombre de «canónico»; uno que no posea este derecho es dicho «no canónico»; el derecho a quedar admitido dentro de la Escritura es la «canonicidad». 

    (E) El canon es también la lista normativa de libros inspirados y recibidos de parte de Dios. Cuando hablamos del canon del AT o del NT, hablamos en este sentido. 

    1. CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO 

    Los documentos literarios con autoridad en Israel se multiplicaron poco a poco, y fueron celosamente conservados. Tenemos ejemplos de esta redacción de los libros santos. La ley fundamental de los 10 mandamientos escritos sobre tablas de piedra fue depositada dentro del arca (Éx. 40:20). 

    Éxodo 40:20

    20 Y tomó el testimonio y lo puso dentro del arca, y colocó las varas en el arca, y encima el propiciatorio sobre el arca.

    Estos estatutos figuran en el libro del pacto (Éx. 20:23-23:33; 24:7). 

    Éxodo 20:23-23:33 

    23 No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.

    24 Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.

    25 Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás.

    26 No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.

    Éxodo 21:1-36

    Leyes sobre los esclavos

    1 Estas son las leyes que les propondrás.

    2 Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde.

    3 Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él.

    4 Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo.

    5 Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre;

    6 entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre.

    7 Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá ella como suelen salir los siervos.

    8 Si no agradare a su señor, por lo cual no la tomó por esposa, se le permitirá que se rescate, y no la podrá vender a pueblo extraño cuando la desechare.

    9 Mas si la hubiere desposado con su hijo, hará con ella según la costumbre de las hijas.

    10 Si tomare para él otra mujer, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal.

    11 Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia, sin dinero.

    Leyes sobre actos de violencia

    12 El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá.

    13 Mas el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir.

    14 Pero si alguno se ensoberbeciere contra su prójimo y lo matare con alevosía, de mi altar lo quitarás para que muera.

    15 El que hiriere a su padre o a su madre, morirá.

    16 Asimismo el que robare una persona y la vendiere, o si fuere hallada en sus manos, morirá.

    17 Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.

    18 Además, si algunos riñeren, y uno hiriere a su prójimo con piedra o con el puño, y éste no muriere, pero cayere en cama;

    19 si se levantare y anduviere fuera sobre su báculo, entonces será absuelto el que lo hirió; solamente le satisfará por lo que estuvo sin trabajar, y hará que le curen.

    20 Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo su mano, será castigado;

    21 mas si sobreviviere por un día o dos, no será castigado, porque es de su propiedad.

    22 Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces.

    23 Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida,

    24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,

    25 quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.

    Leyes sobre responsabilidades de amos y dueños

    26 Si alguno hiriere el ojo de su siervo, o el ojo de su sierva, y lo dañare, le dará libertad por razón de su ojo.

    27 Y si hiciere saltar un diente de su siervo, o un diente de su sierva, por su diente le dejará ir libre.

    28 Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne; mas el dueño del buey será absuelto.

    29 Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño.

    30 Si le fuere impuesto precio de rescate, entonces dará por el rescate de su persona cuanto le fuere impuesto.

    31 Haya acorneado a hijo, o haya acorneado a hija, conforme a este juicio se hará con él.

    32 Si el buey acorneare a un siervo o a una sierva, pagará su dueño treinta siclos de plata, y el buey será apedreado.

    33 Y si alguno abriere un pozo, o cavare cisterna, y no la cubriere, y cayere allí buey o asno,

    34 el dueño de la cisterna pagará el daño, resarciendo a su dueño, y lo que fue muerto será suyo.

    35 Y si el buey de alguno hiriere al buey de su prójimo de modo que muriere, entonces venderán el buey vivo y partirán el dinero de él, y también partirán el buey muerto.

    36 Mas si era notorio que el buey era acorneador desde tiempo atrás, y su dueño no lo hubiere guardado, pagará buey por buey, y el buey muerto será suyo.

    Éxodo 22:1-31

    Leyes sobre la restitución

    1 Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare o vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas.

    2 Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuere herido y muriere, el que lo hirió no será culpado de su muerte.

    3 Pero si fuere de día, el autor de la muerte será reo de homicidio. El ladrón hará completa restitución; si no tuviere con qué, será vendido por su hurto.

    4 Si fuere hallado con el hurto en la mano, vivo, sea buey o asno u oveja, pagará el doble.

    5 Si alguno hiciere pastar en campo o viña, y metiere su bestia en campo de otro, de lo mejor de su campo y de lo mejor de su viña pagará.

    6 Cuando se prendiere fuego, y al quemar espinos quemare mieses amontonadas o en pie, o campo, el que encendió el fuego pagará lo quemado.

    7 Cuando alguno diere a su prójimo plata o alhajas a guardar, y fuere hurtado de la casa de aquel hombre, si el ladrón fuere hallado, pagará el doble.

    8 Si el ladrón no fuere hallado, entonces el dueño de la casa será presentado a los jueces, para que se vea si ha metido su mano en los bienes de su prójimo.

    9 En toda clase de fraude, sobre buey, sobre asno, sobre oveja, sobre vestido, sobre toda cosa perdida, cuando alguno dijere: Esto es mío, la causa de ambos vendrá delante de los jueces; y el que los jueces condenaren, pagará el doble a su prójimo.

    10 Si alguno hubiere dado a su prójimo asno, o buey, u oveja, o cualquier otro animal a guardar, y éste muriere o fuere estropeado, o fuere llevado sin verlo nadie;

    11 juramento de Jehová habrá entre ambos, de que no metió su mano a los bienes de su prójimo; y su dueño lo aceptará, y el otro no pagará.

    12 Mas si le hubiere sido hurtado, resarcirá a su dueño.

    13 Y si le hubiere sido arrebatado por fiera, le traerá testimonio, y no pagará lo arrebatado.

    14 Pero si alguno hubiere tomado prestada bestia de su prójimo, y fuere estropeada o muerta, estando ausente su dueño, deberá pagarla.

    15 Si el dueño estaba presente no la pagará. Si era alquilada, reciba el dueño el alquiler.

    Leyes humanitarias

    16 Si alguno engañare a una doncella que no fuere desposada, y durmiere con ella, deberá dotarla y tomarla por mujer.

    17 Si su padre no quisiere dársela, él le pesará plata conforme a la dote de las vírgenes.

    18 A la hechicera no dejarás que viva.

    19 Cualquiera que cohabitare con bestia, morirá.

    20 El que ofreciere sacrificio a dioses excepto solamente a Jehová, será muerto.

    21 Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.

    22 A ninguna viuda ni huérfano afligiréis.

    23 Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí, ciertamente oiré yo su clamor;

    24 y mi furor se encenderá, y os mataré a espada, y vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos.

    25 Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura.

    26 Si tomares en prenda el vestido de tu prójimo, a la puesta del sol se lo devolverás.

    27 Porque sólo eso es su cubierta, es su vestido para cubrir su cuerpo. ¿En qué dormirá? Y cuando él clamare a mí, yo le oiré, porque soy misericordioso.

    28 No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo.

    29 No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar. Me darás el primogénito de tus hijos.

    30 Lo mismo harás con el de tu buey y de tu oveja; siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás.

    31 Y me seréis varones santos. No comeréis carne destrozada por las fieras en el campo; a los perros la echaréis.

    Éxodo 23:1-33

    1 No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso.

    2 No seguirás a los muchos para hacer mal, ni responderás en litigio inclinándote a los más para hacer agravios;

    3 ni al pobre distinguirás en su causa.

    4 Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo.

    5 Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo.

    6 No pervertirás el derecho de tu mendigo en su pleito.

    7 De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío.

    8 No recibirás presente; porque el presente ciega a los que ven, y pervierte las palabras de los justos.

    9 Y no angustiarás al extranjero; porque vosotros sabéis cómo es el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.

    10 Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás su cosecha;

    11 mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así harás con tu viña y con tu olivar.

    12 Seis días trabajarás, y al séptimo día reposarás, para que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero.

    13 Y todo lo que os he dicho, guardadlo. Y nombre de otros dioses no mentaréis, ni se oirá de vuestra boca.

    Las tres fiestas anuales

    14 Tres veces en el año me celebraréis fiesta.

    15 La fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib, porque en él saliste de Egipto; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías.

    16 También la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres sembrado en el campo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando hayas recogido los frutos de tus labores del campo.

    17 Tres veces en el año se presentará todo varón delante de Jehová el Señor.

    18 No ofrecerás con pan leudo la sangre de mi sacrificio, ni la grosura de mi víctima quedará de la noche hasta la mañana.

    19 Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios. No guisarás el cabrito en la leche de su madre.

    El Ángel de Jehová enviado para guiar a Israel

    20 He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

    21 Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.

    22 Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

    23 Porque mi Angel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.

    24 No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas.

    25 Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti.

    26 No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días.

    27 Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus enemigos.

    28 Enviaré delante de ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cananeo y al heteo, de delante de ti.

    29 No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo.

    30 Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.

    31 Y fijaré tus límites desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el Eufrates; porque pondré en tus manos a los moradores de la tierra, y tú los echarás de delante de ti.

    32 No harás alianza con ellos, ni con sus dioses.

    33 En tu tierra no habitarán, no sea que te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo.

    Éxodo 24:7

    7 Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos.

    El libro de la Ley, redactado por Moisés, fue guardado al lado del arca (Dt. 31:24-26). 

    Deuteronomio 31:24-26

    Orden de guardar la ley junto al arca

    24 Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse,

    25 dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo:

    26 Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti.

    Josué adjuntó lo que él había escrito (Jos. 24:26). 

    Josué 24:26

    26 Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová.

    Samuel consignó el derecho de los reyes en un libro que puso ante el Señor (1 S. 10:25). 

    1 Samuel 10:25

    25 Samuel recitó luego al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro, el cual guardó delante de Jehová.

    Bajo Josías se encontró, durante las obras de restauración del templo, el libro de la Ley de Jehová. El rey, los sacerdotes, los profetas y el pueblo reconocieron su autoridad y antigüedad (2 R. 22:8-20); se hicieron copias de esta ley según la orden dada ya en Dt. 17:18-20

    2 Reyes 22:8-20

    8 Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó.

    9 Viniendo luego el escriba Safán al rey, dio cuenta al rey y dijo: Tus siervos han recogido el dinero que se halló en el templo, y lo han entregado en poder de los que hacen la obra, que tienen a su cargo el arreglo de la casa de Jehová.

    10 Asimismo el escriba Safán declaró al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y lo leyó Safán delante del rey.

    11 Y cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos.

    12 Luego el rey dio orden al sacerdote Hilcías, a Ahicam hijo de Safán, a Acbor hijo de Micaías, al escriba Safán y a Asaías siervo del rey, diciendo:

    13 Id y preguntad a Jehová por mí, y por el pueblo, y por todo Judá, acerca de las palabras de este libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro, para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito.

    14 Entonces fueron el sacerdote Hilcías, y Ahicam, Acbor, Safán y Asaías, a la profetisa Hulda, mujer de Salum hijo de Ticva, hijo de Harhas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalén en la segunda parte de la ciudad, y hablaron con ella.

    15 Y ella les dijo: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Decid al varón que os envió a mí:

    16 Así dijo Jehová: He aquí yo traigo sobre este lugar, y sobre los que en él moran, todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de Judá;

    17 por cuanto me dejaron a mí, y quemaron incienso a dioses ajenos, provocándome a ira con toda la obra de sus manos; mi ira se ha encendido contra este lugar, y no se apagará.

    18 Mas al rey de Judá que os ha enviado para que preguntaseis a Jehová, diréis así: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Por cuanto oíste las palabras del libro,

    19 y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Jehová, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar y contra sus moradores, que vendrán a ser asolados y malditos, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, también yo te he oído, dice Jehová.

    20 Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres, y serás llevado a tu sepulcro en paz, y no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar. Y ellos dieron al rey la respuesta.

    Deuteronomio 17:18-20

    18 Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas;

    19 y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra;

    20 para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel.

    Los profetas dejaron escritas sus propias palabras (p. ej., Jer. 36:32), tomaban nota recíproca, y las citaban como autoridades (Esd. 2:2-4; cp. Mi. 4:1-3). 

    Esdras 2:2-4

    2 los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rehum y Baana. El número de los varones del pueblo de Israel:

    3 Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos.

    4 Los hijos de Sefatías, trescientos setenta y dos.

    Miqueas 4:1-3

    Reinado universal de Jehová

    1 Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos.

    2 Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.

    3 Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra.

    Se reconocía la autoridad de la ley y de las palabras de los profetas, escritos inspirados por el Espíritu de Dios, y celosamente preservados por Jehová (Zac. 1:4; 7:7, 12). 

    Zacarías 1:4 

    4 No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová.

    Zacarías 7:7, 12

    7 ¿No son estas las palabras que proclamó Jehová por medio de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, y sus ciudades en sus alrededores y el Neguev y la Sefela estaban también habitados?

    12 y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.

    En los tiempos de Esdras, la Ley de Moisés, que comprendía los 5 libros de Moisés circulaba bajo la forma de parte de las Sagradas Escrituras, Esdras poseía una copia (Esd. 7:14), y era un escriba erudito en la ley divina (Esd. 7:6). 

    Esdras 7:14

    14 Porque de parte del rey y de sus siete consejeros eres enviado a visitar a Judea y a Jerusalén, conforme a la ley de tu Dios que está en tu mano;

    Esdras 7:6

    6 este Esdras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado; y le concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras.

    El pueblo le pidió una lectura pública de este libro (Neh. 8:1, 5, 8). 

    Nehemías 8:1, 5, 8

    1 Venido el mes séptimo, los hijos de Israel estaban en sus ciudades; y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel.

    5 Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento.

    8 Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.

    Por aquella misma época, antes de consumarse la separación entre los judíos y los samaritanos, el Pentateuco fue llevado a Samaria. Jesús Ben Sirach da testimonio de que la disposición de los profetas menores en un grupo de 12 estaba ya implantada hacia el año 200 a.C. (Ecl. 49:12). 

    En otro pasaje sugiere que Josué, Jueces, Samuel, Reyes, Isaías, Jeremías, Ezequiel y los Doce formaban un gran conjunto, que constituía la segunda parte del canon hebreo. Ya en el año 132 a.C. se afirma la existencia de la triple división de las Escrituras: «La ley, los profetas, y los otros escritos análogos»; o también «la ley, los profetas, y los otros libros», o «la ley, las profecías, y el resto de libros». 

    Ya en la misma época se disponía de la versión griega LXX. Un escrito que data de alrededor del 100 a.C. menciona «los libros sagrados que poseemos» (1 Mac. 12:9). Filón de Alejandría (un judío nacido en el año 20 a.C., y que murió durante el reinado de Claudio) tenía la lista contemporánea de los escritos del AT. Dio citas de casi todos los libros del AT, pero no menciona ni uno de los apócrifos. El NT habla de las «Escrituras» como un cuerpo bien determinado de documentos autorizados (Mt. 21:42; 26:56; Mr. 14:49; Jn. 10:35; 2 Ti. 3:16). 

    Mateo 21:42 

    42 Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, Ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?

    Mateo 26:56 

    56 Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas.Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.

    Marcos 14:49 

    49 Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.

    Juan 10:35 

    35 Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada),

    2 Timoteo 3:16

    16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,

    Son Escrituras Santas (Ro. 1:2; 2 Ti. 3:15). 

    Romanos 1:2 

    2 que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,

    2 Timoteo 3:15

    15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.

    Constituyen los oráculos de Dios (Ro. 3:2; He. 5:12; 1 P. 4:11). 

    Romanos 3:2 

    2 Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios.

    Hebreos 5:12 

    12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.

    1 Pedro 4:11

    11 Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

    El NT menciona una triple división del AT: «La ley de Moisés, los Profetas, y los Salmos» (Lc. 24:44). 

    Lucas 24:44

    44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.

    A excepción de Abdías, Nahum, Esdras, Nehemías, Ester, Cantar de los Cantares y Eclesiastés, el NT da citas de todos los otros libros del AT, o hace alusión a ellos. Josefo, contemporáneo del apóstol Pablo, escribiendo hacia el año 100 de nuestra era, y hablando en favor de su nación, dice: «No tenemos más que 22 libros que contienen los relatos de toda la historia antigua, y que son justamente considerados como divinos.» Josefo afirma de una manera bien enérgica la autoridad de estos escritos: Todos los acontecimientos desde la época de Artajerjes hasta nuestros días han sido consignados, pero los anales recientes no gozan del crédito de los precedentes debido a que no ha existido una línea ininterrumpida de profetas. 

    He aquí una prueba positiva acerca de nuestra actitud con respecto a las Escrituras: Después de muchos siglos, nadie se ha atrevido a añadir ni a quitar nada, ni a modificar el contenido, ya que para todos los judíos ha venido a ser cosa natural, desde su más temprana juventud, el creer que estos libros contienen enseñanzas divinas, el persistir en ellas y, si ello es necesario, morir voluntariamente por ellas (Contra Apión, 1:8). Josefo divide las Escrituras en tres secciones, y dice: 

    (A) «5 libros son de Moisés; contienen sus leyes y las enseñanzas acerca del origen de la humanidad; tienen su conclusión con la muerte de Moisés.» 

    (B) «Los profetas que vinieron después de Moisés consignaron en 13 libros, hasta Artajerjes, los acontecimientos de sus tiempos.» Es indudable que Josefo seguía la disposición de la LXX y la nomenclatura de los alejandrinos. Los 13 libros son probablemente Josué, Jueces con Rut, Samuel, los Reyes, las Crónicas, Esdras con Nehemías, Ester, Job, Daniel, Isaías, Jeremías con las Lamentaciones, Ezequiel, y los Doce Profetas Menores. 

    (C) «Los cuatro libros restantes contienen himnos a Dios, y preceptos de conducta.» Éstos eran seguramente los Salmos, el Cantar de los Cantares, los Proverbios y el Eclesiastés. Hasta aquí los hechos. Pero una tradición contemporánea decía también que el canon había estado establecido en tiempos de Esdras y de Nehemías. Josefo, ya citado, expresa la convicción general de sus compatriotas: después de Artajerjes, esto es, a partir de la época de Esdras y Nehemías, no se había añadido ningún libro. 

    Una ridícula leyenda, que data de la segunda parte del siglo I de la era cristiana, afirmaba que Esdras restableció por revelación toda la ley e incluso todo el AT (ver el libro apócrifo 4 Esdras. 14:21, 22, 40), debido a que, se afirma, habían desaparecido todas las copias guardadas en el templo. En todo caso, lo que esta leyenda apoya es que los judíos de Palestina, en esta época, contaban con 24 libros canónicos (24 + 70 = 94). 

    Un escrito de fecha y autenticidad dudosas, redactado posiblemente alrededor del 100 a.C. (2 Mac. 2:13) habla de Nehemías como fundador de una biblioteca, donde hubiera recogido «los libros de los reyes, y de los profetas, y de David; y las cartas de las donaciones de los reyes (de Persia)». Ireneo menciona otra tradición: «Después de la destrucción de los escritos sagrados, durante el exilio, bajo Nabucodonosor, cuando los judíos, 70 años más tarde, habían vuelto a su país, en los días de Artajerjes, Dios inspiró a Esdras, el sacerdote, que pusiera en orden todas las palabras de los profetas que habían sido antes que él, y que restituyera al pueblo la legislación de Moisés.» Elías Levita, escribiendo en el año 1538 d.C., expresa de esta manera la opinión de los suyos: «En la época de Esdras, los 24 libros no habían sido todavía reunidos en un solo volumen. 

    Esdras y sus compañeros los recopilaron en 3 partes: La ley, los profetas, y los hagiógrafos.» Esta multiforme tradición contiene una parte de verdad. Hubo un momento en que cesó la revelación del AT. La tradición fija este tiempo en la época de Esdras, pero no está necesariamente atado a ella para el establecimiento de la fecha de redacción de ciertos libros, p. ej., de, Nehemías y de las Crónicas, Así, es también interesante considerar el final de la inspiración del AT, así como su comienzo. 

    (A) El Pentateuco, obra de Moisés, da la ley fundamental de la nación, constituyendo una sección del canon: era conveniente, a causa de su situación cronológica y fundacional, que ocupara el primer lugar en el canon. 

    (B) Los Profetas eran los autores de los libros asignados a la 2ª sección: así lo indicaban su cantidad y carácter. Eran 8 estos libros: los Profetas anteriores, Josué, Jueces, Samuel y Reyes; los Profetas posteriores: Isaías, Jeremías, Ezequiel, y los Doce. En cuanto a Josué considerado como profeta de Dios, cp. Ec. 46:1.

     (C) Los Salmos y Proverbios constituyen el núcleo de la 3ª sección. Estos escritos tenían 2 características: se trataba de poesía cuyos autores no eran profetas en el sentido absoluto de la palabra; a los libros de esta 3ª sección se adjuntaron todos los escritos análogos de autoridad indiscutida. Debido a que había sido escrita en forma poética, se incluyó en esta sección la oración de Moisés, el Salmo 90, aunque había sido escrita por un profeta. 

    De la misma manera, Lamentaciones, que había sido redactado por un profeta, pero obra poética, fue situado en la 3ª sección del canon hebreo. Hay otra razón que explica que Lamentaciones fuera separado del libro de Jeremías. Durante el aniversario de la destrucción de los 2 templos, se leía el libro de Lamentaciones; a esto se debe que fuera incluido con 4 libros de pequeñas dimensiones: El Cantar de los Cantares Rut, Eclesiastés y Ester, leídos en otros cuatro aniversarios. Constituyen los cinco rollos denominados Megilloth. 

    El libro de Daniel fue situado en esta sección debido a que su autor, aunque dotado del don de profecía, no tenía una misión de profeta. Es muy probable que un sacerdote, y no un profeta, escribiera el libro de las Crónicas. Por ello es que sería situado en la 3ª sección. No es por el simple hecho de su tardía redacción que se explica la colocación de Crónicas en esta tercera sección. 

    En efecto, hay libros y secciones de libros de esta tercera sección que datan de fechas anteriores a Zacarías y Malaquías, pertenecientes a la segunda sección. Es preciso añadir que en tanto que se había determinado de una manera definitiva el contenido de las diferentes partes del canon, el orden de los libros de la 3ª sección varía con el tiempo. El Talmud dice además que dentro de la segunda sección, Isaías se encuentra entre Ezequiel y los Profetas Menores. 

    Los cuatro libros proféticos, Jeremías, Ezequiel, Isaías, y los Profetas Menores fueron evidentemente colocados por orden de tamaño. Al final del siglo I de nuestra era se discutía aún el lugar dentro del canon de varios libros de la 3ª sección. No era asunto de discusión que estos libros formaran parte del canon; lo que se discutía era la relación que tenían entre sí; pero es probable que estos debates no sirvieran para otra cosa que para exhibiciones de oratoria. La intención no era en absoluto la de sacar ningún libro del canon, sino la de demostrar el derecho al lugar que ya ocupaba. 

    2. CANON DEL NUEVO TESTAMENTO 

    La iglesia primitiva recibió de los judíos la creencia en una norma escrita con respecto a la fe. Cristo mismo confirmó esta creencia al invocar el AT como palabra escrita de Dios (Jn. 5 37-47; Mt. 5:17, 18; Mr. 12:36, 37; Lc. 16:31), al emplearlo para instruir a Sus discípulos (Lc. 24:45). 

    Juan 5 37-47 

    37 También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto,

    38 ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis.

    39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;

    40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.

    41 Gloria de los hombres no recibo.

    42 Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros.

    43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.

    44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?

    45 No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.

    46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.

    47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?

    Mateo 5:17, 18 

    Jesús y la ley

    17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.

    18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.

    Marcos 12:36, 37 

    36 Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.

    37 David mismo le llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo? Y gran multitud del pueblo le oía de buena gana.

    Lucas 16:31

    31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.

    Lucas 24:45

    45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;

    Los apóstoles se refieren frecuentemente a la autoridad del AT (Ro. 3:2, 21; 1 Co. 4:6; Ro. 15:4; 2 Ti. 3:15-17; 2 P. 1:21). 

    Romanos 3:2, 21 

    2 Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios.

    21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;

    1 Corintios 4:6 

    6 Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.

    Romanos 15:4 

    4 Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.

    2 Timoteo 3:15-17 

    15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.

    16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,

    17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

    2 Pedro 1:21

    21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

    Los apóstoles reclamaron a continuación, para sus propias enseñanzas, orales y escritas, la misma autoridad que la del AT (1 Co. 2:7-13; 14:37; 1 Ts. 2:13; Ap. 1:3); ordenaron la lectura pública de sus epístolas (1 Ts. 5:27; Col. 4:16, 17; 2 Ts. 2:15; 2 P. 1:15, 3:1, 2), las revelaciones dadas a la iglesia por medio de los profetas eran consideradas como constitutivas, con la enseñanza de los apóstoles, de la base de la iglesia (Ef. 2:20). 

    1 Corintios 2:7-13 

    7 Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,

    8 la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.

    9 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

    10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

    11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.

    12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,

    13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.

    1 Corintios 14:37 

    37 Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor.

    1 Tesalonicenses 2:13 

    13 Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.

    Apocalipsis 1:3

    3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.

    1 Tesalonicenses 5:27 

    27 Os conjuro por el Señor, que esta carta se lea a todos los santos hermanos.

    Colosenses 4:16, 17 

    16 Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros.

    17 Decid a Arquipo: Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor.

    2 Tesalonicenses 2:15 

    15 Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.

    2 Pedro 1:15 

    15 También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.

    2 Pedro 3:1, 2

    El día del Señor vendrá

    1 Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento,

    2 para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles;

    Efesios 2:20

    20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,

    Así, era justo y normal que la literatura del NT fuera añadida a la del AT, y que el canon de la fe establecido hasta aquel entonces se viera aumentado. El NT mismo nos permite señalar el inicio de estas adiciones (1 Ti. 5:18; 2 P. 3:1, 2, 16). 

    1 Timoteo 5:18 

    18 Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario.

    2 Pedro 3:1, 2, 16

    1 Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento,

    2 para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles;

    16 casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.

    En las generaciones posteriores a la apostólica, se fueron reuniendo poco a poco los escritos que se sabía tenían autoridad apostólica llegando a formar la segunda mitad del canon de la Iglesia, y al final llegaron a recibir el nombre del Nuevo Testamento. 

    Desde el comienzo, la apostolicidad constituía la prueba de que un libro tenía derecho a figurar dentro del canon; ello significa que los apóstoles habían ratificado su transmisión a la iglesia, siendo que el libro había sido escrito por uno de ellos, o que estaba cubierto por su autoridad. 

    Era la doctrina apostólica. Tenemos numerosas pruebas de que a lo largo de los siglos II y III se fueron reuniendo bajo este principio los libros del NT; no obstante, por diversas razones, la formación del conjunto fue haciéndose lentamente. Al principio algunas iglesias solamente reconocieron la autenticidad de ciertos libros. 

    No fue sino hasta que el conjunto de los creyentes del imperio romano tomó conciencia de su unidad eclesial que se admitió universalmente la totalidad de los libros reconocidos como apostólicos dentro de las diversas fracciones de la Iglesia. El proceso de reunión de libros no fue precisamente estimulado por el surgimiento, posterior, de herejías y de escritos apócrifos que se atribuían falsamente la autoridad apostólica. Pero, en tanto que la coordinación entre las iglesias era lenta, no importaba que una iglesia no admitiera un libro en el canon, a no ser que lo considerara apostólico. La doctrina de los apóstoles era la norma de la fe. 

    Eran sus libros los que se leían en el culto público. Descubrimos que al principio del siglo II se les llamaba, sin reservas de ningún tipo, «las Escrituras» (Ep. de Policarpo 12; Ep. de Bernabé 4); se admitían los escritos de Marcos y de Lucas porque estaban apoyados por la autoridad de Pedro y de Pablo; se escribían comentarios acerca de estos libros, cuyas afirmaciones y fraseología conformaron la literatura de la época posterior a la apostólica. 

    Los hechos posteriores, dignos de toda atención, muestran a qué ritmo se fue formando la colección de libros como un todo. Desde el principio del siglo II los 4 Evangelios habían sido recibidos por todos, en tanto que, según 2 P. 3:16 los lectores de esta epístola conocían ya una colección de cartas de Pablo. 

    2 Pedro 3:16

    16 casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.

    Ya entonces se empleaban los términos «Evangelios» y «Apóstoles» para designar las dos secciones de la nueva colección. Asimismo, la canonicidad de Hechos ya estaba reconocida dentro de la primera mitad del siglo II. Es verdad que ciertas secciones de la Iglesia discutieron algunos libros, pero ello también muestra que su final admisión en el canon estuvo basada en pruebas suficientes. 

    La iglesia en Siria, en el siglo II, había admitido todo el Nuevo Testamento, como lo tenemos ahora, a excepción del Apocalipsis, la 2ª epístola de Pedro, las 2ª y 3ª de Juan. La iglesia de Roma reconocía el NT a excepción de la epístola a los Hebreos, las epístolas de Pedro, Santiago, y la 3ª de Juan. La iglesia en el norte de África reconocía también todo el NT, a excepción de Hebreos, 2. Pedro, y quizá Santiago. Estas colecciones no contenían así más que los libros oficialmente aceptados dentro de las respectivas iglesias, lo cual no demuestra que los otros escritos apostólicos no fueran conocidos. 

    Por lo demás, se llegó a la unanimidad durante el siglo III con algunas excepciones. En la época de los Concilios quedó adoptado universalmente el canon de nuestro NT actual. En el siglo IV 10 Padres de la Iglesia y 2 concilios dieron listas de libros canónicos. Tres de estas listas omiten el Apocalipsis, cuya autenticidad había quedado sin embargo bien atestiguada anteriormente. El NT de las demás listas tiene el contenido del actual. 

    Señalemos, a la luz de estos hechos: 

    1) A pesar de la lenta coordinación de los escritos del NT en un solo volumen, la creencia en una norma escrita de la fe era el patrimonio de la iglesia primitiva y de los apóstoles. No implica a causa de la historia de la formación del canon que se haya revestido de autoridad a una regla escrita de la fe. Esta historia no revela más que las etapas que tuvieron lugar en el reconocimiento y reunión de los libros que evidenciaban su pertenencia al canon. 

    2) Tanto los Padres como las iglesias diferían en sus opiniones y prácticas en cuanto a la elección de los libros canónicos y en cuanto al grado de autenticidad que justificaba la entrada de un escrito en el canon. Este hecho tan sólo subraya, nuevamente, las etapas por las que se tuvo que pasar para hacer admitir poco a poco a la iglesia entera la canonicidad de los libros. 

    Es también evidente que los cristianos de la iglesia primitiva no aceptaron el carácter apostólico de los libros sino después de haberlos examinado con detenimiento. De la misma manera, se revisó oportunamente la aceptación ocasional de libros apócrifos o pseudoepigráficos. 

    3) El testimonio de la historia nos da así una prueba de que los 27 libros del NT son apostólicos. Esta convicción merece nuestra gozosa participación sabiendo que nadie puede probar que sea falsa. Con todo, está claro que no admitimos estos 27 libros meramente porque unos Concilios hayan decretado su canonicidad, ni sólo porque tengamos a su favor el testimonio de la historia. Su contenido, visiblemente inspirado por Dios, contiene una prueba interna a la que es sensible nuestra alma, al recibir de Él la iluminación y la convicción. Por el testimonio interno del Espíritu, tan caro a los Reformadores, recibe la firme certeza de la fe. Sabe, con la iglesia apostólica y de los siglos ya idos, que Dios ha obrado un doble milagro al darnos Su revelación escrita. Inspiró toda la Escritura y a cada uno de sus redactores sagrados (2 Ti. 3:16). 

    Además, dio a la iglesia primitiva el discernimiento sobrenatural que necesitaba para reconocer los escritos apostólicos, y descartar todas las imitaciones, fraudes y engaños, así como escritos buenos y edificantes, pero no apostólicos ni inspirados. Esta obra se llevó a cabo con lentitud, con titubeos y retrasos, pero conduciéndola Dios a la perfección y a la unanimidad. Actualmente, el canon de las Escrituras está cerrado, y la Biblia declara que nada se puede añadir ni quitar (Ap. 22:18-19). 

    Apocalipsis 22:18-19

    18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.

    19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

    4) Una última observación: el nombre «canon» no fue dado al conjunto de los libros sagrados antes del siglo IV. Pero si este término, tan universal en la actualidad, no fue empleado al principio, la idea que representa, esto es, que los libros sagrados son la norma de la fe, era ya una doctrina de los apóstoles. 

    La concepción de la formación del canon que aquí se expone está íntimamente unida a la fe evangélica, con la que concuerda la ciencia positiva, que nos hace aceptar los libros de la Biblia a causa de su inspiración divina, como ya de principio fuente de autoridad y parte integrante del canon. 

    Evidentemente, es muy diferente para los que rechazan la autenticidad y la veracidad de estos libros. Según los críticos hostiles a la Biblia, Moisés no escribió sus libros; las «profecías» (las de Daniel y de la última parte de Isaías, p. ej.) hubieran sido redactadas mucho tiempo después de la época de estos grandes hombres de Dios, posiblemente muy cerca de la época de Jesucristo. 

    Se comprende fácilmente que los partidarios de estas especulaciones abandonen las evidencias antiguas de la Iglesia y de la Sinagoga con respecto a la formación del canon. Y las especulaciones de los críticos hostiles a la Biblia no tienen más base que sus deseos de estar en lo cierto, en tanto que la historia de la formación del canon, tanto del Antiguo Testamento como la del Nuevo, reposa sobre unas bases firmes y fidedignas de autenticidad y realidad. 

    Para un estudio acerca de cada libro, ver los artículos correspondientes a cada libro individual de la Biblia. (Véase también INSPIRACIÓN). Los lectores que deseen profundizar en el estudio de este tema pueden consultar, entre otras obras, las siguientes: 

    Bibliografía: 

    Bruce, F. F.: «¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento?» (Caribe, Miami 1972), Bruce, F. F.: « The Books and the Parchments» (Pickering and Inglis, Londres 1975); 

    Dana, H. E.: «El Nuevo Testamento ante la crítica» (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso 1965); 

    Grau, J.: «El Fundamento Apostólico» (Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona 1973); 

    McDowell, J.: «Evidencia que exige un veredicto» (Clie, Terrassa, 1988); McDowell, J.: «More Evidence that Demands a Verdict» (Campus Crusade for Christ, San Bernardino, California 1975). Véanse también: APOCALÍPTICA (Literatura), APÓCRIFOS (Libros).

    VÉASE: Inspiración , Apocalíptica (Literatura) , Apócrifos (Libros)
  • DICCIONARIO
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  • Canon

    (caña, regla). Este término tiene diversos sentidos: 

    (A) Cualquier regla o vara que sirva para medir (p. ej., el nivel de un albañil). 

    (B) En sentido figurado, modelo que permite fijar las normas, especialmente de los libros clásicos; guía, norma (Gá. 6:16; Fil. 3:16). 

    Gálatas 6:16 

    16 Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.

    Filipenses 3:16

    16 Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa.

    (C) Doctrina cristiana ortodoxa, en contraste con la heterodoxia. 

    (D) Las Escrituras consideradas como norma de fe y de conducta. El término canon procede del griego. Los Padres de la Iglesia fueron los primeros que emplearon esa palabra en el 4º sentido, pero la idea representada es muy antigua. Un libro que tiene derecho a estar incluido dentro de la Biblia recibe el nombre de «canónico»; uno que no posea este derecho es dicho «no canónico»; el derecho a quedar admitido dentro de la Escritura es la «canonicidad». 

    (E) El canon es también la lista normativa de libros inspirados y recibidos de parte de Dios. Cuando hablamos del canon del AT o del NT, hablamos en este sentido. 

    1. CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO 

    Los documentos literarios con autoridad en Israel se multiplicaron poco a poco, y fueron celosamente conservados. Tenemos ejemplos de esta redacción de los libros santos. La ley fundamental de los 10 mandamientos escritos sobre tablas de piedra fue depositada dentro del arca (Éx. 40:20). 

    Éxodo 40:20

    20 Y tomó el testimonio y lo puso dentro del arca, y colocó las varas en el arca, y encima el propiciatorio sobre el arca.

    Estos estatutos figuran en el libro del pacto (Éx. 20:23-23:33; 24:7). 

    Éxodo 20:23-23:33 

    23 No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.

    24 Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.

    25 Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás.

    26 No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.

    Éxodo 21:1-36

    Leyes sobre los esclavos

    1 Estas son las leyes que les propondrás.

    2 Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde.

    3 Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él.

    4 Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo.

    5 Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre;

    6 entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre.

    7 Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá ella como suelen salir los siervos.

    8 Si no agradare a su señor, por lo cual no la tomó por esposa, se le permitirá que se rescate, y no la podrá vender a pueblo extraño cuando la desechare.

    9 Mas si la hubiere desposado con su hijo, hará con ella según la costumbre de las hijas.

    10 Si tomare para él otra mujer, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal.

    11 Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia, sin dinero.

    Leyes sobre actos de violencia

    12 El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá.

    13 Mas el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir.

    14 Pero si alguno se ensoberbeciere contra su prójimo y lo matare con alevosía, de mi altar lo quitarás para que muera.

    15 El que hiriere a su padre o a su madre, morirá.

    16 Asimismo el que robare una persona y la vendiere, o si fuere hallada en sus manos, morirá.

    17 Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.

    18 Además, si algunos riñeren, y uno hiriere a su prójimo con piedra o con el puño, y éste no muriere, pero cayere en cama;

    19 si se levantare y anduviere fuera sobre su báculo, entonces será absuelto el que lo hirió; solamente le satisfará por lo que estuvo sin trabajar, y hará que le curen.

    20 Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo su mano, será castigado;

    21 mas si sobreviviere por un día o dos, no será castigado, porque es de su propiedad.

    22 Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces.

    23 Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida,

    24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,

    25 quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.

    Leyes sobre responsabilidades de amos y dueños

    26 Si alguno hiriere el ojo de su siervo, o el ojo de su sierva, y lo dañare, le dará libertad por razón de su ojo.

    27 Y si hiciere saltar un diente de su siervo, o un diente de su sierva, por su diente le dejará ir libre.

    28 Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne; mas el dueño del buey será absuelto.

    29 Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño.

    30 Si le fuere impuesto precio de rescate, entonces dará por el rescate de su persona cuanto le fuere impuesto.

    31 Haya acorneado a hijo, o haya acorneado a hija, conforme a este juicio se hará con él.

    32 Si el buey acorneare a un siervo o a una sierva, pagará su dueño treinta siclos de plata, y el buey será apedreado.

    33 Y si alguno abriere un pozo, o cavare cisterna, y no la cubriere, y cayere allí buey o asno,

    34 el dueño de la cisterna pagará el daño, resarciendo a su dueño, y lo que fue muerto será suyo.

    35 Y si el buey de alguno hiriere al buey de su prójimo de modo que muriere, entonces venderán el buey vivo y partirán el dinero de él, y también partirán el buey muerto.

    36 Mas si era notorio que el buey era acorneador desde tiempo atrás, y su dueño no lo hubiere guardado, pagará buey por buey, y el buey muerto será suyo.

    Éxodo 22:1-31

    Leyes sobre la restitución

    1 Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare o vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas.

    2 Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuere herido y muriere, el que lo hirió no será culpado de su muerte.

    3 Pero si fuere de día, el autor de la muerte será reo de homicidio. El ladrón hará completa restitución; si no tuviere con qué, será vendido por su hurto.

    4 Si fuere hallado con el hurto en la mano, vivo, sea buey o asno u oveja, pagará el doble.

    5 Si alguno hiciere pastar en campo o viña, y metiere su bestia en campo de otro, de lo mejor de su campo y de lo mejor de su viña pagará.

    6 Cuando se prendiere fuego, y al quemar espinos quemare mieses amontonadas o en pie, o campo, el que encendió el fuego pagará lo quemado.

    7 Cuando alguno diere a su prójimo plata o alhajas a guardar, y fuere hurtado de la casa de aquel hombre, si el ladrón fuere hallado, pagará el doble.

    8 Si el ladrón no fuere hallado, entonces el dueño de la casa será presentado a los jueces, para que se vea si ha metido su mano en los bienes de su prójimo.

    9 En toda clase de fraude, sobre buey, sobre asno, sobre oveja, sobre vestido, sobre toda cosa perdida, cuando alguno dijere: Esto es mío, la causa de ambos vendrá delante de los jueces; y el que los jueces condenaren, pagará el doble a su prójimo.

    10 Si alguno hubiere dado a su prójimo asno, o buey, u oveja, o cualquier otro animal a guardar, y éste muriere o fuere estropeado, o fuere llevado sin verlo nadie;

    11 juramento de Jehová habrá entre ambos, de que no metió su mano a los bienes de su prójimo; y su dueño lo aceptará, y el otro no pagará.

    12 Mas si le hubiere sido hurtado, resarcirá a su dueño.

    13 Y si le hubiere sido arrebatado por fiera, le traerá testimonio, y no pagará lo arrebatado.

    14 Pero si alguno hubiere tomado prestada bestia de su prójimo, y fuere estropeada o muerta, estando ausente su dueño, deberá pagarla.

    15 Si el dueño estaba presente no la pagará. Si era alquilada, reciba el dueño el alquiler.

    Leyes humanitarias

    16 Si alguno engañare a una doncella que no fuere desposada, y durmiere con ella, deberá dotarla y tomarla por mujer.

    17 Si su padre no quisiere dársela, él le pesará plata conforme a la dote de las vírgenes.

    18 A la hechicera no dejarás que viva.

    19 Cualquiera que cohabitare con bestia, morirá.

    20 El que ofreciere sacrificio a dioses excepto solamente a Jehová, será muerto.

    21 Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.

    22 A ninguna viuda ni huérfano afligiréis.

    23 Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí, ciertamente oiré yo su clamor;

    24 y mi furor se encenderá, y os mataré a espada, y vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos.

    25 Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura.

    26 Si tomares en prenda el vestido de tu prójimo, a la puesta del sol se lo devolverás.

    27 Porque sólo eso es su cubierta, es su vestido para cubrir su cuerpo. ¿En qué dormirá? Y cuando él clamare a mí, yo le oiré, porque soy misericordioso.

    28 No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo.

    29 No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar. Me darás el primogénito de tus hijos.

    30 Lo mismo harás con el de tu buey y de tu oveja; siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás.

    31 Y me seréis varones santos. No comeréis carne destrozada por las fieras en el campo; a los perros la echaréis.

    Éxodo 23:1-33

    1 No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso.

    2 No seguirás a los muchos para hacer mal, ni responderás en litigio inclinándote a los más para hacer agravios;

    3 ni al pobre distinguirás en su causa.

    4 Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo.

    5 Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo.

    6 No pervertirás el derecho de tu mendigo en su pleito.

    7 De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío.

    8 No recibirás presente; porque el presente ciega a los que ven, y pervierte las palabras de los justos.

    9 Y no angustiarás al extranjero; porque vosotros sabéis cómo es el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.

    10 Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás su cosecha;

    11 mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así harás con tu viña y con tu olivar.

    12 Seis días trabajarás, y al séptimo día reposarás, para que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero.

    13 Y todo lo que os he dicho, guardadlo. Y nombre de otros dioses no mentaréis, ni se oirá de vuestra boca.

    Las tres fiestas anuales

    14 Tres veces en el año me celebraréis fiesta.

    15 La fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib, porque en él saliste de Egipto; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías.

    16 También la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres sembrado en el campo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando hayas recogido los frutos de tus labores del campo.

    17 Tres veces en el año se presentará todo varón delante de Jehová el Señor.

    18 No ofrecerás con pan leudo la sangre de mi sacrificio, ni la grosura de mi víctima quedará de la noche hasta la mañana.

    19 Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios. No guisarás el cabrito en la leche de su madre.

    El Ángel de Jehová enviado para guiar a Israel

    20 He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

    21 Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.

    22 Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

    23 Porque mi Angel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.

    24 No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas.

    25 Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti.

    26 No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días.

    27 Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus enemigos.

    28 Enviaré delante de ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cananeo y al heteo, de delante de ti.

    29 No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo.

    30 Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.

    31 Y fijaré tus límites desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el Eufrates; porque pondré en tus manos a los moradores de la tierra, y tú los echarás de delante de ti.

    32 No harás alianza con ellos, ni con sus dioses.

    33 En tu tierra no habitarán, no sea que te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo.

    Éxodo 24:7

    7 Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos.

    El libro de la Ley, redactado por Moisés, fue guardado al lado del arca (Dt. 31:24-26). 

    Deuteronomio 31:24-26

    Orden de guardar la ley junto al arca

    24 Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse,

    25 dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo:

    26 Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti.

    Josué adjuntó lo que él había escrito (Jos. 24:26). 

    Josué 24:26

    26 Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová.

    Samuel consignó el derecho de los reyes en un libro que puso ante el Señor (1 S. 10:25). 

    1 Samuel 10:25

    25 Samuel recitó luego al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro, el cual guardó delante de Jehová.

    Bajo Josías se encontró, durante las obras de restauración del templo, el libro de la Ley de Jehová. El rey, los sacerdotes, los profetas y el pueblo reconocieron su autoridad y antigüedad (2 R. 22:8-20); se hicieron copias de esta ley según la orden dada ya en Dt. 17:18-20

    2 Reyes 22:8-20

    8 Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó.

    9 Viniendo luego el escriba Safán al rey, dio cuenta al rey y dijo: Tus siervos han recogido el dinero que se halló en el templo, y lo han entregado en poder de los que hacen la obra, que tienen a su cargo el arreglo de la casa de Jehová.

    10 Asimismo el escriba Safán declaró al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y lo leyó Safán delante del rey.

    11 Y cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos.

    12 Luego el rey dio orden al sacerdote Hilcías, a Ahicam hijo de Safán, a Acbor hijo de Micaías, al escriba Safán y a Asaías siervo del rey, diciendo:

    13 Id y preguntad a Jehová por mí, y por el pueblo, y por todo Judá, acerca de las palabras de este libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro, para hacer conforme a todo lo que nos fue escrito.

    14 Entonces fueron el sacerdote Hilcías, y Ahicam, Acbor, Safán y Asaías, a la profetisa Hulda, mujer de Salum hijo de Ticva, hijo de Harhas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalén en la segunda parte de la ciudad, y hablaron con ella.

    15 Y ella les dijo: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Decid al varón que os envió a mí:

    16 Así dijo Jehová: He aquí yo traigo sobre este lugar, y sobre los que en él moran, todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de Judá;

    17 por cuanto me dejaron a mí, y quemaron incienso a dioses ajenos, provocándome a ira con toda la obra de sus manos; mi ira se ha encendido contra este lugar, y no se apagará.

    18 Mas al rey de Judá que os ha enviado para que preguntaseis a Jehová, diréis así: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Por cuanto oíste las palabras del libro,

    19 y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Jehová, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar y contra sus moradores, que vendrán a ser asolados y malditos, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, también yo te he oído, dice Jehová.

    20 Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres, y serás llevado a tu sepulcro en paz, y no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar. Y ellos dieron al rey la respuesta.

    Deuteronomio 17:18-20

    18 Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas;

    19 y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra;

    20 para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel.

    Los profetas dejaron escritas sus propias palabras (p. ej., Jer. 36:32), tomaban nota recíproca, y las citaban como autoridades (Esd. 2:2-4; cp. Mi. 4:1-3). 

    Esdras 2:2-4

    2 los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rehum y Baana. El número de los varones del pueblo de Israel:

    3 Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos.

    4 Los hijos de Sefatías, trescientos setenta y dos.

    Miqueas 4:1-3

    Reinado universal de Jehová

    1 Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos.

    2 Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.

    3 Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra.

    Se reconocía la autoridad de la ley y de las palabras de los profetas, escritos inspirados por el Espíritu de Dios, y celosamente preservados por Jehová (Zac. 1:4; 7:7, 12). 

    Zacarías 1:4 

    4 No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová.

    Zacarías 7:7, 12

    7 ¿No son estas las palabras que proclamó Jehová por medio de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, y sus ciudades en sus alrededores y el Neguev y la Sefela estaban también habitados?

    12 y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.

    En los tiempos de Esdras, la Ley de Moisés, que comprendía los 5 libros de Moisés circulaba bajo la forma de parte de las Sagradas Escrituras, Esdras poseía una copia (Esd. 7:14), y era un escriba erudito en la ley divina (Esd. 7:6). 

    Esdras 7:14

    14 Porque de parte del rey y de sus siete consejeros eres enviado a visitar a Judea y a Jerusalén, conforme a la ley de tu Dios que está en tu mano;

    Esdras 7:6

    6 este Esdras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado; y le concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras.

    El pueblo le pidió una lectura pública de este libro (Neh. 8:1, 5, 8). 

    Nehemías 8:1, 5, 8

    1 Venido el mes séptimo, los hijos de Israel estaban en sus ciudades; y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel.

    5 Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento.

    8 Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.

    Por aquella misma época, antes de consumarse la separación entre los judíos y los samaritanos, el Pentateuco fue llevado a Samaria. Jesús Ben Sirach da testimonio de que la disposición de los profetas menores en un grupo de 12 estaba ya implantada hacia el año 200 a.C. (Ecl. 49:12). 

    En otro pasaje sugiere que Josué, Jueces, Samuel, Reyes, Isaías, Jeremías, Ezequiel y los Doce formaban un gran conjunto, que constituía la segunda parte del canon hebreo. Ya en el año 132 a.C. se afirma la existencia de la triple división de las Escrituras: «La ley, los profetas, y los otros escritos análogos»; o también «la ley, los profetas, y los otros libros», o «la ley, las profecías, y el resto de libros». 

    Ya en la misma época se disponía de la versión griega LXX. Un escrito que data de alrededor del 100 a.C. menciona «los libros sagrados que poseemos» (1 Mac. 12:9). Filón de Alejandría (un judío nacido en el año 20 a.C., y que murió durante el reinado de Claudio) tenía la lista contemporánea de los escritos del AT. Dio citas de casi todos los libros del AT, pero no menciona ni uno de los apócrifos. El NT habla de las «Escrituras» como un cuerpo bien determinado de documentos autorizados (Mt. 21:42; 26:56; Mr. 14:49; Jn. 10:35; 2 Ti. 3:16). 

    Mateo 21:42 

    42 Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, Ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?

    Mateo 26:56 

    56 Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas.Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.

    Marcos 14:49 

    49 Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.

    Juan 10:35 

    35 Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada),

    2 Timoteo 3:16

    16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,

    Son Escrituras Santas (Ro. 1:2; 2 Ti. 3:15). 

    Romanos 1:2 

    2 que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,

    2 Timoteo 3:15

    15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.

    Constituyen los oráculos de Dios (Ro. 3:2; He. 5:12; 1 P. 4:11). 

    Romanos 3:2 

    2 Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios.

    Hebreos 5:12 

    12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.

    1 Pedro 4:11

    11 Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

    El NT menciona una triple división del AT: «La ley de Moisés, los Profetas, y los Salmos» (Lc. 24:44). 

    Lucas 24:44

    44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.

    A excepción de Abdías, Nahum, Esdras, Nehemías, Ester, Cantar de los Cantares y Eclesiastés, el NT da citas de todos los otros libros del AT, o hace alusión a ellos. Josefo, contemporáneo del apóstol Pablo, escribiendo hacia el año 100 de nuestra era, y hablando en favor de su nación, dice: «No tenemos más que 22 libros que contienen los relatos de toda la historia antigua, y que son justamente considerados como divinos.» Josefo afirma de una manera bien enérgica la autoridad de estos escritos: Todos los acontecimientos desde la época de Artajerjes hasta nuestros días han sido consignados, pero los anales recientes no gozan del crédito de los precedentes debido a que no ha existido una línea ininterrumpida de profetas. 

    He aquí una prueba positiva acerca de nuestra actitud con respecto a las Escrituras: Después de muchos siglos, nadie se ha atrevido a añadir ni a quitar nada, ni a modificar el contenido, ya que para todos los judíos ha venido a ser cosa natural, desde su más temprana juventud, el creer que estos libros contienen enseñanzas divinas, el persistir en ellas y, si ello es necesario, morir voluntariamente por ellas (Contra Apión, 1:8). Josefo divide las Escrituras en tres secciones, y dice: 

    (A) «5 libros son de Moisés; contienen sus leyes y las enseñanzas acerca del origen de la humanidad; tienen su conclusión con la muerte de Moisés.» 

    (B) «Los profetas que vinieron después de Moisés consignaron en 13 libros, hasta Artajerjes, los acontecimientos de sus tiempos.» Es indudable que Josefo seguía la disposición de la LXX y la nomenclatura de los alejandrinos. Los 13 libros son probablemente Josué, Jueces con Rut, Samuel, los Reyes, las Crónicas, Esdras con Nehemías, Ester, Job, Daniel, Isaías, Jeremías con las Lamentaciones, Ezequiel, y los Doce Profetas Menores. 

    (C) «Los cuatro libros restantes contienen himnos a Dios, y preceptos de conducta.» Éstos eran seguramente los Salmos, el Cantar de los Cantares, los Proverbios y el Eclesiastés. Hasta aquí los hechos. Pero una tradición contemporánea decía también que el canon había estado establecido en tiempos de Esdras y de Nehemías. Josefo, ya citado, expresa la convicción general de sus compatriotas: después de Artajerjes, esto es, a partir de la época de Esdras y Nehemías, no se había añadido ningún libro. 

    Una ridícula leyenda, que data de la segunda parte del siglo I de la era cristiana, afirmaba que Esdras restableció por revelación toda la ley e incluso todo el AT (ver el libro apócrifo 4 Esdras. 14:21, 22, 40), debido a que, se afirma, habían desaparecido todas las copias guardadas en el templo. En todo caso, lo que esta leyenda apoya es que los judíos de Palestina, en esta época, contaban con 24 libros canónicos (24 + 70 = 94). 

    Un escrito de fecha y autenticidad dudosas, redactado posiblemente alrededor del 100 a.C. (2 Mac. 2:13) habla de Nehemías como fundador de una biblioteca, donde hubiera recogido «los libros de los reyes, y de los profetas, y de David; y las cartas de las donaciones de los reyes (de Persia)». Ireneo menciona otra tradición: «Después de la destrucción de los escritos sagrados, durante el exilio, bajo Nabucodonosor, cuando los judíos, 70 años más tarde, habían vuelto a su país, en los días de Artajerjes, Dios inspiró a Esdras, el sacerdote, que pusiera en orden todas las palabras de los profetas que habían sido antes que él, y que restituyera al pueblo la legislación de Moisés.» Elías Levita, escribiendo en el año 1538 d.C., expresa de esta manera la opinión de los suyos: «En la época de Esdras, los 24 libros no habían sido todavía reunidos en un solo volumen. 

    Esdras y sus compañeros los recopilaron en 3 partes: La ley, los profetas, y los hagiógrafos.» Esta multiforme tradición contiene una parte de verdad. Hubo un momento en que cesó la revelación del AT. La tradición fija este tiempo en la época de Esdras, pero no está necesariamente atado a ella para el establecimiento de la fecha de redacción de ciertos libros, p. ej., de, Nehemías y de las Crónicas, Así, es también interesante considerar el final de la inspiración del AT, así como su comienzo. 

    (A) El Pentateuco, obra de Moisés, da la ley fundamental de la nación, constituyendo una sección del canon: era conveniente, a causa de su situación cronológica y fundacional, que ocupara el primer lugar en el canon. 

    (B) Los Profetas eran los autores de los libros asignados a la 2ª sección: así lo indicaban su cantidad y carácter. Eran 8 estos libros: los Profetas anteriores, Josué, Jueces, Samuel y Reyes; los Profetas posteriores: Isaías, Jeremías, Ezequiel, y los Doce. En cuanto a Josué considerado como profeta de Dios, cp. Ec. 46:1.

     (C) Los Salmos y Proverbios constituyen el núcleo de la 3ª sección. Estos escritos tenían 2 características: se trataba de poesía cuyos autores no eran profetas en el sentido absoluto de la palabra; a los libros de esta 3ª sección se adjuntaron todos los escritos análogos de autoridad indiscutida. Debido a que había sido escrita en forma poética, se incluyó en esta sección la oración de Moisés, el Salmo 90, aunque había sido escrita por un profeta. 

    De la misma manera, Lamentaciones, que había sido redactado por un profeta, pero obra poética, fue situado en la 3ª sección del canon hebreo. Hay otra razón que explica que Lamentaciones fuera separado del libro de Jeremías. Durante el aniversario de la destrucción de los 2 templos, se leía el libro de Lamentaciones; a esto se debe que fuera incluido con 4 libros de pequeñas dimensiones: El Cantar de los Cantares Rut, Eclesiastés y Ester, leídos en otros cuatro aniversarios. Constituyen los cinco rollos denominados Megilloth. 

    El libro de Daniel fue situado en esta sección debido a que su autor, aunque dotado del don de profecía, no tenía una misión de profeta. Es muy probable que un sacerdote, y no un profeta, escribiera el libro de las Crónicas. Por ello es que sería situado en la 3ª sección. No es por el simple hecho de su tardía redacción que se explica la colocación de Crónicas en esta tercera sección. 

    En efecto, hay libros y secciones de libros de esta tercera sección que datan de fechas anteriores a Zacarías y Malaquías, pertenecientes a la segunda sección. Es preciso añadir que en tanto que se había determinado de una manera definitiva el contenido de las diferentes partes del canon, el orden de los libros de la 3ª sección varía con el tiempo. El Talmud dice además que dentro de la segunda sección, Isaías se encuentra entre Ezequiel y los Profetas Menores. 

    Los cuatro libros proféticos, Jeremías, Ezequiel, Isaías, y los Profetas Menores fueron evidentemente colocados por orden de tamaño. Al final del siglo I de nuestra era se discutía aún el lugar dentro del canon de varios libros de la 3ª sección. No era asunto de discusión que estos libros formaran parte del canon; lo que se discutía era la relación que tenían entre sí; pero es probable que estos debates no sirvieran para otra cosa que para exhibiciones de oratoria. La intención no era en absoluto la de sacar ningún libro del canon, sino la de demostrar el derecho al lugar que ya ocupaba. 

    2. CANON DEL NUEVO TESTAMENTO 

    La iglesia primitiva recibió de los judíos la creencia en una norma escrita con respecto a la fe. Cristo mismo confirmó esta creencia al invocar el AT como palabra escrita de Dios (Jn. 5 37-47; Mt. 5:17, 18; Mr. 12:36, 37; Lc. 16:31), al emplearlo para instruir a Sus discípulos (Lc. 24:45). 

    Juan 5 37-47 

    37 También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto,

    38 ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis.

    39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;

    40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.

    41 Gloria de los hombres no recibo.

    42 Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros.

    43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.

    44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?

    45 No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.

    46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.

    47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?

    Mateo 5:17, 18 

    Jesús y la ley

    17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.

    18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.

    Marcos 12:36, 37 

    36 Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.

    37 David mismo le llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo? Y gran multitud del pueblo le oía de buena gana.

    Lucas 16:31

    31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.

    Lucas 24:45

    45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;

    Los apóstoles se refieren frecuentemente a la autoridad del AT (Ro. 3:2, 21; 1 Co. 4:6; Ro. 15:4; 2 Ti. 3:15-17; 2 P. 1:21). 

    Romanos 3:2, 21 

    2 Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios.

    21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;

    1 Corintios 4:6 

    6 Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.

    Romanos 15:4 

    4 Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.

    2 Timoteo 3:15-17 

    15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.

    16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,

    17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

    2 Pedro 1:21

    21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

    Los apóstoles reclamaron a continuación, para sus propias enseñanzas, orales y escritas, la misma autoridad que la del AT (1 Co. 2:7-13; 14:37; 1 Ts. 2:13; Ap. 1:3); ordenaron la lectura pública de sus epístolas (1 Ts. 5:27; Col. 4:16, 17; 2 Ts. 2:15; 2 P. 1:15, 3:1, 2), las revelaciones dadas a la iglesia por medio de los profetas eran consideradas como constitutivas, con la enseñanza de los apóstoles, de la base de la iglesia (Ef. 2:20). 

    1 Corintios 2:7-13 

    7 Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,

    8 la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.

    9 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

    10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

    11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.

    12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,

    13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.

    1 Corintios 14:37 

    37 Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor.

    1 Tesalonicenses 2:13 

    13 Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.

    Apocalipsis 1:3

    3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.

    1 Tesalonicenses 5:27 

    27 Os conjuro por el Señor, que esta carta se lea a todos los santos hermanos.

    Colosenses 4:16, 17 

    16 Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros.

    17 Decid a Arquipo: Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor.

    2 Tesalonicenses 2:15 

    15 Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.

    2 Pedro 1:15 

    15 También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.

    2 Pedro 3:1, 2

    El día del Señor vendrá

    1 Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento,

    2 para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles;

    Efesios 2:20

    20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,

    Así, era justo y normal que la literatura del NT fuera añadida a la del AT, y que el canon de la fe establecido hasta aquel entonces se viera aumentado. El NT mismo nos permite señalar el inicio de estas adiciones (1 Ti. 5:18; 2 P. 3:1, 2, 16). 

    1 Timoteo 5:18 

    18 Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario.

    2 Pedro 3:1, 2, 16

    1 Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento,

    2 para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles;

    16 casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.

    En las generaciones posteriores a la apostólica, se fueron reuniendo poco a poco los escritos que se sabía tenían autoridad apostólica llegando a formar la segunda mitad del canon de la Iglesia, y al final llegaron a recibir el nombre del Nuevo Testamento. 

    Desde el comienzo, la apostolicidad constituía la prueba de que un libro tenía derecho a figurar dentro del canon; ello significa que los apóstoles habían ratificado su transmisión a la iglesia, siendo que el libro había sido escrito por uno de ellos, o que estaba cubierto por su autoridad. 

    Era la doctrina apostólica. Tenemos numerosas pruebas de que a lo largo de los siglos II y III se fueron reuniendo bajo este principio los libros del NT; no obstante, por diversas razones, la formación del conjunto fue haciéndose lentamente. Al principio algunas iglesias solamente reconocieron la autenticidad de ciertos libros. 

    No fue sino hasta que el conjunto de los creyentes del imperio romano tomó conciencia de su unidad eclesial que se admitió universalmente la totalidad de los libros reconocidos como apostólicos dentro de las diversas fracciones de la Iglesia. El proceso de reunión de libros no fue precisamente estimulado por el surgimiento, posterior, de herejías y de escritos apócrifos que se atribuían falsamente la autoridad apostólica. Pero, en tanto que la coordinación entre las iglesias era lenta, no importaba que una iglesia no admitiera un libro en el canon, a no ser que lo considerara apostólico. La doctrina de los apóstoles era la norma de la fe. 

    Eran sus libros los que se leían en el culto público. Descubrimos que al principio del siglo II se les llamaba, sin reservas de ningún tipo, «las Escrituras» (Ep. de Policarpo 12; Ep. de Bernabé 4); se admitían los escritos de Marcos y de Lucas porque estaban apoyados por la autoridad de Pedro y de Pablo; se escribían comentarios acerca de estos libros, cuyas afirmaciones y fraseología conformaron la literatura de la época posterior a la apostólica. 

    Los hechos posteriores, dignos de toda atención, muestran a qué ritmo se fue formando la colección de libros como un todo. Desde el principio del siglo II los 4 Evangelios habían sido recibidos por todos, en tanto que, según 2 P. 3:16 los lectores de esta epístola conocían ya una colección de cartas de Pablo. 

    2 Pedro 3:16

    16 casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.

    Ya entonces se empleaban los términos «Evangelios» y «Apóstoles» para designar las dos secciones de la nueva colección. Asimismo, la canonicidad de Hechos ya estaba reconocida dentro de la primera mitad del siglo II. Es verdad que ciertas secciones de la Iglesia discutieron algunos libros, pero ello también muestra que su final admisión en el canon estuvo basada en pruebas suficientes. 

    La iglesia en Siria, en el siglo II, había admitido todo el Nuevo Testamento, como lo tenemos ahora, a excepción del Apocalipsis, la 2ª epístola de Pedro, las 2ª y 3ª de Juan. La iglesia de Roma reconocía el NT a excepción de la epístola a los Hebreos, las epístolas de Pedro, Santiago, y la 3ª de Juan. La iglesia en el norte de África reconocía también todo el NT, a excepción de Hebreos, 2. Pedro, y quizá Santiago. Estas colecciones no contenían así más que los libros oficialmente aceptados dentro de las respectivas iglesias, lo cual no demuestra que los otros escritos apostólicos no fueran conocidos. 

    Por lo demás, se llegó a la unanimidad durante el siglo III con algunas excepciones. En la época de los Concilios quedó adoptado universalmente el canon de nuestro NT actual. En el siglo IV 10 Padres de la Iglesia y 2 concilios dieron listas de libros canónicos. Tres de estas listas omiten el Apocalipsis, cuya autenticidad había quedado sin embargo bien atestiguada anteriormente. El NT de las demás listas tiene el contenido del actual. 

    Señalemos, a la luz de estos hechos: 

    1) A pesar de la lenta coordinación de los escritos del NT en un solo volumen, la creencia en una norma escrita de la fe era el patrimonio de la iglesia primitiva y de los apóstoles. No implica a causa de la historia de la formación del canon que se haya revestido de autoridad a una regla escrita de la fe. Esta historia no revela más que las etapas que tuvieron lugar en el reconocimiento y reunión de los libros que evidenciaban su pertenencia al canon. 

    2) Tanto los Padres como las iglesias diferían en sus opiniones y prácticas en cuanto a la elección de los libros canónicos y en cuanto al grado de autenticidad que justificaba la entrada de un escrito en el canon. Este hecho tan sólo subraya, nuevamente, las etapas por las que se tuvo que pasar para hacer admitir poco a poco a la iglesia entera la canonicidad de los libros. 

    Es también evidente que los cristianos de la iglesia primitiva no aceptaron el carácter apostólico de los libros sino después de haberlos examinado con detenimiento. De la misma manera, se revisó oportunamente la aceptación ocasional de libros apócrifos o pseudoepigráficos. 

    3) El testimonio de la historia nos da así una prueba de que los 27 libros del NT son apostólicos. Esta convicción merece nuestra gozosa participación sabiendo que nadie puede probar que sea falsa. Con todo, está claro que no admitimos estos 27 libros meramente porque unos Concilios hayan decretado su canonicidad, ni sólo porque tengamos a su favor el testimonio de la historia. Su contenido, visiblemente inspirado por Dios, contiene una prueba interna a la que es sensible nuestra alma, al recibir de Él la iluminación y la convicción. Por el testimonio interno del Espíritu, tan caro a los Reformadores, recibe la firme certeza de la fe. Sabe, con la iglesia apostólica y de los siglos ya idos, que Dios ha obrado un doble milagro al darnos Su revelación escrita. Inspiró toda la Escritura y a cada uno de sus redactores sagrados (2 Ti. 3:16). 

    Además, dio a la iglesia primitiva el discernimiento sobrenatural que necesitaba para reconocer los escritos apostólicos, y descartar todas las imitaciones, fraudes y engaños, así como escritos buenos y edificantes, pero no apostólicos ni inspirados. Esta obra se llevó a cabo con lentitud, con titubeos y retrasos, pero conduciéndola Dios a la perfección y a la unanimidad. Actualmente, el canon de las Escrituras está cerrado, y la Biblia declara que nada se puede añadir ni quitar (Ap. 22:18-19). 

    Apocalipsis 22:18-19

    18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.

    19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

    4) Una última observación: el nombre «canon» no fue dado al conjunto de los libros sagrados antes del siglo IV. Pero si este término, tan universal en la actualidad, no fue empleado al principio, la idea que representa, esto es, que los libros sagrados son la norma de la fe, era ya una doctrina de los apóstoles. 

    La concepción de la formación del canon que aquí se expone está íntimamente unida a la fe evangélica, con la que concuerda la ciencia positiva, que nos hace aceptar los libros de la Biblia a causa de su inspiración divina, como ya de principio fuente de autoridad y parte integrante del canon. 

    Evidentemente, es muy diferente para los que rechazan la autenticidad y la veracidad de estos libros. Según los críticos hostiles a la Biblia, Moisés no escribió sus libros; las «profecías» (las de Daniel y de la última parte de Isaías, p. ej.) hubieran sido redactadas mucho tiempo después de la época de estos grandes hombres de Dios, posiblemente muy cerca de la época de Jesucristo. 

    Se comprende fácilmente que los partidarios de estas especulaciones abandonen las evidencias antiguas de la Iglesia y de la Sinagoga con respecto a la formación del canon. Y las especulaciones de los críticos hostiles a la Biblia no tienen más base que sus deseos de estar en lo cierto, en tanto que la historia de la formación del canon, tanto del Antiguo Testamento como la del Nuevo, reposa sobre unas bases firmes y fidedignas de autenticidad y realidad. 

    Para un estudio acerca de cada libro, ver los artículos correspondientes a cada libro individual de la Biblia. (Véase también INSPIRACIÓN). Los lectores que deseen profundizar en el estudio de este tema pueden consultar, entre otras obras, las siguientes: 

    Bibliografía: 

    Bruce, F. F.: «¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento?» (Caribe, Miami 1972), Bruce, F. F.: « The Books and the Parchments» (Pickering and Inglis, Londres 1975); 

    Dana, H. E.: «El Nuevo Testamento ante la crítica» (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso 1965); 

    Grau, J.: «El Fundamento Apostólico» (Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona 1973); 

    McDowell, J.: «Evidencia que exige un veredicto» (Clie, Terrassa, 1988); McDowell, J.: «More Evidence that Demands a Verdict» (Campus Crusade for Christ, San Bernardino, California 1975). Véanse también: APOCALÍPTICA (Literatura), APÓCRIFOS (Libros).

    VÉASE:
    Inspiración , Apocalíptica (Literatura) , Apócrifos (Libros)
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